Partida Rol por web

Despiertas. Te duele la cabeza, como en una jaqueca. También la nariz y las rodillas, por no hablar del hombro izquierdo. Estás como si te hubiesen dado una paliza.

Abres los ojos para ver un tubo de luz blanca. Hormigón. Estantes metálicos. Los estantes están llenos de comida, sobretodo latas de conserva y cosas así. Las paredes también son de hormigón, sin pintar. Hay una pesada puerta metálica con un ojo de buey de unos veinte centímetros de diámetro.

¿Donde estoy? Es lo primero que te preguntas pues no reconoces el sitio. Lo último que recuerdas es que saliste de casa con el coche. Era de noche, volvías a casa después de pasar el día en el rancho, con el caballo y tus cosas. Escuchabas tu música de un usb en el coche. Y entonces… todo se difumina ¿Un golpe? ¿Te saliste de la carretera? ¿Tuviste un accidente? Intentas pensarlo pero te duele la cabeza.

Estas tumbada, llevas poca ropa encima, pero es la misma que llevabas en el coche, no te gusta conducir abrigada. Intentas incorporarte. En ese momento te das cuenta que tienes una esposa que ata tu tobillo derecho a un robusto tubo metálico. Te puedes poner en pié, pero apenas moverte del sitio.

El cuerpo me dolía a rabiar. No había abierto los ojos aún y fue lo primero que noté.

- ¡Ay, madre mía! - Murmuré mientras conseguía abrir los ojos y observar a mi alrededor.

En un primer lugar pensé que estaba en una especie de despensa, pero aquella puerta no le pegaba nada. ¿Un barco? No me parecía que aquello estuviera flotando ni nada parecido.

Me vinieron a la cabeza imágenes de la noche pasaba y aunque no recordaba mucho, casi estaba segura de haber tenido un accidente con el coche, pero claro, eso no explicaba por qué estaba aquí y no en un hospital que hubiera sido lo más normal.

El frío no tardó en inundar mi cuerpo. No llevaba demasiada ropa y hacía fresco en aquel lugar. Me moví, tratando de levantarme, pero al hacerlo descubrí que estaba esposada a una tubería en la pared.

- ¿Pero qué...? - Se me cortaron hasta las palabras. Aún me entró más frío, más bien me quedé helada, pero es que no entendía nada.

Empezaba a sentir una fuerte angustia en el pecho, ganas de llorar y de gritar que estaba allí encerrada, pero entonces mi cerebro tomó el mando.

- Seguro que esto es un secuestro y quieren que mi padre pague mi rescate. - Era lo más normal. Era un hombre rico y poderoso y como todos, tenía enemigos. Jamás había visto cómo se enfrentaba a nadie, pero no era tonta e imaginaba que para ser importante hay gente a la que no tienes que caerle bien. - Pagará y me sacará de aquí en seguida.

Tratando de autoconvencerme de aquello, me senté en el suelo. Era todo lo que podía hacer.

El frío, la desorientación, el temor. Fueron las primeras sensaciones al despertar. Un cúmulo de cosas que te hacía estar confusa.

Podías ponerte en pie, pero no separarte de aquella tubería. Tú misma trataste de serenarte y razonar. Si era un secuestro tampoco tenía el porqué de salir todo mal. O así tratabas de auto convencerte.

Te sentaste con la intención de esperar. Al fin y al cano alguien vendría a por ti.

Pasa el tiempo. El dolor por suerte no va a más, pero el frío poco a poco te va calando, así como las primeras necesidades fisiológicas, orinar, beber…

Escuchas el primer sonido. A través de aquella gruesa puerta de metal. Algo que chirría. Luego unas voces masculinas y palabras inconexas al otro lado - … Vuelto a hacer … dicho mil veces … cabreas...

No era un buen momento para empezar a sentir ganas de mear, pero el frío no ayudaba. La verdad es que trataba de no pensar en ello, pero es lo de siempre, cuanto tratas de no pensar en algo en concreto parece que ese algo es lo único que puedes tener en la cabeza.

- Si mi padre no paga el rescate rápido va a encontrarme hecha un cubito de hielo.

Empezaba a pensar que lo del frío iba a ser un problema mayor del esperado, pero con un poco de suerte a mis secuestradores les daría pena y me darían una manta o algo así. Claro que no quise ni imaginarme que podrían querer darme calor de otra manera para no fastidiar la tregua que tenía conmigo misma para no desesperarme.

