Partida Rol por web

-Tengo la sensación de que prefrís algún otro tipo de condiciones, Abraham... ¿qué tenéis en mente? Nos convendría a todos abandonar esta habitación con algún tipo de acuerdo, más fructífero, si cabe.- expone el viejo banquero.

Abraham se mesa su larga barba.

- Soy consciente de los posibles problemas porque alguno tuviera el susodicho producto dentro de sus objeciones de negocio pero todo se podría estudiar.

Tras abandonar las opulentas pero decayentes calles de madera de Entrerríos, la comitiva costafileña parte hacia la vecina Vallealto. La negociación con Roichim, la General del valle, no llegó a gran cosa, pues la mujer no quería negociar productos, si no apoyos políticos. Pero los Mirdil, los señores banqueros del Banco del Oro, sí pusieron todo sobre el asador. Los norteños ofrecieron a sus colegas costafileños oro, mucho oro, tanto como para reventar con la inflación la economía de cualquier nación.

Esquivando los picos siempre nevados, la caravana asciende junto al Saltarín, mítico río donde nace el glorioso Atura, buscando el fin de la civilización. Más allá del valle donde se adentran el clima se vuelve extremo. Los Hochalas cerraron durante siglos los pasos que comunicaban con los territorios de los bárbaros Duchodri. La interminable guerra contra los bárbaros ha dado luz a una de las mejores infanterías del mundo, terriblemente móvil en montaña, bien pertrechada gracias a las minas de hierro de Valleverde, y cuya cohesión sólo es comparable con la de las Centenas de Gordram. Los mercenarios de Sietevalles son un producto bien goloso para cualquier nación en guerra...

Un contable de Aronni os entrega un pliegue sellado cuando la caravana se detiene en las puertas de Vallealto.

Yo, Aronni Perquetto, Miembro Mercader del Banco de Algir y Portavoz del Banco de los Mares, anuncio que el acuerdo alcanzado entre los delegados de Tiatil, Corriensí y Nuevo Holtham toma validez legal, quedando depositado el original en los depósitos del Banco de Algir como confirmación de que tal acuerdo se ha alcanzado.

La palidez manifiesta del rostro de Lord Vatinari al terminar de hablar con el representante del Banco de Nueva Holtham no le impide salir en su busca y tratar de detenerle antes de que abandone las negociaciones.

Lord Vatinari se inclina levemente ante él, antes de empezar a hablar.

Maestro... Vos tenéis razón y yo estaba equivocado. Hay muchas formas en las que podemos lograr un acuerdo, y aquí os propongo la mía.

Según mis últimos informes, vos, Puntajana y Lerendas estáis ultimando un negocio. Bien por ustedes, debo decir.

También tengo entendido que Corriensí y Tiatil deben ir "a su aire". Echando cuentas, creo que puedo comprometerme a pasaros una cantidad nada despreciable de pagarés (pongamos, 10?) si vos podéis asegurarme que, desde vuestro bando (el único que me preocupa) no se me va a disminuir mi inversión.

Echando cuentas: 25 de inversión inicial en Oro, 25 de ampliada y bonificada = 75. Un gasto suficiente para llevarse el Banco de los Mares serían los 100 mínimos, de los que vos os llevaríais un beneficio neto, claro y sin riesgo. Lo único que necesito: que vuestro trapecio no se inmiscuya en esta inversión. Y, en cambio, disminuir la inversión de Tiatil o Corriensí en un punto a cada uno, probablemente hará que podamos asegurarnos el tiro.

Si le parece bien o cree que habría que negociar su porcentaje, solamente tiene que decirlo.

Sinceramente, aprecio su agudeza y su habilidad para hilvanar alianzas. Espero que con esta muestra de sinceridad y oferta directa de pagarés podamos congraciarnos y empezar una segunda etapa en estas inversiones que sea de lo más fructífera para ambos.

-Vuestro plan me resultaría adecuado y aceptable, de no ser porque actualmente, todos mis abogados se encuentran ya ultimando los detalles de mi negociación en este asunto.- responde Nuevo Holtham, casi contrariado -Cuando vine a vos la primera vez, tenía toda la disponibiliad del mundo... por algo fuisteis EL PRIMERO a quien acudí. Ahora mis manos están atadas, salvo que deseéis hacer un pacto... más informal. Ya habéis investigado mis cuentas antes... si sabéis lo que quiero decir. Mi información está hay; es toda legal. Pero será mucho más fácil conseguirla si os "abro mis puertas", Vatinari.- propone entonces Astinus solícito.

