Partida Rol por web

El samurai Kugawata se acercó sonriente a la mesa, no esperaba un mapa tan detallado y mucho menos los puntos de los ataques marcados - Tsugoe, acercate Yojiro, mira esto, visitaremos estos pueblos aquí marcados para recavar información y navegaremos por la zona, te parece que visitemos este pueblo primero????

Había señalado una bahía que no era el pueblo más cercano, más bien alejado, pero con el viento que tenían probablemente fuera el más fácil de visitar, además de estar un poco más centrado respecto al resto de los otros puntos marcados.

Hai, sea así pues. Me parece lo mas conveniente, no solo por su proximidad sino que además según la información que recorría toda la ciudad es donde se produjo el último ataque de los desalmados ladrones. Solo habría que mantener el rumbo y si no hay ningún improvisto deberíamos llegar en media tarde.- sus ojos se abrían imponentes por la rabia controlada de imaginarse el castigo de tales actos, hasta esos momentos impunes.

La muerte no sería un castigo justo...

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

Las luces del día comienzan a irse poco a poco mientras el cielo se va nublando. Fuertes vientos comienzan a soplar. Cada vez más y más fuertes. El mar comienza a encresparse. Decidis acercaros a la costa, para que las montañosas islas, con su relieve, os protejan algo del viento, aunque esto tampoco está libre de peligros. Una fuerte ola podría estampar vuestro barco contra las paredes.

Los vientos comienzan a aullar con fuerza y el cielo comienza a descargar un repentino aguacero. Los marineros comienzan a ponerse nerviosos. Os llaman a gritos. Raudos corréis hacia la cubierta. Las olas comienzan a lamer los maderos superiores del barco. Os dirigís al timón, en un intento de controlar la nave.

Entre los hombres y la tempestad, Yoritomo se erguía inquebrantable. Cerró los ojos por el escozor que le provocaba la afilada lluvia clavadas en sus pupilas.
 

Rápido reacciono y intentó ayudar al entregado Bato a que el timón no lo doblegara sin ayuda.

Sus dotes de Navegación y su extraordinaria fuerza dejaron a todos perplejos, sin excepciones.
 

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

El primer intento de Bato para dirigir la nave encuentra gran resistencia en las corrientes y a punto está de llevar a la ruina al barco, sin embargo, en el último momento, la ayuda providencial de Yojiro hace que la nave esquive las afiladas rocas de la costa.

La tormenta es cada vez más fuerte y por dos veces casi perdéis hombres por las embestidas de las olas.

Al superar un promontorio, por fin veís unas luces de lo que parece ser un pequeño pueblecito costero. Dadas las condiciones del mar, decidís que lo más sensato es buscar refugio allí.

No sin grandes esfuerzos, conseguís llegar al puerto y atracar. Una vez en tierra, varios marineros, pese a la lluvia, se arrodillan y besan las sucias y mojadas tablas del embarcadero como si hubiesen salido de un infierno.

El salitre de vuestros ojos os escuece, pero no podéis sentir más que alivio. La primera prueba de la misión ha sido superada, dado que no habéis perdido ningún hombre. Satisfechos, decidís llevar a la escuadra a un lugar caliente.

Al pisar los tablones, tambien Bato respira algo más tranquilo, elevando una plegaria a Osano-Wo señor de las tormentas, de cualquier manera no tarda en reprender a sus compañeros... Levantaos ya no somos críos, Ryusuke, Shinchiro... acercaos a la aldea, contactad con el jefe y que se nos prepare una habitación, descansad porque partiremos al alba...

- No seas tan duros con ellos, han pasado por una dura prueba para aquellos que no están acostumbrados a la Mar...- le susurró amablemente a su amigo Bato al oído. Dicho esto, palmoteo sus enormes manos y levantó la voz para que todos pudieran escucharlo:
 

- Seguro que después de hacer las pesquisas pertinentes encontraremos algo de Sake para celebrar que las Olas no nos han tragado, por esta vez...- esto último casi lo susurró para que solo lo escuchara Bato. 

Aunque realmente el Sake era lo que menos le preocupaba, quería conocer los detalles narrados de primera mano de alguien que sufriera el robo de los Piratas. 

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

El aguacero es constante y os cala hasta los huesos. Con prisa, os dirigís hacia lo que sin duda parece una taberna de pueblo.

El edificio, que no es muy grande, está, no obstante, bien iluminado y lleno hasta los topes de marineros que por su aspecto conocen bien el mar. Cuando entráis todos se giran para miraros. Por lo que habéis visto, practicamente la totalidad del pueblo podría estar en la taberna.

Algunos hombres, de forma casi instintiva se van dirigiendo hacia las armas. Sin duda, los desconocidos no les gustan. No obstante, se mantienen observantes, esperando a que presentéis vuestras intenciones.

Había sido un largo viaje y una furiosa tempestad la que había tenido que recorrer para que unos marinos desconfiados lo miraran ahora como un delincuente... Era un samurái y el respeto entre castas no podía olvidarse ni en la aldea costera más remota del Rokungan...
 

Sin mediar una palabra se dirigió al posadero con paso firme y decidido dejando ver sus kamas y el daisho que portaba a todos los presentes, una vez llegó a la altura de este:
 

- Konba-wa, buen hombre, necesitamos alojamiento y comida para esta noche en refugio de este aguacero. Tenga presente el mejor alojamiento posible, pero al mejor precio disponible.- su voz sonaba autoritaria pero no grosera todo daba la impresión que estaba negociando, aunque no con mucho acierto, no era uno de sus fuertes.
 