Estiré el cuello cuando escuché aquella voz y me puse en pie, como si así pudiera escuchar mejor. Mis músculos protestaron y tuve que empezar a moverme para entrar en calor y evitar calambres.

- Sólo quieren pasta y en cuanto la tengan, te soltarán. Ya lo verás.

El frío te entumecía, aunque no era tan intenso como para sufrir hipotermia. En cualquier caso tampoco estabas haciendo nada para llamar la atención de tus hipotéticos captores, simplemente esperabas.

Tras escuchar lo que pareció una fuerte discusión en la que cayó al suelo algunas cosas (al otro lado, no aquí), un rostro apareció en la ventana de cristal que había en la puerta.

Aquel hombre, al verte, frunció el ceño y abrió la pesada puerta – Vaya, has despertado… ¿Qué tal te encuentras?

- ¿Qué pasa? - Preguntó una voz más joven detrás de él, pero no viste quien lo dijo. El hombre entró en la habitación que te encontrabas y cerró tras de si.

Por unos instantes lo único que pude hacer fue aguantar la respiración, pues la verdad era que cuando vi a alguien al otro lado no sabía qué esperarme, aunque claro ¿no decían que los peores asesinos en serie siempre parecían las personas más normales y correctas que te pudieras encontrar?

Mi cerebro tardó unos segundos en llegar a la conclusión de que tenía que ganar tiempo y seguirle el rollo hasta que mi padre me encontrara, que lo haría en algún momento.

- Un poco dolorida... - Respondí tratando de sonar tranquila.

¿Por qué me ha encerrado este tío?

- Necesitaría... usar un baño, por favor. - Sí, lo mejor era no preguntar nada en un primer momento, no quería que se sintiera amenazado o que pudiera enfadarse y me atacara. Lo acababa de escuchar gritar con otra persona.

Su expresión no decía mucho, ni de bueno ni de malo. Más bien parecía un poco cansado - Ya. ¿No tienes nada roto, verdad?

- ¡Howard! - Sonó la voz amortiguada de la habitación de al lado.

El hombre puso los ojos en blanco. Y de nuevo te prestó atención - ¿El baño? - Le costó un poco reaccionar – Ah, claro.

Echó mano a su bolsillo donde tenía un manojo con muchas llaves. Eligió una de las pequeñas y se acercó – Confío en que seas una persona sensata y no vayas a cometer ninguna estupidez ¿Estamos? - Se paró esperando algún tipo de confirmación convincente antes de hacer nada más.

Me moví un poco cuando preguntó,  como queriendo asegurarme de que en realidad no tenía nada roto como estaba preguntando.

- Creo que son sólo golpes. - Respondí.

No tuvo que decir más que aquellas palabras para que me sintiera amenazada.

- Sólo quiero ir al baño, por favor. - Es que necesitaba ir al baño en serio.

Claro que me moría de ganas de preguntar qué era lo que había sucedido, de saber por qué me había atado y encerrado, pero sabía que era cosas que era mejor no preguntar en un primer momento. Era mejor parecer tranquila y calmada, o al menos, todo lo que pudiera.

- Por favor papá, encuéntrame pronto.

Ante tus palabras Howard se acercó un poco más. Luego dudó, ladeó la cabeza – Tomaré eso como un si – Esto podía dar a entender algunas cosas sobre él, como por ejemplo como le hubiese gustado que fuese tu respuesta.

Se puso de rodillas, acercó la llave a las esposas y liberó tu pie. Permaneció como atento a cualquier mala reacción por tu parte. Y en caso de no haberla se puso de nuevo en pie.

- Sígueme, pero no digas nada ni hagas nada que no sea seguirme – Curioso tipo y/o circunstancias. Esperó a que te incorporaras.

Entendí que la próxima vez que preguntara algo tendría que decir que sí o que no directamente. Estaba claro que mejor un "sí" por la cuenta que me traía, pero claro, todo depende de lo que me estuviera pidiendo.

No hice ningún gesto extraño cuando me soltó, aunque sentí una desagradable sensación en todo el cuerpo cuando tuve a aquel hombre tan cerca.

- ¡Por favor que no intente tocarme nunca! - Rezaba mentalmente esperando que así se pudiera cumplir aquello.

Asentí como respuesta a sus palabras, pues si no quería que dijera nada mejor me mantendría callada o lo intentaría, porque siempre había tendido a ser un poco bocazas y me iba a costar un poco, pero no quería saber qué podría hacerme si se le cruzaba el cable.

Llevabas tus preocupaciones por dentro, sufriéndolas en silencio. También era un modo de no mostrar tus cartas y de que tal vez mostrara él las suyas antes.

