Partida Rol por web

Bajo Arveil

1. Descubriendo Arveil

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28/01/2022, 20:30
DM

DESCUBRIENDO ARVEIL


La caravana sale por la puerta norte, puede parecer curioso, porque Arveil esta al suroeste de Frontera, lo que hace que las caravanas den un buen rodeo por la carretera real, siguiendo las murallas de la ciudad. Pero quien sepa algo de negocios (y el enano sabe mucho) ve que la puerta sur es la que recibe más afluencia de personas y mercancías y por lo tanto, es por donde más impuestos hay que pagar.

Eso da la oportunidad al grupo de ver un poco los alrededores, para aquellos que no lo hayan visto antes. 

La mayoría del tiempo solo pueden ver el espeso bosque de la parte norte, de altos árboles, la mayoría de madera oscura y ramas también de un verde apagado. Tras el bosque, como un gigante vigilante, se encuentran los picos (algunos nevados) de las cordilleras que separan la civilización de lo salvaje, Aigar del Imperio. Y no solo vigilan el bosque, sino también buena parte de la zona oriental, creando un muro casi inflanqueable, salvo por los pequeños y viejos pasos que solo usan los locos, los desesperados o los contrabandistas.

Siguiendo el camino real (también llamado el paso blanco) el grupo observa la imponente muralla redonda de la ciudad de gruesa piedra, y a sus pies, una pequeña comunidad con algunas casas pequeñas unifamiliares de pueblerinos y granjeros que salpica la zona allá y acá.

Un poco después, la caravana baja el ritmo, a modo de respeto, porque la carretera atraviesa una pequeña colina verde, donde crecen matorrales altos y también muchas rocas. ¿Rocas? No. Son tumbas y túmulos. Hay bastantes, más de las que se pueden contar. No muy lejos se oficia un funeral. Un clérigo de Lúminis dice unas palabras, mientras un grupo de tres jóvenes aventureros, que deben tener vuestra edad, miran pasar la caravana, todos con los ojos rojos y húmedos, apenados, destruídos. El clérigo acaba su discurso y coge una antorcha, para luego, quemar una pira de hierbajos, lecho donde descansa, presumiblemente, el cuerpo del aventurero fallecido. Las llamas pronto se comen la pira y solo podéis ver como el humo negro vuela por una colina que va quedando lentamente oculta, a medida que la caravana prosigue su viaje.

-Hay que quemarlos.

Dice el rhea que conduce.

-Hay que quemar todos los cuerpos antes de tres días o se levantarán y servirán al rey no muerto por siempre.

Su tono es serio, sombrío,lo cree sinceramente. De hecho, es una creencia muy popular en el valle, y más de uno asegura que lo ha visto con sus propios ojos.

Con ese aviso en forma de golpe de realidad que reciben los aventureros, el viaje sigue. Esta vez, la carretera atraviesa las marismas durante un poco del trayecto y luego prosigue por la costa del lago. El rhea os cuenta otra curiosidad: Por lo visto hay un dicho que dice “correr como un novato por las marismas” se debe a que casi todos los reservistas sin experiencia acaban metidos en los bosques cercanos o en las ruinas de Inomuro y cuando se meten en líos, acaban huyendo por las marismas, buscando el paso blanco para volver a Frontera vivos. Tras una carcajada (¿se ríe solo, u os hace gracia también?) el camino prosigue por el paso.

La ruta os hace entrar en un bosque pequeño, repleto de vida y vegetación. Llegado a ese punto, la carretera ya no es tan cómoda, y las carretas empiezan a tambalearse a un lado y a otro produciendo un ruido a cacharro atroz.

La caravana se abre paso por la vieja carretera, cruzando un mar de árboles hasta que se detiene frente a un pequeño lago en el corazón del bosque, cual oasis, rodeado de unas paredes de roca, como si fuese un lugar secreto, y por entre estas, cae una leve cascada que produce un sonido muy relajante. El agua es muy brillante y está en calma, un lugar perfecto para pescar, una sesión de escalada o simplemente, una buena barbacoa. Algunos dicen que está embrujado, por su belleza. El líder enano por supuesto, no lo cree así.

La caravana se detiene, formando un triángulo. El enano comienza de nuevo a dar órdenes a todos para que hagan una hogera, limpien el terreno y den de comer a las aves. Esa es la zona de descanso. Según dicen los trabajadores, cada uno llama diferente al lago: Aguaespejo, Lago oculto, Lago milagro o elsitioesedondeseparaadescansar. ¿Lo conocéis por algún otro nombre? ¿Aprovechó algún miembro del grupo el tiempo libre para hacer algo o simplemente ayudaron a los de la caravana?

Sea como fuere, la noche cayó en unas pocas horas. Hubo una cena generosa, como prometió el enano, al fuego de una hoguera que se alzaba alto hacia el cielo, para espantar a las bestias, decían. Los de la compañía del enano cayeron rendidos pronto, borrachos y bien alimentados a base de carne de jabalí especiada y cerveza, mucha cerveza.

La guardia (como habíais planeado) se hace con total tranquilidad, sin sobresaltos, salvo algún movimiento extraño de los árboles y el habitual ruido del bosque en la noche.

Con los primeros rayos de sol, los mercaderes, resacosos, desayunaron gachas y huevo de ave crudo (dicen que quita el dolor de cabeza) junto a los reservistas y siguieron el camino, cruzando un puente de madera bien conservado que unía un extremo con otro del pequeño lago.

El ambiente empezó a ponerse tenso al salir del bosque, hubo un silencio inusual. Los mercaderes miraban a un lado y a otro con la mayor atención, pues el camino los acercaba peligrosamente a las ruinas de Inomuro. Antaño gran ciudad del valle, ahora solo podían intuirse, a lo lejos, las viejas ruinas de torres y los techos de los castillos o mansiones, comidas por la vegetación que sobresalían por entre las copas de los árboles. Un recuerdo amargo, y también un aviso de que toda ciudad puede caer ante la luna roja. A veces podía oírse ruidos. Ruidos que ponían los pelos de punta, como si aullaran de forma primitiva. Quizá fuera la sugestión, pero todos sentían como si alguien vigilara sus pasos mientras atravesaban esa parte de la carretera.

Una escasa hora después, dejando atrás las ruinas, los mercaderes se fueron relajando y el ambiente volvió a ser tan dicharachero como siempre.

Durante algunas horas, no hubo que reportar nada más, pues la carretera seguía la estela del río Briandas, y no era raro encontrarse con viajeros, reservistas haciendo de guardias de camino y por supuesto, otras caravanas de mercaderes.

No tardaron en ver, desde las colinas, la imponente ciudad de Arveil que se levantaba en el río Briandas. Si, sobre el río. No a su lado. Por lo visto, como bien sabía Trerth, Arveil se había levantado sobre los cimientos de al menos, dos ciudades previas, una de ellas élfica, que ya eran ruinas cuando los colonos llegaron al valle.

