Partida Rol por web

BP6-3Q1 (Stargate SG-1)

Supervivencia

Cargando editor
20/04/2010, 13:48
Director

Al ver la bomba de humo volar, Makepeace arremete contra el gemonite, que ya está muy cerca, dándole un puñetazo en la mandíbula, que hace caer al gemonite al suelo. Con el mismo movimiento, recoge el rifle, y hecha a correr, hacia vuestra posición. El SG7 le sigue, y Rosemund, que va la última. La granada estalla, desplegando casi al instante una cortina de humo que despista a los gemonites que han salido alertados la fracción de segundo suficiente como para que el SG7 llegue hasta vosotros. Sin embargo, los gemonites ahora corren hacia vosotros, aunque, por fortuna, aún sin ver bien. 

Notas de juego

Sus toca. Las escaleras suben varios pisos hacia arriba. 

Cargando editor
20/04/2010, 22:57
Dra. Sirkka Liisa Parker

Estaba segura de que todo eso se acababa de organizar por mi culpa y bueno, por el ruido que había hecho alguien detrás mía, aunque no supiera ni siquiera quién había sido. Dudaba que alguien se hubiera pensado que la torpe de la "Doctora Parker " pudiera pasar desapercibida tratando de ser sigilosa, pero si estaba ahí era porque tenía amueblada la cabeza, no porque hubiera sido en el instituto la jefa de las animadoras.

Por suerte mis pensamientos siempre eran demasiado rápidos, aunque comprensibles, al menos para mí, así que antes de que la cosa se pusiera más fea, salí corriendo escaleras arriba sin esperar a nadie, pues si lo hacía, al final sería yo la que se quedara la última y eso era la peor idea que se me podía pasar por la cabeza.

- No sé el resto, pero yo... quiero volver a mi casa entera y sin agujeros que no trajera..

 

Cargando editor
21/04/2010, 09:15
Dante Gabriel Rosetti

Al parecer los civiles eran los primeros en reaccionar cuando las situaciones de acción se les escapaban de las manos, probablemente por eso al girarse se topó con Sirkka y no acabaron chocando el uno con el otro de milagro.
Dejó que la doctora tomara la delantera en primera posición y tras una última mirada a los soldados y al humo la siguió a escasos metros de distancia.

Sabia de sobra que sus compañeros se encargarían de cubrirles las espaldas y de hecho quedarse ahí sólo conseguiría retrasar su retirada así que sencillamente era lo más sensato. Al menos eso esperaba porque si decidían quedarse para combatir a esos gemonites tendría que dejar de pensar que McGraw era un tipo lógico y coherente.

 

Cargando editor
22/04/2010, 01:55
Tom J.Hammer

 Por mi cresta,...la que vamos a liar...

 Tom dedicó unos gestos rápidos y entrenados a su capitán, se señaló los ojos y se preparó para hacer avanzar a los civiles a medida que iban pasando. Se cercioraría de que no se quedase nadie atrás.

 Mantenía la ametralladora ligeramente alzada con el brazo derecho, preparado para disparar mientras señalaba el camino a seguir.

 Cuando sólo restaban los marines por cruzar Tom se despreocupó y corrió a tomar de nuevo su posición junto al Capitán.

 El humo comenzaba a extenderse, había delatado su posición pero afortunadamente no su destino. Era la decisión correcta, era el mal menor.

Cargando editor
22/04/2010, 03:35
Edwin McGraw

Los acontecimientos se precipitaban.

Tenían que llegar hasta la reina, y cumplir la misión. No podía permitirse el lujo de avanzar con el enemigo en la chepa, pero tampoco quería iniciar un tiroteo que se saldara con un montón de gemonites muertos, si no era estrictamente necesario hacerlo. La doctora había dicho que Görem era popular entre la extrema derecha, sección que al parecer estaba tomando fuerza en su mundo. Matar a su paladín o a sus mejores hombres dificultaría su posible regreso a casa.

Solo tenía una opción, una opción arriesgada. Cuando casi todos estaban ya dentro de las escaleras, dió unas órdenes.

-Tiren una flashbang fuera para retrasar su avance. Sargento Hammer, marines, cúbranme.

Sin perder más tiempo, preparó una carga C4 para que detonara cenitalmente, pegada al techo o al dintel de la puerta, esperando que cuando la detonara provocara un derrumbamiento parcial que impidiera o retrasara el avance gemonite.

Notas de juego

Dime que tiro, que para explosivos no detallaste nada.

Cargando editor
22/04/2010, 12:05
Director

Notas de juego

Siendo un SEAL que ha participado en un porrón de misiones superguays, pues nada XD, con que me digas que lo haces va que chuta. 

Cita:

Dime que tiro, que para explosivos no detallaste nada.

No dije nada por qué dependía del caso XD. 

