Partida Rol por web

La casa de Trewin no resulto ser lo que esperaba. En mi cabeza me había imaginado un lugar lleno de actividad, de gente trabajando dedicada a sus labores, y en lugar de eso...
-Erackand atento, vamos a entrar- Después de alertar al enano me encamino hacia la entrada. Esto no es lo que esperaba, espero que venir aquí no haya sido un error. Pienso mientras cruzo las puertas.

Mientras me acerco al grupo de refugiados más próximo comienzo a hablar en voz alta para no coger a nadie de sorpresa. -Saludos. Perdonar que nos hayamos colado así, pero la puerta estaba abierta- Digo al grupo mientras sonrío y señalo las puertas abiertas.
-Mi amigo y yo buscamos a un tal Trewin. ¿Esta es su casa, no?- Cuando digo "mi amigo" hago un gesto para llamar su atención hacia el enano, confiando en que su imponente apariencia disuada a estos tipos a intentar nada raro.
Segura de haber seguido correctamente las indicaciones de Horis continuo sin esperar respuesta. -¿Nos podrían indicar donde esta o si son tan amables avisarle de que tiene visita?-

Dejando un tiempo prudente para que el grupo de mercenarios se alejara lo suficiente, el gesto de su mano indicó a sus compañeros que la siguieran. Vamos, tenemos que encontrar a los cazadores cuanto antes. Avanzó sin pudor a la posición donde los mercenarios se abastecían, pendiente en todo momento de no perder la atención de aquella chica. La intención era continuar su ronda de preguntas, salvo que la chica reaccionara de forma que fuera objeto de sospecha y su atención por tanto.

Tras preguntar en varias partes, al fin Cassandra y los demás dieron con la información que buscaban. Al preguntar a un par de viejos de la villa. Indicándoles la ubicación de la “zona industrial de la villa” lo mas claramente posible que les fue. Esta, era muy fácil de ubicar pues la villa era realmente pequeña y al poco tiempo uno se iba familiarizando con las señales que se le daban.
Tras seguir las indicaciones, el trío de legionarios llegó hasta lo que parecía ser el edificio más alto de Logerswold y que según indicaran los ancianos, era el lugar donde se centraba toda la industria del pueblo y donde podrían encontrar a los cazadores que al parecer trabajaban para un tal Trewin, mas aun, tal parecía que todos los aquellos que trabajaban en la carpintería y cacería trabajaban para esta persona. Este edificio, consistía en una casa de madera de tres pisos con un cercado en el patio y con unas puertas lo suficientemente anchas para admitir a los grandes carros que transportaban madera hasta allí.
Por la apariencia del lugar, el grupo supuso que el edificio era el centro del comercio de local dados los rumores que habían escuchado en el camino ..., o por lo menos lo sería si alguien allí seguía trabajando.
Pero a medida que se acercaron, el grupo pudo ver el amplio patio a través de las puertas abiertas. Donde esperarían ver madera apilada y muchos trabajadores, se encontraban ahora varias tiendas de campaña, animales, y tal vez tantas como una docena de familias de refugiados acampando; los cuales parecían matar el tiempo cocinando algunas pocas comidas sobre el fuego y jugando algunos juegos.
Al fondo de reojo logran ver a dos personas algo llamativas, sobre todo por que una de ellas es un enano fornido, que si no mal se equivocan se trata de Erackand.

-No somos sus sirvientes- Dijo una mujer que guisaba algún tipo de guisado de no muy buena apariencia y a quien al parecer, por el tono de voz de su respuesta, no le había gustado lo que Sondra había dicho.
Sin embargo, para suerte de los legionarios, algunos refugiados se mostraron gustosos de ayudarlos, fue así que uno de los jóvenes les respondió amistosamente.
-Lo encontraras dentro de su casa, se ha encerrado allí desde la mañana, parece estar muy ocupado-

Aun con la respuesta de la mujer mantengo mi pose de cortesía y sonrisas. -Gracias muchacho. Así que en la casa. Vamos Erackand, entremos.- Dije mientras miraba a mi compañero para ponerme en camino hacia la casa segundos después. ¿Encerrado en casa? Esto cada vez es mas raro. Pensé cuando me encontraba ya a varios metros de la puerta.