Lentamente, la ciudad fue haciéndose cada vez más y más grande, a medida que la caravana se iba acercando, haciéndoos sentir pequeños bajo su mirada. 

Por fin, la carreta atravesó el pueblo de las afueras la ciudad, que se levantaba en un claro de un pequeño bosque casi totalmente quemado o talado. No era bonito, más bien todo lo contrario. La mayoría de la población eran semibestias y humanos. Muchos de sus hogares estaban en plena reconstrucción. Una empalizada improvisada de picos de madera afilados estaba arrasada y hubo que esquivarla para que las carretas pudieran pasar.
La última luna roja había golpeado fieramente a Arveil, aunque la mayoría del daño se lo llevó, por supuesto, el pequeño pueblo y la gente del exterior.

Algunas personas perseguían a las carretas, pidiendo limosna. Algunas eran mujeres, otros críos huérfanos y otros, hombres harapientos, de mirada perdida, pero que no dudaban en pegarse unos contra otros si alguien tiraba una moneda al suelo, como si les invadiera la rabia. 

-No suficiente con ser masacrados por la Luna roja, ahora tienen un problema con el polvo de bruja y el Snok…Es lo que hace la desesperación.

Dijo apenado el improvisado guía turístico del grupo, el rhea.

Tras cruzar el pueblo, se abría un terreno despejado, donde los guardias de la ciudad (hombres y mujeres, casi todos humanos) provistos de petos, yelmos y normalmente armados con alabardas o bardiches, daban indicaciones a los viajeros y caravanas para que cruzaran el puente principal de forma ordenada.

Los reservistas y también los comerciantes, perdieron una hora más solo en la cola interminable que se producía en la entrada de la ciudad.

Cuando llegó vuestro turno, la guardia os hizo bajar y pidieron requisar todas las armas y exigieron a los presentes retirarse también la armadura bajo castigo severo. Sin embargo, con enseñar la placa de identificación de la reserva bastó para que dejaran tranquilos a los aventureros, aunque insistieron en que se quitaran la armadura para no armar líos dentro de la ciudad.

Al resto de mercaderes si que se les requisó todo tipo de armas y objetos que pudieran usarse como tal.

Cuando el registro acabó, los guardias dieron permiso al grupo para cruzar las colosales puertas de madera y el arco de piedra, con el escudo de armas gigante de Arveil esculpido en la roca dando la bienvenida a todos los que entraban.

Al cruzar las puertas todo cambió.

La ciudad era bulliciosa, repleta de gente elegante. Mucha de la burguesía se paraba en los increíbles puestos comerciales de la ciudad, que dejaban en simples cuchitriles a los de Frontera.

Los edificios eran a cada cual más impresionantes, lujosos y altos, y se notaba, no solo en el ambiente, sino en la arquitectura, que era una ciudad más avanzada que Frontera, quizá, lo más cercano a una ciudad Imperial que tenía el valle.

Al estar construida sobre un río, los puentes de piedra eran muy comunes, también los canales por donde pasaban pequeños barcos, algunos turísticos y otros comerciales. ¡Incluso habían barcos restaurantes!

Las carretas continuaron hasta el centro de la ciudad, una plaza bastante grande donde se alzaba una estatua gigante de una mujer que sostenía una espada que apuntaba a los cielos.  Allí, todos los comerciantes se reunían para entregar y vender mercancías al mejor postor.

Un golpe en uno de los laterales de la carreta os hizo dar un respingo del susto, un segundo después, el autor de dicho golpe apareció asomando la cabeza por entre las lonas de la parte trasera de la carreta: el enano.

-¡Hasta aquí el viaje! Decidle a los de la reserva que la siguiente os la voy a cobrar.

Os abrió la lona él mismo, una clara invitación a bajar de su carreta.

Ahora os habíais quedado solos, aunque con instrucciones claras.  Por un momento, os vino a la memoria la bonita voz de la chica del gremio:

“Debéis dirigiros a la posada de la Lechuza borracha, donde recibiréis nuevas instrucciones”

Siendo aún mediatarde, había mucha gente por la calle, y no fue difícil recibir indicaciones de donde se encontraba la posada. 

Era un edificio de tres pisos, bastante ancho, que abarcaba tanto la calle principal, como parte de la trasera, más oscura, con la fachada color blanco y unas tejas escalonadas de color rojo. Sobre la entrada colgaba un cartel de madera con un cómico grabado de una lechuza sujetando una pinta y cara de estar totalmente borracha.

Al pasar al interior, el calorcito de una gran chimenea en la pared norte os reconfortó, así como olor a todo tipo de comidas, como asados y demás. Era bastante concurrida, mucha gente reía a carcajadas, pedía cosas a gritos y demás. No era, ni mucho menos, burguesa, la mayoría de los presentes eran trabajadores de la ciudad o parroquianos recurrentes,  o aventurero que paraba allí a descansar y contar batallas, aunque algún que otro noble podía verse, intentando llevarse al catre a alguna muchacha, y si no había suerte, las prostitutas (casi todas semibestias de tipo felino) que esperaban en las escaleras que subían a las habitaciones podían hacer que la noche no fuera un rotundo fracaso.

Un hombre maduro llevaba el negocio tras la barra, dirigió al grupo una mirada rápida pero luego volvió a sus quehaceres.

Lo más llamativo del local, sin duda, era el cráneo disecado de un minotauro que colgaba sobre la chimenea.

Nadie hizo ninguna señal ni nada parecido al grupo, así que todavía no se encontraba allí el contacto.

¿Qué harían los aventureros con ese rato libre? No era muy prudente abandonar la zona o perderían el contacto, pero tampoco había nadie para impedírselo.

Notas de juego

Imagináos la ciudad como una Venecia medieval fantástica anime.

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29/01/2022, 14:33
Juliette

Sabía que debía dormir durante el viaje si quería aguantar durante la guardia... pero, ¿quién podría dormir en una carreta en movimiento atestadas de cajas que amenazaban con derrumbarse sobre nuestras cabezas cuando el maldito pajarraco aceleraba más de la cuenta? Quizás mis compañeros sí pudieran, pero yo no pude ni dar una pequeña cabezada... Por el contrario, cuando finalmente entendí que no podría domir y decidí que era mejor ceder en mi intento por conseguirlo, fui hasta el filo posterior de la caravana y me senté allí, con las piernas colgando, para observar el paisaje.

Durante el tiempo que estuve así, el viento mecía suavemente mi cabello, acariciando en el proceso mi rostro... De vez en cuando, algún mechón de mi flequillo tendía a moverse libremente más de la cuenta, provocando que llevara mi mano hacia él para volver a colocarlo con delicadeza en su sitio. Mientras los escenarios cambiaban de unos a otros, yo me abstraje en mis pensamientos... al menos hasta que escuché al Rhea hablar...