Cargando editor
22/04/2010, 16:32
Edwin McGraw
Sólo para el director

Notas de juego

Bueno, pues mi intención es que lancen una flashbang para retrasarlos un poco, poner el C4, retroceder (si se acercan más rafaguear para que no se asomen a la puerta), y desde una distancia segura detonar el explosivo para cortarles el paso.

Cargando editor
22/04/2010, 18:08
Director

Uno de los marines del Sg3 lanza una granada flashbang, a la orden de McGraw, y esta detona, dejando ciegos y aturdiendo a las tropas de asalto gemonites, que ya han empezado a perseguiros. Con la Dra. Parker delante y Rosetti detrás, seguidos por Hammer, Smith y el Sg3 al completo, subís un par de pisos, pero McGraw se queda atrás. Coloca una pequeña carga de C4 en uno de los recovecos de las escaleras, antes de seguiros a todos. Subís un par de pisos, cuando McGraw detona el C4. Todo el edificio tiembla, y por un momento, casi parece que todo se va a derrumbar, pero no. Por fortuna para vosotros, y desgracia para los gemonites, solo se derrumban dos tramos de escaleras, haciendo imposible el subir. Una vez a salvo, Rosemund os pide que la sigáis. Subís muchos pisos hacia arriba, en lo que antes debía de ser un rascacielos, hasta una planta, medio derruida. 

-Cuidado donde pisan ahora.- Rosemund os señala el suelo, que cruje bajo vuestros pies. Pasáis por parejas, hasta un puente elevado, que da acceso a otro edificio igual. Bajáis un par de plantas, hasta un nuevo puente, que cruza a otro edificio, para bajar de nuevo a la "calle". Salís por un acceso contrario al de la calle donde os reunisteis con el Sg3, y guiados por Rosemund, avanzáis. Os movéis por callejones, donde la sensación de que os vigilan es constante. Ruidos, chasqueos, algo que cruje a los lejos. A cada esquina, teméis que salga una de esas cucarachas gigantes. Es casi como estar en la nave de Alien. Sin embargo, nada os ataca. Simplemente, es como si os controlaran. Rosemund mira al cielo varias veces, no sabéis por qué. No veis nada. 

Tras un viaje desagradable por la capital del planeta, en ruinas, llegáis de nuevo al edificio de cristal, lo primero que visteis de BP6-3Q1, aunque ahora por el lado opuesto al del Stargate. 

Entráis de nuevo en el edificio. Aún podéis ver los cadáveres de los cinco insectos abatidos, así como la MALP dañada, y el rastro de sangre y el cadáver que os hizo ir hacia la puerta por la que empezó todo. El techo está destrozado, y los cristales rotos cubren el lugar. Seguís recto, y salís, para volver al patio de las columnas y al Stargate destrozado. Tras el stargate, hay unas escaleras que bajan, y una puerta, a modo de búnker. Rosemund se acerca a la puerta, y toca algo, que hace que se materialice una consola, con un teclado numérico, extraño, con doce casillas. Rosemund os mira. 

-Tardaré unos minutos en resolver la clave.- Os dice, tras lo cual se enfrasca de lleno en la consola. 

Notas de juego

Si queréis hacer algo o decir algo, esta es la última oportunidad, antes de sumergiros en la espiral final que os llevará a casa... O a una muerte lenta y dolorosa XDDDDD. 

Cargando editor
22/04/2010, 23:29
Edwin McGraw

De nuevo en el punto de partida.

Una parada inesperada, habiendo cortado la ruta más directa a los gemonites. Un respiro de nuevo ante la contemplación de la desolada capital del otrora pujante Svoriin. Habían llegado allí hace días, y aquel tiempo parecía una eternidad. Habían caminado al filo de la navaja, tal y como debían hacer los habitantes de ese planeta desde que la plaga skaald se extendiera.

Durante un momento, contempló la silenciosa ciudad y los bacos flotando sobre la ensenada del puerto. Una imagen de soledad y silencio, que ahora parecía evocadora. ¿Se desvanecerían sin dejar rastro en un lejano planeta sin posibilidad de volver a casa? Se tomó un momento, quitándose el casco y pasándose la mano por el rostro. Estaba algo cansado, cansado por la tensión y la incertidumbre. Ahora sabían lo que debían hacer, aunque fuera una misión arriesgada y azarosa.

Sin embargo, él se había visto otras veces en circunstancias parecidas. No iguales, por supuesto, ya que nunca había estado en otro planeta, pero si otras que se le podían comparar. Otras veces había estado atrapado en territorio hostil, con muchachos expuestos a la incertidumbre, y un gobierno que no iba a sacarles de allí por las buenas. Eran ellos los que debían volver por su propio pie. Esa es la primera lección para un SEAL: no confíes en nadie, salvo en ti y en tus hombres.

