Partida Rol por web

Yo soy estudiante de la escuela de guerreras mágicas. 

La noticia me deja en shock... y me quedo en un repentino silencio... -¿Eh?.......... ¿Eres... eres una guerrera mágica?...-

Me levanto lentamente... -((eh hihihi, ¿Sa-sabes? acabo de recordar que tenía que hacer algo hoy... pe-perdoname, tengo que irme... ))- me quedo pensativa varios segundos...

Luego sacudo la cabeza y agrego mirandola con una sonrisa... -Me la pasé muy bien hoy contigo Nery... ¿Puedo verte mañana de nuevo, aquí?...-

-Sssssshhhh Grim no te la comas venga. Dijo sonriendo mientras el gran peluche se encontraba comiendo cadáveres, manchando sus enormes zarpas de sangre mientras miraba a ambas mujeres con sus ojos llenos de un espeso humo oscurp, se quedo un momento estático sin hacer nada con el cuerpo de una mujer entre sus dientes antes de meterla por completo en el interior de su oscura boca para acabar con su sufrimiento, entonces rugio con fuerza al cielo y se sentó en el suelo pasando la mano por su boca a modo de gato limpiandose la sangre. -Buen chico buen chico, si es que eres todo un amor Grim. La Titiritera por primera vez se sonrojo y le dio un tierno beso en la mejilla a su enorme marioneta, pocos podrían saber la pasión que tenia ella por sus creaciones y mas por esta en especifico. -Estas llenito? No? No te preocupes que cuando volvamos a casa te daré muchas mas golosinas, venga ven aquí amor mio.

Grim se fue volviendo mas pequeño, hasta que como tierno muñeco que es inocente hasta que siente la llamada de su dueña, subiendo por las piernas de la Titiritera para que esta le cogiera en brazos. -Algo mas? Yo no tengo que hacer nada mas por aquí, seria conveniente que te limpiaras toda la sangre que tienes en tu vestido y luego si quieres hacer algo mas estaré...bueno estaré encantada de ayudarte. Al menos he podido darle de comer a Grim, me a salido rentable el viaje hasta aquí y el escucharte.

Nereida se sentía algo confundida.

Que le habrá pasado? Será algo que dije? Bueno, si quiere volver a verme entonces no fue tan grave. O tal vez tiene un problema personal. Mejor no le pregunto.

-Sí, claro. Yo también la pasé muy bien. Puedes venir a verme aquí cuando quieras. Siempre estaré unida al mar y quiero compartir este espacio contigo.

Y le regaló su mejor sonrisa.

-Sí, nosotros también debemos proteger a la Reina, sólo que hoy es mi día libre y decidí invertirlo en conocer más de Hardak. Ha valido la pena.

Animae sonrió bastante con esto último porque era verdad. Aún cuando se sentía honrada y feliz de proteger a su señora a veces le agradaba tener tiempo para cosas que a ella le gustaban o aprovechar en algo que le hubiese gustado invertir. 

Al entrar a la feria miraba alegre el ambiente festivo que se vivía y sonreía de manera viva al arribar al puesto de pirañas. Admiró la proeza de Ilify y asintió con el reto que el dragón le propuso. La pelinegra suspiró y su semblante irradiaba concentración: sus ojos azules miraban el patrón de nado de los peces, las ondas producidas por éstas e incluso percibía la alteración del micro aire que rodeaba su mano debido al pequeño movimiento de las criaturas que nadaban en la pecera y, de pronto, metió su mano a un punto fijo para rápidamente sacar una piraña sujetando su cuerpo de tal manera que éste no se torciera mucho.

La faz de Animae era de orgullo total, incluso le pareció haber hecho un mejor trabajo que Ilify pero no dijo nada al respecto. Miró si otro niño quería al pez y de ser así, se lo daría para que igual disfrutase de tener una mascota.

-Hay que cuidarlo, ¿vale?-después entrecerró los ojos a manera de picardía sin poder evitarlo mientras miraba a su compañero-. Lo logré.

El dragón no pudo evitar soltar una risita al sentir que la guerrera casi llegó a atrapar dos juntas, y si no fuera por el tamaño que tenían, seguro que las hubiera sacado. Los niños estaban eufóricos, dos pirañas tan consecutivas y además las regalaban, algunos chiquillos ya se reunían alrededor de los afortunados, para ver si podían hacer turnos para cuidarlas.

