Partida Rol por web

Prometimos a Zilvra y Jezzara que expulsaríamos a los malaritas del bosque, y ese es aún es nuestro propósito. El daño que evitasen al resto del valle no se derramaría sobre el bosque.

La que Azuulae ofrecía era la única ayuda que Rya esperaba. La que necesitaban en ese momento para extender las alas y volar con toda presteza hasta la ciudad para advertir a sus aliados de los planes de la Sangre Negra antes de que fuera demasiado tarde.

Resistid mientras tanto, pidió. Regresaremos cuando Harrowdale Town esté libre de esta amenaza. Empujaremos a los drows de la casa Vrana hasta las profundidades. Detendremos para siempre al druida corrupto y sus aliados.

Galatea se acercó a sentarse, la verdad es que no se había dado cuenta de lo atractiva que le resultaba la idea hasta que Yvonna se lo había ofrecido y lo agradecía; llevaba todo el día de arriba abajo por el bosque.

Bebió también más de lo que creía que necesitaba. Puede que los botijos no fueran el colmo de la elegancia en cuanto a aspecto pero sí eran un invento muy ingenioso: la efectividad de la arcilla a la hora de mantener el agua fresca era indiscutible. Y en aquel caso fue como beber ambrosía.

—Apenas hubo dos o tres supervivientes y... mejor intentaré resumirlo: Fue la manada de Malar de Cormanthor—dijo posándolo suavemente de nuevo—. Su Alfa, Vakennis, la ha desplazado hasta Velar y se ha aliado con un malnacido que tiene el valor de hacerse llamar druida, un tal Kazok que dice servir también a la Pantera de Dientes Negros. Y una dríada corrupta llamada Cilantro.

Apretó imperceptiblemente los dientes pues la ponía de mal humor la sola mención de aquel nombre. La asqueaba que alguien empleara los dones que le otorgaba la naturaleza para romper el equilibrio en lugar de preservarlo. Irónicamente, la dríada malvada continuaba inspirándole una mezcla de rabia y tristeza. Siempre le habían gustado las dríadas; una tan corrupta era algo horrible y desolador.

—Seguimos el rastro desde el Círculo hasta las Cavernas de la Catarata. A Cilantro la matamos pero tuvimos que retirarnos, Kazok aún sigue vivo. La cosa es que descubrimos que el árbol de la dríada producía unos extraños hongos de color negro. Eso es lo que ha estado volviendo locos a los lobos que han atacado Velarburgo para socavar la confianza en los druidas y gobernantes: Inducen un estado feral a cualquiera que los coma y le tiñen los dientes de ese color. Con la gente también funciona, de hecho recuerdo que había un agorero soltando sinsentidos con los dientes manchados en el Festival.

»Unos aliados eilistreitas en el bosque que también están siendo asediados por la manada de Malar, nos contaron que al parecer Vakennis mató a la Alfa y robó el territorio de los licántropos selûnitas de Velar así que nos dirigimos allí. Encontramos dos cosas: la primera, prisioneros que habían estado utilizando para hacer experimentos con el hongo. Están completamente idos pero Berenice cree que podrían ser sanados en la Casa del Arpa Cantora. Y la segunda y motivo de que hayamos venido corriendo dejándolos con los eilistreitas en lugar de traerlos directamente aquí...

Cruzó los brazos sobre la mesa y suspiró.

— ...es que Vakennis no estaba. Sus lacayos nos contaron que apareció una "misteriosa benefactora" con un ritual mágico que altera el efecto del hongo de diente negro: cuando lo consume un licántropo nato, la transformación que normalmente tarda días se completa en apenas unos segundos. Ahora la Alfa, junto a los mejores guerreros de la Sangre Negra y los hombres lobo natos, pretende dirigir en persona un ataque contra Harrowdale para tener un ejército en una sola noche con el que marchar sobre los Valles—dijo—. Vinimos a avisar a Velaburgo y queremos ayudar a defender Harrowdale. No sé si contáis con algún método mágico para alertarlos desde aquí antes de que lleguemos pero no saben aún nada de esto.

—Eso son malas noticias —dijo Yvonna, en un tono desmayado que hubiera sido cómico si no fuera por la gravedad de la situación.

