Partida Rol por web

Estás sobre una mesa de mármol negro. Te yergues con bastante dolor. Te halla en una habitación de grandes proporciones, parece antigua, los techos son altos pero no ves ventanas. Hay candelabros sobre la mesa que alumbran débilmente la habitación. Tratas de salir por la única puerta que hay pero está cerrada y ni siquiera haciendo uso de tu fuerza pareces lograr el más mínimo cambio. El recinto además tiene una daga y un papel que lees con irritación.

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T.

A ambos lados de la puerta descansa un ataúd respectivamente.

"Mmm... Jo... ¡Qué fría es esta cama! Y... ¿Fría? ¡Pero si los muertos no sienten frío! O al menos, eso decía Mid... ¿Entonces...?"

Arthin abre los ojos, despacio. La luz de los candelabros se clava en su cerebro, pero no tarda en acostumbrarse a la penumbra de la habitación. Lentamente se incorpora y analiza la estancia. El dolor aún recorre su cuerpo, lo que lleva al mediano a mirarse, buscando las supuestas causas de su muerte.

Sin embargo, un objeto llama su atención. Es una daga. Junto a ella una nota. A medida que la lee, el pequeño pícaro frunce el ceño y pone una mueca de enfado.

- ¡Será...! -se le escapa, pero su instinto de supervivencia se dispara y continúa maldiciendo en pensamientos.

"¡Será hijo de goblin! ¡Comecucarachas! ¡Cerebro de culo de rana! Demasiado inútil, demasiado inútil... Ñañaña..."

Arthin continúa una retahíla de insultos y ocurrencias varias propias de los de su especie. Una ráfaga que dejaría pasmado hasta al más rufián de las tabernas portuarias. Mientras, se decica a investigar la habitación en que se encuentra. La puerta no cede, no hay ventanas, dos ataúdes...

"¡Anda! ¿Y eso? ¿Habrá alguien dentro?"

El mediano recoge la daga y se acerca con suma cautela a uno de los sarcófagos. Su experiencia le dicta que busque a su alrededor por si existe alguna trampa, o inscripción, o alguna pista sobre quién o qué puede haber dentro...

El corazón te late en las sienes, el miedo, te seca la boca. ...Te levantas y te sacudes el polvo, es entonces cuando ves que tu piel está palida con horribles heridas en costados y brazos de las que cuelgan carne.
A pesar de lo mal iluminada que está la estancia y la gran cantidad de rincones oscuros, no tienes problema en llegar hasta el sárcofago de la derecha.

Buscas con la mirada y en silencio, a simple vista parece impisible que puedas abrirlo por tu propia fuerza, te dispones a intentarlo, pero algo te detiene, te agarran el brazo. Buscas rápidamente con la mirada, y te encuentras con una imagen brumosa y transparente, lo que sugiere que no es algo natural.

La imagen* se escurre por la zona que está al fondo y a su vez da a tu espalda hasta que traspasa la pared por completo y vuelves a estar tú solo en la estancia..

El mediano da un respingo que le hace estremecer de dolor.

- ¡Eh...! -se le escapa- ¡Espera! Yo no puedo atravesar paredes... -añade en susurros- Pues vaya... -dice al llegar junto a la pared por la que desapareció la imagen.

Mientras pasa la mano por la pared, su mente vuelve a funcionar a marchas forzadas...

"¿Por qué me habrá detenido? A lo mejor no quiere que vea lo que hay dentro... ¡A lo mejor es algo interesante! Quizá debería... Aunque... Si un fantasma me ha detenido a modo de advertencia y sin querer matarme, ni nada de eso, a lo mejor debería hacerle caso... Mmm... Jo..."

Sus ojos van de la pared al sarcófago y regresan a la pared.

"¡Bah! Seguro que no hay nada. Además, yo solo no podría levantar eso. ¿Donde andará Middleblood cuando se le necesita? Mmm... Bueno, lo que está claro es que no me voy a quedar aquí..."

Arthin toma la daga, examina su hoja y se acerca a la puerta.

"Soy un Pinchabolsas, así que no hay cerradura que se me resista..."