- vaya, me has sorprendido, no esperaba que el primer intento te saliera con tanta precisión, ¿sueles ser tan precisa o es que las risas de los críos te animan?

El tendero por su parte sonreía abiertamente - de un guerrero dragón lo suponía, pero de una señorita de Andelivian,... no creo que sea una turista más, aunque me suena mucho su cara señorita ¿le conozco?

- claro que si - dijo un niño - es Zmiy ¿a que si Ilify?

El semblante del dragón bajó un instante la mirada, para luego agacharse y poner su mano en la cabeza del chico. Mirándole directamente, negó con la cabeza - Zmiy hubiera vaciado la pecera en ese segundo - algunos críos daban la razón al dragón, y el hombre de la parada de pirañas, la volvió a mirar.

- vaya, es cierto que se parece, lo siento chico, no pretenda abrir viejas heridas - decía al dragón.

Ilify negó con la cabeza - no se preocupe, esta chica es Animae, una guardiana de Andelivian - luego miro a los chiquillos - y no ha vaciado la pecera, pero ha estado a punto de sacar dos a la vez, cosa que todavía no he logrado ni yo, así que "¡soldados! Saluden" - mientras algunos de los niños y niñas se ponían firmes y saludaban poniendo su puño derecho en el pecho, otros reían y rodeaban a la guerrera preguntando demasiadas cosas sobre Andelivian a la vez como para entenderlos.

Animae sonreía alegre ante el derroche de felicidad de su futura compañera. Negó con la cabeza ante la invitación de cantar para que Nereida disfrutarse de la acústica del salón, así que se quedó a una distancia prudencial escuchando la calidad de la voz de aquella chica. Abrió los ojos sorprendida por el nivel al que podía llegar y pensó que a su madre le encantaría oírla, ella debido a sus poderes sabía cantar. Al término de la canción la pelinegra aplaudió con muchas ganas admirando a la peliazul.

-Bravo. Seguramente serás una muy buena cantante. Tengo curiosidad... ¿tu canto tiene que ver con alguna cualidad mágica? Mi madre puede controlar el sonido, por lo que el canto le vino como un guante a la mano.

Animae reía alegre por haber logrado, al menos lo que parecía, una gran proeza digna de admiración. Eso sí, estar rodeada de tanto niño le puso un poco nerviosa y le contestó al dragón con gran regocijo.

-Soy precisa, pero digamos que hoy influyeron muchas cosas-lo estaba pasando bien, era normal que aquello le hubiese salido bien y más porque lo disfrutaba.

Cuando la llamaron por Zmiy, la pelinegra recordó que así la había llamado Ilify el día en que se conocieron. Parecía ser que ella es o fue alguien muy importante tanto para la comunidad como para el guerrero. Una mezcla de curiosidad y vuelco al corazón apareció en lo profundo de ella, pero algo en su mente le dijo que no era momento de preguntar y que mejor esperase cuando llegara la oportunidad adecuada.

-Commutatus Animae, un placer-hizo una reverencia a los presentes y se levantó un tanto sonrojada-, pero me pueden decir Animae. Commutatus es mi apellido y en mi familia el nombre va después.

Soltó de nuevo una risa al ver la formación de los niños con su saludo formal y trataba de escuchar cada pregunta, una a una.

-No, no todos tienen un guardián animal pero yo sí, se llama Schmella y no pudo venir, es muy tímida... Tengo un hermano mayor, pero él es muy reservado... Hahaha, no, Arjimae no tiene novia... Hoy fue mi día libre... El arcoiris circular sí es real... 

La estaba pasando bien, pero el tiempo pasaba y era mejor aprovecharlo en otras cosas antes de que cada quien regresara a sus obligaciones pertinentes. Fue despidiéndose de cada niño con un saludo y sonrisa y espero a que Ilify hiciese lo mismo antes de continuar con la feria. Mientras caminaban el color del cielo apenas comenzaba a acariciar la llegada de la tarde y Animae suspiró.

-Espero no haberte causado inconvenientes. 

