Partida Rol por web

Descubrió, o pensé que era una mujer de armas tomar – Está bien, no te llamaré así – Comentó intentando zanjar el asunto.

Te acompañó a la habitación lugar en la que dejó la manta – Dejaré que te acomodes a tu gusto, si necesitas algo estaré ahí al lado – Esbozó una sonrisa y juntó la puerta.

No pudiste evitar mirar al rincón en el que habías estado atada. Allí se habían quedado las esposas. Abiertas ahora, pero sin llave. Por lo demás, estanterías con comida y productos básicos. No había un colchón mullido, pero al menos tenías un par de mantas y más ropa.

Sólo asentí cuando dijo que no me llamaría así, tampoco había sido para tanto. No nos conocíamos y era normal aclarar ciertas cosas ¿no? Al menos yo no pensaba hacer ningún mundo de aquello.

- Tampoco es que pueda acomodarme demasiado - Suspiré mirando al suelo. - pero gracias. 

En ese momento me di cuenta de que no sabía ni si era de día o de noche.

- Emmett, ¿sabes que hora es? ¿Es de día o de noche?

Era como si necesitara saber aquello para saber cómo tenía que reaccionar o saber si tenía que echarme a dormir...

Emmet que ya había juntado la puerta se asomó de nuevo. Tenía un reloj de muñeca, por lo que mirarlo no le costó nada. Lo hizo, haciendo un poco el payasete – ¡Marchando una de hora! - Cambió el tono de voz a uno más robótico - Ha llamado al servicio se información de la hora. Son las... doce del medio día… - Te sacó la lengua y ya puso voz normal - Supongo que dentro de un par de horas habrá que comer.

Bueno, al menos ya estabas un poco más situada temporalmente. El chico juntó de nuevo la puerta y dejó que colocaras las mantas o la ropa a tu gusto. Ya había dicho que si necesitabas algo estaría ahí al lado.

Este chico debía estar un poco "zumbado" en el buen sentido de la palabra o quizás, era que estaba muy aburrido y tenía que hacer algo.

- Gracias. - Respondí riéndome por la ocurrencia.

Mientras preparaba las cosas no pude evitar pensar en mi padre y se me hizo un nudo en la boca del estómago.

- Por favor que esté bien.

En cuanto hube preparado mi esquina para dormir, tratando de hacer aquel sitio todo lo acogedor que se podía, que tampoco era demasiado, me senté un poco, pero en seguida me sentí demasiado sola, así que salí de allí buscando de nuevo a Emmett, que no me daba miedo y además parecía que le gustaba dar conversación. A mí eso de estar allí encerrada ya me hacía sentirme algo sola, quizás por eso, el silencio era lo que menos me apetecía.

Te preparaste “la habitación” aunque la verdad era un poco optimista la expresión, si era mejor que estar esposada a la tubería.

En un momento se te cruzó un pensamiento fugaz sobre tus familiares, pero desde aquí adentro poco se podía hacer.

Saliste de nuevo, costaba un poco mover aquellas pesadas puertas, pero poco a poco te ibas acostumbrando – Holaaaaaa… No te lo tomes a mal, pero avisa cuando entres. Más que nada por si en algún momento me pillas en porretas y te da un pasmo – lo dejó ahí. Pero sus mejillas se inflaron y estalló en risas – Anda pasa…

Se pido de puntillas para alcanzar una estantería de la que bajó unas cajas – Mira, hay un tablero de agedrez, uno de parchís y un dominó… Si, el señor Howard vive en la edad de piedra de los juegos… pero a falta de pan buenas son tortas

No había pensado en que tenía que llamar a las puertas, pero en eso tenía razón y para cuando empezó a reírse yo estaba roja.

- Perdona. Lo siento. - Estaba claro que no necesitaba una disculpa, pues estaba bromeando, pero eso no quería decir que no tuviera razón. - La próxima vez prometo llamar, es que no estoy ni para pensar las normas de conducta... es todo tan raro...

Se veía que aún estaba tratando de hacerme a la idea, de organizar mis ideas de alguna manera.

Miré los juegos y sonreí, pues tenía razón.

- De todos modos no sé para que los tenía si realmente pensaba quedarse aquí solo. - Dije un poco en bajo. A fin de cuentas a mí me ayudó con el accidente y Emmett se coló... - Un monopoly hubiera molado más. El ajedrez se me hace un poco pesado y el dominó no se muy bien cómo va, así que si quieres echamos un parchís.

Emmet sonrió y con ello se iluminó su cara – No pasa nada – Luego te miró de reojo y añadió: – Tú te lo pierdes... - Se rió, hizo un aspaviento con la mano quitando importancia.

Miró los juegos y luego te miró a ti – La verdad es que esa es una muy buena pregunta – Lo que habías dicho no era una pregunta literalmente, pero si podía interpretarse como tal. Pero levantó sus hombros y bajó la voz – No está bien de la chaveta... - Indicó señalando la puerta que daba al “salón” principal.

