Partida Rol por web

Un nuevo dia amanece en Följning, la posada ahora esta casi vacia, seguramente los parroquianos de la noche anterior tengan trabajo que hacer.

Por fin habiendo llegado a la Posada del Dragón Negro, me quito mi capucha, mostrando mis facciones características Orcas, y entro dentro del establecimiento. Siendo tan temprano, mucho de los presentes son aventureros que se han hospedado aquí, que vuelven de sus habitaciones.

Me acerco a la barra, donde el posadero se encuentra. - Buenas. Estoy interesado en ocupar una habitación, pero sin tiempo definido. Soy una Espada de Alquiler en busca de trabajo, así que mi estancia puede ser algo errática. -

El tabernero te mira de arriba a abajo,no aprece importarle mucho de donde proceda el oro.

- Dos monedas de oro el dia, comida y bebida no incluidos.-dice el tabernero

Escuchando los precios del Tabernero, meto una de mis manos en mi bolsa, y saco tres monedas, dandole dos al hombre.

- Dos para la estadia. - Le digo dejandolas a su alcance. - Y supongo que una mas alcanzara para tres comidas completas aqui. - Le digo mientras le muestro la ultima moneda, aun en mi mano.

- Aprovechare a comer algo, ya que aun estoy aqui. Y tambien me gustaria preguntarle. Donde se reunen los hombres de armas, o los mercenarios, para conseguir sus trabajos? -

Cuando los primeros rayos de sol despuntan por el horizonte ya estaba sentado sobre mi catre meditando los conjuros del día y rezando al dios dragón, esperando encontrar hoy seguidores a mi causa y pidiéndole fuerzas para mi gesta.

Cuando la ciudad despertaba y se veían algunos ciudadanos por las calles tenia media armadura puesta, era complicado ponerse la armadura solo, pero no había sitio para las comodidades en mi viaje y un escudero hubiera sido una de ellas.
Vuelvo a la zona de las mesas de la posada, mirando a los presentes de pasada, vuelvo al posadero y le digo:

- Un desayuno fuerte, seguramente deje la habitación libre, gracias por su hospitalidad.

Sin más me siento en una de las mesas libres dejando mi espadón apoyado en una de las sillas de la mesa, mis hombros se hunden un poco, pensaba encontrar aliados pero casi me topo con enemigos.

- Bueno eso... -dice el posadero a Darvok antes de ir a servir el desayuno a Yenros- Ese caballero reclutaba aventureros, podrias preguntarle.

En la posada entra un enorme fraile, se encuentra con poca gente en ella. Distingue claramente al caballero sentado en una de las mesas.

La Bendición del padre Dragón sea con vosotros hermanos. Digo en voz alta para todos los parroquianos y me dirijo sonriente hacia la mesa del caballero de brillante armadura.

Miro al fraile y vuelvo a cuadrarme, la presencia de un hombre espiritual aqui no es muy comun, mientras le observo el hombre camina directamente hacia mi, -bueno la primera respuesta ya esta contestada- pienso para mi mientras me levanto y suavizo un poco mi expresion ceñuda sin dejar de ser seria para ofrecerle un asiento al fraile.

- Y con vos hermano, ¿en que puedo ayudaros?

Digo secamente mientras me vuelvo a sentar, no es que desprecie al clero, eso nunca, pero no es el tipo de ayuda que habia pensado para la tarea que tengo entre manos...

¿Vos debeis ser el paladin Yenros, me equivoco? ¿Puedo compartir con vos el desayuno y alguna que otra frase? Me ha dirigido hacia vos el chambelan del castillo.  Digo ofreciendole mi mano abierta.

 Y sin dejar de sonreir Posadero traed Leche, Pan, algo de miel y una pinta de cerveza que el amable caballero me invita a su  mesa. Voceo a grito pelao.

Kallpa comienza el día con una buena rutina de ejercicios como suela acostumbrar, aunque con el poco espacio en su habitación no pudo hacer tanto como deseaba. Apenas termina, se dispone a bajar para tomar el desayuno junto a Jena. Lo primero en que reparo apenas bajó las escaleras, fue en el caballero de moral elevada -Que temprano se levanta, no estaría mal pasarlo a saludar- se dice a sí mismo tratando de hacer divertida la molestia que le produjo aquel guerrero la noche anterior. Antes de que intentara pasar a saludarlo, escucha la voz del tabernero y voltea a mirarlo. le sorprendió ver frente a él a un semiorco. El tiempo que paso junto a su maestro no solo le sirvió para aprender sobre el combate, sino tambien sobre algo de costumbres e ideologías de los elfos, entre eso su recelo hacia los orcos. Claro que Kallpa no era de los que asumiera dogmas muy fasilmente, su única filosofía era buscar a guerreros fuertes y luchar contra ellos, encontrar iguales a él le era preciso, tal vez algún día estaría en sus manos transmitir las enseñanzas de su maestro.

Se acerca a la barra donde estaba el grandote, esta vez no tenía intención de esperar a que terminara de conversar para después abordarlo -Ohhh, que bueno es tener por aquí a alguien de tu categoría- le dice al semiorco mirandolo de arriba a abajo -Me doy por enterado de que desciendes de una fiera raza de guerreros, ¿Que te trae por estas tierras?- sus palabras estan llenas de una profunda curiosidad, mientras sus ojos parecen seguir examinado.