Con una sonrisa que hacía tiempo que había olvidado, miró a la guerrera, y la enorme paciencia de responder las preguntas que lograba descifrar - venga, venga, la vais a asfixiar - entre risas y despedidas los pequeños dragones fueron retirándose, cuando ella le decía de esperar no haberle traído problemas.

- en absoluto - respondía - ver a tanta gente sonreír siempre es un regalo, disculpa los están hechos unos alborotadores.

Sin decir mucho más se inclinó ante la muchacha - discúlpeme usted señorita, parece que le han ocupado un valioso tiempo que debería haber dedicado a su reposo - se enderezó de nuevo mirándola, y le ofreció la mano - parece que no podremos ver mucho más, mmm, ¿a donde debería llevarte? - pensó un momento y se encogió de hombros - escoge, algo tranquilo, "alas del atardecer", o algo activo, "laberinto de plantas de combate". Ambas son exclusivas del atardecer. La primera, una góndola alada que se eleva y va acompañando a la caída del sol, la segunda un laberinto formado por plantas que van despertando al amanecer y nunca se sabe que hojas te permitirán pasar primero, con el añadido que algunas plantas a menudo golpean con sus grandes hojas a los valientes que intentan pasar, no duelen dichos golpes, pero dan buenos empujones.

La sonrisa que había llevado Ilify le hizo sentir una satisfacción tal que de nuevo su corazón se había acelerado. Una súplica interna y casi silenciosa emergió  del rincón más profundo de su alma que, aunque no dijo nada, éste parecía emanar con gran fuerza para ella misma: "no dejes de sonreír".

Siguió caminando al lado del guerrero dragón y Animae ahora tenía dos buenas opciones a escoger: le agradaba la tranquilidad pero también un poco de adrenalina. Se quedó pensando un poco y en cuanto le tomó la mano, la mezcla de frescura y calidez la invadió y lo miró con decisión.

-Laberinto de las plantas de combate. Será divertido y con mi habilidad podríamos salir rápido, aunque el propósito de ese sitio debe ser ir lento y no las prisas para disfrutar del atardecer, ¿no? O solo que tu quieras algo más tranquilo vamos a Alas del Atardecer. Ambas son muy buenas ideas.

Se quedó esperando la respuesta de su compañero. No le soltó la mano.

- Entonces las plantas, pero no utilices habilidad alguna, si vas con calma sin tocar las hojas poco a poco ellas solas se van alzando y apartando, ese es el secreto de ese juego, la paciencia y pensar rápido para que no te corte el paso otra hoja. Y si una hoja te toca, es cuando te empujará con fuerza, es un tipo de auto defensa contra algunos insectos gigantes.

Fue caminando hasta allí, donde ya habían algunos niños y algunas parejas luchando contra los empujones. El dragón entregó la tarifa al encargado y cogió aire - ¿preparada? - sin soltarla se acercó a un punto por el que no parecía haber nadie todavía y esperó a que la primera hoja se alzara.

Un bosque de plantas semejantes al girasol, de color naranja oscuro y rojo, y de tallos y hojas amarillos, se alzaban hasta una altura de casi cuatro metros, sus hojas sagitadas y amenazantes, de un metro de envergadura se hayaban a escasos centímetros del suelo, y la luz del atardecer había sido totalmente cubierta por el denso conjunto. Entre sombras se veían ante aquel enorme reto.

-Muchas gracias -dijo Nereida sonrojándose un poco ante la devolución de Animae- En realidad no obtengo ningún poder mágico por cantar. Pero es parte de mi conexión con el mar. El agua me da poder y el ritmo de las olas me ayudan a entonar las melodías con las que predico la sabiduría del mar.

Para Animae, aquello no podría ser una aventura aburrida, sino todo lo contrario. Eso sí, sin poder evitarlo fue invadida por una pequeña sensación de intimidación ante esa flora que se avecinaba. Tragó un poco de saliva para darse fuerzas a sí misma y siguió a Ilify para adentrarse a ese laberinto.

Instintivamente intentó percibir las corrientes de aire para salir, pero recordó el consejo de no usar sus habilidades y trató de "apagar" esa sensibilidad que había desarrollado. El aroma de las flores fue llegando de poco a poco embriagándola de perfumes exóticos y su nariz no aguantó la mezcla.

