Partida Rol por web

A pesar de su reticencia inicial, Raphaëlle terminó haciendo exactamente la sugerencia de la pequeña malkavian. No estaba de acuerdo, no era racional, no servía al objetivo ... y, sin embargo, ''algo'' le decía que era lo mejor.

A medida que salía de la habitación (ni siquiera recordaba haberse despedido o no), sintió que era lo mismo que hacía, a veces, Lucienne. Una manera que tenía de manipularla. Solo al salir de ese deprimente lugar, creyó estar libre de esa influencia sobrenatural.

Con un dejo de bronca, estuvo a punto de volver, a restregarle en la cara que no podría manipularla por siempre. Pero vio la figura de un hombre cerca del vehículo que había traído al resto de la cuadrilla, hablando con una mujer. Desde esa perspectiva, no pudo descubrir si era o no Chloé, la bella acompañante de Mireille.

Preparando su cuerpo para el combate, como había aprendido en sus prácticas de artes marciales, se acercó al coche.

La tremere se puso a mirar y fisgar los papeles. Desde luego aquello no era su fuerte, sabía lo básico para no ser engañada en la vida, de las cosas importantes y cuentas se encargaban otros en su negocio. No parecía haber sido la mejor opción de vida, ahora se daba cuenta que quizás debiera trabajar más eso. Seguro que sus mentores agradecerían esta lección de vida aprendida por Malabeste. Cuantas cosas iba a deber al nosferatu, incluyendo un favor.

-Esto es frustrante, no creo que nos dé tiempo a volver...- comenta a la pequeña.

Mireille parecía acostumbrada a leer mucho y estudiar. Iba colocando los papeles en distintos montones mientras los revisaba, aprovechando también las marcas de colores que alguien les había puesto. Sus ojillos se movían por el papel, leyendo, buscando cualquier cosa que pareciese fuera de lugar. Tenía la sensación de que Malabeste les había dado mucha paja para hacerles perder tiempo y que les costase más encontrar algo, si es que lo había. Pero de haberlo... estaba determinada a encontrarlo. Al menos Dame Blandine no podría decir que no habían hecho su trabajo de forma exhaustiva. 

Llevaban ya muchísimo rato estudiando cuando levantó la cabeza y se mordió el labio inferior. Tenía hambre y a ese paso no le iba a dar tiempo de comer nada antes de que amaneciese. Al menos sabía que si volvían a Lyon Stanislas le tendría algo preparado, pero de no ser así iba a tener que buscar la forma de no irse a dormir sin comer algo. 

—Ya casi lo tenemos —dijo, echando un vistazo hacia los papeles que había ido esparciendo por la mesa—. Para lo que nos falta nos podemos llevar los papeles y terminar en el coche de camino a Lyon, ¿no?

Asiente ante las palabras de la pequeña y comienza a recoger los papeles. Trata al menos de que sea algo organizado, sin dejar nada y dividiendo lo revisado de lo que está por revisar.

-Volvamos entonces- dice cuando tiene todo listo.

A medida que te acercas, reconoces la voz y el porte de Paul. La conversación entre Chloé y el Ventrue se detiene, y ambos notan tu presencia. El primero se gira y la ghoul te observa con una expresión seria. No parecía que aquel encuentre fuese necesariamente placentero, y tu llegada sólo había resaltado la pesada tensión que existía.

Chloé se calla un momento y observa hacia algún punto atrás tuyo. Su mirada fija te pone en alerta y el ruido de pasos te hace girarte de inmediato: alguien se acercaba al coche.

Por fortuna, era Raphaëlle. Quien parecía traer consigo cierta tensión por su parte. Se queda mirándote un momento y te reconoce. Chloé la observa con un aire grave que al parecer, no guarda exclusivamente para ti.

Miró a la mujer con gravedad y se encogió de hombros.

—No, no tiene ese derecho, señora. Ya no.

Y se quedó mirándola a los ojos tratando de expresarle algo parecido al afecto, pensando que le había dicho una gran verdad, una muy hiriente a esa mujer ya tan dolida. El hambre, o mejor, la apetencia de morderla, de sentir su corazón de madre dolida latiendo para él, se hizo más fuerte que la rabia y eso le hizo sentir un poco sádico.

La presencia de Raphaelle le ayudó a apartar esos pensamientos.

Se irguió y señaló al coche, haciendo un gesto de negar con la cabeza, queriendo decir “este no es mi día”.

—Hola ¿qué tal por allí adentro? ¿Continúa la función?

Raphaëlle apenas capta el final de la conversación entre Chloe y Paul. ''Así que le petit prince no se fue pitando a Lyon'' No estaba segura si eso le alegraba o la molestaba aún más con sus compañeros.

La pregunta de Paul la devolvió a la realidad.

- Un desastre mayúsculo. - explicó - El Barón nos dejó un montón de informes para estudiar, nos dio un sobre con información sobre ese antiguo, o lo que sea, y nos exigió un favor mayor a las tres que nos quedamos - una ligera inflexión en el tono de su voz, sobre el final de la frase, indicó su desagrado ante la partida del ventrue de la reunión, aunque no tenía ganas de iniciar una disputa por ello ... al menos no por ahora.

