Partida Rol por web

Sobrepuesta ya de la impresión que le ha causado la presencia de mutaciones del caos aquí, en Enoc, mi casa, en un Sanatorio, en territorio de su Orden, un lugar en que la segurodad del cuerpo y el alma deben estar garantizados... el semblante de la Hermana Henna se ha convertido a una expresión pétrea, impenetrable.

¿Como? En Enoc, aparecen unas inmundicias, ¿y se atreven a dirigirse en estos términos a quienes les hemos liquidado? ¿y se puede saber que hacen aquí tropas de la Guardia Imperial? Sospecho, así que actúo en consecuencia.

-Espere, Lady Yyrmalla, antes hay un detalle que hay que aclarar....

Mi bolter apunta al pecho del Sargento Grosvenor, mi pulso no tiembla, mis ojos son los de la muerte.

Antes de permitir que se desplieguen los miembros de la Guardia, quiero saber que hacen aquí, por qué están en un Sanatorio, en territorio en que se supone que mi Orden debería estar; no es normal, y quiero saber si su presencia ha obedecido a algún motivo especial... o si no lo hay. Debo proteger a quienes defienden la Fe, y cumplir la misión que se ha encomendado a este grupo; estas gentes que nos han interpelado de este modo,... más derecho tenemos nosotros a darles el alto, que ellos a nosotros.

-No, amigo, no; nos vas a explicar tu, ahora mismo, que se supone que estáis haciendo aquí. Nosotros está muy claro: matar inmundicias antes de que propaguen su profanación en el territorio de la Orden a la que pertenezco. Estáis en territorio consagrado, en territorio de la Orden a la que pertenezco. así que HABLA.

Harden se mantuvo impasible e ignoró por completo al sargento, al cual le dedicó una larga e inexpresiva mirada. La veterana no tenía nada que decirle a ese hombre, ella respondía ante Lady yyrnalla o la comisaria Linn, no ante él, por ello su arma se mantuvo firme y dispuesta entre sus brazos. 

Se quedó donde estaba, cerca de Lady Aleretta, pero sus ojos, después de abandonar al enfadado sargento, se pasearon nuevamente por la sala. Observó con despreció a los cadáveres de los poxwalkers y los contaminados por ellos mientras quienes ostentaban el mando vociferaban al sargento que no sabía con quien estaba medrando. No aproaba la actitud de la Sororita, no era necesario amenazar a alguien leal, pero no dijo nada en absoluto, solo observó, su veterania en batalla forjó un carácter duro y paciente.

Cuando ambas mujeres se callaron, Gael se acercó con respeto al Aleretta y le dijo con voz serena - Mi Lady, le sugiero usar lanzallamas para eliminar y purificar toda la ponzoña que esos seres del averno han dejado por aquí - y sin más, se retiró unos pasos de ella sin quererse acercar ni un centímetro de los cadáveres.

Los enemigos cayeron frente a los ojos del sacerdote antes de que pudiera administrar la paz del emperador a aquellas abominaciones. Casi era cómo si él se hubiera movido a cámara lenta.

Sin duda, el grupo de elegidos estaba compuesto por los mejores agentes del emperador. El hombre, habría esperado semejante demostración de virtuosa destrucción por parte del Astartes o la Hermana Orten, sin embargo, le había impresionado la capacidad de la sargento Harden sin desmerecer tampoco las actuaciones del resto del grupo. Empezaba a preguntarse la necesidad de haber sido incluído entre semejante conjunto de portentos.

Al acabar el incidente, aparecieron raudos un grupo de soldados, miembros al parecer del 47º de fusileros Enoccitas, con los nervios a flor de piel y un comportamiento algo exaltado. Pronto los ánimos parecieron caldearse.

-Por favor Lady Aleretta, hermana Orten, no creo que sea necesaria la confrontación, seguro que estos soldados tan sólo intentan hacer su trabajo y lamentan profundamente su error de apreciación de la situación, ¿no es cierto sargento...?- dijo el clérigo dando pie al líder del destacamento a presentarse.

-Coíncido con la Sargento Harden en el protocolo de actuación con los cadáveres de las abominaciones, sin duda, el fuego purificador es la mejor opción. No obstante, sugiero que no estaría de más, cerciorarse de que la corrupción no se ha extendido por el resto del edificio, pues el enemigo es taimado. Seguro que la escuadra del sargento está deseosa de ayudar con la tarea. Una vez aseguremos la zona, yo mismo me pondré en contacto con los miembros de mi congregación para que vengan a bendecir de nuevo este santuario.-

El combate ha terminado, pero la comisario sabe que esto es solo el principio. Además, siente cierta ira hacia sí misma y hacia esas criaturas por hacer que su resolución quede en entredicho. Tendrá que compensarlo de alguna manera en el próximo enfrentamiento; seguro que no tardará en tener una oportunidad de probar su lealtad.