-¡Achew! (achiú)-estornudó de manera muy queda para no interrumpir a los demás que estaban cerca de ahí. Sacó un pañuelo para limpiarse-Lo siento.

Tallos de distintos grosores y pétalos que iban de la seda a lo poroso iban apareciendo frente a los dos guerreros mientras trataban de encontrar el centro. Una que otra hoja salía de repente intentando defenderse o simplemente como método natural, logrando esquivar con un poco de dificultad cada una de ellas y provocó que soltara una que otra risilla nerviosa. Era una guerrera, debía lograr esquivar gracias a su entrenamiento.

Cuando ya iban a llegar al centro le sonrió a Ilify emocionada.

-¿Qué hay allá?

-Una sirena, ¿eh?

Bromeó Animae para llevársela bien con Nereida. Ahora que la chica le había revelado parte de sus habilidades, consideraba que no podía quedarse atrás.

-Yo puedo controlar el viento, supongo que ambas podríamos ser buenas compañeras de equipo si es requerido.

Comenzó a inspeccionar el salón por si algún instrumento le llamaba la atención, pero ella nunca había tenido afinidad para la música.

-¿Algún otro sitio al que quieras ir?

Pasar entre aquellas grandes plantas podía parecer complejo, pero se trataba solo de observar y danzar entre los tallos y las hojas, Ilify veía sonriente como la guerrera era buena evitando empujones, sin soltarse las manos y al tener que caminar pendiente de las hojas que pudieran golpear a uno mismo o a quien te acompañaba, el juego se transformaba desde los ojos de quienes quedaban atrás como un baile suave que solo se lograba cuando la complicidad lo permitía.

Pasar entre plantas como aquellas, era algo imponente, tétrico por la poca luz que había por el camino al centro, pero también bonito de algún modo, tal vez por las texturas variadas y el aroma.

Llegando al centro, unas difuminadas lamparas azuladas daban la bienvenida a los que lograban la hazaña de cruzar el laberinto, que pese a llamársele así, no había posibilidad de perderse, solo la complejidad de hayar un hueco entre aquellas grandes hojas para alcanzar un sitio en el corazón del laberinto.

Pasando la ultima hoja, la tenue luz azulada iluminaba bancos posiblemente blancos pero que parecían ser del mismo color de la iluminación, la luz era leve, y las plantas no permitían ver la luz del atardecer, pero ello no impedía que algunas personas parecieran esperar algo.

Ilify soltó un instante la mano de Animae para quitarse la chaqueta y ponerla sobre un banco vacío, para evitar que ambos se sentaran sobre un banco empapado por la humedad, y le invitó a sentarse mientras cogía una cantimplora de bambú de su cinto - es té verde Andeliviano, lo ideal seria tener unos vasos, pero no había pensado en venir a este lugar - era sabido en Hardak que el té de su mundo era mucho más agresivo, y por ello era común importar el de Andelivian mucho más suave y agradable para relajarse. La cantimplora del dragón no estaba llena, por lo que parecía ser la bebida que solía llevar durante sus rondas por el pueblo.

No tardaron mucho en empezar a verse la mayoría de hojas en alto, y cuando eso sucedió, las amplias flores, como si fueran personas despertando, comenzaron a alzar sus pétalos a una luna todavía no visible, y numerosos rayos rojos del atardecer se comenzaron a filtrar en todas direcciones, un contraste de colores naranjas y rojos se mezclaban con la suave iluminación azul, ofreciendo una cara totalmente diferente de ese lugar, creando con la mezcla de tonos, una variedad de azules, violetas y rojizos cambiantes como si entre ellos jugaran a cambiar de sitio o saltarse unos a otros, un espacio etéreo o aparentemente estropeado al menos en el que ningún espacio era del mismo color 2 segundos seguidos. Ningún destello era suficiente fuerte como para molestar y es que la luz que llegaba del amanecer era filtrado por las plantas que les rodeaban, que al no estar todas tan juntas como antes permitían ver más que por el día.