Pero él más que nadie, sabía que en situaciones como esa, la moral de los hombres flaqueaba. Lo podía comprender, porque era una situación extraña, desesperada y peligrosa. Pero sabía, en parte lo enseñado y en parte por lo aprendido a lo largo de su vida, que era en esas situaciones cuando un oficial debía pasar la línea de las órdenes, y tocar lo personal. Un soldado, o un científico, no deja de ser en el fondo una persona. Un entrenamiento no prepara contra los males del corazón, la incertidumbre o la desesperanza. El mando iba, sobretodo, de tratar con personas, de comprenderlas y apoyarlas, de saber tocarles la fibra sensible y que fueran capaces de trabajar juntas.

Se acercó a los científicos, los primeros que necesitaban algo de apoyo moral. La doctora Rosemund les había quitado el "trabajo", y podía comprender que ahora mismo se sintieran como meros espectadores. Pero ese hombre y esa mujer, Dios mediante, serían sus compañeros de trabajo cuando volvieran a casa, y durante largo tiempo. Y como tales, tenía que demostrarles que confiaba en ellos y en sus capacidades.

Se detuvo frente a la doctora Parker, que desde que la gard comenzara a ayudarles en lo científico, se había vuelto silenciosa y algo meditabunda. Pudo leer la apatía en sus ojos durante algunos momentos, y eso no era bueno para ella, ni para nadie de los allí presentes.

-Doctora, debo darle las gracias -comenzó a decir- Gracias a usted estamos vivos, y eso es un hecho. Usted y el doctor descifraron aquellos códigos en la computadora de la sala de los ascensores, activando el protocolo de aislamiento. Sin ese logro, ahora mismo estaríamos desparramados por el suelo de aquella estancia, o en los sistemas digestivos de esas cucarachas gigantes.

Sonrió un momento, mirándola. El silencio y la noche hacían de la escena algo mucho más personal y franco.

-No se frustre, por favor. Habrá más días, y más misiones, para demostrar su valía. Pero como me dijo mi instructor en Annapolis, y como le dirían muchos maestros de artes marciales, a veces hay que aprender las cosas para no tener que usarlas. Quizá Dios, en su sabiduría, le ha dado un descanso de cara a tener que afrontar una prueba mayor, y más dificil. Por eso, quiero que se anime, y que se concentre. Cuento con usted, porque me ha demostrado que es de fiar, y que se sacrifica por los demás. Esas son cualidades loables, cualidades que aprecio y con las que me siento seguro si la gente de mi alrededor las posee y las practica.

Asintió, despacio.

-Tiene usted un gran futuro por delante todavía, doctora, y mucho que aportar.

Miró luego al doctor, que estaba cerca.

-Rosetti. Lo mismo digo de usted. Leí los informes de las misiones del SG1, y después de conocerle entiendo muchas de las apreciaciones del coronel O'Neill. Yo, como él, me sentía extraño con un hombre de letras en un comando militar. Pero ha demostrado estar al quite, y nos ha sido de gran ayuda. Inquisitivo, quizá, pero no se lo reprocho. Usted es un perfeccionista, y lo comprendo porque en su trabajo debe serlo. Manténgase alerta, porque ahora se decidirá si volvemos a casa o no. Y para eso necesito que ustedes den el 100% en todo lo que vayamos a hacer, como han hecho hasta ahora.

Sonrió de nuevo, apoyando una mano en su hombro.

-Siga así. Sigan así. Estoy orgulloso de ustedes, y de lo que han hecho. No les quepa duda.

Luego fue un momento hacia los marines, y miró a Makeapeace como su representante.

-Lamento que el azar y nuestra mala fortuna les haya metido en esta situación, pero me alegro de que estén aquí. Ustedes los marines suelen llamarnos "saladillos" a los de la Armada, y nosotros a ustedes "cabezabotes". Todas esas niñeras, aunque sean graciosas, no son aplicables en este lugar. Se que ustedes son fieros, combativos y resolutos. Y ustedes ya saben que yo soy un SEAL, y como tal estoy acostumbrado a deslizarme delante de las narices del enemigo y golpearle donde más le duele.

Asintió, despacio.

-Ambas metodologías no son incompatibles, ni mucho menos. Ustedes tienen mi respeto y mi apoyo. Porque yo, como oficial responsable de esta misión, de la misión original a este planeta, prometí a mis hombres que sería el primero en llegar, y el último en volver. Ahora se lo hago extensivo, y les aviso de que yo nunca dejo a nadie atrás. Muertos, o vivos, volveremos todos a casa. ¿Hurra?

Esperó a que le respondieran con la alocución típica de los marines, y luego caminó brevemente hasta Hammer, el buen, sólido y fiable sargento Hammer. No pudo menos que sonreirse, y apoyar una mano en su hombro.