Al ver la discusión entre sus compañeras y el sargento, Victoria opta por mantenerse ligeramente al margen; no participa, pero mantiene la mirada fija alternativamente en todos los implicados. Por lo que sabe, todos ellos son fieles guerreros del Emperador, pero debe dejar patente que ella sigue vigilando. Además, Harden es perfectamente capaz de manejar a otros soldados; tratar de intervenir antes que ella podría parecer un gesto de desconfianza en sus habilidades militares. Y lo mismo aplica a la inquisidora o al Astartes. Si alguno de los presentes da motivos probados de estar faltando a su deber, entonces Victoria intervendrá, pero mientras tanto no es más que una figura impasible, como tallada en piedra.

    Con las abominaciones exterminadas, el astartes tuvo tiempo para valorar a aquellos que los había atacado. Sin duda los poderes ruinosos estaban detrás de todo aquello lo que significaba que ni si quiera el santuario había quedado libre de la corrupción y que, muy probablemente, su trabajo aquí no habría hecho más que empezar.

    Antes de poder decir o sugerir nada al respecto, un grupo de guardias imperiales se interpuso en su camino, el tono del sargento denotó que los nervios lo habían llevado a un error que podría haberle llegado a costar algo más que una mera sanción. Hablar en aquel tono a un astartes se encontraba totalmente fuera de lugar, pero hacerlo ante miembros del ministorum con una comisaria presente bien le podía valer el puesto o incluso más. 

    Ajeno a la discusión, Shalak'ir asintió al comentario de Gael. -La Sargento Harden tiene razón, ocupémonos primero de lo importante, eliminar los cuerpos con fuego y averiguar que permitió a estas aberraciones profanar el santuario. Después de eso ya tendremos tiempo para presentarnos formalmente y discutir lo que reste.- Dicho aquello, el marine bajó el bolter, pero lo mantuvo en su mano, nada le confirmaba que el lugar ahora fuera seguro ni que no hubiera más de aquellas pestilentes criaturas acechándolos en ese preciso instante.

Hablo en voz alta para que mis compañeros me oigan; no me importa si la Guardia también, pero principalmente hablo al Equipo al que pertenezco

-Disculpadme si mis formas pecan de bruscas, pero así me han entrenado; no es paranoia, mis órdenes son claras; debo dar protección, hasta el final, a este Equipo. Por ello, además de combatir lo visible -señalo con un gesto los restos de los engendros muertos-, debo estar alerta contra aquello que no sea claramente detectable; por ello, sospecho de todo, y de todos, salvo de los integrantes de este Equipo y de aquellos que estén tocados por la Luz del Emperador.

-Si me lo permiten, usaré mi comunicador para confirmar con las Hermanas que gestionan este Santatorio si está en camino un grupo de limpieza; y si no es así, para hablar con mi Orden para que manden un grupo de apoyo, en coordinación con los Sacerdotes del sector -dedico una ligera inclinación de cabeza en dirección al Padre Nemoris-; debería estar solucionado pronto.

Ah, porque pensé que no estaban sumadas las características en la puntuación, así que volví a añadirlas xD

Además, "Mirada Prenetrante" no me daría otro dado también? 

Cita:

No te preocupes, no hay problema :)

Cita:

Cierto. Tendrías 7 y 8 dados :)

¡Un saludo!

P.D: Si no tienes inconveniente en ello, te canjeo los iconos exaltados que has obtenido en intimidación en potenciar el efecto :)

- Os... Os pido perdón, Se... Señora. En mi afán por dar caza a esas abominaciones, y cumplir con nuestro deber de proteger este sagrado lugar, no... no me había percatado de quiénes eran ustedes - el sargento tartamudea una disculpa al tiempo que baja su arma y, con un gesto de su mano, ordena a sus hombres hacer lo mismo. Está pálido y gotas de un sudor frío han empezado a aparecer en su frente.

