Partida Rol por web

| JUGADA MASTER |

Después de varios minutos en los cuales algunos pensaban si trasnochar o dormir para intentar afrontar lo mejor posible el siguiente día, les venció el sueño a todos. Sintieron sus párpados cerrarse en contra de su voluntad aunque tampoco les pareció extraño. Habían vivido muchas emociones ese día y siempre acababan pasando factura. Estaban increíblemente cansados y había llegado el momento de descansar.

Cuando despertaron a la mañana siguiente todo parecía normal. La súper les había puesto algo de música para despertarse y obviamente no había tenido ningún miramiento a la hora de elegirla. Estaba claro que sus intenciones eran despertarles y activarles, o quizá molestarles...

Cuando quisieron darse cuenta, estaban solos. Los demás habían desaparecido y en la casa sólo estaban Antxon, Eneko, Ezequiel y Rusty.

- ¡¡Buenos días!!- dijo la voz de un súper. A los concursantes ya no les llamaba la atención estar solos en sus habitaciones, sino que también les parecía raro que la voz de la súper hubiera sido sustituida por la de un hombre. Además era mucho más seco y autoritario que la anterior, cosa que probablemente no les haría mucha gracia a los habitantes de la casa-. Al confesionario, por favor. AHORA-.

|HABITACION AZUL|

Me levanto confuso y sobresaltado por la voz del master. Cuando veo que mis compañeras no están me imagino que se trata de alguna broma de mal gusto de los promotores del programa.

Me incorporo a regañadientes y, mientras me quito las legañas me pongo los pantalones. Pienso en ponerme también la camisa, pero la voz del master suena demasiado impaciente, así que descalzo y descamisado me dirijo al confesionario.

| COMEDOR |

 Podrían haber pasado tres horas desde que Zeke se quedó dormido. O quizá veinte, quién sabe. El caso es que despierta cansado, con pesadez de hombros y un pinchazo agudo en las cervicales. Cama ajena, mala postura. ¿Quién en su sano juicio no echaría de menos una adorable almohada ecológica de cáscara de trigo sarraceno con aromaterapia?.

- Emmm...¿puede alguien bajar el volumen de esa...cosa?.- le dice al techo, con cara de haber desayunado vodka con limón y sal. Desde luego, los niveles de educación y gusto musical del nuevo súper andaban parejos y muy cerca del cero absoluto.- Para la próxima, "Morning Mood" de Edvard Grieg o la Suite para chelo en Sol Mayor de Bach, si me permiten la sugerencia. Y añadiría algo de modales y un puntito menos de mala leche.

 Ezequiel viste unas bermudas y zapatillas deportivas con calcetín corto. Sin camiseta. Arrastra los pies hasta el frigorífico mientras se quita las legañas.

- ¿Dónde está todo el mundo?

- Para el que no me haya oído, TODOS AL CONFESIONARIO- repite de nuevo el súper, con un tono de voz más autoritario que el anterior. No era una petición, era una órden. Estaba claro que lo decía por los que aún no habían acudido al confesionario, ya que allí el único que había obedecido era Rusty.

Antxón se levanta de mala leche al oír tan alta la voz, y ni siquiera repara en que los compañeros faltan.

Se dirige al confesionario, pero ve que la puerta está cerrada y no puede entrar, así que se tumba en el sofá, a cerrar los ojos un rato más.

|COMEDOR|

|COMEDOR|

Después de un buen rato, y con la misma mala gana que antes, Antxon se vuelve a dirigir hacia el confesionario, para ver si la puerta ya está abierta...

|PUERTA DEL CONFESIONARIO|

| COMEDOR |

La voz del súper, esta vez más parecida que antes a la de un sargento de artillería, hace que Ezequiel despierte definitivamente. Piensa que nadie puede ser tan capullo como para usar ese tono en un programa en directo y se pregunta si habrá pasado algo grave fuera de la casa. No podía haber otra explicación.

Por eso se dirige rapidamente a la puerta del confesionario, casi ignorando al bueno de Antxón, y la golpea con los nudillos.