Ayudándose de la punta de la daga, el mediano intenta forzar la cerradura de la puerta.

A pesar de tu experiencia y destreza para las cerraduras, sabes que va a ser dídicil forzarla, en cualquier caso eres un Pinchabolsas. Con el rostro concentrado y media lengua hacia un lado fuerzas la cerradura entre algún que otro taco por la bajo al saber que se te resiste la dichosa.

Cuando de repente de tanto forzarla, se escucha un ¡click!. Te es muy familiar ese sonido, sin embargo la puerta siga cerrada. Tras unos segundos de momentro dramático, la pared, justo por donde desapareció aquella silueta empieza a moverse con un sonido tremolante hasta que queda una apertura del tamaño de una diminuta puerta.

Después de abrirse esa ruta. El silencio invade la sala..

"¡Anda! ¿Y eso?"

El mediano mira su daga, la cerradura y el muro de nuevo. Una sonrisa traviesa aparece en su rostro. Se acerca al muro y echa un vistazo al interior.

"¿Lo habré hecho yo o ha sido el fantasma de antes?"

Arthin estrecha los ojos intentando ver algo y agudiza su oído para ver si escucha algo...

El pasadizo sube unos cuatro peldaños y acaba en una puerta maciza. Te quedas sorprendido al ver una falda de cuero clavada en la parte inferior de la misma. Aguzas el oído pero no se oye nada.
Los muros de la pared están rodeados por antorchas encendidas dandote claridad a ver la gran puerta ante ti

El mediano se acerca cautelosamente hacia la puerta, aunque su instinto le impulsa a buscar mecanismos o trampas en su ascenso por los escalones hasta llegar a la falda, incluyéndola también en su inspección...

"¿Quién habrá dejado esto aquí? ¿Será de Traig? A lo mejor Traig es una chica..."

Mientras haces el ascenso de los escalones divisas con la mirada el suelo y paredes en busca de algún mecanismo, sin embargo no haya nada extraño para tus ojos, salvo esa extraña falda.

La verdad que es un misterio, y no sabes de quien puede ser dicha falda. Parece que sea uno de los vestidos de Yaesmin, al menos te recuerdan a ellos. Tiene un bolsillo y no dudas en colar la mano para ver que hay en su interior. En su interior hayas tú pequeño Kukri, pero está partido en dos, aún así se podría empuñar ya que la empuñadura está en perfecto estado. En cualquier caso no deja de ser un misterio que esté hay tu kukri..

La puerta parece estar limpia de trampas a simple vista..

"Mi... Mi pequeño... Joo... Está roto..."

Si hubiera alguien más en la sala, podría ver como el pequeño se enjuga una lágrima antes de que ésta caiga por su mejilla. De pronto, sus labios se apretan en una mueca enfurruñada.

"¡Ese Traig me las va a pagar todas juntas!"

Guardó los fragmentos del kukri en uno de sus bolsillos y mantuvo la daga en la mano. Se acercó a la puerta e intentó abrirla con mucho cuidado...

La puerta se abre, tratas de abrirla cauta y sigilosamente. Nada mas abrir una pequeña rendija un olor a húmedo te llega hasta tus fosas nasales. La abres y la sala se mantiene tenuemente iluminada gracias a un par de antorchas a cada uno de los lados de la pared.

La estancia es una pequeña cámara de paredes rocosas, desnudas salvo las antorchas. En la pared del fondo ves colgada una llave dorada. Parece que no existe ninguna otra salida. Recorres con la mirada el resto de la estancia antes de dar un paso y a tu izquierda se hayan dos cofres cerrados y sin dueño..

"¿Pero qué puñetas...? Mmm... Todo esto me parece demasiado fácil..."

El pequeño observa todo con recelo. Avanza cautelosamente hacia los cofres, sin dejar de analizar donde pisa.

"Al menos han dejado algo para entretenerme. Mmm... Quizá tenga algún dispositivo o algo. Ese Traig parece muy artero. Tendré que andarme con ojo..."

Arthin se lleva la mano a la barbilla, un gesto copiado de su amigo Tenkharis, mientras examina los cofres detalladamente...