El tío este se ha encerrado. Esto es raro moza. Ten cuidado, no es bueno remover un avispero.
Y una vez más el enano miraba a todos lados. La traición y la perfidia están en todos lados.

Mejor que entrar llamemos, no queremos que nos ataquen sólo por entrar sin permiso.

Con tranquilidad se fue acercando directamente hacia sus aventajados compañeros. Entonces es aquí donde se suda por oro, miró a su alrededor algo decepcionada, bueno, se sudaba… en fin, hace un rato vimos a los mercenarios de la tienda, se dirigen ya hacia el bosque, ¿os fue mejor a vosotros? Preguntó inquieta sin mayor interés por discutir aquella historia y seguir su búsqueda.

Caminamos por el pueblo cuando vimos a los tres mercenarios de antes. Los tipos estaban comprando los pertrechos necesarios para salir de cacería, por lo que nos fijamos hasta que se fueron del pueblo en dirección de Bosque. Los miré irse con una mezcla de indiferencia y envidia pues ellos estaban trabajando mientras nosotros perdíamos nuestro tiempo.

Algo extraño sucedió y es que Cassandra parecía sensorialmente estimulada de otras fuentes que no fui capaz de identificar a pesar de mis esfuerzos, pero la mujer no tocó el tema y la sensación se perdió a los minutos al no darle importancia. Asumo que no era algo relevante o si no lo habría hecho notar.

La búsqueda se había alargado y era tan aburrida como mis suposiciones lo habían planteado. Seguimos el rastro de unos cazadores preguntando en varios lugares, incluso a unos ancianos desagradablemente viejos y pronto estuvimos dirigiéndonos a los que debería ser una zona de trabajo y producción de bienes, donde están los talleres de los artesanos. Al llegar veo que el lugar que debería estar rebosante de trabajadores está en realidad vacío. Algo me da mala espina pero no es el momento de estar paranoico, por lo que no saco mi vara como tantas veces antes.

Al acercarnos veo a Erackand, por lo que deduzco que ambos grupos de investigadores llegamos a la misma pista. Eso le suma credibilidad, lo que me alegra pues me acerca un paso más a largarme de este miserable pueblo. Caminamos hacía el resto de nuestros compañeros y Cassandra comienza a hablar de inmediato acerca de lo averiguado. Mantengo mi vista en lo que nos rodea, un poco de precaución nunca está de más y no quisiera ser emboscado en un sucio taller pues no es un lugar digno para mi deceso.

Para sorpresa de Erackand y Sondra, el resto de sus compañeros parecían pisarles los talones en la investigación. A la par, por algún extraño motivo del destino, ambos grupos habían ido a dar al mismo lugar. Seria eso una simple coincidencia o realmente aquel lugar escondía al importante en todo lo que estaba ocurriendo. Quizá el grupo pronto tendría una respuesta a aquello.
Por el momento Erackand pedía mesura, aquel hombre se encontraba allí encerrado trabajando desde varias horas atrás, y el enano temía que la situación pudiera tenderse peligrosa al no saber realmente el entorno en que se encontraban.
Ahora frente a la puerta de aquella amplia casa, y a los ojos de todos los refugiados el grupo solo tenía dos opciones, irrumpir por la fuerza o simplemente llamar a la puerta con el riesgo de ser ignorados.

