Partida Rol por web

Aunque la idea de atacar a los dos bandidos fuese mía, era el único sin el arma ya preparada, por lo que cuando estuve preparado para disparar, los demás ya lo habían hecho, por lo que pude ver como Sondra derribaba a uno de los dos.

He de impedir que den la alarma- pensé.

Sabía que no podía fallar, por lo que centré toda mi atención en mi objetivo, visualice el recorrido que haría la fecha, tense el arco todo lo que pude, y cuando estuve seguro de darle dispare... y más por instinto que por  algo razonado, antes siquiera de que la primer flecha le alcanzase, coloque otra en el arco y dispare de nuevo.

NO PUEDO FALLAR- pensé.

Con ambos bandidos ligeramente aturdidos, los legionarios tenían una clara oportunidad de rematarlos o escapar. Sin embargo muchos factores estaban en juego y sus posibilidades de llevar a cobo sus planes dependían mucho de lo que decidiesen.

Sabía que les había dicho a mis compañeros que debíamos acabarlos a la primera, pero a pesar de no haberlo conseguido, los habíamos aturdido lo suficiente como para impedir que pidiesen ayuda.

Si escapamos, pedirán ayuda nada mas recobrarse- pensé, mientras sopesaba la situación, y tras un instante me decidí.

Rematémoslos antes de que se recuperen y pidan ayuda- les dije, mientras colocaba otra flecha en el arco... tanto irnos como rematarlos implicaban un riesgo, pero así al menos acabariamos con algunos antes de retirarnos -A la mínima señal de que llegan refuerzos, nos largamos- añadí, recordándoles el peligro que corríamos, tras lo cual, volví a centrarme en mi objetivo, y disparé, con la esperanza de acabar con él.

Miró consternada durante un segundo al fondo del camino que deberían haber tomado, pero la situación requería ganar al menos algo de tiempo. Recogió una flecha de su pierna y tensó su arco con la clara intención de acabar con la vida de los bandidos que peligraban su sigilosa incursión. La flecha silbó a traves de la maleza que conseguía desviar su trayectoria más de lo que Cassandra hubiera deseado. 

El plan de atrapar al bandido durmiente ya resultó, pero un par de vigilantes se dieron cuenta de nuestra jugada y vinieron a investigar. Tras unas rápidas órdenes de nuestro líder, atacamos a los dos bandidos intentando matarles antes de que esto empeore, lo que nos daría un par de minutos para huir.

Sin perder mucho tiempo, apunto mi vara hacía el Bandido al que Ciara no disparó y le lanzo una descarga de magia con el fin de abatirle rápidamente y así poder continuar con nuestro plan.

La situación se estaba poniendo realmente tensa. Los bandidos estaban mal heridos y no darían la alarma de forma inmediata, pero Gareth dio la orden de volver a atacar para terminar con sus vidas.

Lleve mi mano a la espalda para buscar un nuevo virote y tan rápidamente como pude prepare la ballesta para un nuevo disparo. El virote salio a toda velocidad impulsado por el mecanismo de la ballesta, con intencion de rematar al bandido al que alcance en mi anterior disparo.

Notando que los bandidos ya deben de haberse percatado de nuestra presencia, por los ataques de mis compañeros magos, decido unirme a mis aliados y conjuro una lanza arcana en mi vara, dirigida al bandido al que no ha atacado Amon.

Erackand había lanzado una de sus hachas, pero se había quedado corta. Su alcance era mínimo y los enemigos estaban siendo asaeteados por numerosos proyectiles.

Él era un combatiente cuerpo a cuerpo y en aquellas situaciones se sentía descolocado. Miraba a sus enemigos y se preguntaba si sería suficiente el daño para hacerles caer. Volvió a colocar un hacha lanzable en su mano. La otra tendría que quedarse allí.

Quería acercarse pero tenía dos problemas, el primero era mostrarse y el segundo quedar alejado del grupo si finalmente se decidían por volver atrás. Así que no sin cierta impotencia se mantuvo allí, a la espera del resultado del combate y las órdenes de Gareth.

Una lluvia de saetas, flechas y destellos de energía salieron disparados desde el bosque oscuro en dirección a aquel par de bandidos; los cuales apenas se recomponían del último ataque para simplemente caer abatidos ante tan potente ataque.
Aun cuando era de mañana, el bosque oscuro se mantenía siempre bajo una inmensa penumbra que permitía que cualquiera en los alrededores no pudiera descubrir el campamento de los bandidos, aunque lo mismo aplicaba para posibles agresores desde el exterior. Sin embargo los destellantes ataques de los magos habían cambiado por completo esta situación por completo, su luz brillaba más que nunca ante tanta oscuridad, y el explotar de su descarga de energía al impactar resonaba mas que nunca en el silencio que había aquella mañana en aquel lugar.
Concientes de que estaban bajo un intenso ataque, el grueso de los bandidos en el campamento iniciaron su contraataque, aunque de forma extremadamente caótica. Entre gritos, choques y blasfemias; el grueso de los bandidos se armo para la batalla que se presentaba ante ellos.