Hay que quemarlos...

Cuando observé a mi alrededor, comprendí a qué se refería: a pocos metros de nosotros se estaba llevando a cabo un funeral... presumiblemente de un miembro de un grupo de aventureros. Lloraban, mientras el humo negro comenzaba a alzarse hacia el cielo. Podía entenderles. Perder a alguien siempre es difícil... nunca estamos preparados para ello, al igual que tampoco lo estamos para morir. Pero ese momento siempre llega. Es algo contra lo que no podemos luchar. Todo lo que nace, muere...

No pude evitar mirar de reojo a mis compañeros. ¿Quién nos garantizaba que nosotros no acabaríamos en alguna situación similar? Al fin y al cabo, y de una forma u otra, nuestros destinos nos habían guiado hasta un oficio que, aunque estóico, conllevaba grandes peligros... Debíamos aceptarlo y entender que era probable que alguno de nosotros pudiera resultar herido, o incluso muerto, cuando avanzáramos en nuestras misiones...

...

El viaje continuó... sin interrupción salvo cuando el mediano volvió a abrir su boca para dar su explicación del dicho  «correr como un novato por las marismas». Podría decirse que escuché con disimulada curiosidad, pues aunque no aceptara mostrarlo, realmente no lo conocía... sin embargo, lejos de compartir su posterior carcajada, su explicación me dejó bastante indiferente. Quizás la explicación de su dicho fuera cierta, o quizás una improvisada realidad ahora que iba con novatos. ¡Quién sabía! Fuera como fuese, si pensaba meterse sutilmente con nosotros, yo no compartí su diversión.

Cuando llegamos al lago, cuyo nombre desconocía por completo, salté de la caravana para estirar un poco las piernas. Luego fui hasta el agua, recogí un poco con las manos y me la llevé al rostro, sintiendo su frescor recorrer mi faz. Era una agua cristalina y limpia... Tanto que incluso daban ganas de darse un baño en él...

Y...

Y eso hice. Fue durante la guardia nocturna. Al principio estuve alerta, atenta a cada movimiento. Pero era una noche demasiado tranquila. No pasaría nada... podía sentirlo. Quizás por eso, mientras charlaba de algo trivial con Grettel, disimulé para llevar a cabo mi... capricho...

—Creo que he comido demasiado esta noche —dije, simulando una repentina necesidad del ir al baño—. ¿Te puedes encargar 5 minutos de la guardia, Grettel?

Sonreí inocentemente. Y, luego... tras su consentimiento, si es que me lo daba, fui hasta el lago*.

...

Me sentía traviesa. Lo que estaba haciendo no estaba bien. Había mentido a mi compañera para darme un baño... le había dejado sola haciendo la guardia, aunque fuera por unos minutos sólo... pero no me arrepentía de ello. Al contrario. Sonreí divertida mientras me acercaba a la orilla. Una vez allí, y tras desnudarme por completo, me metí primero hasta las rodillas con la intención de que mi cuerpo se aclimatara al frío; luego hasta la cintura... y finalmente hasta el pecho.

Un estrecimiento recorrió mi piel, pero no era un estrecimiento de frío, sino de placer. Sí, el agua estaba helada, pero aquello no importaba. Allí dentro me sentía pura y limpia...

Tras algunos segundos así, me tumbé flotando... bocarriba y mirando hacia la oscuridad de la noche. La luna brillaba con fuerza, así como las estrellas que la guiaban en el firmamento. Era un espectáculo hermoso... un espectáculo que sólo yo podía apreciar. En cierto modo, podía sentirme privilegiada, pues... por una vez en mucho tiempo, disfruté de un momento de paz y tranquilidad. Tanto que, ajena a todo lo demás, bajé la guardia...

¿Podría estar alguien observándome entre la oscuridad sin que me diese cuenta? Muy probablemente...

...

Los cinco minutos fueron al final algunos más... Sin embargo, cuando volví, me disculpé con Grettel por ello y le juré que en la siguiente comida que tuviéramos le daría a ella parte de lo que estuviera reservado para mí. Después de todo, yo no comía tanto como mi compañera...

Finalmente, cambiamos el relevo y... pude dormir... Curiosamente, aquella noche no tuve ninguna pesadilla...

...

Cuando llegamos a la ciudad, y después de tener que quitarnos las armaduras... algo que, aunque acepté, no me hizo nada de gracia, suspiré aliviada y miré a mis compañeros con una sonrisa contenta.

—Por fin —exclamé—. Estaba harta del olor a pájaro. ¿Vosotros no?

Para entonces, los mercaderes ya se habían separado de nosotros. Nos habíamos quedado solos, pero no importaba... pues teníamos una clara orden que debíamos seguir: encontrar la taberna y esperar allí.

Respecto a lo de encontrar la taberna, no fue difícil... De hecho, nada más entrar, entendí que el olor a pájaro iba a dejar paso al olor a todo tipo de comidas apetecibles. Si no fuera porque la noche anterior había comido suficiente como para saciar mi hambre, ahora mismo sería una auténtica pesadilla. Pero, en esta ocasión, era un placer... Además, la calidez de la chimenea y el ambiente tranquilo y distendido hizo que me relajara.

—Nuestro contacto debe estar por aquí —dije a mis compañeros cuando tomamos asiento.

O debería, porque los minutos pasaron y nadie se acercó a nosotros. Ni siquiera una mísera señal... En cualquier caso, y aunque mi gesto poco a poco iba transformándose en una mueca de descotento y enfado, no me moví de mi asiento. Teníamos órdenes claras... Quizás se había retrasado quien tenía que venir a hablarnos, o quizás estaba estaba esperando a confirmar que de verdad éramos nosotros los reservistas. Fuera como fuera, pensaba decirle un par de cosas cuando se dejara ver... ¬¬

Notas de juego

*En caso de que no me lo dé, obviemos esto por un fruncimiento de ceño y un asentimiento de cabeza.

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29/01/2022, 23:02
Uzumi Omikami

Pese a haber estado de acuerdo con la idea de Trerth no fui capaz de pegar un solo ojo durante el transcurso del viaje, estando demasiado pendiente de todo lo que había a mi alrededor como para concentrarme, aunque fuese por un instante, en descansar y dormir. Todo me parecía nuevo, único, deslumbrante a su modo, y no me detuve en ningún instante a cuestionar la ruta elegida o el tipo de transporte. En cambio, me limité tan solo a sentarme en la zona posterior de la carreta y observar el paisaje, recibiendo de buen grado a Juliette cuando ella se dispuso a hacer lo mismo y haciéndome a un lado para darle espacio.

