Partida Rol por web

Robert sonríe unos momentos.

-Ya ya.. soy único dando ánimos supongo.

Los preparativos parecen acabados, tampoco es que un vastago necesite tantos aparejos vino un mortal.

-En la dirección que te he dado te esperará un tío, un Arconte en realidad, D'Tourgh, es un tipo peligroso, cambia de humor demasiado rápido y tiene muy mala hostia, procura no darle motivos y haz lo que te diga, no creo que os acompañe hasta Boston o que se quede si lo hace, nunca está en el mismo sitio, siempre en movimiento.

Con estas palabras abre la puerta y desciende hasta la calle.

-Debes ser rápido, no pares, pero no llames la atención...
Bueno, ya lo sabes, no se para que te digo nada, ya no eres un neonato.

El arconte se gira hacia el muchacho y sonríe.

-Hombre! Si tenemos aquí al muchacho. ¿Que tal chaval?

Esta vez se descojona directamente ante los comentarios del niño y busca una silla en la que dejarse caer.

-Bueno bueno... Tenemos otros musulmanes malos en nuestro mundo, el sabat se llaman, " La espada de Caín"

Agrega con tono jocoso y haciendo las comillas con los dedos.

-Unos animales que no se controlan y no saben más que matar y destruir. Y hay que matarlos a todos, ahora incluso tú puedes, aunque seas un niño tienes el poder... ¿Verdad?

Vuelve su atención hacia el padre una vez más.

-Que gracioso. Una lastima que aunque se vaya a quedar de cuerpo la inocencia de acabará...
Pues no lo se, bajo asedio, muertes supongo...
Ha habido una llamada de auxilio, y la Torre de ha movido rápido, tampoco hay mucha información, preferimos sobreactuar a que sea tarde cuando queramos responder, Boston sería una muy buena cabeza de puente desde Canadá a toda la Costa Este, no debe caer.

Se recuesta en la silla disfrutando el momento.

-No creo que tarden.
Bueno, te ha quedado claro el trato, ¿no?

El regente comienza a invocar unos cánticos en un idioma que no acabas de entender salvo palabra sueltas, los círculos de iluminan en un color azulado que sube de intensidad hasta que te ciega y de repente oscuridad, tan intensa que te ciega también. Lo último que escuchas es al regente.

-Suerte.

Poco a poco recuperas tus sentidos, escuchas el viento y algunos pájaros, estas solo en un claro, una zona rural, al final de un camino serpenteante una casa de madera con luces dentro.

Un Arconte. Por supuesto, no van a dejar todo esto en manos de los cuatro Principitos de turno que se creen importantes porque su sillón es grande y cómodo.

Busco una grapadora por la casa y grapo la dirección que me ha dado Robert a mi bloc de notas. En el mismo papel escribo el nombre que me ha dado, D'Tourgh. No me suena de nada. Supongo que eso significa que es bueno en su trabajo.

Voy bajando a la calle mis cosas poco a poco. No son muchas. Me cabe todo en tres cajas prácticamente. Empiezo a meterlas rápidamente en el maletero. Finalmente llego a la caja en la que guardo la colección de vinilos de mi madre. Miro Robert mientras la sostengo y a continuación se la ofrezco.

-No me quiero arriesgar a perderlos-comento sin mirarle a los ojos, intentando mantener las formas-. Quédatelos. Cuando tenga algún refugio más o menos estable en Boston, te daré la dirección para que me los envíes... y si estiro la pata antes... busca a algún crío que vaya a disfrutarlos y dáselos-termino con una sonrisa. Nunca he sido bueno con las despedidas.

Robert ha cuidado de mi durante décadas y hemos sobrevivido a lo inimaginable juntos. Esta mierda me va a costar.

-Te llamaré desde una cabina cuando llegue a Cleveland y me reúna con el tipo este-comento mientras me dirijo a la puerta del coche. Me paro antes de abrirla y le dedico una sonrisa socarrona a Robert-. Eres un corsario francés de mierda... pero eres buena gente; te echaría en falta, así que intenta que no te maten-termino guiñándole un ojo con complicidad.

Me meto dentro del coche y arranco. Antes de ponerme en marcha le hago un leve gesto con la mano a Robert y le dedico una media sonrisa. Cinturón. Acelerador. Cleveland.

Miro a Gabriel preocupado mientras lo recojo con el brazo para acercarlo a mi lado.

Ante la pregunta del arconte, me encojo de hombros en un suspiro. Asintiendo con resignación.

- Cualquier información que puedas darnos sería de mucha utilidad. ¿Algún nombre de confianza? eso incrementaría nuestra esperanza de sobrevivir ...siempre y cuando sea ese el objetivo.

De lo último tenía ciertas dudas. Si, podía ser que le hubieran pedido ayuda en una situación peliaguda de Boston, pero también podía ser que la finalidad de todo aquello fuera quitarse de encima un problema. Quizás un poco de ambas.