Tus rodillas crugieron al ponerte en pie. Más por entumecimiento que por dolor. Lo del accidente si te había causado magulladuras que dolían, pero más que nada al tocar.

El hombre asintió y volvió a la puerta por la que había entrado. Sustuvo la puerta para que pasaras. Allí viste otra habitación similar. Paredes de hormigón, estantes con alimentos. Si esto no era una tienda, tenía pinta de que sería para pasar mucho tiempo aquí. Esta habitación a diferencia de la que estuviste si tenía otra puerta.

Pero allí había alguien más. Sentado en el suelo, con la espalda en una estantería y el brazo en cabestrillo, viste a un chico que no dejaba de observaros desde el momento en el que entrasteis. Lucía una barba que le hacía parecer más mayor de lo que seguramente era – Hola bella durmiente – Pero no lo dijo en tono sarcástico, ni si quiera serio. Más bien en tono jovial, alegrándose - ¿Cómo…?

- ¡Tú calla! - Le interrumpió Howard. El chico se calló de inmediato.

Howard fue hasta la otra puerta, sacó el manojo de llaves para abrir, por lo que el chico debía también estar encerrado, aunque no llevaba esposas.

Intenté salir de la habitación acercándome lo menos posible a él, aunque claro, tratando de que no se diera demasiada cuenta de ello, no quería que se enfadara y comprobar hasta dónde podían llegar las cosas. Al salir vi al chico que me habló con bastante amabilidad para estar allí encerrado, aunque mis ojos se posaron en su brazo.

- En serio, no irá a rompernos cosas para que no podamos irnos... - Ahora "Misery" se había posicionado en mi película de terror personal, al menos, estando allí encerrada.

Le hice un gesto tímido con la cabeza a modo de saludo, pues el hombre me había dicho que no hablara y yo estaba lo suficientemente asustada como para no hacerle caso.

Me bastó para saber que no había que llevarle la contraria cuando el chico le hizo caso de manera tan automática.

- Madre mía...

Lo que había visto no me había gustado nada. Por un lado, aquello parecía ser un lugar preparado para pasar mucho tiempo, como un refugio antinuclear o algo parecido. De esas cosas que sabes que tienen algunos chiflados pero que sólo ves en las películas.

- Va a ser muy complicado escaparse de aquí.

El hecho de que absolutamente todo estuviera cerrado con llaves empeoraba la cosa y vamos, el carácter del secuestrador y lo rápido que había callado al chico...

El chico esbozó una sonrisa con tu gesto, pero bajó la mirada, seguramente para que no hubiesen más problemas.

Lo del refugio antinuclear no se podía descartar en absoluto, pues las paredes eran de hormigón, no viste ninguna ventana y todas las puertas eran metálicas y pesadas.

Howard dio con la llave, abrió y de nuevo te hizo pasar delante con un gesto con la cabeza. Allí había una estancia más grande. A parte de la puerta por la que acababas de entrar había otro puerta al fondo. Una mesa con cuatro sillas, una pequeña cocina y… lo que parecía ser tu destino.

Como si se tratara de la única dependencia sin puerta, una cortina de baño (por suerte opaca) separaba aquella sala de lo que parecía ser el baño. Que contenía un pequeño plato de ducha, un pequeño lavabo y el wc. El hombre entró en la sala tras de tí y cerró la puerta de atrás – Ahí tienes… - Señaló a aquella parte que estabas mirando.

Aquel lugar no me inspiraba mucha confianza, pero vamos, en aquel momento absolutamente nada me inspiraba confianza, sobretodo, cuando había despertada encerrada y con el tobillo atado a una tubería.

- Venga Gret, que seguro que te encuentran enseguida. - Mi autoanimación seguía dentro de mi cabeza. 

Parecía que aquel lugar estaba preparado para vivir, pero aquel hombre no estaría allí siempre ¿no? Al menos para cogerme a mí había tenido que salir...

- Pues sí que tiene mucha intimidad ese baño...

En fin, tampoco iba a protestar mucho que al menos me dejaba ir al baño y no mearme encima.

- Gracias. - Respondí a sus palabras como si de verdad me estuviera haciendo un favor y así, me encaminé hacia las cortinas en cuestión.

Tratabas de animarte a ti misma. Cosa que era buena, síntoma de que no te dejabas derrumbar con facilidad. Había que agarrarse a algo y lo estabas haciendo.

