Partida Rol por web

Samuel sube por una de las colinas tratando de buscar una elevación desde donde poder observar mejor los alrededores para decidir que hacer.

No podía creer que siguiera vivo. Pero, ¿por qué? La mujer cylon sin duda le salvó la vida. Antes, le preguntó qué sería de él, y no obtuvo respuesta. Ahora no está tampoco seguro, solo sabe que le han salvado la vida.

Mira hacia fuera y solo ve destrucción, caos, muerte, ningún sitio a donde ir, ninguna esperanza. Y piensa que quizá los cylons querían reírse de él, con fina ironía dejándolo solo en un mundo muerto, donde no pudiera aprovechar su excelente talento.

-¿Y ahora qué?- pensó mientras salió de las ruinas, caminando en dirección a ninguna parte, con la esperanza de encontrar a alguien vivo, como él.

Mientras tú subes a una de las colinas a echar un vistazo, tus compañeros recogen sus cosas y se dirigen a los vehículos en los que habéis venido a este retiro en la montaña. Desde donde estás poco se puede ver aparte de los residuos de las columnas de humo nucleares que aún no se han disperso por el viento. Regresas con los demás y te subes a uno de los coches.

Bajando por el sendero forestal llegáis de nuevo a la carretera principal que lleva a Delphi, o a lo que queda de ella ahora mismo.

-Tal vez deberíamos acercarnos a la ciudad, tal vez haya supervivientes -sugiere el entrenador.

La idea os parece bien y seguís camino. Pero de pronto un hombre aparece a un lado de la carretera llevando una pequeña maleta y agitando los brazos. Lo reconocéis enseguida ya que cualquiera en Caprica lo habría hecho. Era el mismísimo doctor Gaius Baltar. Recordáis de que tenía una mansión en las montañas cerca de aquí.

Antes de salir, reúne unas cuantas cosas en una pequeña maleta. No tienes medio de transporte ya que la explosión se ha cargado tu deportivo, así que empiezas a caminar sendero abajo hasta la carretera principal. La suerte te sonríe ya que escuchas ruidos de motor. Una caravana de tres vehículos utilitarios aparece por un recodo alejado y se acerca a ti hasta detenerse. Reconoces a los ocupantes como los miembros del equipo de los Bucaneros de Caprica ¿Qué podían estar haciendo allí?

Soledad, los cylon le habían gastado una broma cruel, para reírse de él, dejándolo solo en un mundo roto, muerto. Andaba sin rumbo ni esperanza, con la idea de que su talento quedaría sin aprovechar. Pero el destino debía quererle, sabría que él podía hacer más, y le había guiado hasta más gente, jugadores de pirámide, un deporte extendido.

-¡Eh! ¡Ayuda!- dijo agitando los brazos!- Mi casa se destruyó, y gracias a los Dioses que no he sufrido ninguna herida.

Estaba tan asustado que ni siquiera pensó hasta ahora en la idea de si la humanidad conocía lo que había hecho. Sin embargo, supuso que unos deportistas no sabrían nada de lo sucedido.

El auto en el que iba Samuel se detiene a escasos metros del Doctor Baltar y el mismo capitán del equipo se asoma por una de las ventanas y le grita al hombre.

Suba Doctor, estamos en camino a la Ciudad a ver que ha sucedido.-Le dice mientras le sigue con la vista mientras este se acerca al vehículo-¿Sabe ud que es lo que ha sucedido?.

Gaius se asombró cuando el jugador supo quien era. Su parte soberbia, la más grande en él, se alegró al saber que fue reconocido, y la más desconfiada se preguntó si había algo más. Pero al ser su ego mayor que su preocupación, subió al vehículo tranquilamente.

-No, la verdad es que no... no tengo ni i...idea de lo que ha pasado- dijo Baltar, ocultando parte de la verdad- Mi casa se vino abajo y yo estuve apunto de sufrir la misma suerte. Unos muebles antiguos y caros amortiguaron los escombros- al decir ésto, recordó como ella le salvó la vida.

No le apetecía demasiado ir a la ciudad, y más sabiendo que seguramente Caprica había sido destruida al completo, y más aún el interior, pero no habló demasiado procurando que no se preguntaran como lo sabía.

-Vengo de la ciudad, y aunque puede que haya quedado algún superviviente, es poco probable, no vi a nadie mientras venía aquí.

Samuel vuelve a su asiento y despues que Baltar ha subido al vehículo le indica al chófer que acelere rumbo a la ciudad. Después volviéndose al Doctor le dice.

No importa, si alguien quedó vivo tenemos que ayudarles, además ninguno sabe que ha sucedido así que esa será una buena forma de decidir que hacer.-después cambiando el tono de su voz a uno un tanto burlón le agrega-Y uds ha tenido suerte ¿He Doctor?.

-Sí, tuve mucha suerte- decía recordando como la cylon le salvó la vida sacrificando la suya- Puede haber más gente como yo que necesitara ayuda.

Su cobardía le impedía decir que no quería ir a la ciudad, más bien todo lo contrario, quería ir lo más lejos posible y desaparecer. 

-Pero no será agradable, ha muerto mucha gente y de forma horrible- sabía que evocar la imagen de gente muerta y destrozada no disuaría a aquel hombre. Pero al menos lo intentaba.

Samuel mira de arriba a abajo al recién llegado mientras intenta captar un raro nerviosismo en su voz, pero pronto se lo achaca a la situación traumática vivida recientemente.

Si nos imaginamos eso, pero no nos vamos a quedar de brazos cruzados mientras pueda haber algún sobreviviente. Además queremos saber que ha ocurrido.¿Ud no, Doctor?-le dice mirándolo seriamente-.

Mientras por la ventanilla se ve una amplia curva que lleva a la entrada de los suburbios de la ciudad.