Sintiéndome protegido por la mano de mi padre me envalentoné y le hice una pregunta que sabía que a mi padre no le iba a gustar.

- Papá no lo entiendo. Cuando luchas, desvías el golpe y atacas al cuerpo. Si Boston bajo ataque... ¿no sería mejor atacar Canadá, su pie de apoyo? No se pueden mover, el golpe es seguro. Y sin respaldo, la ciudad quedaría automáticamente asediada, sin hacer nada. Sería como un brazo estirado, ya no puede estirarse más. Destruir al Sabbat ese allí sería como pescar tiburones en una pecera. ¿Por qué enviar a las tropas de choque a enfrentar a los dientes del tiburón entonces? ¿Quién dirige esta estrategia? ¿No se estará divirtiendo viendo a ambos bandos luchar inútilmente? ¿Me lo explicarás cuando se vaya este señor?

No me terminaría de acostumbrar de esta manera tan rara de viajar por suerte tenía conmigo mi valija y a continuación agarro la misma para comenzar a caminar en dirección de la luz que venía,suspiro porque lo que quiera que haya hecho el Regente no me dejo en la puerta de donde tuviese que estar ahora.

Con mis cortas piernas y mi tamaño camine tranquilamente pero al mismo tiempo lo mas rápido que las mismas me lo permitían.

Una vez que finalmente llegase a la puerta de donde veía la luz,tocaría la puerta y esperaría ser atendido.

 El Arconte observa al muchacho divertido.

-Te voy a explicar una cosa, no la olvides, lo poco gusta, lo mucho cansa... Ten cuidado porque hablas demasiado.

 A Canada no podemos ir asi como así, ya que ellos no son pocos, ¿Que ganariamos matando a unos cuantos alli? Ellos no tienen una sociedad ordenada, son como animales, no construyen, seria cambiar un vaso de cristal barato por una copa de oro... ¿Entiendes? Tenemos más que perder que ellos.

 De repente calla a mitad de frase.

 Ya estan aqui...

William se levanta y camina rápidamente hacia la puerta, la abre y comienza a hablar.

 Antes de que llegues a tocar la puerta, esta se abre y un hombre de raza negra se dibuja a contra luz. 

 -¿Tú eres el brujo? Hay que joderse... Otro puto enano, pasa a ver si os haceis amiguitos.

 Dice mientras franquea el paso a un hombre contrahecho, que padece enanismo claramente y que cojea ostensiblemente, aparentando un gran esfuerzo para caminar, en el interior esperan dos figuras, una de altura normal para un adulto y otra baja, sin embargo también resulta normal para la edad que aparenta, un niño.

 -Bueno, ya solo falta uno más.

 El camino por carretra va pasando sin incidencias, simple autovia sin dificultad ni excesivo tráfico, te acercas a Cleveland, pero conforme lees los carteles y las indicaciones que te ha dado Robert, te das cuenta que estas no te llevan a a ciudad propiamente dicha, si no a las afueras, una zona de casas apartadas con terrenos y apariencia rural.

 El camino indicado en la nota aparece a tu derecha, te aleja de la via principal y tras subir una pequeña loma puedes ver una casa sencilla con luces en el interior, deberia ser esa...

El viaje a Cleveland es muy tranquilo. Línea casi recta por la autopista y poco más. Sin embargo, los nervios de lo que me depara él futuro en Boston me atenazan, así que para distraerme intento sintonizar algo de música. Ya que la carretera está prácticamente desierta, me tomo el lujo de trastear un poco la radio hasta que encuentro una emisora de folk y rock clásico.

Las horas se me pasan rápido gracias a la música y consigo llegar a Cleveland bastante bien de tiempo. Voy mirando de reojo la dirección y las indicaciones que me dio Robert. Por lo visto el sitio que busco es una tranquila zona de granjas a las afueras de la ciudad. Me agrada. Lejos del ruido y de los ojos y oídos indiscretos.

Pese a que es un terreno que me es totalmente desconocido, no tardo en ubicarme y hallarme en un camino que sube una pequeña colina.

Aparco frente a la puerta; observo que hay luces encendidas en el interior. Apago el contacto del coche. Durante un segundo me planteo si llevar o no armas en el interior. Mejor desconfiado y maleducado que inocente e indefenso. Cojo mi cuchillo y lo meto en el interior de mi gabardina. Salgo del coche mientras y me la pongo, levantándome el cuello. Como si pudieses notar el frío, no me jodas Woody. Si realmente dentro de esta casa hay un Arconte, seguro que está fuertemente vigilada.

Me muevo despacio y sin hacer movimientos bruscos para que, quienquiera que me esté observando no vea en mi una amenaza. Llamo a la puerta con calma y espero pacientemente a que me abran.

Me sorprendo al ver que me abren la puerta y luego de ello ser insultado por el hombre de raza negra,solo me le quedo mirando,comenzando a caminar hacia adentro con mi valija al observar a otra persona con mi tamaño no digo nada,sigo avanzando miro al niño y a la otra persona de tamaño normal.

