Partida Rol por web

Cada lobo por su senda

IV. Epílogo. Quod erat demonstrandum

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18/01/2012, 14:56
Director

EPÍLOGO.

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No ocurrió nada más.

Sin decir nada, el propio Barón de Rincón llevó a Mateo de Antequera, muy demacrado, a las instancias de Navasilla. Declaró delante de toda la población que en cinco días sería juzgado, una vez dado a conocer el caso a su Padre, el caballero predilecto del Barón llamado don Lorenzo de Antequera. En ese tiempo esperásteis el juicio, por petición y demanda de Azahara. Fuencislo, el tabernero, y Monseñor Luis os trataron estupéndamente todo ese tiempo. Joanot, finalmente, fue enterrado en Navasilla, cuya misa ofició el propio Obispo Jaume.

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18/01/2012, 15:01
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Como dijo alguien alguna vez, el hombre es un lobo para el hombre. No había que buscar al culpable de las muertes con ninguna batida, ni tan siquiera, como pueda parecer en este tipo de aventuras, en las leyendas locales o en el bestiario de la noche, de la que muchos son conocedores y pocos sus difusores...

Y es que Mateo de Antequera era un gran cazador.

El noble había cazado todas las criaturas en los dominios del Barón, cercanos al pequeño municipio de Navasilla. Su gran afán y afición había hecho que ninguna presa animal se le resistiera. Literalmente ninguna. Por ello, sólo había una solución para deleitarse y regocijarse con tal actividad: que los hombres fueran la presa.

Se hizo con un puñado de amigos y criados (botarates tan necios y egoístas como él) y comenzó a acostumbrar sus propios perros de caza al sabor de la sangre. Primero de animales, luego... bueno...

Sus prácticas eran realmente horribles, y la caza se había convertido en un vano pretexto para su nuevo jueguecito: sus hombres capturaban a viajeros solitarios, los soltaban desarmados y desprovistos en la zona del bosque reservada en las tierras del Barón, y una vez allí sólo le decía: "corre por tu vida". Dándole cierta ventaja, los perros de Mateo, que ya estaban asalvajados, se lanzarían seguidamente hacia él. Una vez terminaban todo, escondían los cuerpos en los territorios del Barón, ya que éste no residía allí en la totalidad del año, con lo que encontrar pruebas o levantar sospechas sería harto improbable. Es por ello que las horribles marcas de las víctimas mostraban la crudeza de dichos canes y alimentaban la leyenda de la Jauría.

Claro que, el invierno fue un duro visitante, al igual que ocurrió en vuestra llegada al pueblo. Éste no traía sino falta de viajeros, sobre todo en las zonas de Uesca. Por ello, el de Antequera y sus secuaces no dudaron en tomar parte del ganado establecido: Navasilla, en otras palabras, los campesinos y ganaderos de lugar.

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18/01/2012, 15:02
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Ahora bien, con la llegada de los nuevos visitantes (que pronto y rápidamente se corrió la voz), Mateo de Antequera tenía nuevas presas: al parecer todos ellos eran tipos de altísima alcurnia. Brillante. Es más, quiso componer un juego maestro donde incluso el propio Luis de Azahara, Barón de Rincón, estuviera incluido. La última muerte, la de aquel jovencito, sería el detonante para hacerlos despertar, hacerlos entrar en el juego.

Y es que ningún crimen es perfecto (bueno, casi ninguno), y Mateo quiso abarcar una caza de grandes dimensiones. Cuando el grupo de aventureros (encabezados incluso por un obispo), se internó en el bosque cercano, el de Antequera ya tenía pensado acabar con el séquito del Barón, dicho grupo y propiamente el de Azahara. Lo que no sabían es que éste no era un simple sibarita, sino que había luchado con nobles leales de su Majestad Pedro años atrás.

Ni que decir tiene que la Jauría no era sino el gran rumor que los vecinos del municipio construyeron para explicar los aullidos de perros durante las cacerías, ya que algunas de ellas se acercaban mucho a las lindes del bosque y por ende al pueblo.

***

A los cinco días, Azahara respondió con contundencia, y dicha declaración que aquí se relata y que vuesas mercedes se encuentran ahora mismo leyendo, no es sino la confesión de un hombre, que, justo antes de morir por el ardor de una soga en el cuello y por sus terribles actos, juró, según sus propias palabras y entre tremendas carcajadas que

"una Jauría de lobos hambrientos arrasaría Navasilla y la Baronía entera de Rincón".

Palabras de un fanático.

Y es que en Aquelarre no todos los asuntos proceden de lo sobrenatural

 

 

::FIN::