-Usted me ha demostrado que todo lo que creía sobre los técnicos de las fuerzas aéreas era infundado. Nunca, en todos mis años de servicio, vi a un soldado como usted. Ha cumplido su primer deber en esta misión: sobrevivir, y cuidar de sus compañeros. Y de hecho, realizando esa simple misión ha sido usted de gran ayuda, trayendo hasta nosotros a una persona clave para entender la situación en este planeta, para poder sobrevivir.

Asintió de nuevo, como convenciéndose.

-Pienso recomendarle para un ascenso cuando volvamos a casa, sargento. Usted se merece algo más que ser un simple sargento. Porque usted es más que un simple sargento.

Miró su ametralladora, y de nuevo a él. Entonces, volvió a ponerse el casco despaciosamente, componiendo una sonrisa irónica.

-¿Preparado para el infierno?

Cargando editor
23/04/2010, 00:42
Tom J.Hammer

 Escuchó las palabras del oficial con atención, pero una atención relajada. Nunca bajaba la guardia pero aquello fue como poder respirar tranquilo, aunque sólo fuesen unos minutos mientras la doctora descifraba el código.

  Aquello le demostraba que el Capitán era un buen mando, que se preocupaba por ello.

  ¿Cómo no va a hacerlo?, maldita sea.

 Le podía haber sacado una sonrisa a Tom, posiblemente le estuviese sonriendo para si, pero por fuera sólo había un soldado dispuesto para el combate, aferrando su ametralladora, al acecho sin descanso pero lo suficientemente relajado como para esconder el chicle entre el paladar y la lengua y que nisiquiea se notase que lo llevaba...

  Fue contemplando a cada uno de ellos a medida que mencionaba sus nombres. Estaba muy deacuerdo con el Capitán y eso quería decir, aunque quizás los civiles no se hubieran dado cuenta, que él también sangraría o moriría por ellos llegado el momento. Que eramos un equipo...

  Y somos un equipo jodidamente bueno, que coño.

 El SG-7 estaba reunido, no habían sufrido daños, sólo sustos...en este punto Hammer creía que podía con todo. Y lo único capaz de golpearle, como esos puñetazos bajos que te hacen caer arrodillado o doblarte sin posibilidad alguna...era exacamente lo que utilizaba McGraw contra él en ese momento, no llegó a cuadrarse ante su Capitán, estaba fuera de lugar dadas sus palabras, le devolvió la misma mirada que recibía, determinación, fidelidad, valor y comprensión. Agradecía palabras tan amables y sonrió de medio lado ante el ascenso acariciandose la cresta y parte de su cabeza rapada...luego, frozando los párpados y con aire poco convencido...dijo...

  - Señor, con el debido respeto...todo esto ha sonado a despedida. Y no tengo intención de que alcance la gloria de la muerte.

 Tendrá que esperar a saldar las cuentas que tenga en el jodido infierno. Saldremos a ganar, Señor.

  no estaba tenso pero su ametralladora sonó con un ruido metálico mientras la posicionaba, estaba preparado para avanzar.

 - Estoy preparado, Capitán. Y eso quiere decir que pienso seguir desempeñando mi función a poder ser...hasta que me lo impida la muerte o la vejez, junto a usted, Capitán, en el Sg-7, Señor.

 Lo miró ladeando la cabeza, era un joven bastante franco...luego miró a sus compañeros para dedicarles una sonrisa, si la doctora sirkka tenía ánimo para mirarle a ella...le guiñaría un ojo.

 

Cargando editor
23/04/2010, 07:33
Dra. Sirkka Liisa Parker

Respiré aliviada cuando por fin pude dejar de correr, a pesar de que sabía que lo peor estaba aún por llegar. No estaba acostumbrada a esos trotres y mucho menos a que por mi culpa casi tuviéramos tantísimos problemas.

- Creo que si yo y mi trasero volvemos sanos y salvos a casa, debería hacer algo de deporte..

Y esta vez no sólo era una idea que rondaba por mi cabeza, sino una de esas cosas que te prometes a ti misma pensando que tu torpeza aún podía tener arreglo, a fin de cuentas no es que fuera tan vieja todavía como para no poder ponerme a ello y clínicamente, estaba en perfectas condiciones de salud, al menos de momento, cuando aún no habíamos salido de aquel maldito avispero.

Vi como McGraw se acerba a mí y pensaba que era cuando me ganaría una buena reprimenda por haber puesto a todos en peligro, aunque no hubiera sido a posta, pero no. No había nada en sus palabras que fuera una ofensa o una reprimenda, sino más bien, me hizo quedarme con la boca abierta levantando la vista hasta mirarle casi fijamente y haciéndome sentir culpable por mi mal caracter, en el fondo no quería que nadie supiera lo que pasaba por mi cabeza, pero me parecía que había veces que quedaba demasiado claro. En aquel momento, incluso hubiera podido comenzar a llorar, pero claro, la situación no era muy dada para ello y decidí que mi sentimentalismo, esa cosa que tenía tan abajo en alguna parte que afloraba muy de vez en cuando, debía contenerse.