Los tres habían conseguido salir del confesionario con vida, aunque unos en mejor estado que otros. Antxon había sido el más inteligente y rápido, acaparando el traje para intentar salvar la vida de sus dos compañeros de casa. Sin embargo ya se habían convertido en sus compañeros de supervivencia. El concurso había cambiado totalmente... Eran conscientes de ello.
Rusty y Ezequiel estaban bastante graves, pues las quemaduras habían recorrido gran parte de su cuerpo. Se sentían increíblemente débiles, aunque el primero más que ninguno.
Ante ellos se extendía un infinito bosque de plantas carnívoras. No conseguían adivinar hasta dónde llegaba, si la casa estaba repleta de ellas, pero tampoco podían quedarse eternamente allí. Las llamas en el confesionario seguían creciendo y amenazaban con salir al exterior. En sus manos estaba decidir si se quedaban en la puerta y comprobar si el fuego les daba alcance, o adentrarse en el bosque sorteando las plantas.

Antxon no quería adentrarse en el bosque de plantas, ya que sabía que nada bueno podía pasar, pero tampoco podía quedarse allí parado, ya que su traje era ignífugo, pero él sabía que ignífugo significaban 3 minutos bajo las llamas antes de que el traje empezara a descomponerse. Así que escudriñó con la mirada alrededor a ver si encontraba cualquier cosa, un objeto contundente, un objeto punzante... Cualquier cosa le servía.

- El karma...es muy cabrón, colega...- masculla Ezequiel con los ojos inyectados en sangre, clavados en Antxón. Ahí está el lozano levantapiedras vascuence, embutido en su traje y con los pellejos intactos, tratando a Zeke como si fuera carne de rata muerta. Ni esa última petición del chamuscado Rusty había alterado lo más mínimo al leñador..., y Ezequiel lo mira con una rabia tan intensa como el dolor que padece.-..., y el karma dice que...que alguien te negará su ayuda cuando más jodido estés.

 Primero, apoyando el codo derecho. Luego, la palma de la mano izquierda. Así logra despegar la espalda del suelo, y siente un millón de agujas incandesdentes clavadas en su piel. Ahoga un grito y resopla. Un esfuerzo más. Rodilla en tierra.

- Tú solo. Vamos, Zek.- se dice a sí mismo, porque no queda otra. Mira ahora a la bola de fuego que antes fué el confesionario y gira la cabeza hacia las plantas, planteándose si todo esto no será una pesadilla o si algún malnacido no le habrá suministrado algún psicotrópico mientras dormía. Pero todo - su carne abrasada incluída - parece muy real.

 No le cuesta demasiado esfuerzo arrancar un trozo de su ropa androjosa hecha jirones. Con ella se venda la mano derecha bajo la tortura que supone hacer cualquier movimiento, y busca con la mirada algún fragmento de la puerta aún ardiente por uno de sus extremos. Una antorcha, sí. 

-Perdón Ezequiel. Como vi que ya tenías las llamas de tu cuerpo sofocadas, me centré en ayudar a Rusty, que parecía tener problemas. Luego, sabiendo que los dos estabais fuera del peligro de las llamas, me centré en cómo vamos a sortear a estas hijas de puta de aquí fuera. Tienen pinta de ser muy rabiosas. ¿Cómo te encuentras, compañero?

Dice Antxon, tendiéndole una mano a Ezequiel, sintiéndose culpable por lo ocurrido.

-Ahora más que nunca es cuando tenemos que estar los tres unidos, porque si no... No sé cómo vamos a salir de esta...

Aún en el suelo observo a Ezequiel preparando la antorcha. "Sera listo el jodido..." Me levanto a duras penas y observo el tramo que nos queda por recorrer.

- Hay que joderse... ¿Cómo coño habrán metido toda esta mierda aquí dentro? ¿Chicos, como vamos a cruzar esto?

Antxon buscó algo con lo que poder atacar a las plantas y tras varios segundos intentándolo, cuando creyó que no iba a encontrar nada, la antorcha de Ezequiel iluminó el filo de una espada escondida entre las raíces de las plantas. Brilló con gran intensidad, como si estuviera llamando a Antxon. Sin embargo era muy peligroso y arriesgado cogerla. No le quedaba más remedio que aceptarlo, pues era eso o morir abrasados, ya que las llamas se acercaban cada vez más.