Veo que os esforzáis en asegurarme, de algún modo, que cumpliréis vuestra parte del trato... Y sinceramente, con vuestra palabra me basta. No veo necesaria una investigación de cuentas: si al final de este turno mi inversión no ha sido reducida, podéis contar, directamente, con 10 pagarés por mi parte.

Ahora debo retirarme a una importante comida de negocios, pero en breve espero poder comunicaros algo más.

-Muy bien entonces. Espero noticias vuestras.- termina Nuevo Holtham.

Apesadumbrado, Lord Vatinari se reúne de nuevo con el representante del Banco de Nueva Holtham.

Qué desastre... Parece que no me va a ser posible llevar adelante la operación como yo esperaba, ya que según una nota que me acaba de llegar del Banco de los Mares, no se me permite realizar una ampliación como yo tenía previsto. Es una lástima.

¿Por un casual sabéis de alguien que no realice toda su inversión en esta expedición? Sigo pensando en compensaros con la misma cantidad de pagarés, lógicamente, además de ofreceros mi voto para la próxima expedición.

Los ecos del viejo edificio Entrerrieño resuenan suaves y distantes en la noche:

-Lamento oir vuestras malas nuevas.- dice Astinus, mientras su ayuda de cámara da paso a Vatinari al pequeño salón de reuniones en que han vuelto a citarse -Lo cierto es que no poseo tal información, pues hay cosas en estas deliberaciones que no me han sido reveladas... diría que incluso cayan en la sombra. Aun así, yo mismo me estaba planteando el no destinar todo mi capital a invertir en este desvalido y medieval valle, donde apenas queda más alivio que esta decadente ciudad.- comenta Astinus, mientras el apesadumbrado Vatinari toma acomodo, cerca del butacón en que se hunde el vejestorio -Habladme de lo que pretendéis, y tal vez podamos encontrar una solución viable al mal que os aqueja.- trata de auxiliar el anciano.

Si aún disponéis de cierto capital, os recomiendo que lo ahorréis, ya que me da en la nariz que habrá al menos dos productos bonificados en esta misión. Lamentablemente, el producto por el que yo aposté no será uno de ellos, y vos no podéis ayudarme a reflotarlo. Pero si sabéis de alguien que aún ande sobrado de créditos, no dudéis en hacérmelo saber; vuestros consejos valen su peso en pagarés, milord.

Pese a todo, estoy pensando una nueva táctica de caras a esta expedición: perdido por perdido, vamos a practicar el noble arte del filibusterismo: dispongo aún de una cantidad de pagarés invertibles bastante respetable, y podría destinarlos a algún otro producto, tratando de acertar alguna de las inversiones realizadas por ahora y así conseguir algún pellizco de esta por ahora desastrosa inversión.

Señor, qué triste es verse abandonando y sin amigos... Y la gran paradoja es que vos seáis el único que aún os dignáis a escucharme.

Voy a aumentar mi inversión, dedicando 1 pagaré a invertir en Mercenarios.

Con un poco de suerte, alguien creerá que aún puedo hacer algo de daño, reducirá mi inversión y no perderé todo el capital mínimo ya invertido... La verdad es que no le veo muchas más soluciones al tema.

Ale, nos vemos!

Aram. De perdidos, al río.

La elevada Vallealto resulta ser un remanso verde de intranquila paz. Después de hacer una visita de rigor al Descanso de Hakoon, tumba del milenario héroe de la Última Guerra, los costafileños se instalan en contactan con una delegación enviada por Feleppo, General de Vallealto. Le representa en las negociaciones un joven secretario llamado Merelda, el cual, a pesar de tener un innegable don de gentes, no sabe lo suficiente de comercio para evitar que el acuerdo finalmente planteado sea muy favorable a Costafilada. Y es que está dispuesto a proporcionar toda la plataforma necesaria para el embarque de los mercenarios que las velas doradas hayan de transportar, sólo a cambio de pasaje libre y secreto a cualquier nación cruzada por el Atura para un par de sus hombres en cada barco.

A pesar de la insistencia de algunos bancos, nada se firma todavía y la caravana parte hacia la vecina Valleverde. Allí aguardan las mayores minas de hierro del norte, un bocado que Calduran tuvo como coto cerrado durante cuatro siglos y que tras la Guerra Triste se ha abierto a todo el mundo...