Súbitamente, mientras los legionarios se preparaban para emprender la huida, un par de flechas surcaron el aire para impactar a un par de bandidos que se adelantaban al resto. Probablemente no les habían abatido, pero bien los haría pensarse un poco el avanzar sin el grueso de sus fuerzas.
Si bien las flechas habían surgido en el momento oportuno, lo misterioso era por que ahora y quien les estaba prestando ayuda. Misterio que no tardaría en resolverse.
Saltando desde lo alto de un árbol apareció el poco apreciado y siempre oportuno Sir Haguen; quien portando un arco largo entre las manos, se disponía a preparar un nuevo ataque al tiempo que sin mirarlos les dirigía la palabra.
-Desaparezcan de aquí ahora, yo los detendré el tiempo suficiente para que los pierdan de vista-.

Ciara no tarda en hacer caso a Sir Haguen, es que tampoco querría quedarse con él... o los atacantes. -siempre oportuno- La elfa toma las riendas de su corcel, lo hace girar ciento ochenta grados rápidamente y salen disparados a toda máquina. Tratando de seguir al grupo, pero en caso de que el grupo se divida Ciara seguirá a Gareth. De tanto en tanto mirando para atrás para ver si son seguidos o no.

Sin tiempo para recuperarse de la primera andanada, ambos bandidos sucumbieron ante la segunda sin poder dar la alarma… pero por desgracia, su muerte no paso desapercibida en el campamento de los bandidos, que aunque caóticamente, empezaron a armarse y dirigirse contra nosotros.

Están bastante desorganizados, si conseguimos retrasarlos un poco podremos escapar- pensé, y justo cuando iba a decir a los magos que provocasen un pequeño fuego, dos flechas surcaron el aire hacia los bandidos, frenando un poco su avance.

¿Quien…?- empecé a preguntar cuando apareció Sir Haguen -De acuerdo- le dije, en respuesta a sus palabras, para luego, enfundar mi arco, montar rápidamente en mi caballo girarme hacia mis compañeros –Rápido, antes de que se recuperen- les dije –Hacia el río, allí podremos despistarles- añadí, mientras Coria las riendas y dirigía a mi montura en dicha dirección

No es que le aprecie demasiado, pero espero que consiga escapar- pensé mientras me alejaba de nuestro instructor.

Una mirada al líder humano, que dedicó mientras recogía el arco en su espalda inclinado y aferraba sus manos a las riendas del corcel, bastó para reafirmar su preparación para la huída con el caballo debidamente orientado. Esperó a que Gareth le alcanzara el paso para arrancar su marcha junto a él, cómo siempre estaría a su lado para guiarle en las duras decisiones que su moral no contemplaba.
Gareth… estarán encima de nosotros en pocas horas, podríamos regresar al campamento maderero, con un poco de suerte sigan allí ese grupo de mercenarios y consigamos engañar a los bandidos, incluso complicar rastrear nuestro destino. Merece la pena intentarlo. Aunque su rostro era capaz de simular cierta empatía, sus pupilas le ofrecían un sacrificio carente de honor, pero sumamente apropiado para salvar su fracaso.

Con la lluvia de ataques que les mandamos a los bandidos, caen muertos de manera inevitable. En tanto el campamento ya se ha puesto sobre aviso y se organizan para salir en nuestra búsqueda. Un par se acercan rápidamente a nuestra posición cuando son atacados por Sir Haguen, quien aparece desde sobre un árbol para darnos algo de tiempo.

Gareth nos da la orden de replegarnos al río. Me fijo en que nos llevemos a nuestro prisionero y comienzo a correr junto con el grupo para salvarme y así poder organizar nuestro nuevo paso en la emboscada que estamos ejecutando.

Escucho las palabras de Cassandra acerca de dirigirnos al campamento maderero y pienso en las posibilidades de defendernos en aquel lugar. La verdad es que es una zona despejada que no será fácilmente defendible debido a la desventaja numérica que tenemos. Por otro lado, dudo que después de la diplomacia ejercida por el enano, los mercenarios que dejamos allá estén dispuestos a ayudarnos y creo que huirán sin mucha dilación en caso de presentarse un problema.

Creo que el río es nuestra mejor opción pues somos buenos a distancia, aunque perderíamos la utilidad de los combatientes cuerpo a cuerpo. Lo mejor sería buscar una parte donde podamos aprovechar todos los factores de nuestro grupo que nos brinden la ventaja que necesitamos ahora.