- este lugar es conocido también como el corazón de Hardak, un lugar cubierto de sombras por el día que buscan proteger su interior, y que busca luz por la noche para sentirse querido. Una leyenda de Hardak, dice que estas plantas buscaban unir a los tres mundos, en Andelivian unas semejantes a estas reaccionan con el sol, en el mundo titan, unas que reaccionan con la luna, y las de Hardak buscando reaccionar con el atardecer y el amanecer, por tal de crear un lugar neutro.

Luego le pidió perdón - puede que te haya incomodado que te llamaran antes Zmiy, ella era otra guardiana de la sacerdotisa, y alguien especial para mi, como tú, tenía el pelo de azabache y los ojos de un vivo azul,... ella, murió en la ultima confrontación contra los titanes, cuando se sacrificó para salvar a un niño que tomaron por rehén.

Animae se sentó en el banco para descansar admirando el paisaje que se había formado ante sus ojos. La belleza del atardecer era algo digno de admirar, y los juegos de luces y sombras con las plantas no hacían más que engrandecer aquella escena deleitable.

Bebió un poco del té mientras su garganta agradecía que ingiriese algo propio de sus tierras y escuchó la explicación que dio Ilify sobre el laberinto, asintiendo al estar totalmente de acuerdo con el guerrero dragón.

-Esa leyenda es muy bonita.. y una buena metáfora de cómo es la relación de los tres planetas. Me gustaría que así fuese en realidad.

Apretó la cantimplora para después suspirar y devolvérsela a Ilify con una sonrisa de agradecimiento. Sin embargo, cuando le pidió perdón hizo una mirada de extrañeza que fue cambiando poco a poco en otra que recordaba a la melancolía. Ahora entendía por qué la confundían con Zmiy y que él la llamara así cuando se conocieron, por lo que no pudo evitar sentirse triste ante la idea de perder a alguien importante.

-No te preocupes por ello-le respondió en un tono afable y comprensivo-. Parece ser que ella fue alguien muy importante para todos y es natural que...-se interrumpió para suspirar de nuevo-... lo siento. Nunca he perdido a alguien y no se lo que se siente, pero-le puso una mano en el hombro para darle ánimos a él y a sí misma-. Zmiy estaría orgullosa de ti y de todos. Se ve que la apreciaban mucho y ella a todos ustedes.

Pasando el tiempo, los guerreros conversaban de otras cuestiones intentando aminorar el ambiente que se había formado. Sin embargo, ambos sabían que se debía terminar aquella travesía para que cada quien continuase con sus responsabilidades, y es así que Animae e Ilify salieron de ese laberinto y a la salida se despidieron. No obstante, en un pequeño arrebato de impulso, la guerrera le dio un beso rápido en la mejilla del dragón antes de irse a paso de trote dejando atrás al chico sin intención de huir. Habían quedado de verse de nuevo en el pueblo; pero el reencuentro tardó un poco más de lo esperado.

Día 9: Campos de Entrenamiento en Hardak

Tal vez por los horarios, las nuevas tareas o capricho del destino; pero la quedada en el pueblo nunca llegó a concretarse y con el pasar de los días ni siquiera hubo una mínima oportunidad de que Animae volviese a ver a Ilify. Como bien era sabido, a pesar de que el viaje a Hardak era por cuestiones diplomáticas y los rumores de una posible guerra eran cada vez más fuertes, los altos mandos de Andelivian demandaban que los guerreros entrenasen con más rigor. La Reina estaba de acuerdo con ello y Arjimae también, y aunque ambos sabían que la recreación era muy importante, los entrenamientos fueron ganando importancia sobre los tiempos libres; y fue así que la guerrera pelinegra estuvo bajo disciplina por una semana entera. Aunque ella y sus amigas pertenecían a un grupo de élite, les era constantemente recordado que no debían bajar la guardia y por esto, el comandante Ephorus las entrenaba.

Los susurros de los habitantes de Hardak e invitados de Andelivian decían que ese comandante Ephorus era muy severo con las guerreras, en especial con una muy parecida a él que al final se descubrió que eran hermanos, siendo Animae la hermana menor, y con ello justificar por qué él era así con ella. Una tarde, el comandante estaba dando instrucciones a las guerreras sometiéndolas a pruebas bastante complicadas: no solo era correr, saltar, flexiones o sentadillas; también era el uso de sus armas y combatiendo entre ellas. Algunas parecían ser bastante gráciles en sus movimientos y a otras se les complicaba el combate y perdían contra su oponente mientras Ephorus gritaba que en una pelea real el enemigo no tendría clemencia.