- Hermana, el Astra Militarum comenzó a hacerse cargo de la custodia del sanatorio cuando las integrantes de su orden pertenecientes a la rama militante fueron requeridas para otros asuntos. Las únicas hermanas que quedan, encargadas del cuidado de los enfermos, son las hospitalarias. Si me permite la indiscrección, hace mucho que no viene por aquí, ¿verdad? - responde el soldado a la pregunta de Henna, tras ordenar a sus hombres que no hagan nada hasta recibir la autorización de la inquisidora. Aunque parece haber recuperado un poco la compostura, sigue estando visiblemente nervioso - Señora, le... le ruego que por favor me acompañen a una estancia menos concurrida. En ella podremos hablar alejados de oídos indis... indiscretos y podrán refrescarse. Deje que... que, en compensación por el error co... cometido, mis hombres se encarguen de arreglar to... todo este asunto -

Ya rebajada la tensión inicial, le dirijo una señal de asentimiento al Sargento, y relajo mi posición respecto a él.

-Sargento, el deber nos llama a destinos en cualquier lugar al que desee enviarnos la Voluntad del Emperador; es extraño que no quede un remanente, al menos de Novicias en período de instrucción, pero ciertamente, hace mucho tiempo que no vuelvo a la sede de mi Orden, y no conozco su despliegue actual.

... y me hago a un lado, pasando a un segundo, pero vigilante, segundo plano, aunque ya ha pasado mi recelo inical respecto a la presencia de la Guardia, ya que la respuesta ha sido más que adecuada.

El sargento os guía hasta una sala bien iluminada, en cuyo interior hay varios bancos y mesas. Las paredes, de un color blanco hueso, están adornadas con iconografía imperial.

El soldado pide a algunos de sus hombres que os traigan fruta fresca y bebida. Cuando lo hacen, ordena no ser molestado a menos que sea estrictamente necesario

- Una vez más, les pido disculpas por el error cometido. Mi deseo de querer cumplir fielmente con mi deber me hace ser bastante brusco a veces - os dice el sargento tras haber tomado asiento, no sin antes haber esperado a que os sentéis vosotros primero. - Si se me permite preguntarlo, ¿puedo saber qué asuntos les han traido a este sanatorio? -

    Shalak observó al hombre con desconfianza, sentía que la seguridad aún estaba comprometida y dudaba de las capacidades de los responsables de la misma pues qué hubiera podido llegar a ocurrir en el santuario de no haber sido por su llegada. El salamandra lanzó una mirada inquisitiva hacia Aleretta en busca de alguna respuesta pues era la miembro que se había mostrado más digna de su confianza.

    Sin embargo, trató de evitar que aquello fuera un obstáculo para su avance, por poco que le gustase, su misión allí no era combatir a aquella plaga, si no encontrar al miembro perdido y no tenía intención de desafiar a sus mandos, por lo que pasó a la habitación contigua aunque evitó el tomar asiento y se mantuvo cerca de la salida sosteniendo aún el bólter en su mano hasta oír las respuestas que iban a brindarles.

El padre Nemoris se alegró de que la situación de tensión se aligerara. No obstante, no le parecía bien dejar tan alegremente la comprobación del lugar a aquel pequeño grupo de soldados. No dudaba de su lealtad hacia el todopoderoso Emperador, ni dudaba de su capacidad per se, pero aquello que enfrentaban posiblemente necesitase de la intervención de gente de aptitudes superiores. En su caso, le preocupaba dejar de lado sus obligaciones como mimebro de la eclesiarquía.

- No estoy seguro de que sea buena idea dejar de lado la limpieza espiritual del santuario sin comprobarlo personalmente. Me gustaría acompañar a sus hombres si no supone inconveniente alguno sargento Grosvenor.- Comentó el sacerdote.

Harden se mantuvo serena, por fin. Agradeció esos minutos de tregua cuando las tensiones entre los locales y el grupo del cual ella formaba parte se apaciguaron. Ella se mantuvo aposta en un segundo plano, como una sombra, no quería protagonismo, no quería ser el centro de nada. Sabía cual era su deber y como buena veterana de la poderosa guardia imperial, sabía que siempre mantendría un perfil bajo mientras la gloría siempre se la llevaban los astartes o las sororitas. Hacía mucho que aceptó que los guardias eran la columna vertebral del imperio; la gente solo se fija en los puños golpeando y no en el aguante que proporciona una buena y dura espalda.

- Por supuesto, Padre - responde el sargento del Astra Militarum ante la petición del sacerdote del Ministorum. En sus labios os parece apreciar algo parecido a una pequeña sonrisa - Si lo desea, uno de los hombres posicionados en la puerta le guiará hasta la sala común -