Partida Rol por web

A la tarde siguiente...

Ya en mar abierto estando Heriberto desnudando, Ignacio jugando a los dados con otros tres hombres, Queitano y Claudio charlando amigablemente, comienza a levantarse un viento endemoniado, la tripulación tiene que arriar las velas pues corren el riesgo de romperse, el viento empieza a empujar el barco tan fuerte que la nave se mueve de un lado para otro indiscreccionalmente, cayendo por igual villanos e hidalgos, en las bodegas las bestias rugen de puro terror, el relincho de los caballos hacen que alforen los nervios de los hombres.

Con el vaivén del barco muchos de los hombres vomitan mientras ruedan de un lado a otro de la cubierta, las olas comienzan a golpear el casco del barco con fuerza, el cielo se torna negro como el culo de un grillo y del cielo caen rayos a diestro y siniestro mientras se escuchan ensordecedores truenos que culminan un plato de muy mal gusto, una situación en la que ninguno quería verse y de la que Pizarro temía se produjese.

Acostumbrados al Mare Nostrum, que si bien es traicionero y no se puede fiar uno, este océano desconocido que ahora surcábais siendo de los primeros, se decía estaba endemoniado y por lo que estábais comprobando no eran falacias de marineros.

Esta noche adelantada a la tarde no presagia nada bueno, por el momento la quilla y los palos aguantan pero sobretodo el mástil de proa , tiene un bamboleo nada esperanzador , arriba junto al timón los dos pilotos agarran el timón con fuerza intentando en vano enderezar el rumbo, junto a ellos Pizarro mira al horizonte con semblante serio, como desafiando a aquel océano endemoniado haciéndole ver que Francisco Pizarro no tiene miedo de nada.

Había leído ciertos libros en mi juventud, antes de estar al lado de don Pedrarías, pero jamás había leído un manual de navegación o un diario de abordo siquiera,y menos en medio de tormentas... Estaba ahora mismo en manos de una presencia de la que poco y mal podría desentenderme sin perder la vida. Heriberto, tímido él por naturaleza y de vida descarriada y sin esperanza más que en el día a día, arriesgarse en una situación así sería perder su más inmediato sueño: avanzar (por tierra firme) en incursiones y exploración.

Actitud cobarde.

actuaremos de valientes, para demostrar mi poco juicio.

Yo por mi parte y siendo de tierras gallegas, tengo algo (no mucho) mas de sentido común, pero como no soy marinero y no soy capitán (como diría la canción), pues intento con toda la normalidad que la tormenta me transmita, ir corriendo o mas si puedo, y ser el primero, hacia los botes salvavidas, que creo que de aquella época alguno habrá con botes creo recordar.

Actitud normal-tirando a cobarde mientras me escondo bajo la lona.

Heriberto, Claudio y una gran cantidad de hombres - más de los que le gustarían a Don Francisco- corren a refugiarse a las bodegas donde no hay olas ni viento que puedan hacer caer al mar a un hombre.

Queitano por otra parte, permanece junto a Diego y los pilotos a popa cerca del timón, las olas barren con fuerza la cubierta del barco y especialmente la Popa.Todos intentan asirse a lo que pueden , una barandilla , un trozo de madera, el mismo timón... uno de los pilotos no aguanta y una de las olas se lo lleva al mar.

Ignacio permanece a proa junto con otros dos hombres: uno de ellos Pere que intenta dar órdenes a quienes le escuchan, también la proa es barrida por las olas pero con bastante menos intensidad, el mástil de proa se tambalea cada vez más hasta que una ráfaga especialmente fuerte se escucha un clack! y el mástil se resquebraja a mitad cayendo sobre el barco y aplastando a algunos hombres.

Sin duda hay que estar loco para aguantar ahi arriba en la tormenta -dije entre murmullos secándome lla frente de un inexistente sudor. Vaya truenos... los indios deben haber llamado a sus dioses para que perezcamos como ratas...

Emprendo mi movimiento despacio y seguro cuando una ola me barre literalmente de la parte baja del castillo de popa, cayendo al mar embravecido… AAAAAARRRRGGGGGGGGGGGGG!!!! Glup glup glup choff chooof AUXILIO, SOCORRO grito desesperado por que alguien me oiga antes de ser engullido definitivamente por estas malditas aguas del averno…. SOCOOOORRROOOO, AUXIIIILIOOOO, bien parece que en tales circunstancias hasta la tartamudez cesa en sus intentos, para poder salir de esta trágica y mortal situación…..

