Partida Rol por web

Siento como se embotan mis pensamientos —¿Será la fatiga?— pienso mientras intento mantenerme en mis cabales.

La fe de dasig era fuerte, peor la voluntad de lord kroakus era poderosa así, en el lugar más oscuro, en el centro de su poder.

El kobold me había divisado, había venido y me había atacado, pero logré esquivarle ágilmente. Agarré mi bastón con ambas manos y traté de golpearle, pero algo trataba de meterse en mi mente, cosa que hizo que no terminara de atacar.

Garsam, Dasig y Barrik sienten cómo el influjo del demonio del Caos se hace con sus mentes, ahora comprenden lo que sentía Tuglo, el kobold.

Teniendo a los restos de su guardia, a los aventureros poseídos y a los debilitados obreros, todos ellos contra Dasron y Beohal, el monstruo cree que ha vencido.

—Reducidlos, no los dañéis, sus músculos son fuertes y su carne sabrosa, estimo. Me servirán bien.

Sus palabras, que en realidad no son palabras sino información transmitida por telepatía, resuenan en vuestras mentes y no sois capaces de resistiros a lo que os quieren obligar.

Había una lucha interna en mi cabeza y de momento iba ganando la voluntad invasora. Mis músculos no me obedecían y solo quería prender a los intrusos que querían hacer daño a mi amo. Él había ordenado que los detuviéramos, pero sin hacerles daño, así que me moví hacia el pequeñito, el enano. Sería seguramente el más fácil de atrapar, ya que parecía un niño gordo con barba. Me aproximé e intenté agarrarle para inmovilizarle.

¡Habíamos caído casi todos bajo el influjo de Lord Kroakus! Sólo quedábamos Beohal y yo... Sólo nosotros dos contra toda su guardia y el resto del grupo. Si seguíamos luchando no nos quedaría más remedio que dañar a nuestros amigos y probablemente moriríamos. Comprendí que no teníamos más opción que rendirnos. Ya pensaríamos algo más tarde.

- Debemos rendirnos - le dije a Beohal al tiempo que dejaba caer mi lanza y Barrik me agarraba por un brazo - Quizá esa magia se debilite pronto y entonces podremos reorganizarnos y golpear nosotros. 

Dasig se resiste, pero su cuerpo no le obedece, como si estuviera movido por hilos tan invisibles como irrompibles. Así tambaleante, Dasig se dirige hacia uno de sus compañeros... Barrik, y le intenta placar antes de que alcance al enano.

Beohal se hacerca al enano con su ballesta en riate, listo para disparar a sua conpañeros-oye, talves una pequeña sacudida los regrese a la normalidad.... No matarlos, dolo un pinchazo

Mi mente se va perdiendo y siento que el demonio va tomando total control...

—¡Ja, ja, ja! inmunda sabandija —le digo a aquella insignificante criatura que osó venir a desafiarme mientras voy suprimiendo su mente con mi ilimitado poder...

—...Te derrotaremos demonio —le contesto—, mi mente aún permanece y se que los dioses y el Árbol Esmeralda nos ayudarán...

—¡JA, JA, JA! Iluso..

Tras unos momentos de confusión, Dasron se rinde y a Beohal no le queda más remedio que seguir su ejemplo, con la idea de aprovechar cualquier oportunidad para pinchar a sus compañeros con el fin de sacarlos de su sopor. Lord Kroakus todavía no ha podido dominar sus mentes.

Los kobolds os postran frente a la criatura, que os examina con interés.

—Sí, sí, ya pensaba que me servirían bien. Una guardia poderosa, mejor que la anterior. No tratéis de resistiros, es inútil, pronto no habrá nada que os preocupe. Dejaos llevar por las aguas negras que inundan vuestras mentes. Oh, sí, más interesantes, más complejas que las de los kobolds. Ahora siento una conexión con la urdimbre arcana, con las fuerzas divinas. Todas ellas se plegarán ante mí.

Lord Kroakus está tan seguro de sí mismo que ni siquiera ha ordenado a los kobolds desarmaros. Se regocija de su triunfo sobre la torre de huevos.

No puedo hacer otra cosa que seguir las órdenes del demonio. Mi mente está siendo minuciosamente observada por él, dado que parece saber que soy mago y tengo conexión con la Urdimbre mágica. Intento desesperadamente sacarle de mi cabeza, pero es demasiado poderoso. Enfrente de él, solo puedo obedecerle...

- ¿Se os ocurre alguna idea? - pregunté en voz baja para que no me escuchara el demonio - No me apetece pasar el resto de mi vida en este agujero escarbando en busca de lombrices para este engendro.

Los demás parecían estar controlados por el demonio pero el control no era total. Notaba cómo luchaban. Eso era bueno, en cualquier momento recuperarían el control y podríamos atacar.

Intento nuevamente sacar al demonio de mi cabeza, salir de su influjo es muy difícil.

—¿Será nuestro fin? —pienso mientras mi mente se va reduciendo con cada esfuerzo.

Dasig siente su cuerpo paralizado y su mente asediada por el engendro. Su fe se mantiene en pie con la fuerza suficiente como para tergiversar a su favor cualquier orden del engendro, pero por el momento no puede hacer mucho más.

Mis compañeros seguían luchando mentalmente pero era en vano. Aquel sapo era demasiado poderoso. Tal vez si conseguíamos distraerlo perdería la concentración. Y qué mejor manera que atacar donde más le dolía: aquellos huevos que protegía bajo su culo gordo.

- ¡Eh engendro! ¡Mira lo que hago! ¡Brochetas de renacuajo! 

Ensarté los huevos con la lanza.