- Gracias.. - dije simplemente aún atónita, aunque en el fondo lo que me hacía conmoverme era que aquel hombre había percibido claramente como me sentía y que sí, necesitaba escuchar aquellas palabras, pues comenzaban a darme igual hasta mis compañeros y aquello era lo último que debía suceder. - Si aún estamos aquí es gracias a tu buen jucio.

Cuando sus palabras y en general, la vista de todos cambiaron de persona me sentí incluso aliviada. Sí, estaba acostumbrada a que la gente me hiciera caso, pero eso cuando estaba con una bata blanca en mi propio laboratorio, no cuando comenzaba a mezclarse lo profesional con lo personal haciendo que me sintiera como un pez fuera del agua.

Levanté la vista hacia Rosseti y asentí, como queriendo enfatizar las palabras de McGraw. - No hubiera podido hacer nada ahí atrás sin ti.. Nunca se me han dado demasiado bien los idiomas y eso que me he sentido bastante afortunada de tener dos lenguas " maternas " toda la vida..

El que yo estuviera dando las gracias a otro doctor y más a uno que comenzaba a ver como tal tras esta misión, ya que si no eran científicos en sí, no solía hacerlo, era casi tan extraño como que se produjera un eclipse solar a las dos del mediodía de un miércoles 23 de diciembre a las 14:53 exactamente, es decir, que podía suceder, pero era algo prácticamente imposible.

Las palabras hacia Hammer me hicieron sonreir, pues yo también creía que aquel hombre merecía un ascenso, pero me parecía que tampoco se sentía demasiado cómodo con esas palabras así que volví a " innovar " en aquella ocasión, ya que bromeé al ver como me guiñaba un ojo.

- Creo que si ascienden a Hammer primero debería pasar por el peluquero.. - A lo que mostre una sincera sonrisa, olvidándome por un momento del lugar en el que estaba. - ¿ Despedida? Yo tengo la esperanza de que me devolvais a La Tierra, ya que sintiéndolo mucho, creo que este planeta no es de los más acogedores que me podía imaginar. Así que aunque aún no me acuerdod e quitar los seguros a las armas, por mi parte, intentaré llegar entera. Lo que quiere decir, que no me agradaría demasiado que me dierais trabajo extra y que lo que sería interesante es que también llegarais enteros. No quedaría demasiado bien en vuestros expedientes que yo llegara ilesa y vosotros hechos un trapo..

No sabía si entenderían demasiado bien el significado de lo que les estaba diciendo, pero en el fondo era que me alegraba de tener a aquellos hombres cerca y confiaba plenamente en sus facultades y en que de ellos dependía el que yo volviera.

Cargando editor
23/04/2010, 09:43
Alastor Smith

 Smith casi agradecia que no le dirigiera palabras de ese estilo, solo hubieran servido para cabrearle aun más. Cargando debidamente su arma se colocó las granadas en sitios donde no tardara en usarlas, y más si era tragado de repente por algun mosntruo enorme, al menos haria unos bonitos fuegos artificiales y le causaria una indigestion

-Tsk, mas vale que sepan apartarse llegado el momento

Con un golpe seco en su arma Smith dio por terminado su recarga de armamento mirando con astio tanto amor que flotaba en el aire.

-Esperemos que la reina de los putos bichos este preparada para lo que le espera, un maldito escuadron repleto de armas que le haran mucho daño, yo no se vosotros pero ardo en deseos de conocerla, espero que nos de un buen recibimiento, la comida en el infierno debe de ser muy picante y no me apetece comerla de momento.

Cargando editor
23/04/2010, 17:54
Dante Gabriel Rosetti

Ver el edificio en el que había empezado todo aquel "apocalipsis insecticida" consiguió que Rosetti torciera la boca un tanto frustrado.
Si se paraba a pensarlo de manera fría y racional resultaba un poco deprimente darse cuenta que después de tantas horas y tantos riesgos habían acabado en el mismo sitio en el que estaban al principio.

Tampoco le dió demasiadas vueltas al asunto así que se limitó a sacudir la cabeza, ya un tanto embotada, y se dispuso a proseguir pero entonces el capitán decidió hacer un pequeño alto en la misión.
Parecía uno de aquellos discursos motivacionales tan típicos de las edades antiguas y que tanto habían sido reflejados en la gran pantalla pero no por ello resultaba menos cierto o agradable así que se limitó a observar y escuchar en respetuoso silencioso... pero con una sonrisa en el rostro.