Estoy en las bodegas con mucha mas gente, unos rezando, otros lamentandose, otros maldiciendo. El agua entra por todos lados, las paredes rezuman agua y se han abierto algunas vias de agua, al parecer todavia no muy importantes. Yo estoy con la cabeza entre las piernas rezando por que el barco no se hunda. Un montón de voces llegan desde cubierta, gritos, órdenes. De repente se oye un crujido, que parece un trueno, seguidamente se oye como un gran lamento y por ultimo un tremendo golpe que hace que tiemble aún más toda la nave. Mi corazón parece que se ha paralizado. Vuelvo a rezar, esperando que no sea este el último día de mi vida.

no paso ni por el forro la tirada de fuerza.

¿destreza es habilidad? si es asi tiro eso, y si no que el dj me perdone. la de habilidad la paso.

Despues de oir el gran golpe, me levanto tambaleandome por el miedo y el movimiento del barco. Tengo que saber que ha pasado, oigo muchos gritos que vienen de la borda, alguien podría estar en peligro. Voy agarrandome a todo avanzando despacio.- Tengo que subir.-Pienso.

Queitano en plena tormenta intenta asirse a uno de los barrotes de la toldilla de popa y lo consigue, pero una de sus manos resbala y con la otra no tiene suficiente fuerza para mantenerse más que unos pocos segundos , soltándose finalmente y cayendo por la borda a las nada cálidas aguas de aquél infecto mar.

Mientras tanto en proa...

El mástil de proa tal como se venía anunciando cae sobre varios marineros, pero Ignacio como tuviera un sentido para lid especial, hace una finta a la izquierda y esquiva el mástil que cae a pocos pasos de él. El impacto del palo contra el casco abre un agujero y parte de aquél se hunde hasta la bodega. Acto seguido, una gran ola barre los trozos de madera y hombres de cubierta e Ignacio no tiene oportunidad ni de agarrar algo, cayendo por la borda al mar.

Mientras tanto en las bodegas...

Heriberto yace agazapado entre varios barriles y hombres sin atreverse a pestañear siquiera, rezando todo lo que sabe. A su alrededor el olor a orines y heces se recrudece pues más de uno y más de cinco se mean y cagan encima del miedo a una muerte segura.

En cambio Claudio dentro de su cobardía parece recobrar algo la compostura y levantándose empieza a caminar hasta las escalerillas a cubierta, pero en el momento en el que casi ha emergido a cubierta impacta el mástil muy cerca de donde están ambos.

Varios trozos de madera salen despedidos en todas direcciones, hiriendo a varios hombres.

a duras penas si tengo fuerzas para asirme a unos retazon de tablones que parecen venir del barco, como puedo me sostengo y me agarro al mismo como si mi vida dependiera de ello, pues realmente es asi....

Muy mala suerte tienen mi niño.

Ignacio intenta al igual que Queitano, asirse a algo para no ahogarse pero por más que intenta nadar de un lado para otro no encuentra nada, además en verdad que aquél mar está embrujado pues pica hacia dentro, como si la mismísima garra del diablo tirara de de Ayala hacia abajo que mueve los brazos frenéticamente en un vano intento por salvar la vida , pero es inútil...

El de Vitoria se hunde más y más en la negrurar del fondo del dichoso mar frente a las costas de Panamá, un hombre que dio la vida por un dorado sueño. Todos sus compañeros de expedición le recordarán, no ha sido la primera víctima y desgraciadamente, tampoco será la última.

Las esquirlas de madera en forma de metralla que despide el mástil al hundirse en el interior de las bodegas salen despedidas en todas direcciones... con tan mala suerte de que una cabrona de madera sesga de cuajo el pie izquierdo del bueno de Claudio . Las astillas adquieren una velocidad endiablada y perforan carne y barco por igual, sin distinguir amigos de enemigos.

Estoy tumbado en el suelo aturdido, me incorporo, pero cuando intento levantarme apoyando mi pie izquierdo en el suelo, un dolor insufrible me recorre todo el cuerpo. La punzada de dolor me llega hasta la cabeza, me agarro la pierna y se me saltan las lágrimas de dolor, cuando miro hacia abajo veo que mis peores pensamientos toman forma, mi pie ha sido sesgado, la bodega está llena de agua salada, así que meto mi muñon en el agua, me escuece una barbaridad pero me han dicho que el agua del mar cura muy bien las heridas. Tambien arranco la manga de mi camisa y me hago un torniquete apretandolo fuertemente con ayuda de una de las astillas que hay por todos lados para cortar la hemorragia. Me apoyo en una pared y descanso, pues cada vez me duele más.

