Partida Rol por web

Las palabras de McMillan sacaron al novato de su estado de enajenación. Tenía razón. El objetivo principal era la replicante. Quizá el muchacho que huía no fuera mas que un joven asustadizo. No podía dejarse llevar por suposiciones mientras que sus compañeros parecían estar haciendo el trabajo. - Tiene Usted razón. Le acompaño y miraremos en las habitaciones en busca de la pellejuda. Le sigo agente -

Enfunda el arma en la cartuchera bajo su brazo izquierdo pero sin poner el seguro. Es muy posible que tenga que usarla si dan con su objetivo. Habiendo asesinado a humanos para llegar a la Tierra, no se entregará sin más.

Un pequeño atisbo de triunfo se dibujó en mi rostro.

Estaba asustada. ¿Podía asustarse un replicante? Puede que fuera parte de su programación. Era actriz por lo que podría estar actuando y mostrarme su faceta de "muñeca herida". Eso por otro lado me asustaba. Había leido libros sobre los antiguos animales, los reales, los prácticamente extintos. Y cuando una fiera estaba acorralada, no temía nada y era capáz de todo.

Di un paso a delante y me encogí de hombros mientras la hablaba con calma.- ¿ Por que no lo comprueba por usted misma?- Señalé a la puerta. - Solo tiene que abrir la puerta y salir. Se encontrará con una pistola por delante...- retiré esta vez mi gabardina enseñando el revolver reglamentario y lo palmeé-.. y otra por detrás.

Di otro paso mas hacia ella y busqué una silla. Al encontrarla, me senté en ella, a un par de metros de la chica. Entonces mi rostro se relajó lo suficiente para parecer amable.

- Cris.- Escupí prácticamente sin decir nada mas. Quería ver la reacción de su rostro al decir su nombre. Esperé unos segundos mas, algo eterno. Lo que se llama silencio escénico. -Es su nombre ¿Correcto? Solo quiero hacerle unas preguntas. Después podrá irse. - Mi mirada se fijo en una mesita cercana. En ella podría dejar el aparato del Test y empezar mis preguntas. Eso, si no tenía nada que responder.

Cris ladeó la cabeza levemente para colocarse la melena y terminar mirando al agente. - ¿Tengo alguna otra opcion, señor? - Cruzó sus piernas y sus manos, entrelazando los dedos, apoyando sus manos en su rodilla, irguiendo la espalda, sentada en el apoya brazos del sillón.

No parecía que quisiera colaborar con el agente. Pero seguía allí, sentada, fría con el agente de la ley. El Blade Runner debería empezar a acostumbrarse a ser tratado como un monstruo en busca de su presa, cuando nadie sabe quien es su presa todo el mundo piensa que es uno mismo. 

Henry miró hacia la muchedumbre. - Vamos, aún no he visto este camerino, acompáneme. - El de San Diego fué directo hacia una puerta del pasillo. La abrió y ojeó el interior rápidamente, luego se giró al joven. - Vamos, busquemos a ver si está aqui. No vaya a ser que se halla escondido. No podemos dejar un camerino sin mirar a fondo. - Su voz mantenía el tono de urgencia, se lo estaba tomando muy enserio lo de cazar pellejudos. 

- Vamos, busquemos a ver si está aqui. No vaya a ser que se halla escondido. No podemos dejar un camerino sin mirar a fondo. -

En silencio, el asiático asintió y siguió los pasos de su homólogo de San Diego, no sin sentir algo extraño en las palabras de McMillan. Por un momento, su mente de novato percibió una insistencia en su compañero como para caer en una trampa. Lo mas seguro, sería que su castigada mente fruto de la tensión sufrida hace escasos momentos le estuviera causando una impresión equivocada. Se retiró el sudor de su frente con la manga de su abrigo de lana sintética. Hacía demasiado calor allí. 

Volvió a desenfundar en cuanto los blade runners cruzaron el umbral y trató de mantener cierta distancia con McMillan. Los ojos de John trataban de localizar todos los puntos de la estancia al mismo tiempo, pero tampoco quitaba ojo a su compañero. Todavía no se fiaba de él.

Era sensual.

Eso había que reconocérselo. La forma de moverse, de hablar y de tentar hasta el último momento la suerte solo con su presencia. Como si el maldito pellejudo llevara grabado en el código el saber que esa forma era... peligrosa.

Saqué el intercomunicador y sonreí delante de ella.

-John. Aquí Schreiber. Necesito que venga al camerino. La señorita Cris parece querer colaborar.-

Lo guarde lentamente en el bolsillo.

-Verá, señorita Cris. Siempre hay elección. Lo interesante es saber elegir cual es la correcta. Y lo correcto, ahora, es que conteste a las preguntas. Son sencillas. Como por ejemplo...¿ Cuanto tiempo lleva en L.A.?