- Sugerí que podía encargarme de llevar inmediatamente la información a Lyon, mientras ellas se quedaban ojeando sus papeles, pero Mireille me convenció de quedarme. 

La lectura de los documentos fue ardua. Ciertamente se trataba de una colección impresionante de informes policíacos, recortes de diarios, e informes manuscritos que sólo podéis asumir vienen de Malabeste o quizás de alguno de sus chiquillos. La mayoría son comentarios y aclaraciones inanes con respecto a los acontecimientos registrados, en su mayoría de origen humano y sin intervención sobrenatural.

El lenguaje técnico es pesado y difícil de comprender por momentos, y la prosa del Nosferatu en los demás apartes (asumiendo que fuese él el autor) está cargada de arcaísmos y maneras de escribir que os toma un poco descifrar, pero en general comprendéis la idea. Incluso cuando tras algunas horas, tenéis desacuerdos sobre la manera de entender, al final sacáis conclusiones. No obstante, hay dos acontecimientos que os llaman poderosamente la atención.

La primera, es un incidente hace tres años. Un asesinato familiar ocurrido en el pueblo, del que se juzgó culpable a un joven. Supuestamente, bajo la influencia de las drogas, había asesinado a los dos padres y los hijos pequeños de una familia. El informe policial no ofrece más que un caso rápidamente resuelto, del que no se hizo mucha publicidad más que una breve nota en los diarios locales. Malabeste adjunta los resultados de sus propias pesquisas, refiriéndose a la sospecha de influencia sobrenatural sobre el perpetrador debido a lo violento del crimen. Pero sus hallazgos no revelaron nada al respecto.

Lo segundo que os llama la atención es la llegada de los Ravnos itinerantes. Este no consta en ningún documento oficial, sino en una descripción de la llegada de una caravana de casas móviles que se estableció a unos kilómetros a las afueras del pueblo. Fue Malacanthet quien reportó la llegada de los invasores. Malabeste tuvo que hacer presencia en medio de sus refugios para exigir que se respetaran las tradiciones. La petición no fue bien recibida, y tras negociar exhaustivamente, los Ravnos se retiraron tres días más tarde luego del encuentro, en otra dirección lejos de los dominios del Príncipe de Lyon. No hay más detalles al respecto, y la conversación no es referenciada que brevemente por parte del Nosferatu, sin llegar a dar detalles específicos o identificar a los supuestos vástagos.

Para cuando habéis terminado, sólo os quedan un puñado de cosas por revisar, que superficialmente no parecen demasiado importantes. Hasta el momento todo respalda la palabra de Malabeste y sus archivos son tan detallados, que no parece haber demasiado espacio para irregularidades, al menos, no dentro de la consistencia interna de todos aquellos papeles. Falta poco menos de dos horas para el amanecer, tenéis el tiempo justo de volver a Lyon a vuestros refugios, en caso de no haber imprevistos. Pero la tensión y la cercanía del sol comienza poco a poco a hacerse sentir como un peso sobre vuestros hombros y un indefinido temor en las oscuras profundidades de vuestra bestia.

La lectura fue más larga de lo que a Clemence le habría gustado. Mira a la pequeña y señala los papeles que quedan. Tenían gran parte de lo necesario y estaban al tiempo justo de poder volver a Lyon. Evitar pasar la noche allí para Clemence no era una prioridad, pero era casi necesario. Tenía que salir a la calle y dejar aquel ambiente rancio antes de que dejara de controlar sus modales.

-Je pense que on peut y aller- mira a la pequeña y recoge lo poco que les queda por leer y las noticias interesantes, como la llegada de los Ravnos y el asesinato familiar. Solo leer aquello había sido como darle durante semanas a la literatura antigua, que no es algo que la Tremere apreciara especialmente. Se sentía cansada y no era extenuación física, debían irse. –Busquemos a la racaille y volvamos a Lyon.

Raphaëlle miró a Paul y a Chloé. Su llegada había interrumpido una conversación y ninguno de los dos parecía estar dispuesto a hacerla partícipe del tema de la misma. Mentalmente, la joven se alzó de hombros ''Allá ellos si quieren guardarse un pequeño secreto''.

Dudó un momento entre salir a cazar, más por deporte que por necesidad o de quedarse simplemente conversando con la pareja, pero de pronto, toda la bronca acumulada por varias noches estalló.

- Tu estupidez puso en peligro todo le Service, Paul - le recriminó de sopetón al orgulloso ventrue - Esa vanidad tuya estuvo a punto de hacer estallar al Barón y todas nosotras hubiéramos pagado los platos rotos de tu insensatez. ¿No podías someterte a su exigencia?

Aparatosa e innecesariamente, inhaló y exhaló aire tres veces, tratando de mostrar un esfuerzo físico por calmar una rabia sobrenatural.

Miró a su compañera de service frunciendo un poco el ceño y se arregló la chaqueta.

—Mademoiselle, el señor de la casa ha estado jugando con nosotros desde que llegamos, presionando con sus ocurrencias, cada vez más caprichoso ¿Qué sería lo siguiente? Decidí que había un límite.