Resoplo y me acomodo en mi asiento, algo me decía que me traía problemas más que soluciones este fraile... Y por ahora mi intuición tenía razón.

Cuando el tabernero me mira para corroborar la orden asiento secamente con la cabeza, al fin y al cabo debía donar parte de mi oro a la iglesia tras llegar a la ciudad, y al carecer esta de tal servicio no veo mal que este fraile gaste el oro.

- Sí, soy Yenros Cancionacero y me gustaría que fuerais todo lo prudente que podáis respecto al tema que nos ha traído a los dos a la posada.

Ocultando mi boca con la mano y apoyando mi barbilla sobre el pulgar continuo hablando.

- Empezad vos, fraile, ¿que queréis preguntarme?

Mi ceño se volvió a fruncir pero mi gesto era más de intriga que de seriedad.

Antes de que pudiera darle las gracias al Tabernero, se me acerca un hombre desconocido. Su mirada me inspecciona de un modo extraño, como si estuviera complacido de verme.

Ese es un primero... No puedo evitar pensar.

- Soy una Espada en Alquiler. Un mercenario, si prefieres. Quien eres tu? Tienes algún asunto conmigo? - Le respondo para disipar sus dudas, mientras me giro, y coloco nuevamente la moneda de oro que aun sujetaba dentro de mi bolsillo. no es la primera vez que estas conversaciones me llevan a una pelea de bar, así que no puedo evitar actuar con recelo.

Una sonrisa se activa en el rostro de Kallpa, casi sin que este se diera cuenta. La actitud del semiorco parece complacerle, este era el tipo de guerrero con el que le gustaba enfrentarse, al menos parecía serlo. -Si lo pones en esos terminos, el unico asunto que tendría contigo es saber si tienes lo necesario para darme una buena pelea, pero me lo tomare con calma ¿Que tal si primero comemos algo?- su actitud era casi que cinica, pero aun así parecía estar hablando muy enserio.

No puedo evitar sentir un dolor en su estomago. Ya hacia unos días que no como correctamente, y la idea de poder desayunar como se debe me había abierto el apetito.

- Muy bien, humano. Invita tu la comida, y escuchare tu propuesta. - Dije mirando a mi extraño anfitrión. En eso levanto mi Espadón tomándolo desde la cinta, y colocándolo nuevamente en mi hombro.

- Elige la mesa, y seré todo oídos. -

Por alguna razón aquella situación le vino en gracia a Kallpa, aunque esto no se vio del todo reflejado en su actitud, pues su rostro se notaba mas bien como pasando por resignación -Ja... No esperaba que tu te lo tomaras con tanta calma, pero por mi esta bien, yo invito, solo espero que no sea muy glotón- marcando su ultima frase con una sonrisa disimulada por la seriedad de su mirada. Procede luego a solicitar los alimentos necesarios para el y sus acompañante, indicando una mesas vacía cerca a la del caballero y el tipo ruidoso que grito hace unos momentos.

Jena acompañaba a Kallpa en todo momento sin decir palabra alguna, parecía estar centrada en si misma, había estado muy pensativa desde que llego a la ciudad. 

Mis pies ingresaron en la taberna de manera pesada y quejumbrosa. Como si cada paso fuese un hastio. Mi rostro estaba cubierto por un yelmo. Y miles de bendaje en el rostro que hacian dificil mi reconocimiento entre cualquiera de los humanoides de esa altura. Me acerque a la barra. Espere a que el tabernero tomara mi pedido. Mis ojos eran lo mas distintivo. Eran ojos negros. Tan oscuros como la noche. La armadura que me vestia era bastante comoda y podia notarse que era un hombre fuerte de cuerpo. Me apoye sobre la barra. Y mis ojos repararon en cada uno de los que estaban en la habitacion.. Ojos taciturnos y serenos pero salvajes. Y alli permaneci unos momentos..

Pues bien mi buen caballero, se que creeis porque estoy aquí pero os equivocais, pues no soy mas que un fraile cronista que recoje las tradiciones y leyendas populares de las tierras del norte, si buen vuestra empresa es digna de alabanza y  me gustaría acompañaros para tomar registros de vuestras hazañas así de como quien os siga en tamaña empresa.

 Si bien no soy un guerrerro experimentado, las vicistudes del camino así como mi constante curiosidad por visitar luegares de leyenda han obligado a este pobre fraile, dedicado a la recogida y guarda del saber popular por la gracia del padre Dragón, Bendito sea su nombre, a cuidar de mi mismo, desarrollando una vista y un oido finos, y a pesar de mi corpulencia un andar sigiloso, y algún que otro combate he sufrido y aquí estoy lo que da fé de mi habilidad con mi arma, digo poniendo mi fiel clava en la mesa, y en los momentos de gran necesidad siempre puedo apelar a la divina bondad de nuestro padre Dragon para que en forma de algún conjuro se muestre su benevolencia para conmigo y sus creyentes. 

 Y tras esta diatriba me pongo a comer los alimentos que el buen posadero se ha dignado en traer 

Mis ojos tras los cuales parecen escucharte te observan en aquel rincon de la barra. Signes y callados mientras que mis oidos oyen cada palabra que pronuciais. Denotas pocas facciones mias alterarse. Pareciera que hasta quiero que me mires. Y cuando lo haces no me mosqueo ni un poco. Parece que todo lo que sucede en aquel pequeño establecimiento es oido por mis oidos y observado por mis ojos.