Suena el Intercomunicador. Es Schreiber.

-John. Aquí Schreiber. Necesito que venga al camerino. La señorita Cris parece querer colaborar.-

El comunicador crepita. Es su compañero. Las palabras de Schreiber resuenan con la voz distorsionada fruto del altavoz. Mirando a McMillan, John responde:

- Recibido Doc. Buena noticia. Vamos para allí -

Y si nada lo impide, el novato abandona la estancia para encaminarme hacia el camerino. Al parecer, el instinto de Schreiber está más desarrollado que el suyo. Habían dado con la replicante.

La mujer alzó la cabeza orgullosa. - Llevo en Los ángeles mas de 3 años... ¿No ha visto la obra "El petirrojo libre"? Pues fuí premiada con la máscara de plata a mejor actriz, hace un año. Es por eso que conseguí este trabajo. - Se notaba que estaba puesta en el mundillo de la actuación. Sin embargo, parecía que seguía sin querer hablar mucho con Schreiber. 

- Puede- respondí con una sonrisa. -¿Por que no me interpreta un pasaje y me refresca la memoria?- Era evidente que la sensación que quería mostrarla era de desconfianza.

Con esa pregunta incluía que necesitaba la prueba de que ella había interpretado esa obra. Por otro lado, si era un pellejudo, tendría una base de datos, un reproductor mental o algo así y lo recordaría al milímetro. No obstante, como fuera, cualquier humano, dudaría un rato en recordar, después de un año, cualquier diálogo de memoria.

Me crucé de brazos y me recliné sobre la silla.

- Sería todo un honor una... escena privada.. de la estrella principal, claro. - En ese momento se me ocurrió algo y sonreí ampliamente. - Su familia debe de estar muy orgullosa de usted, al ser una actriz de estrella. ¿ Donde están?

La mujer se sorprendió a la petición del agente. - ¿Cómo, qué. ahora? - No parecía entender la situación. - ¿Me está intimidando para que actúa para usted? - Se levantó y se dió una vuelta rápida, poniendose una mano en la cabeza y otra en la cintura. - Otro loco... ¿Porqué me pasan estas cosas a mi? - Se volvió a Schreiber y lo miró a los ojos desde la distancia. Suspiró, y cerró los ojos, como intentando recordar algo. 

Luego el agente le interrumpió para preguntarle sobre su familia. Ella exhaló con fuerza. - No están en la Tierra, se fueron hace tiempo. - Luego volvió a cerrar los ojos, intentando recordar.

Los dos agentes se desplazaron al siguiente camerino, abrieron la puerta sin llamar. Y allí estaban Schreiber, sentado en un sillón, mientras la actriz los miró sorprendida y asustada. El agente John y McMillan cerraron la puerta tras entrar en la habitación.

Cris miró a las nuevas personas entrar en la sala y pareció como aliviada. - ¡Ohh! Gracias a dios, señores, ayúdenme, este señor está loco. Pretendía actuar sólo para él para satisfacer su mente enferma. - La mujer señaló al agente Schreiber asustada. - ¡Por favor llévenselo de aqui!

- ¡Ohh! Gracias a dios, señores, ayúdenme, este señor está loco. Pretendía actuar sólo para él para satisfacer su mente enferma. -

Las palabras de la muchacha resuenan en la estancia. John mira a su compañero aludido. No le conocía demasiado, pero no parecía la típica persona que aprovecharía la situación para sacar beneficio de la joven. Aunque, si algo había aprendido durante sus años de trabajo en la Fiscalía, era que todo el mundo te podía sorprender. Con tono pausado, respondió a chica.

- En ese caso demostraría tener buen gusto. Pero créame, si es Usted a quien estamos buscando, observar su hermoso... rostro, va a ser el menor de sus problemas - 

El novato regresa la mirada a Doc. - ¿Se le ha practicado el test? - Comenta mientras asegura la cerradura de la puerta. 

No pode evitar una sonrisa mientras meneaba la cabeza negando ante las palabras de la chica.

O era tonta de remate, cosa rara en un replicante, o realmente era demasiado lista fingiendo ser tonta. En cualquier caso su Rol/programación... llamémosle como se quiera... era el de una actriz creída. Empecé a toser, derivando la risa, por algo tan divertido. ¿Y si la llevo a mi casa y la cuelgo en un estante? Lo mismo le cuenta chistes a mi mujer mientras hace la cena y nos reímos todos.

La puerta del camerino se abrió y miré de reojo a los recién llegados. Mientras, Cris seguía con el papel de actor victimista.