Sirkka pareció agradecer de verdad aquel gesto sin embargo el arqueólogo no requería de esas palabras para seguir con la moral alta pero tampoco es que fuera a quejarse por ello. A fin de cuentas él también tenía gran estima por el resto de sus compañeros... al menos por la mayoría.
-Vaya... esa es tu manera de dar las gracias, ¿eh?- respondió al comentario de la cientíifica gratamente sorprendido, dedicándole después una sonrisa amigable y sincera -No te preocupes, no tienes que agradecer nada. Somos un equipo y aunque no seamos soldados nosotros también somos eh... Hermanos de sangre- le guiñó un ojo cómplicemente, quitándole algo de seriedad al asunto, pero aún así dejando claro que el aprecio era mutuo.

-Entonces en marcha. Supongo que todavía quedan culos que agujerear, ¿no?- miró a Hammer y Smith y finalmente todos se pusieron en marcha más motivados que hacía escasos minutos.

Cargando editor
23/04/2010, 18:46
Director

Rosemund teclea una serie numérica, como si acabara de recordar algo. La puerta se abre.

-Ya esta.- Dice, con una media sonrisa. Con su arma bien aferrada, os invita a entrar. Pasáis. En el interior, un largo pasillo, que lleva a unas puertas dobles metálicas Un ascensor, que se abre con un leve siseo. Sin más demora, entráis. Por desgracia, no cabéis todos a la vez. De modo que Makepeace y sus marines se quedan arriba.

-Les esperamos.- Dice Makepeace. Al cerrarse las puertas, oís como el oficial del Sg3 ya imparte órdenes de establecer un perímetro.

Bajáis hasta el último piso, que necesita una tarjeta, que Rosemund lleva en su bolsillo. Con un pequeño temblor algo brusco, empezáis el descenso. Planta menos uno. Planta menos dos. Planta menos tres. Sentís un cosquilleo en vuestro interior, nervios, una sensación que muchos conocen bien, otros no tan bien, y para otros ya representa la mitad de su vida, como McGraw.

Planta menos doce. Planta menos trece. Planta menos catorce.

-Aquí es.- Espeta Rosemund. En su voz, de repente, se puede perfilar asco, como si aborreciera aquello. Escupe las palabras, como quien escupe un líquido que sabe mal de la boca. Al llegar a la planta menos quince, se abren las puertas. Llegáis a una recepción, muy amplia, con forma de cubo, de unos sesenta metros cuadrados. A cada lado hay una puerta doble. Frente a vosotros, una de las esquinas está ocupada por una pequeña habitación aneja a la recepción. Dos sillones, una mesa y lo que parece una máquina de café. Al fondo, otra puerta doble. Rosemund va directa, y la abre, usando de nuevo su tarjeta. Es necesario, además, un escáner de retina, de huella dactilar, de aliento. Finalmente, en el escáner aparece una aguja, y un agujero con una silueta de mano humana. Una prueba de ADN, de sangre. Rosemund pone la mano, y se enciende una luz roja. Chasca la lengua y mete de nuevo la mano. Una luz verde. Las puertas se abren.

 

 Frente a vosotros, una habitación que se abre unos cien metros cuadrados. Tiene veinte metros de altura. La zona transitable, que pisáis está suspendida a diez metros del suelo, formando una O, cuyo centro está ocupado por un inmenso contenedor de cristal. Dentro, un bicho, enorme, como un escarabajo pelotero. Su exoesqueleto, que le recubre toda la espalda con placas de quitina, se mueve, de forma rítmica, siguiendo una respiración algo agitada. Seis ojos os siguen, y, aunque son del todo inexpresivos, diríais que os siguen, con preocupación, con miedo. Al ver a los hombres armados, se asusta, y se encoge, como lo haría un animal. Resulta patético, triste, quizás deprimente, pero no terrorífico. A cada lado del contendor, dos terminales, con consolas, teclados y pantallas.

-Sí, es aquí.- Rosemund apoya el rifle en una barandilla. Observáis como se frota la mano derecha. -Os agradezco la escolta.- Dice, pero ahora su voz es muy diferente. Suena retorcida, con un acento malvado.

Lentamente se gira. -No sé que habría hecho sin vosotros, Tau’ri- Alza su mano, y para cuando veis lo que contiene ya es muy tarde. Sus ojos brillan, encendidos, y de una joya anaranjada en la palma de su mano surge una onda de energía que empuja a McGraw, Smith y Hammer de nuevo hasta la recepción. Al intentar levantarse, sienten el peso del metal en sus cabezas. Dos lanzaderas Goa’uld les apuntan directamente, sostenidas por dos guerreros Jaffa, con una armadura completa, y un casco a modo de cuervo, que no habíais visto nunca. Rosemund, o lo que, está ya muy claro, un Goa’uld, sonríe, ahora de forma prepotente, mostrando una mueca de sadismo y crueldad. Rápidamente, se acerca, y coloca el dispositivo de mano en la cabeza de Rosetti. Una onda de fuerza comienza a hacer mella en el arqueólogo que cae de rodillas. Un hilo de sangre le cae por la nariz, hasta sus labios. La Goa’uld mira a Parker.