Por desgracia una de las primeras cosas con las que tuvimos que toparnos fue una suerte de funeral. Ver las llamas alzarse, el humo negro y finalmente las palabras de nuestro guía... Nada demasiado alentador para iniciar un viaje, algunos inclusive dirían que representaba mala suerte. Suspiré, tratando de esquivar esos pensamientos y simplemente me limité a sacar un collar que se encontraba oculto entre mis ropas, tomarlo con ambas manos y comenzara rezar en silencio. Me tomaría un rato haciendo aquello.

-Dicen que al morir uno pasa a formar parte de los espíritus, de los ancestros...- Murmuré sin abrir los ojos, aunque me dirigía claramente a la persona que estaba al lado mío, Juliette. -Antes me preguntaste qué tipo de hechizos sé hacer... Yo no hago hechizos. Solamente soy un canal para los ancestros y los kami. Nos guían y nos impulsan siempre y cuando los respetemos a ellos y a la armonía.- Por un segundo separé las manos, rascándome la mejilla con cierta duda antes de concluir. -La muerte humana es muy triste...- Volvería a juntar las manos después de eso, continuando con mi oración.

Poco después volvería a mi ánimo habitual, comiendo manzanas y observando el paisaje que poco a poco comenzaba a dejar atrás esa ciudad y a convertirse en una vista mucho más natural y cautivadora. Claro que nuestro guía parecía muy centrado en evitar que la disfrutásemos y ante su humorada no pude evitar fruncir el ceño. -Reír de la desgracia ajena no está bien.- Le diría firme, tampoco precisamente molesta, sino más bien una suerte de regañina como una hermana mayor corrigiendo a su hermanito, o una madre... Aunque igual y no sentaba tan bien cuando yo no era precisamente mayor. ¡Detalles!

Por suerte pronto a aquel lago maravilloso. Era por mucho uno de los sitios más bonitos y pacíficos que había visto desde que comenzó mi viaje, y aunque al principio traté de ayudar un poco a descargar las cosas, pronto acabaría por llevarme otra manzana y comenzaría a dar un paseo por el bosque, recolectando tanto hierbas como flores. Algunas de las cuales, aunque no muy deliciosas, pasarían a formar parte de mi comida más tarde. El festín del enano fue algo fuera de serie, algo que solo podía imaginar... Y que tuve que seguir imaginando, pues pese a la abundancia de carne yo me mantuve a un lado, devorándola con la mirada, pero evitando comerla. En cambio me contentaría con los hierbajos que conseguí y unos pocos de los que traía. Y más manzanas, por supuesto que más manzanas. Ya luego vendría la guardia...

"Las sacerdotisas debemos meditar noches enteras como parte de nuestra formación."

Dije muy a la ligera allá en la ciudad de la frontera cuando comenzamos a discutir las guardias. ¡Más lo decía en serio! Por ello nada más comenzar juntaría mis manos, cerraría los ojos y adoptaría una pose de meditación, relajada y serena. Gracias a esa serenidad sumada a la calma de la noche podía oír y sentir la mayoría de las cosas a mi alrededor... Por alrededor de cinco minutos. Luego caería profundamente dormida y por muchas veces que mi compañero me despertase, volvería a dormirme a los cinco minutos. Tal vez habría sido importante mencionar que yo aún estaba en formación...

Despertaría ya por la mañana, muy posiblemente en la misma posición de meditación si es que nadie llegó a tomar la decisión de moverme y, tal como cuando llegamos, decidí ayudar a cargar las cosas del campamento, asegurándome de dejar todo lo más limpio posible. Habría pedido que nos quedásemos cinco minutos más una vez que todo estuviese en orden, asegurándome de usar en ese tiempo en realizar un corto ritual en honor a los espíritus antes de partir. No requeriría la asistencia de nadie en ello, más que nada porque sabía las prisas que el enano llevaba.

Por fin se retomaría el viaje y antes del anochecer por fin estaríamos en esa ciudad, Arveil, otra ciudad maravillosa con un encanto único como la frontera... Sin embargo por mi expresión se notaba el poco agrado que me causaba estar allí, al menos durante el tiempo que tuvimos que transitar por la zona del pueblo. -Las heridas de Akayoru No Shi aún están... En este lugar no hay armonía...- Dije a mis compañeros miras la gente se amontonaba en la carreta para pedir limosna. Me partía el corazón no poder hacer nada, pero... -Al menos vamos a poder hacer algo por ellos si completamos la misión...- Suspiré.

Por suerte pronto llegamos a la ciudad y la perspectiva de comenzar con la misión distrajo mi atención de lo que ocurría fuera, al menos de momento. También ayudaba lo desorientador que resultaba ver un sitio tan próspero en comparación a la terrible situación del exterior, casi me llevaba a olvidar lo que había visto hace nada. Casi. La espinillita esa seguía allí, clavada, aunque no servía de mucho sacarlo estando ya en la taberna.

-¿No tenemos que hablar con el jefe?- Preguntaría confusa al oír a Juliette hablar sobre el contacto, para después señalar sin ningún tipo de disimulo al hombre que atendía detrás de la barra. -Si nos enviaron acá tal vez sea para hablar con él, ¿No?-

 

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30/01/2022, 12:20
Tanukime Osine

La salida por la puerta norte de la ciudad no me sorprendió mucho, era una vía habitual para ciertos negocios. Era sabido que se cobraban menos aranceles, pero lo era tanto que según quien estuviera de guardia podías pagar aún menos. El camino se hace corto entre sueños y murmullos lejanos de sus compañeros hablando entre ellos. Parece que las penurias pasadas por fin juegan a mi favor.

Mi sueño es bastante tranquilo pese a lo incomodo del lugar hasta que me despierto sobresaltado por el olor a humo, pero no cualquier humo. El olor acre característico del pelo y la carne quemándose nunca se irá de mi cabeza, el hecho de que provenga de un funeral sólo lo hace un poco más llevadero, al menos no estaba vivo en el proceso. Las caras descompuestas por el dolor y la pena dejaban claro que era alguien querido por sus compañeros - Que tengas más suerte allí donde vayas  

El camino nos llevó hasta un idílico lago. Montamos un pequeño campamento para pasar la noche donde comimos generosas porciones de carne cortesía del enano. Llama mi atención el hecho de que Uzumi no tocase la carne, pero los eclesiásticos eran gente muy particular, así que no le doy más importancia. Más para el resto. El enano y sus ayudantes se van a dormir bastante ebrios, roncando sorprendentemente poco, para ser un enano.  Me preparo para la primera guardia sentándome al lado del fuego y no lejos de la clériga mientras lleva a cabo su meditación... hasta que la oigo roncar. Trato de despertarla un par de veces, pero es tarea imposible. 