Me detengo en seco antes de llegar a la puerta de la casa. Alguien se acerca. Me giro rápidamente para encontrarme con algo inesperado.
- Vaya sorpresa. Digo mientras me alejo de la puerta y voy hacia mis compañeros.
Las noticias que trae Cassandra me preocupan. Esos malditos mercenarios ya van al bosque... quizá debimos acabar con ellos para evitar la competencia. Pienso mientras Cassandra acaba de hablar.
- No Cassandra. Hasta ahora no hemos descubierto nada. Vinimos aquí esperando encontrar a alguien que pudiera ayudarnos, pero ya ves, parece que esto esta muerto... solo encontramos ese grupo de refugiados. Al parecer Trewin, que es como se llama el dueño de esto, lleva encerrado en la casa desde esta mañana. Tenemos que conseguir hablar con él. Me vuelvo a girar hacia casa y la observo unos instantes. Comienzo a caminar hacia la puerta y la golpeo con el puño.- Hola... disculpe. Necesito su ayuda. Digo lo más alto que mi voz lo permite, sin llegar a gritar o parecer amenazante. Seguramente alguno de mis compañeros no aprobaran esto, pero con esos mercenarios de camino al bosque había que agilizar las cosas.

Erackand mira a los recién llegados que por lo visto han terminado llegando al mismo lugar. Bueno, si el sitio es pequeño tiene lógica que quien busca la misma información acabe en el mismo sitio.

A mi no me miréis. Yo sólo soy el tipo del hacha. Dice el enano con aire despreocupado. Como veis he cumplido mi misión, a la jefa no le han tocado un pelo. Y eso que lo tiene muy bonito...

Me río de las palabras del enano pues me identifican. Nada hago más que acompañar a Cassandra para que hable con las personas y averigüe información. Miro como Sondra sigue intentando persuadir a quien sea que esté allá dentro para que abra la puerta, pero la verdad es que yo preferiría derribarla y preguntarle más "Vigorozamente" al tipo pues mi tiempo es más valioso y no puedo darme el lujo de perderlo esperando a que el tipo se digne a contestar.

Aun así, me armo de paciencia pues yo no soy el "Líder" de este subgrupo y no recae en mí la necesidad de tomar una decisión, ni la responsabilidad que eso conlleva.

Un suspiro delató su desidia, aquel pueblo no parecía tener el ánimo de ser rescatado, algo en parte comprensible, pero poco inteligente. Dadme unos minutos, probaré suerte... Les comentó a sus compañeros mientras se dirigió hacia los refugiados para preguntarles el motivo por el que aquella persona llevaba encerrada en su casa durante todo el día.

El silencio se estableció en el lugar mientras los 5 legionarios estaban a la espera de que alguien respondiera al llamado formulado por Sondra. Y solo hasta que los infantes sintieron que nadie se iba a aparecer jamas por aquella puesta, fue que ésta súbitamente se abrió generando un amplio y molesto chirrido señal de que nadie se había encargado del mantenimiento del lugar en mucho tiempo.
Ahora frente a ellos se encontraba un viejo hombre con canas y amplias ojeras, quien probablemente era el asistente o mayordomo de Trewin.
-El señor Trewin se encuentra ocupado, vayan e instalen su tienda de campaña en cualquier lugar que encuentren aun disponible- Respondió aquel viejo el hombre al tiempo que amagaba con cerrar la puerta de inmediato.

Antes de que el hombre vuelva a cerrar la puerta la retengo con la mano. -Disculpe creo que no me ha entendido, no somos refugiados, somos mercenarios y necesitamos la ayuda del dueño de esta casa para cumplir el encargo del Bann, así que te rogaría que nos dejaras pasar ya que llevamos algo de prisa. Mientras espero, disimuladamente trato de mirar al interior de la casa buscando cualquier rareza.

El sonido de la puerta le alertó como para abandonar sus intenciones y regresó rápido para ayudar a Sondra, apoyándose en el hombro de su compañera entonó con dulzura. Por favor, permítanos hablar con Trewin, sólo será un instante… mordió su labio para expresar una bondad y simpatía que escaseaba normalmente, a no ser, que vos en persona nos guíe a un buen cazador. Se incorporó con cierto entusiasmo esperanzada en agilizar su cometido.