- De acuerdo, al parchís- Dejó el resto de juegos en una de las estanterías – Si en algún momento quieres que te enseñe al dominó, ampliaremos la fantástica cantidad de juegos a los que podemos jugar a tres – Hizo una mueca – Por cierto... ¿Jugamos aquí en el suelo o en la mesa del salón?

Me hizo reír con aquel comentario de que no estaba bien de la chaveta, pero luego negué con la cabeza. Me sentía un poco culpable por aquellos chistes o por reírme de ellos después de que me hubiera salvado la vida...

- Muy bien, empezaremos por lo que controlo. A ver si te gano lo suficiente como para no sentirme muy humillada cuando juguemos a lo demás.

No tenía muy claro si íbamos a molestar a Howard si íbamos al salón, pero se tendría que ir acostumbrando a nosotros si íbamos a pasar allí dentro una temporada ¿no?

- Estaremos más cómodos en el salón ¿no?

Esperaba no molestarlo, pero vamos, que seguía sin tener claro como iba a reaccionar aquel hombre.

- Uy controlo controlo... con “trolo” ¿Me estás llamando trol? - Entrecerró los ojos – Y cuidado con lo que respondes ¿Eh?

Este chico era un caso. Al menos, a buen seguro que hacía olvidar las cosas malas, hacía unas maniobras de “despiste” muy buenas con todas aquellas bromas y ocurrencias.

- Si ya pensamos en las humillaciones, mal – Te sacó la lengua – Hay que ser optimista, di algo así en plan... Te voy a machacar y luego además tendré la suerte el principiante – Dijo imitando tu voz.

Después de reírse o compartir la risa contigo – Está bien, vamos con... - Bajó la voz - “trolo”

Abrió la puerta y te dejó pasar primera al salón. Allí estaba todo tal y como cuando habías salido. En el centro había una mesa y al fondo Howard en el sillón con un libro en la mano. Levantó la mirada del libro al veros entrar.

Negué con la cabeza con todo aquello que me estaba diciendo. No sabía si reírme por sus ocurrencias o darle una colleja a ver si le arreglaba el cable suelto que debía tener por la cabeza.

- Menuda avería tienes... - Fue todo lo que respondí.

Al menos estaba claro que no me iba a aburrir escuchando sus idas y venidas.

Ciertamente me tuve que reír cuando se puso a imitarme y la verdad, es que me quedé pensando en si aquel chico en algún momento de la vida hablaba en serio. Yo creía que no, que iría en contra de su religión.

Al ver cómo Howard nos miraba al entrar le sonreí de manera cordial y luego seguí caminando hacia la mesa.

- Vamos, comerte todas las fichas. - Sonreí de manera divertida después de lo que me había dicho antes.

En ese momento me di cuenta de que a ese juego se podían jugar más personas...

- Howard ¿quieres jugar con nosotros al parchís? Pero te avisó, vas a perder...

Emmet rió por ti y negó con la cabeza – Eres una tía dura en el sentido del humor ¿Eh? Bueno, me gustan los restos... - Te guiñó un ojo

En ese momento entrasteis en la otra sala e invitaste a Howard a unirse a la partida. Este inspiró hondo y de forma lenta. Parecía que este hombre estaba casi siempre de mal humor, a decir verdad parecía faltarle todo el humor que a Emmet le sobraba. Dejó momentáneamente el libro que leía sobre sus rodillas – No gracias – Fue su primera respuesta y luego prosiguió – No arméis mucho jaleo ¿Vale?

El chico salió al paso mientras dejaba el juego sobra la mesa – No te preocupes, ni te enterarás de que estamos aquí ¿Verdad Gretchen? - Buscó tu complicidad.

Asentí dándole la razón cuando dijo aquello de que no tenía mucho sentido del humor. Quizás es que mi humor fuera un poco más cínico o negro y no me reía de las mismas chorradas que él, sino de otras. Al final, cada uno éramos único allí dentro y tendríamos que conocernos. Eso sí, seguí tratando de no pensar en que todo lo que conocía se me había ido a la mierda porque sino me pasaría llorando una semana.

Ya había imaginado que a Howard no le apetecería demasiado jugar, pero bueno, me había parecido que lo mínimo que podíamos hacer era invitarlo. A fin de cuentas, fuera como fuera, nos había ayudado ¿no?

- Lo intentaremos.

No estaba segura de que lo fuéramos a conseguir, pero bueno, trataría de no gritar, aunque estaba segura de que Emmett podría hacerme trampas al más puro estilo de "mover el dado cuando me despistara".

En ese momento te diste cuenta de que cerca del sillón en el que se encontraba Howard había un aparador y en él la foto de una joven. Más o menos de tu edad.