- Bien señor Osine, se haya usted en una interesante situación - susurro para mí mismo mientras miro alrededor y observo si hay alguien haciéndose el dormido. Aparentemente era el único que había conseguido descansar en el viaje lo que me dejo cierto margen de maniobra para mis quehaceres. No sin antes  arropar a Uzumi para que descanse en condiciones.

Llegado la hora del cambio de guardia me planteo si despertar a Gretel y a Juliette pero en el breve momento que cruzo mirada con Juliette me encuentro con sus ojos apuñalándome dejándome claro que cualquier intento de ser amable por mi parte sería mal interpretado. Así que avivo el fuego una última vez y me acurruco cerca para sentir el reconfortante calor mientras me dejo llevar por un sueño ligero... hasta que siento un no muy delicado golpecito en las piernas. Te vuelve a tocar, listillo - las parcas palabras de Juliette me indican que empieza mi segundo turno de guardia.

El camino nos lleva cerca de la ciudad caída de Inomuro. Muchas historias se cuentan de este lugar, ninguna acaba bien. Los sonidos y olores que capto mientras estamos en las cercanías explican sin lugar a duda porqué no se ha reconquistado aún, si es que alguien se lo ha planteado siquiera. Pero lo peor estaba aún por llegar el extraradio de la ciudad de Arveil era un escenario de pesadilla. Por primera vez mis ojos rebelan una rabia a duras pena contenida al ver como los pobres y semibestias eran usados como escudo y carnaza para retener a los monstruos de la luna roja. - Que importa que mueran unas pocas docenas de semibestias y marginados si con ello conseguimos que unos adinerados humanos no ven su sueño interrumpido ¿no? - Mi voz es inusitadamente dura, hiriente incluso. Aún así no desvío la mirada del dantesco escenario.

Despojarme de mi armadura de cuero no me resulta demasiada molestia, aunque el espacio que me quita de la mochila sí lo es. En el camino a la posada evito caer en la tentación de ver la cantidad de efectivo que llevan los habitantes de la ciudad a pesar de que eso implique estar en una posada sin poder pedir nada. En vista de que nuestro contacto no llega puntual observo la multitud hasta que creo ver algo que llama mi atención. - Esperadme un momento, creo que he visto a alguien conocido. No tardo - No espero a oír su respuesta y voy en dirección a unos individuos.

Notas de juego

Juliette espero haber acertado con la reacción de tu pj.

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30/01/2022, 13:31
Tanukime Osine

Imagino que el cofre con la estatua y el frasco los encuentro mientras estoy de guardia. ¿He podido identificar el liquido de la botella?

Mi idea de los conocidos de la taberna es que sean otros "trabajadores del lugar" que me pueden indicar donde colocar objetos de forma rápida y limpia aunque tenga cierta comisión. Básicamente... busco a Tonilia ;)

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30/01/2022, 22:17
Grettel Bauarbeiter

Es mi primera salida de Frontera, lo cual me sorprende el porqué vamos hacia la puerta norte, cuando Arveil está al suroeste y habiendo una puerta sur; pero encogiendo de hombros, no me cuestionó el rodeo, acomodándome entre los bultos.

Quede maravillada, de ver tan frondoso bosque, con sus enormes arboles, asombrada de poder admirar las cumbres cubiertas de inmaculada nieve y pensando del frío que deber de hacer en la cima. Mirando el pequeña arrabal a las afueras de la ciudad, sin el bullicio de la ciudad, su ajetreo, su afinamiento, dándome una cierta sensación de libertad y algo de pelusa de vivir a otro ritmo.

Aún pensando en la aldea, cuando de repente se me llenan las fosas nasales de algo quemándose, haciéndome girar hacia donde proviene el olor y viendo tan dantesco situación, cambiándome el semblante. Al ver que es un funeral, cuando el clérigo termina, instintivamente me da santiguarme. Me cambia la expresión al oír la desfachatez del comentario del rhea; pensando para mí misma, que habría hecho en una situación así.

La dureza del camino, lo compensa el paisaje, el impenetrable bosque, hasta que se abre ante un idílico paraje formando por la cascada que forma un lago, que se respira una paz que nunca podría haberme imaginado. Pensando que esto es lo que se conocía como Aguaespejo.

Ayudo a montar el campamento, y para cuando termina, se acerca al lago, mirando al estanque, buscando curiosa su reflejo. Se queda ensimismada viendo el lago hasta la hora de la cena.

Tras la cual, se acomoda no muy lejos de la fogata, apoyando a cabeza sobre sus pertenecías, a modo de almohada, para quedar sumergida en un profundo sueño.

Hasta que llego la hora de la guardia, sacándome de mi profundo somnolencia, Juliette. Sin abrir los ojos todavía “¿ya es hora de levantarse?" Sin esperar respuesta me incorporo viendo la cara amable de mi compañera. Levantándome con una inusitada energía y restregándome los ojos.

-"Por supuesto, ves con cuidado, no sabemos lo que hay por ahí." Devolviéndole la sonrisa. Tras desaparecer, empiezo a recorrer el perímetro del campamento.

Una de las veces del recorrido, oigo un cierto chapoteo en el agua, y acercándome sigilosamente y observando hacia el lago, veo como mi compañera se está metiendo en el agua, y la oigo como con leves gemidos producidos por el frío de la noche y el contacto del agua le produce escalofríos. Sintiendo que le estoy invadiendo su intimidad, me alejo de la escena. Y sabiendo que está en el lago, acentúo más mis sentidos, para percibir posibles peligros.

Al rato, se me ilumino la cara al verla regresar, y respondiendo a sus disculpas.

-"No hace falta que te disculpes, te veo por tu cara , que estas más relajada y sonriente."

-Estamos para apoyarnos los uno a los otros. Ah!! Sécate bien el pelo, no sea que te acatarres. Guiñándole un ojo, mientras me doy la vuelta y sigo con la ronda.

Al volver al camino, seguía todo aquel paisaje, ahora salpicada por unas antiguas ruinas, que la vegetación había vuelvo a retomar como suyas; comprimiendo el pecho aquel momentáneo mutismo de la caravana.

Al ver, a toda aquella gente yendo y viniendo, transitando y perfilado las murallas de Arveil, se me aceleraba el pulso de llegar y visitar una nueva ciudad. Pero como nos íbamos acercando, iba cambiando de semblante, al contemplar todo aquel hacinamiento y podredumbre del arrabal; se encogía el corazón de ver todo aquello.

Al llegar al control de la puerta no estuve muy conforme, pero al final acepte quitarme la armadura, dejando ver que solo llevaba puesta la camisa, buscando un chaqueta, para abrigarme.

Al entrar a la ciudad, me quede asombrada, más aun viendo la lujosa y magnificas edificaciones, pensando en los buenos trabajos de los albañiles que las habían construidos, pero también con cierta penuria, aun teniendo retenida en la visión del campamento que había fuera.