En uno de los pares Animae peleaba a distancia con su arco y flecha, disparando a las dianas en movimientos mientras esquivaba ataques que le lanzaba una pelirroja llamada Scarlet. Se notaba que las dos se estaban conteniendo, y cuando el comandante notó eso le ordenó a Scarlet que se retirara y comenzó una contienda cuerpo a cuerpo contra su hermana menor. Sin querer, el resto de los que entrenaban pararon para observar aquella pelea improvisada.

El comandante portaba una espada que relucía a la luz, cegando por momentos a cualquiera que mirase aquella hoja afilada y aprovechaba eso para apuntar a los ojos de Animae y distraerla, pero al menos la guerrera parecía no verse afectada por eso; incluso, cuando ella se movía era bastante perceptible notar que ráfagas de aire le ayudaban a esquivar con gracilidad y al estar a una distancia considerable lanzó una tajada de aire con intención de cortar la espada de su hermano, pero éste lo esquivó con bastante facilidad. 

Aprovechando aquello Animae invocó un tornado que fue arrasando hacia Ephorus y, sin poder evitarlo, el comandante se vio atrapado en el remolino girando a gran velocidad. En eso, la guerrera cargó una flecha y ésta comenzó a cargarse de una increíble energía mágica, la cual emanaba un brillo blanco al mismo tiempo que algunas corrientes de aire la rodeaban dando un aspecto aún más peligroso. Apuntó y disparó, dejando detrás una estela de viento que propulsaba aquél ataque aumentando la velocidad y solo los ojos más rápidos podían detectar que el aire desaparecía antes de que la flecha llegara, indicando que la fricción no hacía amago de relantizarla. 

No obstante, fue demasiado tarde. Al seguir la ruta de la flecha se percató que su hermano ya no estaba en el remolino y estas dos desaparecieron en un impacto mágico y de ventisca, provocando que se liberara un gran poder mágico y elemental por todo el campo. Animae giró 180 grados aún apuntando con el arco y después de que el ambiente se calmara, todos lograron ver que la punta de la flecha apuntaba al pecho protegido de Ephorus, mientras que la espada de él paró pocos centímetros ante el cuello de la guerrera. Los dos se quedaron inmóviles respirando con dificultad hasta que el comandante fue el primero en alejarse y en guardar la espada en su funda.

-Bien, Animae. Pero te faltó velocidad y darte cuenta que ya no estaba en tu trampa del remolino. Supiste dónde estaba, pero el enemigo ya habría acabado contigo antes de que alcanzaras a disparar. Debes mejorar en tu combate cuerpo a cuerpo y en ser más perceptiva-Animae seguía respirando cansada y cuando el arma dejó de apuntarle bajó su flecha mientras veía al suelo-. Se merecen un descanso, tienen el resto de la tarde y noche para reposar. Mañana a primera hora seguiremos con el entrenamiento... Y Animae, no quiero que pierdas el tiempo paseando por Hardak.

Aquello le caló bastante a Animae, quien solo elevó un poco su rostro para clavar su vista directamente a los ojos azules de Ephorus, quien no le pudo sostener la mirada y dio media vuelta para retirarse del campo con los demás. La guerrera sabía que su hermano solo no quería que le pasara nada y de ahí el duro entrenamiento, pero no podía evitar sentirse molesta. 

Poco a poco los demás se iban y Scarlett le pidió que se fuese con ella, mas Animae pidió un tiempo a solas y todas comprendían el por qué. Sin insistirle, la dejaron atrás hasta que la pelinegra fue la última en quedarse en ese sitio ahora "solitario". Sostuvo su arco y su flecha con tanta fuerza que ambos temblaron y una brisa de aire agitó sus cabellos, pero se podía percibir que era bastante agresivo ese viento que a los segundos se calmó. Después de varios segundos sin moverse, la chica caminó hasta una de las orillas donde estaba un carcaj y ahí guardaba su arma en completo silencio.