-Acércate a la terminal.- Su voz ahora es grave, una mezcla de la voz que ya conocíais y la voz real de lo que lleva dentro. -Y sigue mis instrucciones, o él morirá, y luego morirás tú.-

De las puertas laterales, aparece un jaffa sin casco, de piel negra y facciones cuadradas, con la marca de su amo en su frente. Tras él, dos Jaffa más, estos con casco. El primero, el único que no lleva casco, mira a McGraw, a Hammer y a Smith, y sonríe, pero no dice nada. 

Cargando editor
24/04/2010, 19:43
Dra. Sirkka Liisa Parker

Como todos, seguí a la mujer, no sin antes asombrarme por toda la seguridad que tenía aquel lugar, ya que era prácticamente imposible acceder si no eras una de las personas con acceso dado, aunque como todo lo elecrónico, seguro que se podía desmontar y una vez hecho, hacer contacto en el cable indicado, no creía que la ciencia en este lugar hubiera avanzado tanto como para que no se pudieran hacer trampas en algo.

Abrí la boca sorprendida al ver aquella enorme criatura, aunque no esperaba ver ninguna así contenida. En ningún momento había dicho nadie que hubiera capturado alguna y si lo habían hecho, no había prestado demasiada atención así que di un par de pasos para acercarme a observarlo de cerca, cuando la " nueva voz " de la doctora hizo que un frío escalofrío recorriera mi espalda, desde donde la espalda comienza a llamarse como tal.

Me giré para ver, como aparecían los jaffa y como mis compañeros acababan bajo sus armas sin poder evitarlo y para luego soltar un grito cuando vi como Rosseti caía de rodillas.

- Joder!! La próxima vez que alguien me caiga mal desde el principio.. y la pudiste haber examinado cuando estaba incosciente, incluso dejarla morir..

Levanté una mano como diciendo que ya la había oído.

- Desconozco el idioma que se usan en este planeta, si lo matas a él no voy a poder hacer nada.. - Dije de forma fría en respuesta a sus palabras y bueno, también a sus actos que no me gustaban nada.

Ahora teníamos un problema, porque la única que podía hacer algo era yo, la única que estaba en condiciones para hacerlo, pero no quería que a mis compañeros les pasara nada y seguramente antes de que hiciera alguna estupidez me habrían matado.

Eché una mirada preocupada al doctor y luego más allá a mis compañeros, mientras me acercaba a aquella consola y miraba los mandos que había en ella, tratandod e recordar algo de lo que había hecho antes, pues quizás pudiera servirme para recordar algo.

Cargando editor
24/04/2010, 20:10
Morrigan

Sus ojos brillaron de nuevo, y la sonrisa se borró de su rostro, observando a la doctora Parker. Aunque nunca nunca antes les había visto, y no había luchado contra ellos, había otros que si. Había oído historias, rumores sobre el como aquellos esclavos potenciales golpeaban siempre cuando menos se esperaba. Había oído rumores sobre la destrucción de una gran parte de las fuerzas de Apophis. Así que, por poco que le gustara, debía actuar con cautela. Apartó la mano de la cabeza de Rosetti, y le hizo un gesto a su primado. Él y dos guerreros jaffa acudieron, mientras los otros dos mantenían a McGraw, Hammer y Smith inmovilizados con sus lanzaderas.

-Bien. Empezad. Ya.- Dijo mirando a Rosetti. Cogiéndolo por el cuello, lo arrojó hacia la terminal más cercana. Los dos guerreos jaffa rodearon la terminal y activaron sus lanzaderas, apuntado directamente a Rosetti y Parker. 

Cargando editor
24/04/2010, 22:37
Dra. Sirkka Liisa Parker

Arrugué el gesto al ver como aquel ser, doctora, goauld o como tuviera que llamarlo cogía así al doctor, pero me mantuve en mi sitio y no dije nada, pues sabía que tratar de protegerlo no serviría de nada y al menos, ahora estaba de pie a mi lado y no arrodillado frente a un arma, lo que siempre daba más maniobrabilidad.

Miré aquellos controles unos instantes, sin decir nada, pero o estaba más preocupada de lo que quería reconocer o podía asegurar al 100% que aquella criatura no me había dicho qué era lo que quería que hiciera. Podía suponérmelo, sí, pero casi era mejor preguntar, además alguien enfadado no estaba pendiente de las cosas como podía estarlo alguien tranquilo.