Al llegar y apearse de carromato del mercader, me sentí aliviada de estirar las piernas, recogiendo mis pertenecías y poniéndome pies hacia la posada.

Sentía curiosidad por tanta diversidad, por lo que me rodeaba. Al arribar a la posada, mirar todo aquello, pensando que no tenia ninguna moneda encima, y que todavía no estaba nuestro contacto. Comente al grupo:

-Esperare fuera sentada en el poyo de la entrada.Sentándome, recostada sobre la pared y tomando los últimos rayos de sol.

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31/01/2022, 09:35
DM

Como conocedor del entorno de los "amigos de lo ajeno" Tanukime sabe reconocer a la legua a los que son como él. En casi cualquier posada podías encontrar a alguien del gremio, o eso dijo su profesora e instructora durante su formación como reservista, aunque en el pasado, él ya se movía por esos ambientes.

Quizá para otro podría pasar desapercibido, pero un tipo con malas pintas estaba sentado en una mesa, al lado de una puerta cerrada. El fulano iba con capucha, donde solo se dejaba ver parte de su rostro, en donde había una profunda cicatriz que podía intuírsele en la comisura de la boca, dibujándole una macabra sonrisa, jugando con una baraja de naipes al solitario.

Solo cuando Tanukime se acercó, levantó la mirada.

-Pírate...

Le dijo, en esa jerga callejera tan rara. Solo ante una frase muy específica (¿Cual es?) a modo de contraseña, el tipo cambió sus malas maneras por amabilidad.

-Oh ya veo, lo siento socio, hay que andarse con cuidado, la guardia está muy pesada últimamente. Si quieres armas o colocar algo, habla con Stella, es la que mueve el cotarro en este barrio.

Dijo, solo podía sonreir por un lado, el contrario a donde estaba la cicatriz, pues ese lugar lo tenía casi paralizado. Se puso en pie y sacó una llave del bolsillo, abriéndole la puerta al semibestia, mientras miraba a ambos lados.

-No tardes, y se amable ¿eh?

Tanukime entró por la puerta y bajó unas escaleras de madera que se internaban en los bajos fondos de la taberna. El lugar olía a moho y a humedad, se iba intensificando a medida que bajaba hasta que puso los pies en el sótano. El lugar era una especie de "sala de juegos" improvisada, había varias mesas repleta de gente apostando a todo, desde juegos de azar a pelea de escorpiones. Algo más allá, había un jolgorio de gente que formaba un círculo donde dos tipos se daban de puñetazos sin camisa.

Pero no fue dificil localizar a la tal Stella, estaba sentada tras una mesa que parecía elegante, pero muy usada, como si fuera su despacho personal, a su lado, habían dos tipos gigantes, un semiorco y un humano, ambos armados con porras acabadas en metal.

La mujer tenía el pelo corto, despeinado y revuelto, de un rubio casi blanco, habría sido hermosa quizá hace unos años, ahora parecía más ruda, a mil vueltas de la vida. Su ojo izquierdo estaba oculto con un parche y se fumaba lo que parecía una pipa de hierba que no paraba de expulsar humo. Vestía una armadura de cuero llena de bolsillos y curiosamente, tenía los dos brazos ocultos tras guanteletes de hierro (algunos gremios tenían esa tradición, por lo de llevar todo "con puño de hierro" en ese caso, literal)

Notas de juego

No has podido identificar el contenido, pero tendrás una oportunidad. No te quiero separar mucho del grupo durante demasiado tiempo, así no te pierdes nada, pero vale la pena rolear esto. Doy por sentado que bajas (para eso has venido) si no es así dímelo y hago rewind.

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31/01/2022, 17:10
Tanukime Osine

Tan sólo busco donde dormir a la sombra de una antorcha. ¿Quién me iba a decir que acabaría usando esa contraseña? Y no sólo eso, sino que además funcionaría. Aunque esa fuese la parte fácil del negocio. A ver cómo salía todo. Por ahora el local prometía mucho, por desgracia no tengo ni tiempo ni dinero, pero con suerte solucionaría una de esas cosas, al menos, por un tiempo.

Me acerco con paso decidido a la mesa de Stella llegando a la altura de los dos mastodontes, pero sin rebasarlos. Con las manos claramente a la vista y sin hacer movimientos rápidos. La mirada de la mujer se clava al instante en mí y sin que tenga que decir una palabra me paro y hago una pequeña reverencia.

- Saludos y respetos Maestre Stella - Mi voz trata de sonar lo más profesional posible - Perdonad el atrevimiento, prometo no robaros mucho tiempo. Acabo de llegar a vuestra ciudad y he considerado como mi deber presentarme y pedir pedir permiso para trabajar en esta vuestra ciudad, pagando el debido porcentaje de lo conseguido obviamente. Me llaman Tanukime, a vuestro servicio. Además querría deshacerme de una pequeña... cosilla que encontré por el camino, nada que ya estuviera dentro de sus muros Maestre. Jamás osaría sin vuestro beneplácito. Si me lo permite, se lo enseñaré.

Una breve inclinación de cabeza me indica que lo haga con calma y así hago. Le enseño la figurita del monstruo con tentáculos.

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31/01/2022, 18:54
Stella

Uno de los matones se adelantó, gruñendo, pero de pronto la "camara" enfoca la mano enfundada en hierro de una mujer, que se alza súbitamente. El matón se detuvo al instante, como si fuese una marioneta.

La mujer se acomodó en la silla, cruzando las piernas, y bajó el brazo para hacerlo descansar en la mesa, dando golpecitos rítmicos con sus dedos contra la madera. En la otra mano, sostenía la pipa bellamente decorada, y con su ojo sano, observó durante un buen rato a Tanukime, dejándolo hablar. Tras una calada larga, expulsó el humo por un lado de la boca y se retiró la pipa para golpearla suavemente contra la mesa para así retirar los restos de carboncillo que había dejado.

-Qué educado. Me gustas, chaval, pocos presentan sus respetos ya. Normalmente los nuevos se creen que esto es su parque de recreo privado y luego tengo que ir a recordarles como van las cosas en este lugar.

La voz de la mujer era ronca, como si hubiese abusado demasiado tiempo del alcohol y del tabaco de pipa. Algo que le daba un aspecto aún más intimidante. Hizo un gesto con la mano ante la petición del semibestia, como dándole luz verde.

-Claro, soy razonable, y dejo que la gente actúe por aquí a cambio de un 10%, lo que ganas tú por tu parte del trato son varios beneficios, como por ejemplo, si te pillan y mantienes la boca cerrada, nos ocupamos de tí en la cárcel. Si es posible haremos sobornos a la gente apropiada y ese tipo de cosas, ya me entiendes. A todo esto, la garantía no cubre delitos de sangre, es algo que debes de saber, aquí ese tema se vigila bien. Otra ventaja es que puedes recurrir al mercado negro de aquí y también podremos colo...