La Madre Segadora dejó el botijo encima de la mesa y se dirigió a un antiguo buró de madera oscura. Abrió la puerta central y extrajo de ella una botella de licor de bellota. Se sirvió un dedo de líquido ambarino y lo bebió de un trago mientras trataba de asimilar lo que le acababas de contar.

—Podría avisar a Durana¹ —dijo al fin—. Tengo un conjuro siempre memorizado para contactar con los Burgueses por si es necesario. Pero solo puedo enviar un mensaje breve, apenas veinticinco palabras. Servirá para ponerles sobre aviso, mas este asunto requerirá una explicación más detallada.

Fue en ese momento cuando Mara se presentó en las dependencias de Yvonna, acompañado de un hombre de túnica blanca con el rostro cubierto por una máscara de hierro. La Madre Segadora les indicó con un gesto de la mano que pasaran.

1: La Capitana Durana Shaleel es uno de los miembros del Consejo de Burgueses de Harrowdale Town, y la abuela de Rya.

Marca a Mara en tu próximo post. Si quieres decirle algo en privado a Yvonna me haces un post a mí antes, o lo dejamos para cuando abandonéis la estancia.

—Cualquier cosa mejor que esperar a que ataquen ellos primero, supongo —suspiró el sacerdote—. Venga, ven. Tenemos que hablar con la Madre Segadora de todo esto.

Elaven te condujo al pequeño despacho de la Madre Segadora, aunque a ti te parecía más un invernadero. Era una estancia brillante, cálida y cubierta de verdor. No había ni un lugar de toda la sala donde no creciera una planta. Unas semillas germinadas por aquí, una enredadera subiendo por allá… Aunque la mayoría de las plantas estaban en algún tipo de maceta, algunas habían crecido directamente del suelo. Estas plantas estaban tan cuidadas como todas las de la estancia.

Galatea hablaba con Yvonna, gravemente, de modo que parecía que la anciana ya estaba al corriente. A juzgar por el vasito vacío de licor de bellota que había encima de la mesa, la sacerdotisa de Khauntea aún estaba asimilando la noticia. La Madre Segadora os indicó con un gesto de la mano que pasarais.

Marca en tu próximo post a Galatea. Si quieres decirle algo en privado a Elaven antes de entrar, pues me haces un post a mí antes y listo.

Mara golpeó con los nudillos la supreficie de madera más cercana para alertarlas de su presencia. Imaginaba que la mayoría de la conversación sería sobre los temas que ya conocía y sobre la amenaza más inmediata, pero si había algo privado, prefería no sorprenderlas.

-Elaven me prestará su caballo, y dice que alguno más podremos encontrar en el festival si los necesitamos. Será mejor que nos pongamos en camino cuanto antes, aún deberíamos hablar con los Jinetes Grises antes de irnos. ¿Habéis terminado aquí?

-En Colina Aullante encontramos una entrada protegida por estatuas de Lágrimas de Selûne -comentó a Azuulae-. Tendremos que volver una vez Harrowdale esté a salvo y vosotras lo estéis también. Custodian un artefacto de Malar, un yelmo con un cráneo de pantera tallado, pero no sabemos lo que hace o cómo funciona o si podría ser peligroso extraerlo de allí en este momento tan delicado. Han intentado acceder a la cámara que lo guarda, sin éxito. ¿Sabéis qué podría ser? 

Berenice se despidió de los prisioneros uno por uno y se aseguró de que el amigo de Mara estaba bien antes de regresar con Rya. Los locos eran personas muy vulnerables e incomprendidas.

-Con saber que ellos estarán a salvo será suficiente. Cuidáos mucho.

Me anoto lo que me queda para recordarlo.

n0 - crear agua (2), detectar magia (2), luz
n1 - rayo de esperanza (3), bendición, escudo de la fe, faerie fire (D)
n2 - cerrar heridas (2), elation (2), silencio, detectar pensamientos (D)
n3 - auxilio divino en grupo, convicción en masa, disipar magia, volar (D)

Spell-Like abilites (6 DG, NL 6, CD 15+lvl)
   - 2 3/día Protección contra el mal
   - 1/día Bendición
   - 1/día Aid
   - 1/día Detectar el mal
   - 1/día Curar heridas moderadas
   - 1/día Neutralizar veneno

Galatea combó ligeramente las cejas con la reacción de Yvonna. No era para menos desde luego. Abrió la boca para decir algo... pero en ese momento llamaron a la puerta, así que la volvió a cerrar.

