Partida Rol por web

 María tras recibir la dirección exacta de Saul alcanza el portón del edificio al que se dirige, a su derecha en la pared un panel con  muchos botones, más o menos por en medio se encuentra el 3ºH. Aunque de todas formas el portón parece abierto.

Pulso el botón del interfono y digo unas palabras que desde el coche no alcanzan a ser oidas.

Salgo de l coche para estirar las piernas. El viaje no me resultó demasiado pesado, aunque todavia no me acostumbro a tanto tiempo al volante. Ya he visitado Atlanta antes, pero hace mucho tiempo. Mucho a cambiado. Miro los alrededores con curiosidad, y al poco me dirijo hacia el coche y hablo con Samuel.

-Bueno Sr. Glow, ¿por que no me cuenta algo sobre Ud? No tube tiempo para ponerme en antecedentes, asi que no se nada sobre ud. Claro que se que tendre que creerme lo que me cuenta sin rechistar, pero menos es nada. Quiero que sepa que solo es simple curiosidad, y que la confianza que me de sera devuelta.

Mi expresion es seria pero no seca, trato de mejorar las relaciones con mis compañeros a la vez que trato de conocer algo mas sobre ellos, ademas de tener algo de informacion.

Entiendo los esfuerzos de Saul por establecer cierta... confianza conmigo. No me desagrada, prefiero llevarme bien con un compañero antes que tener que putearme con él. Pero tampoco quiero pasarme... Aunque parece un tipo profesional no creo que me de problemas hablarle un poco de mi

-Pues aunque le parezca una broma mala señor Saul, hace años que intento ser detective privado y que no lo consigo, por eso suelo acabar trabajando de matón o en los mejores casos de guardaespaldas.

MIentras le digo esto iba saliendo del coche, hago una pausa para sacar un cigarrillo y encenderlo, le ofrezco uno a Saul.

-Me crie en nueva york, estuve muchos años fuera y volví hace algunos meses....

Aun me estoy reestableciendo... haciendo algunos amigos y esas cosas. Por eso conozco a María y por eso acepte este trabajo, tratando de ganarme la confianza del señor Abisai.

Me quedo mirando a María para ver si entra en el edificio o no 

-Vaya, su vida parece mas interesante que la de un simple contable como yo... Yo tambien estoy recuperando el tiempo perdido, pues tambien estube bastante tiempo...mmm... fuera de Nueva York- Rio quedamente- Mi sire y yo tuvimos desavenencias y estuve largo tiempo en letargo. Abisai me encontro mientras vagaba desorientado y me ofrecio este puesto, ya que me conocia de antes. Ahora trabajo para el y trato de reiniciar mi no-vida.

Pienso en Robert. Pienso en Elena. Algun dia podre saber si estaria dispuesta a relacionarse con su padre. Pero antes tengo que acabar con ese bastardo.Tarde o temprano, Robert, ire a por ti.

-Se podria decir que yo tambien hago un poco de detective... me hace falta saber cosas, y busco la manera de saberlas. La informacion es un bien preciado, y mas si sabes usarla cuando te conviene...- Sonrio- Nunca sabes cuando vas a necesitar ese numero de telefono que tenias olvidado en el movil, aunque por otro lado tampoco sabes cuando te pediran que les devuelvas el favor.

Trato de ser agradable, es amigo de Maria y si ella confia en el, entonces mas a su favor. Ademas, es mi guardaespaldas, al menos por esta mision.

Sabe lo que se dice...

-Por eso yo prefiero hacer favores a devolverlos.- Digo bromeando, no quisiera que esta conversación adquiriera un tono melodramático.

-¿Puedo preguntarle de que conoce usted a María? La verdad, hace poco que la conozco... Debido al reciente ataque contra los anarquistas me di cuenta de que necesitaba "clases de defensa personal" y María me ha estado ayudando. Durante el viaje me dió la impresión de que ya se conocían, ¿Me equivoco?

 María aprieta el boton indicado del telefonillo, pasan unos segundos, y una voz, de mujer, extrañada responde.

 ¿Sí? No espero ninguna visita, ¿a quién busca?

 María nunca tuvo una relación directa con la dueña de esa voz, aunque quizás coincidieran en algún cónclave, le parece reconocer la voz, al menos cierta familiaridad en el timbre. 

 Max, Max Guevara. ¡Por fín no soy la única!

 Tus palabras, leves susurros para que no lleguen a oidos de tus compañeros, y lo bastante veladas para que si la interlocutora finalmente no fuese la correcta no pasase nada hace mella en la voz al otro lado del interfono. 

 ¡Max! ¡No puede ser! Sube suena el típico zumbido que hacen estas puertas al abrirse, hay tantas cosas que ten... ¡Aaaaaaaahhhhhh!

 Desde el interfono podeis escuchar un grito

 ¡Aaaaahhhhh!

MIro con cara de sorpresa a Samuel, luego a Maria, que esta en el interfono, y a continuacion me dirijo hacia alli.

-¿Que a pasado? ¿Has logrado hablar con ella?

Escucho atentamente a ver si logro descifrar algun ruido del intercomunicador, peleas o algo asi. Mientras pruebo a ver si la puerta abre.

Bueno... creo que será mejor que no me quede en el coche.

Sigo a Saul. Al llegar me fijo en la expresión de María.

-¿Entramos?

Inmediatamente suena el grito desde el interfono María se abalanza corriendo en el interior del edificio.

No, no, no, no, no, ¡¡NO!! No puede ser, no pueden habérseme adelantado. No tenía que ocurrir así, tenía que ser yo quien la localizara y no ellos. ¡Joder!

Max corre al interior del edificio y en ningún momento se le ocurre que si realmente está allí su enemigo de clan corre un grave peligro.

Corro detras de Maria tratando de aprovechar todas las sombras una vez llego ante la puerta de destino. Escucho atentamente cualquier ruido que pueda haber dentro de la casa, tratando de diferenciar los de Maria con los demas que pueda haber y calcular el numero de gente que pueda haber en la casa

 María sube los escalones de tres en tres, llega antes que sus compañeros al rellano de la planta de la susodicha para escuchar voces de detrás de una de las puertas. Sin pensarlo ni por un instante se lanza contra esta con toda su fuerza y desesperación haciendo esta añicos.

 María entra corriendo, el apartamento consta de una gran habitación salón cocina con barra americana, y una puerta al fondo, supones que dá al dormitorio. En el centro, sobre una mesa baja que hay al lado del sofá, el cuerpo de una mujer no excesivamente joven se convulsiona con un rictus de terror en la cara. Grita, algunas veces sale sonido de su voz, otras no. 

¿Cynthia? ¿Cynthia Ingold? ¿Eres tú?

Dice María acercándose a la mujer

¿Qué te ocurre? ¿Qué te han hecho? ¿Hay alguien más aquí?

Comienza a buscar en torno suyo.