- Disculpa. Sin ánimo de ofender, pero.. ¿ qué es exactamente lo que deseas que hagamos? ¿ Que saquemos de ahí a la bella durmiente?

Mientras hablaba en mi mente se iban trazando líneas y buscando formas para que mis compañeros no estuvieran delante de las armas enemigas o que al menos pudieran hacer algo por defenderse, aunque eso supusiera que el doctor y yo nos quedáramos expuestos, a  fin de cuentas sin ellos no éramos nada en aquella situación. 

Mientras miraba al ordenador, sin levantar la vista hacia " la mujer " tuve una idea, pero no sabía si iba a poder ponerla en práctica. - Oscuridad, necesito apagar la luz para que McGraw y compañía puedan hacer algo..

Como no sabía como hacérselo saber a Rosseti, y a sabiendas de que me ganaría un golpe por ello, me acerqué a él y le di un breve abrazo, como si de un gesto de ánimos de tratara. De mi boca, salió un susurro: -   Apagar la luz.. - Y luego volvía  separarme de él mirando a la cosa aquella, esperando que me dijera qué era lo que quería.

Notas de juego

Pues eso, que si encuentro como, la idea es dejar el lugar en el que estamos a oscuras antes de hacer cuerpo a tierra e intentar que no me maten xD

Cargando editor
24/04/2010, 23:13
Edwin McGraw

Al final, el enemigo era el de siempre.

Quizá el goa'uld Rosemund se había creído que su golpe había sido triunfal, y quizá era así. Pero aquella situación solo demostraba al SEAL que ahora la situación estaba dentro de los cauces de lo que comprendía, de lo que estaba entrenado a enfrentarse. Por eso, se demoró un momento cuando la honda de energía le lanzó para atrás, aterrizando cabeza abajo.

Con un rápido gesto, cambió el canal de transmisión de radio, haciendo como se tocaba el hombro dolorido. La radio transmitía ahora solo para la escuadra de Makepeace, y dejó activada la transmisión automática sin necesidad de presionar el botón. Era una carta arriesgada, pero quizá si Robert sabía lo que pasara, y donde estaban, pudiera venir a por ellos, o saber que el "enemigo gemonite" no era tal. Todavía podía unirse a las fuerzas de Görem, llegado el momento. Por eso había tenido la precaución de no matar a ninguno de sus soldados. Nunca se sabía.

Aparentando normalidad, dentro de la normalidad que puede haber en la pretendida sorpresa más absoluta, se dió la vuelta despacio, viendo como le apuntaba la lanzadera. Ahora había que escenificar una farsa, al menos durante un rato.

-Bravo, señora del sistema. ¿O eres una go'auld menor quizá? Tu plan ha funcionado a la perfección, quedándote en letargo en el cuerpo de la doctora, hasta el momento final. Nos has traído a esta sala, en el más profundo sótano, junto a la reina skaald, según creo. ¿Quieres que te ayudemos a controlarla? ¿Es ese tu propósito?

Si el jaffa se acercaba para golpearle, si cometía ese error, podían tener una oportunidad. Lo agarraría, lo usaría de escudo humano y lanzaría una granada al destacamento jaffa, para que aquella sala fuera un infierno, para propios y extraños. Eso les daría algo de tiempo. La pregunta era si el hombre sería tan estúpido y prepotente, y si Hammer y el sargento Smith serían lo suficientemente rápidos como para disparar sobre el otro jaffa que estaba prevenido apuntándoles.

Cargando editor
25/04/2010, 00:10
Morrigan

La Goa'uld se volvió a McGraw, con una expresión de asco e indiferencia a partes iguales. Como ver una cucaracha corretear por la cocina. Obviamente, no iba a molestarse en contestar. Miró a su primado, y eso bastó. Este desenfundó una pistola ZAT y disparó con ella al SEAL. 

-Quiero que sigas mis instrucciones.- Se volvió a la Doctora Parker, y de nuevo sonrió, con prepotencia. -Y dudo que puedas apagar la luz, cortar la corriente o activar las defensas. Es una red cerrada, como... Precaución. Activa la terminal. Encuentra el programa del contenedor de la reina, e inicia el procedimiento 592.

Sin embargo, podéis oír un leve siseo. El ascensor se activa, y sube. A los Jaffa, sin embargo, parece no importarles. 

Notas de juego

Cita:

era si el hombre sería tan estúpido y prepotente

Prepotente un rato XD, pero estúpido no. McGraw, tira resistencia, 15+. Si falla, queda inconsciente, sino, solo sientes como un corriente de varios voltios atraviesa todo tu cuerpo, haciendo mucha pupa, pero nada más :). 

Cargando editor
25/04/2010, 03:41
Edwin McGraw

Notas de juego

¿Que es tirar resistencia? ¿Constitución a secas? ¿Constitución + bonificador de fortaleza?