Cuando la puerta se abrió ladeó ligeramente la cabeza al ver las curiosas pintas del acompañante de Mara; le había recordado a cierta historia que hace tiempo le había oído a un juglar sobre el hermano extramatrimonial de un rey que había sido encerrado en una prisión durante décadas o algo así.

—Sí, algo así—respondió a la pregunta—. Yvonna puede avisar a Durana Shaleel desde aquí con un conjuro. Bastará para poner sobre aviso a los Burgueses pero no para explicar en detalle todo el asunto. Eso tendrá que quedar para cuando lleguemos... Pero ya es algo.

Hizo un gesto leve agitando la muñeca como quien espanta a una gallina imaginaria para que se ponga en marcha.

—No nos demoremos más entonces, vamos a recoger a Savi—dijo mirando de soslayo a un anecdótico poto que colgaba por allí—. Id vosotros delante. Ahora os alcanzo.

Durana Shaleel es uno de los miembros del Consejo de Burgueses de Harrowdale. Entiendo que es algo que Mara conoce.

Y sí, hay un eastern egg en el post.

Galatea esperó a que Mara y el hombre de la máscara de hierro se marcharan para soltar un ligero suspiro. Luego se volvió hacia la Madre Segadora.

—No nos quedaremos de brazos cruzados mientras hacen lo que les viene en gana. No va a ser fácil pero encontraremos el modo de superar esto. Superaremos esto—dijo—. Hasta entonces, cuídate, amiga mía.

Le dio un abrazo suave. No era el tipo de gestos que acostumbraba a hacer, así que no eran para nada efusivos, pero sí eran sinceros. La gente podía ser sabia y serena y alegre, pero seguía siendo gente. Y a veces no sólo bastaba con dar por sentado que sabían algo, a veces también era necesario decirlo en voz alta. En eso era de la misma opinión que Savinian.

Se separó y dudó un instante antes de añadir:

—Cuando todo esto termine creo que quizá necesite tu ayuda con algo... —confesó, de nuevo con media sonrisa lánguida—. No pierdas tu incombustibilidad, Velarburgo la necesita más que nunca.

Mara le dirigió una inclinación de cabeza apreciativa a la Madre Segadora. Incluso si no podía explicar la situación al completo, hacerles llegar un mensaje ya, serían horas extra que tenían para ponerse en alerta antes de que ellas llegaran.

-Y convendría mandar gente a avisar en las poblaciones de los alrededores de la amenaza de los licántropos y los drow. Sabemos que Vakennis y su gente van a ir a Harrowdale, pero no sabemos si han dejado a algunos por la zona. Te esperaré fuera, entonces, Galatea.

Cogió a Elaven del brazo y se dirigió con él hacia la salida. Mientras Galatea tenrminaba con sus asuntos, vería si Savinian había encontrado su caballo, y si el de Elaven estaba por allí.

—Sé de lo que me hablas, celestial. Es el Tótem de la Pantera, un artefacto creado por Malar para mostrar su favor a algunos licántropos —respondió Azuulae, con un asentamiento solemne—. Si el Pueblo de la Sangre Negra no ha podido superar a los guardianes y acceder a la cámara sellada de Colina Aullante, tenemos, al menos, una buena noticia. Me estremezco de pensar qué hubiera pasado si hubiéramos tenido que enfrentarnos a Vakennis si utilizase ese yelmo.

Se frotó el mentón, cavilosa.

—Ahora que reflexiono sobre ello, tal vez su plan sea reanudar el asalto al relicario una vez tenga una legión de licántropos que arrojar sobre las estatuas guardianas —aventuró la Doncella Oscura—. El Tótem de la Pantera no solo fortalece a su portador, sino que también fortalece a todos los licántropos que haya a su alrededor. Un poder temible en las garras de una alfa que dirige no una manada, sino un auténtico ejército.

»El yelmo está bien donde está, por ahora. Si todo va mal en Harrowdale, estableceremos una última línea de defensa en el relicario del Tótem. Puede que Harrowdale haya caído si fracasáis a la hora de detener a Vakennis, pero al menos con nuestro sacrificio daremos tiempo a Cormyr, a Sembia y los otros valles para prepararse.

