Partida Rol por web

- Nah, creo que hasta quieren tomarse una cerveza conmigo. Pero si quieres manda a alguien para seguirlos luego. La info siempre viene bien. - contesto al teléfono.

-Ok, primo. Gracias. Nos vemos luego.
Cuelgo.
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Miro al "señorito". Al camarero. Al "señorito" de nuevo con cara de "¿tengo que hacerlo todo yo?". De nuevo al camarero que le hago un gesto con la mano de "vamos, vamos".
-Va, va. Dile al tipo ese que sí, que traiga su culo a ver que quiere. Y trae otra jarra más de esas y la apuntas al tipo ese. Venga, venga, que se va la noche.

Ante el prolongado silencio de William, Flea decide que los chupasangres son bienvenidos a su mesa, por lo que el camarero se aleja y va a hablar con ellos para luego raudamente alejarse y así comenzar con otras labores.

- Disculpen la demora, al parecer, les costó demasiado darme una respuesta – dice el camarero con notoria molestia – ambos los aguardan en su mesa, así que, por favor, cualquier cosa, solo pídanlo – el muchacho fue reprendido a lo lejos del que parecía ser su supervisor, un hombre calvo con saco castaño quien le apuntaba fervientemente un reloj de muñeca del mismo color opaco de su vestimenta en general -

Miro a las dos sanguijuelas con el ceño entrecerrado.
-¿Y bien? - pregunto secamente una vez se han sentado dejando claro que mi actitud hacia ellos es hostil y que solo dios sabrá porque he aceptado. ¿Quizás por las 2 jarras de cerveza vacías que ya hay a mi lado y las otras 2 llenas que esperan su mismo destino?

Williams se limito a mirar con curiosidad a los recien llegados. No parecia agresivo ni preocupado en lo mas minimo. De hecho, parecia tener un interes casi academico en los vastagos que se les unieron.

Justo al lado de una de sus manos habia una servilleta con una serie de runas escritas en lo que parecia ser sangre. Cuando el joven se dio cuenta que habian reparado en ella, la tomo con un elegante pase de mano, y la guardo en su manga de un solo gracil movimiento, como si fuera lo mas natural del mundo.

Camino hacia ellos con despreocupación, mi rostro es serio pero no muestro desagrado por su presencia. Me acerco por la ruta menos iluminada que puedo seguir entre las mesas del local. Llevo el casco de motorista bajo el brazo y la cazadora de cuero cerrada hasta el cuello. Al llegar hasta ellos inclino la cabeza como saludo. 

Buena noche tengan caballeros. Me preguntaba si algún motivo que pudiese ser de mi incumbencia les ha traído a este establecimiento. No lo tomen como un desafío, no es éste territorio mío. Si bien, imagino que saben quien tiene este lugar bajo su tutela y es por eso es que tenga yo tanta curiosidad sobre su presencia aquí. Mi numbre es Salomon Larrea, ¿ con quien tengo el gusto de conversar?

- ¿Y quién es ese que lo tiene bajo su tutela? - medio pregunto, medio gruño con voz carrasposa.

Enarco una ceja al escuchar la pregunta del viejo. Me parece una auténtica falta de respeto, aunque bueno, mi compañero tampoco ha tenido uno de los acercamientos más acertados de los últimos tiempos. Así que sonrío, porque no va a ser una conversación sencilla, ni rápida. Al menos me consuela pensar que no han sacado sus "armas". Me quito las gafas para limpiarlas con un pequeño trapo, para volver a ponérmelas con tranquilidad y parsimonia. 

-Sólo hemos venido a daros la bienvenida. -Miro a Salomon. -Hemos imaginado que tendríais algo que tratar, y nos hemos personado para ser de ayuda. Déjenme invitaros a lo que deseen tomar y hablemos, si es eso lo que desean. No tenemos ningún problema en compartir espacio alguno de buena fe.

Devuelvo la mirada a nuestros "invitados" esperando que atiendan a razones.

Al parecer el señor Denson no parece mi conforme con mis formas, pero lo cierto es que precisamente esa era mi intención, incomodarle un poco. Miro al ser de aspecto desaliñado que ha respondido con voz quejumbrosa y gutural. Supongo que este caballero sabe más que yo al respecto de la territorialidad del lugar - señalo con la cabeza a Denson y sonrío - yo estoy de visita... o algo así.
 

Miro a ambos. Parece que hay tensión entre ellos. Los chupones siempre están peleándose entre ellos. Es la corrupción del Wyrm, no lo pueden evitar. Criaturas malditas. A veces me dan lástima, cuando tengo un muy buen día y me siento compasivo, aunque no recuerdo cuando tuve el último día así.

¿O tal vez es una pantomima para que no pensemos que están compinchados? Da igual.

- Ya compartimos espacio de buena fe. – vuelvo a gruñir carrasposamente – Todos estamos sentados en la misma mesa y aún nadie ha perdido la cabeza. – sonrío con malicia divertido ante mi propio chiste.

Le enseño a Denson la jarra de cerveza que ha traído antes el camarero y que todavía no he tocado.

- Ya me has enviado una jarra, Larrea – confundiendo a uno con otro obviamente, pero con un tono menos de gruñido.

>> Hablad. – vuelvo a gruñir – Y aún no habéis contestado mi pregunta.