Los vehículos tomaron la última curva que llevaba directamente a las afueras de Delphi. Allí tuvieron una panorámica de lo que quedaba de la ciudad. Una vez orgullosa y bella, Delphi era ahora un amasijo de ruinas y esqueletos de edificios combados apoyándose en otros como borrachos. Algunos supervivientes vagaban sin rumbo como zombies intentando encontrarle un sentido a todo esto. Por encima de vuestras cabezas, un raptor médico de color rojo y blanco hacía una pasado mientras que otro estaba posado en el suelo con los paramédicos mirando a su alrededor aterrados.

-¿Has visto lo que has hecho, Gaius? -preguntó de pronto la mujer. Estaba cómodamente instalada en el asiento de atrás, bastante apretada a ti. El otro pasajero parecía no percatarse de nada-. Con tu orgullo y tu presunción -hablaba muy cerca de tu oído, haciendote estremecer cuando su suave aliento acariciaba tu lóbulo.

Samuel ve desolado la escena que aprece antes sus ojos nuevamente vienen a su mente una sensación de Deja Vu que rápidamente se desvanece ante la fuerza de sus instintos.

Vamos dirije el auto hacia allá donde se encuentra el raptor , quizas ahí encontremos las respuestas y podamos averiguar que ha pasado.-le indica al chofer señalando el ave que se encuentra en el suelo-.

El vehiculo acelera como puede entre tantos escombros e intenta avanzar hacia donde se encuentran los paramedicos.

-Claro que quiero saber qué ha pasado, pero ver la destrucción no sé si arrojará respuestas.

Baltar era como un niño, frunció el ceño y se resignó a adentrarse en las ruinas que antes fueron parte de una de las colonias más prosperas de las 12. Cuando casi llegan a Delphi, pone cara de preocupación, incluso de espanto.

-¿Qué? ¿es una broma? ¿Tú también la ves?- Gaius hablaba con incoherencias, y señaló una dirección cercana a él en la que no había nada. Luego se incorporó e hizo gesto con la mano de quitarle importancia- Perdona, creo que estoy sufriendo un shock. Haberlo perdido todo me ha afectado. Vayamos hacia ese raptor- dijo esperanzado de que pudieran salir de esa masacre.

Sin embargo, seguía mirando a la dirección que señaló antes, negando la cabeza y visiblemente preocupado.

-No puede ser, eres de mentira- pensaba Baltar mirando a la belleza que dijo ser cylon. Pero sabía que no existía, o el jugador de pirámide habría dicho algo. No, lo estaría imaginando, quizá señal de remordimiento. Pero intentó negar la realidad y empezó a repetirse mentalmente- Tú no sabías nada, eres inocente, tu subconsciente te quiere herir, pero no es verdad. Eres un genio que ha sido engañado, no un asesino.

Pero "ella" seguía allí, mirándole con ojos de "no te lo crees ni tú".

Los vehículos sortearon los escombros y llegaron hasta el Raptor de emergencia. Allí un grupo de personas intentaba entrar por la fuerza. Se trataban de supervivientes aterrorizados que querían huir del cementerio en el que se había convertido la ciudad. Cuando os vieron llegar en los coches, la gente se os abalanzó encima.

-¡Si nos sacáis de aquí os daré dinero! -decía uno de ellos enseñando un puñado de billetes y golpeando la ventanilla con ellos.

-¡Por favor, llévenos a Caprica City! ¡Allí hay naves de evacuación! -decía una mujer desesperada que sostenía un bebé en brazos.

Lo que os rodeaba os dejó bastante impresionados. La gente zarandeaba los coches y exigía entrar o que les llevárais a uno u otro sitio.

Al ver como la gente se lanzaba contra el vehículo, pidiendo clemencia y arrugándole el traje ya sucio de tantos vaivenes, maldijo a la gente por su falta de civismo.

-Ahora quieren entrar aquí, y en el raptor la situación no parece muy propicia. Aunque quizá debamos echar un vistazo allí, por si hay suerte.

No creía que tuviera la fortuna de su mano, pero cualquier oportunidad de largarse de allí era bien recibida. Y quizá dejar atrás esa pesadilla le despeja la mente de alucinaciones y nerviosismo. Cada segundo que pasa allí, es un infierno.

Samuels se ve sorprendido por la situación que ve en el lugar y no sabe que hacer al principio. Rápidamente reacciona y abre la puerta del vehiculo al pasar cerca de la señora que lleva al infante en brazos y con fuerza pero sin dañarla la monta en el vehiculo y vuelve a cerrar la puerta sorprendiendo a los que se encuentran alrededor por la velocidad y exactitud de su maniobra. Despues de sentar a la mujer en su asiento se acerca al conductor y le dice.

¿Que posibilidad hay de que montemos en todos los vehiculos a los superviviente y podamos llegar a Caprica City?-le dice preguntando con autoridad-.

-Apenas podemos llevar a cinco personas más, Sam -contestó el entrenador del equipo. A unos diez metros, los tripulantes del Raptor gritaban: ¡No podemos evacuarles a todos, damas y caballeros! ¡Solo podemos llevar a tres más con nosotros!

Inmediatamente todos empiezan a empujarse para ser los primeros en abordar la nave. Varios titubean entre vuestros vehículos y el escape aéreo.

Samuel mira al entrenador cuando este le habla, acto seguido se vuelve a sus compañeros y le hace una seña a dos de los más fuertes del equipo y se acerca a la puerta del vehículo respaldado por los dos jugadores de un golpe la abre y se cuadra en ella.

Vamos solo podemos llevar a 5 personas...Las mujeres y los niños primero. Si intentan abordar por la fuerza nos veremos obligados a irnos y dejarlos aquí. -dice con autoridad desde la puerta-.