Se detuvo e hizo un gesto con la cabeza a sus Doncellas, que avanzaron para hacerse cargo de los prisioneros liberados de dientes negros. Aleera y Garm se movieron con ellas, alejándose de vosotras y colocándose junto a Azuulae. La drow levantó una mano en gesto de despedida.

—El destino de todos los habitantes del valle descansa sobre vuestras espaldas. Ojalá nadie tuviera que asumir una carga tan pesada. No podemos elegir los tiempos que nos toca vivir, pero sí que podemos decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado —dijo la drow, y levantó una mano a modo de despedida—. Partid raudas a Harrowdale Town. Que el viento hinche vuestras alas.

Os despedisteis de Aleera y de Azuulae y os pusisteis en marcha de inmediato. Las Doncellas Oscuras os observaron elevaros por encima de las tupidas copas de los árboles del Bosque de Velar, y volvieron a sus responsabilidades cuando vieron que os alejabais. Volabais como alma que lleva a Asmodeo en dirección sur, hacia Harrowdale Town, con las funestas palabras de Azuulae resonando en vuestros oídos y una sensación de vértigo en el estómago que nada tenía que ver con la altura. Dejasteis atrás un kilómetro tras otro de indistinto dosel arbóreo. Para cuando visteis aparecer el pueblo en el horizonte estabais empapadas de sudor, resollabais por el esfuerzo, teníais calambres y el estómago os rugía de hambre.

La ciudad aparentaba normalidad, pero sus calles estaban prácticamente desiertas a excepción de las patrullas de guardias, pequeñas como hormigas desde vuestra posición en los cielos. Tañó la campana procedente de los cuarteles y ahí abajo los soldados os señalaron y empezaron a gritar algo que no entendisteis... y a sacar sus arcos.

Como comentamos en el off, son aproximadamente las cuatro y media de la tarde. Haced una tirada de Constitución CD 12 o recibiréis 1d6 puntos de daño no letal y quedaréis fatigadas.

Yvonna asintió en dirección a Mara.

—No os preocupéis. Enviaré un mensajero en dirección a Lanfroe y Roble Muerto, y otro en dirección a Velar —dijo la Madre Segadora—. Haré todo lo que esté en mi mano para proteger Velarburgo y la campiña. Luchad bien, por todos aquellos que no son capaces de luchar por si mismos. Adiós.

La suma sacerdotisa de Khauntea te devolvió el abrazo y sonrió beatíficamente cuando os separasteis.

—Tengo fe en que prevaleceremos —contestó Yvonna, y te depositó el dedo índice y el corazón sobre la frente—. Que las estrellas se lleven lejos tu tristeza. Que las flores llenen tu corazón de belleza. Que la esperanza enjugue tus lágrimas. Y, sobre todo, que la fe te fortalezca.

Sonrió satisfecha y ensanchó su sonrisa.

—Y ahora ve, Galatea de los Lobos. Cuídate mucho.

Os despedisteis de La Madre Segadora, y acompañadas de Elaven abandonasteis el Templo de la Luna de la Cosecha. Apenas habíais caminado unos pasos en dirección al Viejo Tocón cuando os encontrasteis a Savinian guiando a su caballo por las riendas. Llevaba un atillo en la mano, por su aspecto, comida para el viaje. El drow tenía la expresión de alguien que acababa de encontrarse con un fantasma.

—He visto a Aedelwulf —dijo con un hilo de voz, y señaló en dirección a la fuente que habíais visto al entrar en Velarburgo—. Con sus hombres, por allí. Parecían venir del festival, y doblaron en dirección al cenador.

—¿Quién es Aedelwulf? —preguntó Elaven.

Le habíais contado lo sucedido, pero había tanto que recordar que al sacerdote se le escapaban los detalles y los nombres.

—El líder de la banda de mercenarios que atacó a los druidas del Círculo de los Cedros de uno en uno porque, por supuesto, no hubieran sido rival para ellos estado unidos. Un licántropo, pero no parece formar parte de la manada de Vakennis. Por lo que sabemos, fueron contratados por Kazok —respondió el drow con un tono de disgusto—. Creo que no me han visto, y es una suerte, porque me hubieran reconocido de inmediato. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a por él o dejamos que los Jinetes Grises se ocupen del asunto?