Como esperaba nuestra magia ha puesto bajo aviso a todo el campamento. Estos dos no son verdaderos magos, no saben controlar su poder. Visto el panorama y que ya no hay tiempo para ningún tipo de reflexión o crítica me acerco a mi caballo para partir cuanto antes.

Por el rabillo del ojo veo flechas que aciertan a los bandidos y Sir Haguen sale en nuestra ayuda. ¿Cuanto tiempo llevará allí y como valorará nuestros actos suicidas? Maldita sea.

Escucho a Cassandra hablar y noto como la sangre me hierve. No soy el mejor estratega del mundo pero tengo algunas nociones básicas. Ir al campamento, a campo abierto lejos de la cobertura de los árboles, de plantas que quemar y que nos pueden cubrir, es un verdadero suicidio. Las palabras de la chica pelirroja denotan sus ansias por matar a los bandidos, ansias que comparto pero que quedan relegadas por mis deseos de vivir y de cumplir con éxito nuestra evaluación -¡Vámonos en dirección al río y paremos en cualquier lugar que sea fácilmente defendible! ¡Rápido! Si lo deseáis puedo crear un arco de fuego para crear un muro de llamas que cubra nuestra huida-concluyo ofreciéndome a mis compañeros y, en especial, a Sir Haguen, para facilitarle a esta la huida.

A pesar de que habíamos cumplido nuestro objetivo y de que aquellos dos desechos ya no podrían dar la alarma, el método empleado por los magos había llamado la atención del resto del campamento.

Había llegado la hora de salir de allí, pero la cosa parecía no dejar de complicarse. Dos bandidos mas salieron a la carrera a nuestro encuentro esgrimiendo sus armas.

Maldita sea ¿Como pudieron torcerse tanto las cosas? Pensé sin saber muy bien si debía atacar o huir. Entonces alguien se me adelanto y varias flechas surcaron el aire en dirección a los bandidos.

¿Quién? Pensé mientras miraba al lugar de donde habían salido los proyectiles y donde para mi sorpresa no se encontraba otro que Ser Haguen.

-Por una vez me alegro de verte. Dije sonriendo, aunque consciente del peligro que nos rodeaba.

Todo el mundo comenzó a montarse en los caballos al oír las palabras de Ser Haguen y posteriormente las de Gareth. Yo hice lo propio y monte en mi caballo dispuesta a seguir al resto del grupo, pero antes de emprender mi camino no puede evitar dirigir una mirada hacia aquel hombre que pese a parecer odiarnos estaba dispuesto a arriesgar su vida por nosotros.

El enano no se sorprende de ver a Sir Haguen. Por una vez parece ayudarle pero no le cabe duda de que es por la misión que la legión del trueno le ha encomendado.

Se gira y sube al caballo. Gareth ha dado su orden, al río. Pues al río. Cabalga rápidamente, no es momento de remilgos y sale de allí junto con el grupo, fijándose que nadie se quede rezagado.

Busquemos un lugar que tenga un lugar alto desde donde podamos disparar a distancia para recibirles. Sino encontramos nada se me ocurre que el lugar de la matanza puede ser apropiado. Si les pillamos mientras estén entre los cadáveres éstos les estorbarán para maniobrar o harán tropezar a las monturas.

-Hazlo Vargad, allí, sobre aquellos arbustos. Hazlo y luego marchate- clamó Sir Haguen indicándole al mago donde quería el arco de fuego. Bastaba decir que Sir Haguen les conocía bien, aunque no se había encargado de su entrenamiento, era de los entrenadores y lideres mas respetados de la legión del trueno; a la par de que era poco probable de que no los hubiera investigado al tener que librar esta aventura con ellos.
A lo lejos, mientras los legionarios subían a sus monturas e iniciaban la marcha, los bandidos se lanzaban a la carga diversificándose en torno al claro donde estaba montado su campamento base.
Dos flechas mas surcaron los aires, una fallo por poco pero la segunda se incrusto por completo en el cráneo de un despistado bandido que se había detenido a ver a sus compañeros caídos momentos atrás por la magia de los legionarios.

Sir Haguen da indicaciones a Vargad para que cree un arco de fuego que cubra nuestra retirada. Me subo rápidamente a mi caballo y lo guío para que me saque de allí en dirección al río, tal como ha ordenado Gareth. Ahora lo más importante es huir del contraataque inmediato de los bandidos y poder reagruparnos para generar una emboscada que nos brinde nuevamente el factor sorpresa perdido.

¿Podrá resistir solo? No importa, debo seguir - Ciara tomar fuerte las riendas de su caballo y se dirige rápidamente hacía el río no sin antes notar el fuego que acaba de desatar Vargad - Eso no está nada bien, el bosque no tiene nada que ver con nuestros asuntos ¡Basta! ¡Estás en medio de una misión ahora!