Antes de acabar la frase, Tanukime sacó el objeto. Ella pareció cobrar más interés, descruzando las piernas para sentarse correctamente en la mesa. Le hizo un gesto con la cabeza a uno de los gorilas para que fuera a recoger la estatuílla de manos del semibestia.

-...Colocar lo que consigas por ahí y te daremos tu parte menos el 10%. Interesante. ¿Es de oro?

Notas de juego

¿Se la entrega o no?

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31/01/2022, 19:27
Tanukime Osine

Le entrego la figurilla. No tiene nada que ver el hecho de que podrían convertirme en su almuerzo sin despeinarse

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31/01/2022, 19:11
Grettel Bauarbeiter

Trans una larga espera o al menos eso me parece a mi, vuelvo a entrar a la posada, (con un leve ruido de estomago, señal de querer comer otra vez), y algo sedienta. Buscando a sus compañeros presentes y sentándose con ellos, les espeta con una sonrisa.

-"Bien compañeros, esta atardeciendo y aquí no aparece nadie." Poniéndome una mano en una mano en el estomago, en un intento vano de aplacar la incipiente, leve, pero audible rugido del estomago.

-¿Alguien de vosotros, conoce o sabe quien es el Patricio de la ciudad?, ¿Donde esta Tanukime Osine?

Tras una leve pausa, "Podemos preguntar al posadero, donde podemos encontrarlo." Sacándose una manzana del petate y empezar a comersela. ¿ O seguimos esperando? con cara de resinamiento.

En ese preciso momento, me percato que Uzumi esta señalando hacia al camarero que hay detrás de la barra.

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31/01/2022, 20:45
Stella

El matón cogió la figura con cuidado (al menos, todo el cuidado que un tipo como él podía tener) y se la entregó a Stella, dejó la pipa en la mesa para poder coger la figura con ambas manos y examinarla mejor con el ojo sano.

-No es de oro. Pero parece antigua. No voy a preguntar de donde la has sacado. Voy a ver si puedo hablar con el anticuario. Te puedo dar ahora 10 monedas de plata ahora y te la quitas de encima o puedes esperar un día o dos para tasarla como es debido.

Volvió a mirar a la figura y puso cara de desagrado. Luego, la metió en uno de los cajones con sumo cuidado.

-Es horrorosa. Podría ser una baratija de algún loco o si hay suerte algo que podemos vender a uno de esos ricos extravagantes de la ciudad.

Stella se quedó mirando a su invitado, como si esperara algo.

-A parte de eso ¿algo más, chaval?

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31/01/2022, 21:41
Trerth

Ante la pregunta de Grettel el joven mago desvía, momentáneamente, si mira a sus manos antes de empezar a hablar, -Desde niño, sí, aunque no tuve un maestro o tutor hasta…-, en este punto se quedó callado un momento pensando exactamente en qué decir luego de un par de muecas volvió a hablar, -Bueno hasta que padre decidió que era mejor que tuviese un tutor-.

Pronto la caravana estaría saliendo por el norte y por tanto la conversación sobre su aprendizaje o magia se quedó con su contestación y en parte estaba agradecido de esto, no queriendo hablar más sobre su vida en el imperio. Aunque él mismo había dado el consejo de dormir en la caravana al principio del viaje se encontró observando el paisaje, sin ningún propósito en particular. Al ver el funeral no pudo evitar pensar en si ese sería el destino de alguno de ellos, desde luego esperaba que no, -aunque supongo que si uno de nosotros tuviera que morir sería mejor que fuera yo…-, luego se sumaron el fuego de la antorcha y “hay que quemarlos”, una sensación de picor empezaba a invadir sus cicatrices, al final decidió acurrucarse en una esquina, donde pudiera y así pasó el resto del viaje tratando de ignorar todo lo que le rodeaba, ¿eso contaría como descanso?.

Su aislamiento llegó a su fin en cuanto la carreta empezó a tambalearse y levantando la vista se encontró con un lugar bastante apacible, en realidad, el mismo Trerth había acampado en este mismo lugar aunque lejos de ser un lugar de acampada Morgiana lo había traído como parte de su formación principalmente por la paz que transmitía el lugar. Por su parte ayudó a los de la caravana y luego de cenar se fue a dormir de verdad para estar preparado en su turno.

Y tan pronto como la noche llegó esta se fue sin mayor problema, siendo más destacable la incomodidad sobrenatural que parecían provocar las ruinas de aquella ciudad caída. Aunque horas después tanto aquella sensación como el propio lugar quedarían atrás y permitiéndole a Trerth ver el lugar de su misión y al cual podía llamar “hogar”, al menos durante una temporada.

Después de atravesar a un grupo de personas desesperadas, a las cuales trato de ignorar completamente, aunque no pudo ignorar las palabras y la evidente ira de Tanukime por un momento abrió la boca aunque acabaría por quedarse callado, perdieron otra hora esperando esperando en aquella cola, por su parte cuando los guardias pidieron que se quitaran las armaduras una sonrisa asomó por su rostro después de todo no tenía una y lo más parecido era uno de sus hechizos preparados. El ambiente dentro de los muros le era familiar aunque con el contraste de las gentes que vivían fuera y que le recordaba al imperio no era precisamente algo bueno.

Pero sus desvaríos se vieron interrumpido por el susto del repentino golpe, y ante el comentario del enano de cobrarles una hipotética próxima vez no se molestó ni en evitar fruncir el ceño, -El que debería pagar eres tú…-, se dijo así mismo antes de bajar con el resto.  -Realmente no, hay algunos hechizos o ingredientes que huele mucho peor-, contestó devolviendo la sonrisa a Juliette, dejando de lado su molestia.

Al llegar a la posada estaba esperando que alguien se acercara para contactarlos pero antes de que algo así pasara Tanukime se despidió, -Adelante-, aunque viendo como el chico se alejaba sin esperar algunas contestacion se sintio algo tonto, al final simplemente suspiro.

-No perdemos nada por hablar con él eso seguro-, añadió el chico ante la sugerencia de Uzumi, aunque antes de nada se giró para contestar a Grettel, -Dijo que iba a hablar con alguien que tardaria demasiado-, después de contestar se quedó mirando al hombre de la barra, al final acabaría por levantarse, y cuando puedo trato de hablarle.

-Buenas señor-, saludó con una sonrisa, -Somos de la reserva y estamos aquí para una misión de control de plagas y se nos dijo que aquí recibiríamos nuevas instrucciones, ¿Tiene alguna idea?. Ah y mi nombre es Trerth-

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31/01/2022, 22:40
Tanukime Osine

- Acepto las 10 de plata. No se cuanto estaré en la ciudad y prefiero disponer de algo de efectivo. - Me quedo pensativo un segundo - Hay una cosita más, tengo un vial que no he logrado identificar aún... pero tampoco quiero abusar de su benevolencia

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01/02/2022, 09:02
Stella

Stella metió de nuevo la mano en el cajón y sacó un pequeño saco. Mientras miraba de tanto en cuanto al semibestia, empezó a contar y sacar monedas, contando. Cuando hubo sacado 10, cerró el saco y volvió a guardarlo. Empujó con su mano enguantada la torre de monedas hacia su interlocutor. Estaba todo, era una mujer de palabra.