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

El tabernero te mira con cierta mirada de asco. Por alguna razón, no le gustas y no hace ningún esfuerzo por ocultarlo.

Finalmente te ofrece un barracón por un precio que consideras claramente abusivo, pero sus términos no dejaban opción a otra cosa.

Paga el importe, aún a sabiendas que es abusivo, sin hacer el mas mínimo aspaviento. Mira al tabernero, esta vez de forma mas inquisitiva e intimidante.

- Que no falte el sake, a cortesía de la casa; como no. Y espero que como me tratas hoy no sea un motivo de arrepentimiento mañana.- con lo cual, dicho esto, lo mira por última vez por debajo del hombro y se dirige a donde esta de pie Bato, brevemente le narra lo sucedido.

Panda de mal agradecidos... 

Domo Yojiro, creo que algo de descanso nos vendrá bien y mañana empezaremos a recopilar información, te parece???

Sin más se dirigió hacia una mesa, andando con paso lento y asegurandose de dejar bien a la vista el daisho, así como el mon del clan, una vez allí se deshizo del empapado abrigo y del sombrero de paja, llamó al tabernero y se aseguró de que le sirvieran saké y un bol de arroz con algo de pescado.

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

A no mucho tardar, el tabernero sale con una bandeja llena de boles con humeante arroz, así como unas cuantas jarritas con sake. Coméis en silencio. La tormenta sigue sonando fuerte en el exterior. Esperáis que esta no destroce vuestro barco, golpeándolo contra una superficie dura.

Las miradas inquisitivas de los hombres de vuestro alrededor resultan molestas, pero no tenéis más remedio que aguantaros o empezar una pelea que no sabéis cómo terminaría.

Aghhh... maldito Heinin... -Dice de forma airada cuando el posadero suelta frente a él uno de los humeantes cuencos de mala gana. Lo lógico hubiera sido empezar con las preguntas en aquel lugar interrogando al mismo posadero, pero eso se había vuelto imposible al comprobar la reticencia de este a colaborar.

Fijo su mirada en la susurrante masa que lo rodeaba, una pelea seria inadecuada e infructifera, pero  de muy buena gana aleccionaría a aquellos marinos para que supieran distinguir entre aliados y enemigos. No apartó la mirada bajo ningún concepto, a sabiendas que todos hablaban en su contra, tenía la esperanza de encontrar una cara amiga entre los allí presentes para que le informaran de los hechos sucedidos y le diera alguna pista de los maleantes asaltadores, aunque aquello tampoco era su fuerte.

- Estar preparados para cualquier eventualidad, y solo hablar cuando se os hable; no es oportuno destripar ratas sin necesidad alguna...

Estos aldeanos se estaban mereciendo un autentico castigo, y estaba empezando a molestarle la actitud de los presentes, pero de momento no podía hacer nada y no iba a arriesgar al resto de los hombres, a la luz del día y con el cielo abierto será otro cantar, una cosa estaba clara, estos aldeanos iban a aprender a como no tratar a unos samurais...

Olvidalo Yojiro, ya veremos mañana, comamos y descansemos, se harán guardias y al alba nos pondremos en movimiento...

Tabernero??? como se llaman esta aldea???

Costas de la Mantis. Hora de Bayushi.

De mala gana, el tabernero da un nombre que apenas entendéis, aunque deducís que es efectivamente el pueblo que teníais como objetivo y que fue presa del último ataque pirata.

Yojiro se fija en las caras de los parroquianos, uno a uno, intentando leer en sus ojos, pero sólo cree ver hostilidad. No parece que nadie esté muy dispuesto a ayudar a unos forasteros.

Su actitud os molesta, pero lo cierto es que campesinos o no, los mantis siempre han sido gente orgullosa y el trato con el campesinado siempre ha sido más cordial que en otros Clanes. Aún así, si no fueséis tan pocos... En seguida borráis esa imagen de vuestra cabeza. Un derramamiento de sangre no traería nada bueno y sí muchas desgracias.

- Dicho esta.- le dijo a Bato, para que ignorase al "simpatico" tabernero.- Mañana a la salida del Alba caminaremos por el poblado en dos grupos, unos que se dirijan a hablar con el ministro o administrador del poblado, y otros haber si encuentran suerte preguntando por las inmediaciones del puerto, el mercado... Siempre y cuando lo veas bien.- no quería supeditar decisiones delante de los demás samuráis para no destructurar la jerarquía de orden dentro del grupo.

Una vez escuchado las palabras de Bato-San, Yojiro decide irse a los aposentos en busca del futón que le de descanso a sus molidos músculos, al menos por una noche.

Como se atrevían a insultar tan desagradablemente a la casta samurai había algo que fallaba en esta aldea y ya estaba empezando a plantearse que fueran los mismos aldeanos los que simulaban los saqueos, pero daba igual, prefería descansar...

Hai, Aniki... Buena idea, así haremos...

Acabó su saké y posó su único ojo en todos y cada uno de los presentes, recordaría las caras o tantas como pudiera... no quería problemas, pero cortaría de "raiz" cualquier estupidez...