Galatea dio un par de zancadas en la dirección en la que había venido Savinian como toda respuesta, pero se detuvo en cuanto cayó en la cuenta de que no sabía el sitio exacto. Se volvió de nuevo hacia el elfo oscuro.

—¿Dónde está? ¿Dónde lo viste—siseó con los puños tan apretados que los nudillos se le habían puesto blancos—. No pienso a irme de aquí dejando a esa escoria sarnosa a mis espaldas.

No iba a marcharse de Velarburgo sin asegurarse de que Aedelwulf no podía hacer daño a nadie más. Y definitivamente no era un trabajo que estuviera dispuesta a dejarle a otro; tenía una cuenta pendiente más que personal con aquel malnacido.

Maldita sea. Tenían que llegar cuanto antes a Harrowdale. Especialmente Galatea. Si su olfato era capaz de encontrar a los licántropos, sería una importante herramienta en sacarlos de su escondite. Pero incluso sin las rencillas personales de los Escudos hacia el tal Edel...Adel...hacia el tipo aquel, eso no significaba que estuviese dispuesta a dejarlo campar a sus anchas por Velarburgo. Sabían los planes para Harrowdale, pero no significaba que el resto del Valle estuviese a salvo mientras. Puede que sólo viniese a relajarse después del "trabajo" que habían hecho en el Círculo de los Cedros. O pueden que estuviesen buscando sembrar el caos para dificultar que llegase ninguna ayuda a Harrowdale. Y sí, podrían dejárselo a los Jinetes grises, pero siendo sólo dos aquí, y con bastante ya en sus manos, dudaba que fuesen suficientes para lidiar con la gente de Vakennis.

-Bueno, podría ir a echar un vistazo a lo que están haciendo antes de ir a por ellos. Quizás ver qué traman. Ellos no me conocen a mí. Aunque yo a ellos tampoco, claro. ¿Cuántos son?

—Técnicamente tampoco conoce mi aspecto real. Aunque el problema con los licántropos no es la vista.

Galatea entornó ligeramente los ojos y pensó un instante, luego suspiró e hizo un ligero gesto de "adelante" con la mano.

—Te seguimos—dijo— ...a una distancia prudencial.

Miró a Savinian no obstante a ver qué respondía en cuanto al número. La idea de Mara no era mala pero sí era peligrosa así que prefería estar cerca. Le daba igual los asuntos que trajeran a Aedelwulf a Velarburgo; era un asesino, había ayudado a Kazok y lo quería encerrado donde no pudiera hacer daño a nadie nunca más. O muerto directamente.

Sobrevolaron el bosque de Velar hacia el sur, pasaron sobre las aguas de la bahía, dejando a su derecha Lanfroe, y poco después de tener de nuevo tierra a doscientos metros bajo sus pies, se encontraron con la ya familiar vista de Harrowdale Town, que desde las alturas parecía una pintura, en lugar del lugar real que conocían quienes solo podían caminar por sus calles. La dragonnel y la humana respiraban con pesadez, pero ambas estaban enteras tras el vuelo.

Rya frunció el ceño cuando escuchó las campanas y reconoció las figuritas que se movían por las calles como guardias armados con arcos. Por un momento, sintió que la invadía una ira de justicia. Hacía tiempo que había vuelto, y todos sabían de ella y su compañera alada, y de sus trabajos para el Valle. Semejante bienvenida cortaba más que cualquier insulto que pudiera dirigirle un paisano con la lengua larga y los sesos secos.

La frente se le perló de sudor frío cuando se dio cuenta de lo que ese recibimiento debía significar. No tenía sentido; algo había pasado. Con el conocimiento de la amenaza de Vakennis, no era posible mantener la calma. Sin embargo, no veía indicios de que los licántropos se hubieran revelado y atacado.

Tomemos tierra a las afueras, dijo a Bere, señalando un claro cercano a la ciudad que podían alcanzar antes que cualquiera de los guardias. No temía las flechas, pero no había motivo para provocar a la guardia. No eran enemigos a los que abatir.