-Me parece un trato justo. 

Dijo con media sonrisa.

-¿Un vial? enséñamelo, ya que estamos.

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01/02/2022, 09:08
DM

En esos instantes en los que Grettel estuvo fuera, pudo ver la evolución de la ciudad. Cuando todavía había sol, aunque anaranjado ya, colándose por entre los tejados de la ciudad, podía verse a los nobles pasear, a veces por la carretera, otras en carreta de formas extravagantes, y hasta en pequeños barcos por el canal. Solían rondar la plaza y la zona comercial, gastando el dinero en las caravanas mercantes y en las tiendas. Por eso su tocayo de raza no veía la hora de llegar, puesto que acabó vendiendo los productos de una carreta y media solo en esas escasas horas. También veía jornaleros, normalmente no humanos, que volvían a casa con algunas monedillas para llevar la comida a la mesa de sus familias.

Pero cuando la luz se perdía lentamente, los nobles se iban intercambiando por otro tipo de "personajes" que empezaban a salir al amparo de la sombra: gente con aspecto de camorristas, enlutados escabulléndose por callejones, hombres y mujeres de la "noche" haciendo sus turnos, incluso jóvenes señoritos de palacio que salían a por algo de diversión a las tabernas.

Un par de estos entraron, casi apartando a la enana de un empujón, como si no hubiesen reparado en ella y se fueron dando la nota al interior de la taberna. Otro entró el último, pero éste si que sonrió a la joven y le guiñó un ojo antes de sentarse en una mesa vacía.

Ese fue el momento en el que la enana volvió dentro con sus compañeros.

La taberna pasó en cuestión de minutos de ser un lugar relativamente tranquilo a oirse voces y risas allá y acá.

Notas de juego

No marquéis por ahora a Tanukime.

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01/02/2022, 09:29
Tanukime Osine

Saco tranquilamente el vial con una mano y lo deposito en la mesa mientras con la otra mano cojo mis monedas y me las guardo.

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01/02/2022, 09:37
El posadero

Cuando el joven mago se acercó a la barra, el hombre levantó la mirada de lo que hacía. Era robusto, peludo como un oso, salvo en la cabeza, que estaba totalmente calvo. Por la cara, se le cruzaban unas cicatrices en forma de garra, como si en una vida pasada hubiese sido soldado, aventurero o cazador. 

-¿Hum? ¿Reservistas por aquí?

Inquirió mirando a Trerth, mirándolo como si lo analizara completamente. 

-Parece que estás en una misión ¿Eh? ¿De qué trata? si se puede saber. ¿Sabes qué aspecto tiene el tipo que buscas?

Mientras servía algunas cervezas de un barril que tenía a su lado a algunos clientes, miraba al joven.

 

Notas de juego

Por ahora os enteráis vosotros dos.

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01/02/2022, 09:38
Stella

Sin apartar su mirada del joven, cogió la petaca y la examinó. Al ver el sello del Ocaso negro, su gesto se tornó más serio. Más de lo habitual. Le quitó el tapón y olió el contenido durante unos segundos antes de apartar la cara, algo asqueada, confirmando lo que pensaba. Cerró la botella y Tanukime tuvo la sospecha de que no le iban a devolver el objeto, cuando ella se la dio a uno de sus matones guardaespaldas, para que la guardara.

-¿De dónde lo has sacado, chaval? Esta mierda es Snok y el ocaso no ha parado de ir vendiéndola por todo el puñetero valle. Incluso por mis dominios, y eso me cabrea mucho. Está bien vender una botella o dos, algo de polvo de bruja, está bien crearte adictos, una clientela fija, ya me entiendes. Pero lo que no está bien, es que el puto ocaso esté vendiendo estas botellas como si fuera un jodido vino barato y que se esté cargando a todo mis clientes por sobredosis, y si se mueren, ya no tengo clientes, ¿Lo pillas?. Encima hacen esta mierda de una calidad cochambrosa para abaratar costes y acaba por reventarlos por dentro o freirles los sesos.

Le explicó, levantando algo el tono. Algunos se dieron cuenta y empezaron a apartarse de Stella, como si estuviera apunto de explotar.

-Esto me lo quedo. No quiero que pienses que te... bueno...te obligo a hacer algo. Pero estaría bien que le dieras algún susto a quién esté vendiendo esta mierda en mi zona. 

La mujer se recostó en el asiento, acomodándose.

-Si te portas bien, quizá pueda enseñarte una o dos cosas.

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01/02/2022, 09:54
Juliette

La pregunta de Uzumi provocó que me encogiera de hombros.

—La recepcionista sólo dijo que viniéramos aquí y que recibiríamos instrucciones —contesté, haciendo memoria—. Pero en ningún momento dijo que la persona que nos iba a dar instrucciones fuera el tabernero... De hecho, tengo el presentimiento de que no será él.

Todo era demasiado intrigante... ¿Por qué tanto misterio? ¿No hubiera sido más fácil decirnos exactamente a quién debíamos buscar?

Fuera como fuese, lo mejor era guardar discre-...

—¡¿Eh?! ¡Trerth!

La sinceridad del chico al hablar con el tabernero hizo que diera un respingo de mi asiento y le mirara con una mirada en la que claramente se podía leer: ¡cállate, bocazas!

A ver, a ver, no es que pasara nada porque lo dijera... pero algo en mi interior pensaba que lo mejor era ser discretos, y aquello había sido lo menos discreto del mundo entero. No podía culpar a mi compañero de todas formas... nadie nos había dicho tampoco que guardáramos discrección... pero, aun así, no pude evitar hacer un facepalm y negar con la cabeza...

En fin... a lo hecho, pecho... igual hasta era mejor así...

Suspiré molesta y volví a sentarme para continuar con la conversación con mis dos compañeras...

—Tanukime ha salido —contesté a Grettel—. A saber qué está haciendo... sólo espero que no nos meta en ningún lío. Y, en cuanto al patricio... no sé quién es. Supuestamente es la persona que nos ha contratado... podían habernos descrito cómo era o dónde encontrarlo, ¿no?

Y, para más inri, además de la incertidumbre que teníamos... el ambiente de la taberna fue cambiando poco a poco por uno algo más ruidoso. En cualquier caso, presté atención por si podía escuchar algo de interés en las conversaciones que se producían a mi alrededor... además de la conversación de Trerth con el tabernero...