¡Aaah! -gritaba mientras el zozobre era acompañado por la caída del palo y el roto en el casco. Acabé de rezar y entreabrí los ojos... Un hombre se quejaba con sumo dolor llevándose las manos a un pie... bueno... ¡lo que había sido un pie! Fue entonces cuando vi unas esquirlas justo encima de nosotros...

...

Como si de una rata de cloaca se tratara, vi cómo otro de los marineros que había bajado a bodegas estaba tumbado junto a mi, con los ojos cerrados (no se si inconsciente, muerto o dormidos, lo cual dudada mucho...), por lo que me refugié en su cuerpo, me apoyé en contra de la dirección de las esquirlas y éstas impactaron en él, sálvándome de una dolorosa semana de incapacidad sin duda...*

Acto seguido, volví a ver al tipo con el pie destrozado y en esos momentos me acordé de uno de los libros que había léido hacía tiempo acerca de cierto tipo de curas que solían hacer los cirujanos cristianos. Rápidamente rasgué la camisa al tipo, haciéndola girones, y con un buen trozo de tela alargado intenté colocársela en el pie (escurrida previamente) con algo de idea y no poco más que precisión. El torniquete que se estaba practicando él mismo era harto imposible... ¡qué barbaridad!**

La tormenta lejos de amainar achucha con más virulencia que antes, comienza a llover torrencialmente, ni en la mismísima Galicia nadie vio llover de esa manera, que más que llover era como si alguien lanzara cubos de agua desde el cielo. Se trataba de una lluvia más bien de gota gorda, que calaba las ropas y para colmo de males las olas que rompían contra el casco desparramaban agua por cubierta que sumada al agua que caía hacía que nadie pudiera mantenerse en pie sobre ella, los pocos valientes que allí había , se mantenían agarrados como buenamente podían a lo primero que encontraron. El viento zarandeaba el barco de mala manera, "el trapo" sonaba enfurecido y el viento soplaba con tanta fuerza que era como si silbase en tono de chanza a cuanto sobre ese barco acontecía en aquellos momentos.

Queitano y algún otro que había caído desde la cubierta flotaban en trozos del barco que habían sido desprendidos en un momento para todos desconocido, próximos al barco pero a la vez del todo inalcanzables, aquello que parecía tan cercano era a la vez sumamente lejano...

En bodegas el mástil había quedado incrustado en el corazón del barco pero por fortuna no había traspasado el barco y por lo tanto aún quedaba una esperanza, en cambio las esquirlas había amputado miembros y causado algún muerto. Los de bodegas que estaban ilesos se repusieron del susto para descubrir que con sus propios gritos había acallado lo verdaderamente grave: la tormenta, los elementos, los demonios que no querían que de ninguna manera ese barco llegase a su destino. Parecía un complot infernal y seguramente francés o inglés, para que los españoles no alcanzaran la gloria que por derecho les pertenecía en lo Universal.

Flotando a la deriva de las corriente, medio sobre un trozo de tablón en él me hallo y con las fuerzas limitadas, me adhiero con una fuerza al mismo, como si de un animal herido bien pareciera y que lucha por sobrevivir, tal es la situación que trago y escupo el agua salada de estos mares y clamando al cielo una tregua, recibo en mi faz, no otra contestación que un jarro de agua fría tras otro, casi desmayado aun mantengo firmemente sujeto el tablón que a mi vida le debo, pues si el hallaría la muerte como tantos otros valientes, en el fondo de estos desconocidos mares, o devorado por las viles criaturas que estos rondan, olvidado y perdido….SOCORRO AUXILIO, grito una vez más desesperado, pero en vano hay respuesta, pues tal es el estruendo de la tormenta que ahoga en ella mis lamentos….

Quedo ya desmayado, tirado e inerte sobre el entablado que flota y se zarandea, que acueste destino me lleva, sin rumbo ni camino voy, la fe se pierde a cada segundo que pasa, mi fin próximo esta pues si un milagro no haya, un numero mas a la lista de perdidos me añadieran.