Tras observar el entrenamiento, pues tenía ganas de estirar sus propios huesos un rato, vio que este terminaba, tras un interesante ataque combinado entre tornado y flecha, y aunque fue en vano, porque estaba claro que aquel tipo no estaba en aquella trampa y ella no se percató, fue una mezcla interesante. Se fijó que la mayoría tenía esa costumbre de utilizar aparatosas armas, también Zmiy utilizaba una espada, pero en su caso siempre había preferido utilizar sus propias garras, era más practico que estar cargando cualquier cosa y unas buenas garras bien utilizadas, no daban mucho margen de error.

Cuando todos fueron dejando sola a la arquera, se acercó el dragón - ¿no es molesto cargar siempre algo tan aparatoso? - una sonrisa asomaba en la distancia según se acortaba. Esa no era la cita que tenían preparada, pero a falta de un momento idóneo, bueno era ese.

Mientras guardaba el arco y flecha en su carcaj, Animae seguía ensimismada y más por la advertencia de su hermano de que no "perdiera tiempo". Seguramente alguien le dijo que miró a una andeliviana con ciertas característica y la reconoció al instante. y aprovechando que no hacían mucho sugirió tenerla vigilada con un entrenamiento. Estaba consciente que había dado una buena pelea, pero que debía mejorar si de verdad quería cumplir con sus propósitos de proteger a los demás.

... Pero ella quería volver a ver a Ilify. Conocer más de su mundo y él, saber si la amistad que estaban forjando sería sólida y si se podía dar algo...

Y de pronto, la voz de aquél guerrero la sacó de sus pensamientos, provocando que saltara un poco del susto y al voltear a verlo parte de su frustración se desvaneció como cuando el viento se lleva las hojas frágiles del suelo. Sonrió un poco cansada luego de regañarse a sí misma que debía prestar atención a sus alrededores y miró su arma con cariño.

-Desde pequeña me gusta la arquería... y no, no me molesta cargarla. La espada de mi.... del comandante sí que es muy ostentosa, con los bordados y ese brillo dorado. Mis padres me dieron un arco cuando era pequeña, y éste cuando entre a la Academia-se encogió de hombros y se colocó el carcaj tras su espalda-. Hice la prueba para varias armas, pero esta es mi favorita... Ephorus quería que yo usase una espada como él.

Se podía ver que Animae había sudado bastante y cansada, pues la ejecución de sus poderes era bastante agotador y más si era tan seguido con ese nivel de exigencia. Unas gotas de sudor recorrían su rostro y sus mejillas sonrojaban por el calor en su cuerpo. Además, la adrenalina la invadía y eso explicaba por qué hablaba tanto y además de abrirse con él de ese tema, el cual tardó en tocar incluso con sus amigas.

-¿Tu no usas armas? Ahora que recuerdo, cuando te conocí no llevabas... Tu propio cuerpo... sí, está bien. Varias compañeras hacen lo mismo-se percató que hablaba demasiado y calló, aumentando el rojo de su rostro-... ¿Y tu cómo estás? Perdona que no nos hayamos podido ver en este tiempo... de... verdad quería.

El dragón mostró su garra, adoptando un aspecto bastante agresivo por un instante, y dirigiéndola hacia ella le mostró como era capaz de ser parte de las sombras que daban fama a los titanes.

- soy un dragón compuesto más de sombras, que de luz, poseo artes oscuras, aunque también he adquirido un poder andeliviano compuesto por hielo, otra habilidad un poco mal vista a pesar de ser de energía pura.

Cuando le preguntó sobre como estaba, él se encogió un poco de hombros - supongo que bien, y en cuanto a no acordar un día concreto, soy igual de culpable ¿no crees? No es como si estuviéramos libres cuando queremos, son cosas de nuestro estatus, nos debemos a las órdenes antes que al dar vueltas de forma azarosa.

Aunque en principio no dijo nada, no pudo evitar tener la necesidad de preguntar - vuestro comandante,... es tu,... esto,... - parecía temer de algún modo la respuesta - ¿tu pareja? - tal vez él había malinterpretado esos días atrás por el hecho de estar cómodo a su lado, y las palabras del hombre que Ilify escuchó en la distancia eran celos...

-No lo sé, tal vez la biblioteca. Dicen que tiene lo mejor de nuestra literatura.