- Agentes Wang y McMillan.- Presenté con una mano a los recién llegados a la pellejuda, una vez John hubo acabado de hablar. - Casi. Solo he empezado a arañar su superficie. Quería asegurarme de que iba a colaborar antes de hacerla el test, sin que me sacase los ojos. Pero ...adelante. - me levanté de la silla y animé a mi compañero a hacer el test, mientras ponía los brazos en la espalda.

- Como ve, señorita Cris, he intentado que se sintiera cómoda. No la he mentido...demasiado. Sin embargo, todo lo que la he preguntado, por las buenas, ahora tendrá que responderlo delante de una máquina. Ahora.. no podrá mentir.-

Y era cierto. Si era actriz y recitaba de memoria una de sus obras, en el test saldría si había sentimientos humanos. Si tenia o no familia, también.

- Y ahora...de verdad...relájese.- Sonreí con ironía.

El Doctor Schreiber invita a su compañero a realizar el test. - Bueno... Aunque es su especialidad... con agrado realizaré algunas preguntas - Si había una mesa o soporte suficiente para alojar el voight kampff, John  se sentó al lado y conectó el aparato. Pidió a la joven que hiciera lo mismo. - Olvídese de todo lo ocurrido. Debe perdonar nuestros modales. Comprenda que nos topamos con gente de todo tipo y no todos tienen buen carácter. No debe preocuparse por nada. Le haré unas preguntas muy simples, Usted las contestará y podrá marcharse. No tardaremos mucho - Se giro ligeramente hacia quien estuviera más cerca del interruptor de la luz. - Por favor, reduzca la intensidad, necesito una lectura clara -

La máquina comenzó a emitir unos sonidos avisando de estar preparada para comenzar la prueba. John se aflojó la corbata ligeramente. - Responda sin meditar la respuesta, tan sólo lo que sienta al oirla. Comenzamos. Tiene una hija y ésta se encapricha por tener un perro. El producto es carísimo, pero ella patalea hasta querer recibir una respuesta positiva. ¿Qué decisión tomaría...? -

- Una difícil. Se encuentra junto a una barandilla, al otro lado, de un par de cuerdas penden dos personas sobre un abismo. Las cuerdas están a punto de romperse y Usted sólo tiene tiempo para salvar a una. Cuando les mira al rostro, descubre que son sus padres... - El novato, decide estar más pendiente de las reacciones en su respiración y rostro, que de la respuesta en sí misma. Con una mano, ajusta el calibrador mientras la muchacha responde.

Si nada lo impide, el asiático seguirá haciendo las preguntas propuestas por la máquina hasta que ésta tenga la suficiente información para emitir un veredicto. Durante el proceso, consultará con el Doctor las mediciones del aparato para que unos ojos expertos detecten patrones positivos y reduzca el tiempo del test.

Escuchaba las preguntas y sentía, mentalmente, ante ellas, como si yo mismo las hubiera formulado o leido en algún manual.

Ese test admitía tantas posibilidades como examinadores podían hacerlo. La maquina hacía la mayor parte del trabajo, dando lecturas y resultados. Pero solo la presencia, la actitud del examinador, hacían  que un replicante se descubriera antes de tiempo o aguantar hasta el final.

-Frio, frio como el hielo- decía mentalmente a mi compañero siguiendo sus palabras como si el teste me lo hicieran a mi.

Mientras tanto, con las manos en la espalda, miraba a algunos lados, rincones al azar, por si veía algo extraño y solo, de vez en cuando, mi mirada se posaba en Cris. ¡Que ejemplar tan precioso! Si era realmente un replicante, era tan hermoso como un libro de arte abierto por el centro. Fabuloso...

La mujer comenzó a contestar las preguntas con cierta recitencia, no estaba cómoda siendo presionada de tal forma. Además, que ya habían hasta tres hombres en la habitación que ella no conocía. Se sentó en el sillón y cada tanto cambió de postura, el test era largo y haría sentir incómodo a cualquiera, pues no era sólo uno, sino tres Blade Runner dedicados exclusivamente a ella. No es una situación agradable para nadie. 

Al principio, controlar la situación era relativamente fácil. Pero conforme los datos se acumularon y la sesión de preguntas se hizo más larga, la fatiga mental trató de adueñarse del novato. No obstante, con la ayuda del Doctor Schreiber, John dominó la prueba lo suficientemente bien como para poder hacer una valoración acertada de si la joven que tenía sentada delante era humana o una replicante. 

La máquina podía seguir con el test y continuaba mostrando preguntas en un test interminable, para hastío del asiático. El blade runner, observó el veredicto sin reflejar en su rostro ser conocedor de tal información, como si el test no hubiera concluido. Miró de nuevo a la actriz...