Miró un momento al suelo para reflexionar.

—En todo caso, discúlpeme si me he equivocado pero… ¿Continúa con su escalada de caprichos o se ha vuelto más constructivo desde mi expulsión?

—Allons-y —convino Mireille, inclinándose sobre la mesa desde la silla para ayudar a Clemence a recoger los papeles, asegurándose de dejar a mano los que les faltaban. 

Luego se bajó de la silla. Sentía aún el impulso lejano de estirarse después de tanto rato quieta, pero no eran sus músculos los que lo pedían, pues ya no lo necesitaban, sino los ecos de la perdida humanidad. No lo hizo, igual que había dejado de bostezar o desperezarse. En lugar de eso se puso el abriguito rojo por encima del vestido y sacó el teléfono móvil del bolsillo para llamar a Chloé y preguntarle dónde estaban.

Raphaëlle sintió ganás de zamarrear al engreído sangre azul. En parte tenía razón, por supuesto: Malabeste había jugado con ellos desde su llegada. ''¿Pero qué otra cosa esperabas? ¿Creías que iba simplemente a hacer lo que nosotros le pidieramos por el simple hecho de venir de parte de le Prince?''

- Pues sí ... desde que te fuiste se volvió lo suficientemente 'constructivo' - recalcó esa palabra - como para darnos alguna información y no volver a Lyon con las manos vacías.

De pronto, sintió más bronca ante la estupidez del Ventrue.

- De hecho, nos debes un gran favor a nosotras ... que si fuera por tu soberbia, no hubieramos conseguido ni eso.

Se relajó apoyándose en el capó hablando con la brujah como si el coche estuviera vacío.

—Eh voilá! Mi aportación ha sido marcharme. No lo digo con cinismo: hay veces que uno hace más marchándose que quedándose. Cada clan tiene su idiosincrasia y un Ventrue no empieza su carrera en la camarilla humillándose sin una razón de peso igual que un Brujah no empieza en la camarilla mostrándose tibio ante el capricho pueril de un degenerado decadente. O así debería ser.

Se encogió de hombros.

—Es libre volcar su ira sobre mí si así lo desea. Parece que la situación lo favorece. Pero insisto en que creía que esa escalada de provocaciones no iba a parar nunca y preferí cortar en ese momento que más adelante, cuando el enfrentamiento violento hubiera sido inevitable. Me alegro de haberme equivocado. En todo caso les estaré agradecido, ojalá y eternamente. No olvidaré el sacrificio que han tenido que hacer por mi patanería. Gracias.

¿Y ahora? Opto por esperarles aquí, si no se le ocurre otra cosa más útil.

Raphaelle se encogió de hombros antes el discurso del sangre azul. ''Sigue autojustificándose ... allá él'' por un momento, se sentía cansada de discutir. 

- Tres bien!!! Llegado el momento, te recordaré tu ... humm ... agradecimiento.

Como Paul no parecía muy interesado en conversar, la brujah prefirió otra interlocutora.

- En fin, Chloe ... ¿hace mucho que estas con Mireille?

Chloé insistió en no llevar a Paul, y este, bien que hubiese podido influenciarla de alguna forma, al final optó por encogerse de hombros e irse sin más. La ghoul aparenta ser fanáticamente leal, aún en contra de lo que debiese ser un fuerte instinto de conservación. El Ventrue parte sin querer confrontar a nadie más y tu tiempo con aquella mortal no augura tampoco buenas cosas.

la mujer se mantiene estoica, respondiendo con monosílabos y sin que su lengua se deslice ni una sola vez. No dice nada comprometedor sobre Mireille, ni una queja, ni una opinión, sólo repasa lo que asume que sabes con minuciosidad y si en algún momento desconfía, reitera que ella está siguiendo las instrucciones de la pequeña al pie de la letra. El ejercicio se torna tedioso y al final también ha logrado derrotarte a ti, de forma más sutil, pero no menos incómoda. 

Te dedicas finalmente a observar los alrededores de aquel pueblo, pero sólo puedes ver el aburrido transcurrir de una noche muerta, la presencia de algunos oficiales de la ley, una cuota de borrachos cerca a los dos o tres únicos bares, un desamparado durmiendo en un sitio público, y en realidad, toda la procesión de la naturaleza humana en sí, sin que nada sea sospechoso, extraño o digno de mención a tu parecer. Mortales idiotas haciendo cosas idiotas de mortales, en un pueblo que a nadie le importaba, pero que al parecer estaba aún en disputa entre dos vampiros de edad. Pronto, ambas volvieron a la casa, a esperar la salida de tus compañeras. Faltaba cerca de una hora para el amanecer, por lo que los tiempos para regresar parecían bastante justos.

Al acercarse lo suficient,e la ghoul parece alegrarse sobremanera al ver a la pequeña, abre la puerta y la saluda con un abrazo y un beso en cada mejilla. -C'est fait? ¿Podemos volver?- pregunta algo inquieta a su manera e ignorando por completo la presencia de Clemence.