-Antes de contestar interrumpio Williams, hablando por primera vez haganos el favor de no divagar ni intentar someternos a las nimiedades de los juegos de vuestras cortes no muertas: No estamos en uno de sus eliseos, ni ninguno de nosotros dos disfruta de las retorcidas intrigas a las que estan adecuados. Hablen con franqueza si tienen algo que decir realmente. Nos abordan en un pub, asi que intentemos mantener ese ambiente, si les place.

Hablaba con un acento propio de alguien de alta cuna, del tipo que se aprende solo en los internados exclusivos de Escocia. Aunque habia hablado con relativa naturalidad y pidiendo "por favor", se trataba de una orden expresa: Su manera de expresarse, su diccion y su lenguaje corporal indicaban que estaba acostumbrado a dar ordenes, y que estas se obedecieran.

Dejo salir el aire por mis fosas nasales, con cierto aire de indignación. Ni me gusta el tono del viejo, ni las formas del joven. Son como una versión desnaturalizada de cualquier duo cómico, sólo que no me hacen ni pizca de gracia. Aún así, me fuerzo a sonreír, porque una sonrisa forzada es lo mejor que puedo darles en estos momentos. Quizá entre los suyos estén acostumbrados a hablar de esa forma, y a ser obedecidos sin ningún tipo de reparo. Pero ni están entre los suyos, ni son formas que voy a permitir. 

-Mirad, si quiere venir, vendrá. Si prefiere mantenerse en el anonimato, se mantendrá en el anonimato, al menos por nuestra parte. Es sencillo de entender. -Miro al más joven en este momento. -Y no, no vamos a usar nuestras... cortes. No nos gusta derrochar nada, esperamos el mismo trato por vuestra parte. -Acabo por borrar la sonrisa de mi rostro. -¿Y bien? ¿Tienen algo que tratar o podemos retirarnos?

Williams parpadeo, genuinamente confundido durante unos segundos. La expresion lo hizo parecer bastante mas joven. Casi inocente, incluso.

-Ustedes nos han abordado dijo lenta, deliberadamente, como si estuviera explicandole algo a un niño que no era particularmente brillante Por tanto es de esperar que ustedes tuvieran motivos de peso que tratar que nosotros ignoramos.

Resoplo mientras rebusco algo en mis pantalones. Putas sanguijuelas con sus jueguecitos.
Saco un Nokia 3210 que parece sacado de un museo. A pesar de los años sigue estando en relativa buena forma; esos trastos fueron construidos para servir de fósiles dentro de 2000 años.
Lo miro ignorando a las sanguijuelas que parlotean sin decir nada y haciéndonos perder el tiempo de nuestra propia conversación. El muchacho sabe despacharlos solo.
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Frunzo el ceño y guardo el móvil. Me pongo de pie apoyando ambas manos en la mesa. Por un instante parece que fuera a ser el inicio de un movimiento para lanzarla por los aires o saltar sobre ella, pero el gesto brusco se queda ahí y sonrío mostrando mis mugrientos dientes que contra todo pronostico siguen estando todos ahí, además de estar acompañados de algunos trocitos de la comida de hoy, puede que incluso de trocitos de comida de hace un par de días. ¿Quién se preocupa por minucias como cepillarse los dientes?
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- Podeis retiraros. Hoy no tenemos nada que tratar con los recaderos. - gruño con ironía y humor ácido divertido por mi propia respuesta.
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Miro al muchacho.
- Tengo cosas. - dije seca y llanamente.
Nos conocimos los suficiente para que él supiera que mi mirada y tono dejaban la puerta abierta a que lo acompañara a lo que fuera que se traía entre manos.

He estado observando la conversación con la expresión de quien contempla una pecera. Cuando parece que han terminado con sus brabuconadas les dirijo una sonrisa. Caballeros, visto está que este ha sido un encuentro fortuito. Pero me alegro mucho de este encuentro, siempre es agradable conocer nuevas personalidades, especialmente tan cordiales como han sido ambos. Me alegro de que mi cabeza siga en su lugar, señor... Bueno, ha sido un placer, si necesitan algo de mí puedo dejarles una tarjeta. Ahora les dejo con sus asuntos y me marcho con mi tediosa inmortalidad a otra parte. 

Como imagino que ninguno quiere la tarjeta, les hago una inclinación de cabeza y sin más me doy la vuelta. Con suerte podré alcanzar a Morris y seguir la conversación con él. Busco por el local para dar con él.

Aquí le dejo con estos amigos, señor Denson, intuyo que se van a llevar de maravilla.

Enarco una ceja, con gesto claramente molesto. Nunca he amenazado a nadie, porque amenazar es la antesala de aquel que no tiene recursos. Ellos ya saben que no están en su sitio, y sea lo que sea que hayan venido a hacer aquí, van a acabar haciéndolo en otra parte. Mejor para ellos, y una preocupación menos para nosotros. 

-Parece que se marchan con su quehacer a otra parte menos conflictiva. No creo que deseen que les acompañe a la salida. -Mantengo mi gesto impertérrito. -Ya conocen el camino de vuelta a la calle. 

Veo cómo se marchan y me dirijo de nuevo hacia dónde se encontraba Morris, si es que sigue estando allí. Saco el móvil y envío un rápido mensaje.