Tu isntinto en buscar algún dispositivo en las baldosas en los cofres no es muy certero. Sin embargo algo te dice que están libre de peligros, claro que es solo una intuición..

"Ah... Este dolor es insoportable. ¡Como quiere nadie que haga mi trabajo! En fin, no creo haber vista nada por ahí... Probaré a abrirlos a ver qué encuentro..."

Sus manos eran casi más rápidas que su pensamiento, pues ya trataba de abrir el primer cofre antes de darse cuenta. Primero uno, luego el otro...

Los cofres están abiertos, además te das cuenta de que están algo deteriorados, pero aún en ese estado tampoco te puedes fiar. Antes de pensarlo tus dedos ya están abriendo el primer cofre y después el otro.

En el interior todo te resulta familar. En uno de ellos está la espada de Tenkharis, su arco y el escudo con el símbolo de Ilgia (su ciudad) además de aquella armadura fantástica.

En el otro yace un kukri limpio y brillante, además de unas herramientas de ladrón, una armadura de cuero brillante y unos pequeños guantaletes (con puás) tamaño mediano..

"¿Esto es...? ¡No puede ser! ¡Le dimos una digna sepultura!"

Los brazos del mediano comienzan a revolver las cosas del cofre. Todo le recuerda a su amigo Tenkharis. De hecho, juraría por su honor de agente especial de la Muy Noble Orden de Catadores de Leche con Canela, que aquellas cosas pertenecían al guerrero.

- Maldito... Maldito... Maldito. Maldito. ¡Maldito! ¡¡¡MALDITOOOOOO!!! -de la garganta del mediano brota un grito de dolor y furia tan potente, que le hace perder el equilibrio.

Arthin se derrumba sobre sus nalgas aún aferrando las pertenencias de Tenkharis, mientras da rienda suelta a sus lágrimas. Lloró durante un rato y cuando se le agotaron las lágrimas y se acabó el dolor, sólo quedó espacio para la ira... Se levantó, sacó las cosas del otro cofre y comenzó a ajustarlas sobre su propio cuerpo. Sus labios fruncidos no emitieron sonido alguno. Se colocó la armadura, se ajustó las armas, el kukri nuevo y la daga encontrada, en el cinturón y se calzó los guanteletes, que contempló unos instantes con curiosidad. Movió los dedos comprobando su movilidad. Recogió las herramientas, que guardó bajo las mangas, como de costumbre. Y, finalmente, cubre su rostro con la capucha. Si alguien más hubiera estado en la habitación, habría visto una fría determinación en los ojos del mediano. Pues se había borrado todo rastro de jovialidad y alegría para ser sustituido por una máscara inexpresiva...

Desenvaina su arma, hace un par de movimientos para acostumbrarse a los guantes y lo vuelve a envainar. Casi arranca la llave dorada de la pared al recogerla y se encamina de nuevo hacia la sala anterior...

Recoges las cosas entre sollozos, ira y rabia hacia ese hechicero llamado Traig. Las ropas de tu amigo Tenk. están aquí, y son tan reales como las que llevava puestas el mismo Tenk.

Te apartas las lágrimas hacia un lado, no es tiempo para lo débiles y cobardes y tú lo sabes. Primero uno, después el otro, te vas colocando los guantaletes de cuero bien armados que van a tu medida. Das unas estocadas al aire para comprobar tu firmeza y agilidad y estás listo para continuar.
Miras la llave, y con cautela la coges. Está congelada, esta muy frío su tacto y eso te hace pensártelo dos veces antes de sacarla de su encaje.

Finalmente la sacas rápidamente y te la guardas en uno de tus bolsillos. Antes de poder salir, justo cuando te encaras a la puerta de salida, esta te cierra el paso con un enorme rastrillo que sale del techo y tienes que hacer una pirueta hacia trás para que no te chafe. Estás encerrado, pero en pocos segundos escuchas una sonrisa familiar..

-Jijijijiiji,,,

Retumba por todas partes esa siniestra sonrisa y en un abrir y cerrar de ojos un figura oscura se lanza sobre ti. Cuando esa sombra desaparece, tu antebrazo tiene una brecha de donde empieza a brotar sangre..(-3PG)