Emmet se sentó en una silla y señaló la otra – Madame, por favor…

Abrió la caja y comenzó a sacar cosas. Con cuidado de no hacer ruido, parecía que se tomaba el aviso de Howad en serio. Aunque hacía un rato ya pudiste comprobar que tenía motivos.

- Vamos, elige un color. Pero que sepas que te las voy a comer todas – Te guiñó un ojo - O "todo" - Dijo y aguantó la risa

Reparé en aquella foto, pero aquel no era el momento para preguntar nada, ni siquiera para observarlo de cerca. Me parecía que había cosas que iban a requerir un poco más de tiempo y preguntar sobre aquello iba a ser una de ellas. De todas maneras, en mi cabeza ya se empezó a crear una película.

- ¿Y si tenía una hija y se murió y por eso se le fue un poco la cabeza y construyo este bunker?

Por suerte Emmett hizo que mi cabeza dejara de pensar en cosas tan siniestras.

- Yo el rojo, que corre más. - Dije muy seria.

Eso sí, cuando dijo lo de comerme "todo" me puse roja como un tomate y miré al tablero sin responder a ello. No estaba acostumbrada a aquellas frases tan directas, aunque fueran de broma.

Fue un detalle que no te pasó desapercibido, el de aquella foto. Pero en realidad no habían mucho elementos personales, cómo fémina seguro que te habías dado cuenta donde Emmet no vería ni a un palmo de sus narices. Pero decidiste dejarlo para cuando la situación fuese un poco más propicia.

El chico se rió – Claro, rojo Ferrari ¿No? - Bromeó

Luego al ver tu reacción se quedó callado un momento. Al menos no siguió por ese camino y cambió de tema – Yo la verde – Sacó lo necesario guardando bien el resto - Vamos, empieza el que haga la tirada más alta.

Mientras Howard carraspeó, pero estaba como ausente, inmerso en su libro.  

Asentí cuando dijo lo de rojo ferrari, pues era un chiste muy viejo que tenía de cuando era pequeña. Después él eligió el verde y comenzamos a tirar a ver quién sacaba el primero de los cincos.

Eso sí, mientras lo hacíamos le expliqué lo del rojo.

- Cuando era pequeña me gustaban los coches y me regalaron uno teledirigido. Era rojo y siempre ganaba a mi padre, aunque yo creo que él se dejaba ganar. Yo siempre elegía él rojo, alegando que corría más.

Sentí una fuerte nostalgia en aquel momento, pero intentando no derrumbarme guardé silencio y seguí tirando los dados.

Recordar aquello y contarlo en alto hizo que todo aquello me pareciera más real, por lo que no me sentí del todo bien. Estaba claro que en algún momento tendría que derrumbarme, pero esperaba que no fuera delante de ellos dos.

Emmet se quedó mirándote tras tu comentario – Que tierno – Dijo sin un ápice de broma o ironía en esta ocasión. Y te sonrió sinceramente.

- Yo… Bueno, mi padre casi nunca estaba en casa y mi madre se pasaba el día trabajando – Comentó brevemente. Hizo una mueca, por primera vez viste a un Emmet más serio, te dio la impresión que tal vez todas esas bromas y tonterías era su modo de escudo de defensa. En ese momento se le escapó un poco de su interior.

Se dio cuenta de que lo mirabas con interés y quiso cambiar de tema – Corramos un “estúpido” velo.

La partida prosiguió, Emmet intentó volver a su jovialidad, pero sin armar tanto escándalo – Bueno… Me lo comiste todo… El rojo ganó, si señora ¿Jugamos otra o a otra cosa?

Howard carraspeó, gruñó y se puso en pie.

- Yo tengo una idea mejor ¿Por qué no preparamos la comida entre todos?

Dejó el libro en el sillón en el que había estado sentado y se pasó las manos por la camisa – Vamos holgazanes…

Emmett me sorprendió con eso de estar hablando en serio, pues por lo poco que le conocía, ya me había parecido que era imposible que no bromeara, pero enseguida vi que bajo esa fachada también había alguien más vulnerable. Eso sí, cuando le miré de manera comprensiva cambió automáticamente de tema, por lo que no insistí.

- Ya te había dicho que el rojo corría más. - Bromeé tras ganarle.

Estaba pensando a qué otra cosa podíamos jugar cuando Howard habló.

- Vale... - Imaginaba que en algún momento tendríamos que repartirnos las tareas, porque si íbamos a estar allí una temporada... Además, tampoco creía que allí dentro pudiera haber mucha comida que no fuera en lata y se preparara en un abrir y cerrar de ojos.

Comencé a recoger el parchís rápidamente para ayudar con la cena.

- Ñaña ñañañá – Dijo Emmett sacándote la lengua. Repitiendo con “ñas” lo de que "el rojo había corrido más" 

Si, esto si resultó francamente divertido a ojos imparciales, el pique y como se lo tomó. Dentro del ambiente de bromas claro. Emmett era peculiar y una caja de sorpresas. Pero aquí dentro tiempo habría para hablar de todo.