Aquel hombre algo desconcertado miro a los 5 supuestos mercenarios allí presentes, quien mas llamo su atención fue el vigoroso enano ataviado con su robusta armadura, sin duda era algo intimidante y así muy creíble para aquel hombre que los legionarios eran realmente mercenarios.
Obediente y en silencio el hombre llevo a los ahora mercenarios hasta la parte superior de aquella lujosa casa que estaba finamente decorada y ataviada por muchos adornos, sobre todo para ser aparentemente una serie de oficinas. El hombre que los guiaba, que parecía ser un sirviente les pidió en todo momento guardar silencio, sobre todo a Erackand cuyas pisadas eran sumamente sonoras. Al parecer el señor del lugar, Trewin, se encontraba muy concentrado trabajando y no quería ser molestado.
El sirviente se detuvo tras una amplia puerta donde al parecer se encontraba Trewin trabajando, y pidiendo de nuevo a los mercenarios que guardaran silencio, procedio a dar unos toquesitos a la puerta al tiempo que clamaba por su señor.
-Señor Trewin, soy Blam, tiene visitas-
Un sonoro golpe se escucho tras las palabras del sirviente, que provenían del interior y que sonaban a una gran bulto chocando contra la madera -Maldición, maldición.  Blam, te he dicho claramente que no me interrumpas, no quiero visitas, despachalos de inmediato, que vengan mañana..., no mejor diles que vengan en un mes, o que simplemente no vuelvan-

Se acercó con disimulo a la puerta para poder entonar con dulzura, sin elevar demasiado el tono, cosa que destrozaría cualquier intento de sensualidad. Vamos Trewin, no tienes curiosidad por saber quién ha venido a verte. Mantuvo una pausa atenta a cualquier repuesta o ruido que pudiera interpretar como tal.

En un principio pareció que Trewin simplemente no abriría la puerta nunca, pero tras unos segundos, los pasos de aquel hombre empezaron a resonar al acercarse a la puerta hasta llegar a la misma y abrirla. Un hombre viejo pero fornido y de elegantes ropas (si se les comparaban con las del resto de los lugareños) surgió tras abrirse la puerta.
Algo molesto ante la visión de un bien armado Enano y los otros dos hombre misteriosos de no muy buen aspecto, aquel hombre que debía ser Trewin habló sin rodeos -Soy Trewin, quienes son ustedes y que buscan aquí?-

La espera había sido tediosa pero finalmente, gracias a las capacidades persuasivas de las mujeres de nuestro grupo, logramos abrirnos paso a la propiedad del tal Trewin. Finalmente Cassandra lo convence con su sensual voz, cosa que no pasó inadvertida para mí:

"Una mujer como ella es peligrosa. Si lo intentase probablemente le daría todo lo que quiera, incluyendo mi propia vida. No debo subestimar el poder que las mujeres ejercen sobre nosotros."

La puerta se abre y un anciano con elegantes vestiduras se para en ella, preguntando de forma brusca. Su tono así como su visión no son agradables para mí pues me demuestra que es un idiota que se piensa por encima de mí. Logro reprimir mis fuertes impulsos de drenar su esencia vital hasta reducirlo a un inútil cadáver en descomposición, mientras pronuncio palabras para comenzar sin seguir perdiendo el tiempo:

 - "Señor Trewin, somos mercenarios al servicio del Bann Trumhall. Queremos hacerle unas preguntas acerca de los bandidos. Sabemos que usted es el jefe de una cantidad de cazadores locales y esperábamos que pudiese ayudarnos, por el bien de todos."

A pesar de que destaco mis últimas palabras, mi perorata no tiene tono alguno de amenaza, sino más bien de un intento de hacerle notar que no solo nosotros somos los beneficiados de nuestro trabajo, sino la comunidad completa. Espero su respuesta, sosteniéndole le mirada, mientras espero que alguno de mis compañeros más sociales pueda complementar mis palabras para obtener un mayor resultado.