No digo nada de momento,cuando escucho que falta otra persona permanezco callado,y espero como los demás.

No solía ser muy hablador con otras personas al principio hasta que los conociera.

- te lo explicaré Gabriel...
Digo entre dientes, con dificultades para contener el desagrado de tener a más desconocidos en el refugio.
- Me llamo Julien Sartre
Digo tendiéndole la mano al enano.
- Este es mi refugio y el de mi hijo Gabriel.
Presentando también al pequeño

En mitad de la conversación se escucha un motor en el silencio de la noche, el arconte vuelve a incorporarse y se mueve hasta una ventana desde la que observa el exterior, esta vez más cauteloso. Al poco y visiblemente relajado abre la puerta en la que han sonado unos nudillos.
Un hombre uque aparenta unos 30 alto, rubio y de complexion atletica aparece al otro lado de la desvencijada puerta, D´Tourgh le invita a pasar.

-Bien, ya estamos todos. Ya sabeis porque estamos aqui, ¿cierto? Bien, pues acabad de preparar lo que sea que tengais que preparar que antes del alba vendre con un camión y viajareis hasta Boston durante el día.

Y dicho esto y sin más preambulos, simplemente sale de la casa y echa a andar por el toruoso camino.

- Papá ¿que va a pasar ahora con Anne? No podemos abandonarla aquí, pero, desde luego, no podemos dejarla que viaje con ... estos hombres... - le susurra tan bajo al nosferatu que incluso a él le resultará difícil distinguir las palabras.

El muchacho se mueve inquieto tras las piernas del adulto, cubriéndose el rostro de las miradas, en un gesto evidente de vergüenza. 

- Como ya ha dicho mi papá, yo soy Gabriel. ¿Quienes sois vosotros y por qué estáis en nuestro refugio?

Un hombre de color me abre la puerta y me invita a pasar.

-Hola-saludo levemente. Sin siquiera responder me conduce hacia el interior de la casa.

Vamos hacia el salón donde se encuentran otros tres Vástagos. Según dice el tipo que me ha abierto ya estamos todos, de lo que deduzco que es D'Tourgh. Los otros tres son de lo más variopinto que he visto. Me llama especialmente la atención el niño. Se me remueve un poco el estómago, ¿qué desalmado le habrá Abrazado siendo tan joven?.

El arconte afirma que viajaremos en camión durante el día. ¿Y mi coche? ¿No tendré pagar la grúa hasta Boston? Además, ¿enlatado con estos tres dentro de un camión? ¿Tan urgente es la situación en Boston? El chico parece algo alterado. Resulta que el nosferatu es su padre. No quiero ni imaginarme la historia. Dejo mis pensamientos y me presento.

-Soy Woodrow Doherty, encantado-digo saludando a los demás con la mirada e intentado sonreír al chico como buenamente puedo. Me planteo darles un apretón de manos, pero finalmente vuelvo a guardar la mano en el bolsillo, intentando esconder el gesto. No sé de qué palo van. A continuación me dirijo al arconte-. Estoy aquí por invitación del señor D'Tourgh aquí presente-parece que el tío ha decidido colarnos a todos en un refugio ajeno así por las buenas-, porque eres D'Tourgh,  ¿verdad? Si no te importa tengo una pregunta; verás, he venido en coche y quería saber qué vais a hacer con él.

Desde el porche el arconte te responde sin volverse siquiera y haciendo un gesto de hablar con la mano.

-Wiii wiii....  mi coche, mi papa, mis piernillas cortas... No os preocupeís. Todo irá en el camión.

 Y sigue caminando sin más preocupaciones.

Enarco una ceja ante la respuesta del Arconte y le miro con una mezcla de sorpresa y tedio. Así se gana uno el respeto de la gente, sí señor. Finalmente me encojo de hombros e ignoro su tono.

-Mis cosas están dentro del coche, así que estoy prácticamente listo-digo a D'Tourgh. A continuación me giro hacia los demás, miro al nosferatu en concreto-. Lamento haber irrumpido así en tu casa amigo. Me sentaré en el porche si no te importa, tampoco quiero molestar por aquí dentro.

A continuación voy hacia el coche y saco una de las cajas, me siento con ella en el porche y me pongo a trastearla esperando la orden de partir del simpático Arconte.

La caja que saco es en la que llevo mis armas y mis efectos personales. Puede que el viaje sea movido.

Cojo las esposas y me las guardo en el interior de la gabardina; también saco el revolver y me dispongo a limpiarlo y a cargarlo. Le pongo el seguro, lo meto en la pistolera y me coloco esta en la parte de atrás de la cintura, en un sitio accesible para desenfundar sin mucha molestia. También me meto en la gabardina un paquete de 12 balas. Me aseguro de llevar las llaves de las esposas, así como mi identificación y mi juego de ganzúas.