Aquel baño era mínimo e intimidad no mucha. Pero al menos parecía limpio, algo era algo. Caminaste hacia las cortinas, supusiste que nada impediría que las corrieras.

Cuando volviste la vista atrás viste que Howard fue hasta una de las sillas donde se sentó. Tampoco hacía falta más explicación sobre como usar los elementos allí disponibles. Esperó sentado, pero sin perder de vista la entrada al baño.

- Bueno, al menos no me ha dado un cubo y me ha dicho que me las apañe. - Pensé de nuevo buscando el lado positivo de todo aquello, aunque desde luego, iba a ser un poco incómodo tener que hacer ahí algo que no fuera mear. De todas maneras, no era el momento en cuestión, así que en cuanto alivié mi vejiga salí de nuevo al exterior, habiéndome parado únicamente a lavarme las manos antes.

En cuanto estuve fuera volví a pensar en preguntar algo, pero era mejor no hacerlo, así que me detuve y lo miré en silencio. Él me había dicho que me callara y eso iba a hacer.

- Tú síguele el rollo que a los locos les molan esas cosas. Haz tiempo para que puedan venir a buscarte.

No me hacía mucha ilusión que me volviera a encerrar atada, pero bueno, si eso me mantenía lejos de él. Con un poco de suerte igual se apiadaba de mí y me daba una manta.

Optabas por la postura que te parecía más segura a la hora de enfrentarte a un loco o maniático. Interferir lo menos posible. Hasta pensaste que volver a aquel cuarto o celda sería lo mejor que te podía pasar con tal de no tener que interactuar con él.

Nada interfirió en tu labor de hacer tus necesidades, aunque no fue la situación más tranquila del mundo, al menos eso estuvo bien. Cuando saliste de detrás de la cortina, Howard seguía sentado en el mismo sitio. Te hizo una seña con el dedo para que te acercaras – Ven, siéntate – Y señaló a la silla que quedaba enfrente de él, al otro lado de la mesa. Esperó con los dedos entrelazados y las manos juntas. Parecía ser que no iba a resultar tan sencillo - Pareces una buena chica, dime la verdad ¿Lo eres?

- No, eso no... - Pensé cuando me dijo que me sentara a su lado. Prefería mil veces que me volviera a encerrar y no tener que verlo hasta que alguien me rescatara, porque sabía que si tenía que hablar con él no iba a poder contener demasiado tiempo las preguntas y no quería enfadarlo.

Intentando que no se me notara la frustración me acerqué a donde me indicaba y me senté.

El hecho de que me preguntara si era una buena chica me heló la sangre.

- ¿Esa pregunta no es la que hace un violador a la chica antes de intentar... ? - Intenté alejar aquellos pensamientos de mi cabeza. No podía ser verdad y seguro que mi padre me iba a encontrar pronto.

Me encogí de hombros antes de responder.

- Supongo que sí. No me he metido nunca en líos.

Dejé ahí mis palabras, sin añadir nada más, aunque por mi cabeza pensaba que mejor que persona que él que me había encerrado en vez de llevarme a un hospital después de tener un accidente.

El instinto de precaución te atenazaba un poco. Y te pasaban muchas posibilidades por tu mente, anticipando e imaginando.

Howard achicó los ojo – Eso está bien – Confirmó que tu respuesta era de su agrado – Porqué… Esta es mi casa y quiero que lo tengas presente. Te salvé y creo que no es demasiado el pedir… - Pensó poniéndose los dedos en la sien – Ya sabes, comportarse como gente educada y civilizada, con respeto. Al margen de lo que esté ocurriendo allá afuera

Parecía que sabía de lo que estaba hablando, pero tú no. ¿Qué habría querido decir con esas palabras?

Entendía perfectamente sus palabras, pero claro, parecía que encima tenía que estarle agradecida por secuestrarme. No pude sino preguntarme qué era lo que le pasaría por la cabeza a este lunático para que pensara que le debía gratitud eterna.

- Sí, claro, no es mi intención faltar a nadie. - Respondí de manera cortés.

En realidad mi única intención era hacer tiempo hasta que alguien viniera a rescatarme, porque estaba claro que en un sitio con tantas puertas y llaves sería imposible escapar, más bien terminaría encadenada de nuevo a la tubería.

- ¿Qué es lo que está sucediendo ahí fuera?

Quizás pudiera aclararme sus paranoias para saber a qué atenerme.

- He tenido un accidente de coche ¿verdad? Es que es lo último que recuerdo. - Esperaba que mis preguntas de "no he roto un plato en la vida" fueran lo suficientemente suaves para no cabrearlo.