Partida Rol por web

- Si, tienes razón. Chica lista – Dijo en voz baja y lo de chica lista como pensamiento en voz alta, no como ofensa - Vale, lo dejaremos para el final, de todos modos nada nos impide echar un vistazo y saber donde está exactamente lo que vamos a coger. Nos ahorrará un tiempo precioso.

- Entonces mañana, si vemos que es posible, lo intentamos – Se relajó al haber hablado ya del tema.

- Bueno, pues ya está... Si quieres puedes quedarte – Y al darse cuenta que eso podía interpretarse de varias formas – Quiero decir que, si no quieres estar sola, o lo que sea – El chico se estaba haciendo un lío y que si no fuera por la oscuridad seguramente se vería rojo como un tomate.

En eso de que podíamos tener controlado lo que nos íbamos a llevar asentí.

- Duermo al lado de las latas, iré echando un vistazo.

Al decirme aquello de que me podía quedar con él no me lo tomé a mal, aunque me hizo gracia que él mismo se diera cuenta de que había sido malinterpretable, aunque yo no lo hubiera tomado así, sino que lo había tomado como una ayuda.

- Tranquilo. Hablando de latas se me ha ocurrido que voy a poner una montaña de latas detrás de la puerta y cuando alguien la abra se va a oír hasta en la china. Así si lo escuchas, sabrás que necesito ayuda.

Parecía que aquella noche alguna idea decente se me ocurría.

- Así iré mirando las latas que hay...

- Ah pues es una buena idea. Lo único es el tiempo que te va a llevar hacer y deshacer la montaña. Pero sin duda que tu tranquilidad lo vale – Confirmó.

Suspiró por lo bajo – Pues ya tenemos un plan – Silencio - ¿Entonces no te quedas? - Y se llevó la mano a la boca para que su risa no hiciese ruido. ¿Pero lo decía en broma o en serio? Quizá lo dejó así sin aclarar a propósito. En cualquier caso parecía que del plan por el momento no había más que decir. Sería el momento de retirarse o de hablar de algún tema distinto.

Asentí cuando me dijo lo de hacer la montaña, pero tampoco necesitaba que fuera una montaña con demasiadas latas, pues con que tres se cayeran al suelo ya iban a hacer el suficiente ruido como para que me despertara ¿no? Si normalmente ya me despertaba un pajarillo cuando dormía, no quería imaginar el salto que podía dar con una de aquellas latas.

- Sí, tenemos un plan. - Dije aquello de manera un poco sombría, pues la verdad es que no entendía muy bien cómo había terminado en un lío como este.

Al final consiguió que me riera suavemente y luego me puse en pie para irme a mi cama.

- Hasta mañana, Emmett.

Se te quedó mirando cuando reíste, notaste que le gustó verte así.

Cuando te levantaste él también lo hizo y se acercó para depositar un beso en tu mejilla – Buenas noches Gretchen, hasta mañana - Quedó con las manos en los bolsillos esperando a que te retirases a tu habitación.

Podías organizarte como quisieras el tema de las latas, pero ya tenías sueño, tal vez mañana fuese un día muy largo.

Tras un último adiós a Emmett con la mano me metí en lo que iba a ser mi habitación aquella noche y cogí unas cuantas latas, unas nueve y las puse unas sobre otras de forma que si abrían la puerta las escuchara caer. Sí, ya tenía sueño, pero me preocupaba más el estar a merced de aquel hombre, por lo que aguanté lo justo para asegurarme poder defenderme.

Dejé otras dos latas al lado de la manta en la que iba a dormir. Si hacía falta intentaría estampárselas en la cabeza y así, me encogí dentro de aquella manta esperando que no tener que ser tan agresiva nunca.

Así, a pesar de todo lo que había sucedido y que seguro que si me hubiera puesto a pensar en todo no hubiera pegado a ojo, decidí dejarme llevar por el sueño. Al menos en ese momento no iba a estar tan mal como cuando estaba al abrir los ojos.

- Mañana va a ser un día mejor, Gret, ya lo verás...

Te preparaste una rudimentaria pero efectiva alarma. Algo que al menos te daría un poco más de tranquilidad. Tras dejarlo todo preparado intentaste conciliar el sueño.

Te despertaron unos golpecitos. Anoche te costó un poco dormir, pero luego lo conseguiste del tirón. Por aquella ventana redonda de la puerta viste la cara y la mano de Emmett saludar. En cuanto notó que lo mirabas se retiró.

Te vino todo a la mente, el plan y que hoy podría ser un gran día. Aunque habría que esperar hasta la noche. Si había que planear algo antes, habría que ponerlo también con práctica, una vez iniciado el plan ya no habría marcha atrás.

Escuché un ruido que me despertó, pero como no sonaba a latas no me sobresalté. Eso sí, en seguida levanté la vista hacia el lugar del que provenía el ruido y vi a Emmett despertándome. Le sonreí porque me tomé aquello como que se estaba asegurando de que estaba bien.

Así, me levanté y lo primero que hice fue retirar las latas y devolverlas a su lugar. Por suerte no había usado demasiadas y no iba a resultar demasiado trabajo. Eso sí, fui echando un ojo a lo que había, tal y como habíamos quedado la noche anterior.

No tardé en dejar aquello como estaba y salí de mi habitación en dirección al baño. Necesitaba aliviarme y hacer cosas básicas como lavarme la cara y peinarme. Quizás, incluso robar un poco de pasta de dientes.

Cuando el chico vio que reaccionabas se retiró de la puerta.

Saliste de “tu habitación” dispuesta a asearte y así poder sentirte persona. Olía a café y en la mesa había tostadas de pan (del que venden ya previamene tostado) y mermelada.

Allí ya estaban Emmet y Howard – Sé que las circunstancias no son las mejores para celebraciones pero… hoy es mi cumpleaños – Dijo el chico y luego te miró a ti. Aunque esbozaba una ligera sonrisa, sabías que esto podía tener relación con lo hablado anoche.

Al salir me acerqué a la cocina, pues imaginaba que algo habría para desayunar y allí encontré a ambos hombres. Eso sí, yo intenté hacer como si no pasara nada, compotándome con la mayor naturalidad del mundo.

- ¿En serio?

Pregunté justo antes de darme cuenta de que podía tener algo que ver con lo que habíamos estado hablando la noche anterior, pero de todas formas, tuve la reacción que hubiera tenido cualquiera.

- ¡Muchísimas felicidades! - Me acerqué a él y le di un abrazo. - ¿Cuántos te caen? - Pregunté después así como el que no quería la cosa.

- Depende, si me vas a tirar de las orejas, cuatro… - Rió. Pero luego tuvo que reconocer la evidencia - Y veinte más, veinticuatro.

Se levantó para recibir ese abrazo – Gracias – Se volvió a sentar. Howard tendió su mano para estrechar la del chico y este la aceptó.

- Podríamos hacer esta noche una fiesta, así salimos también un poco de la rutina ¿Os parece? - Y como siempre, no podía decir dos frases seguidas sin soltar una broma – Así os da tiempo de ir preparándome el regalo – Rió de nuevo. La vedad es que con su jovialidad hacía que se olvidaran la mayoría de problemas.

No era mucho mayor que yo y eso, que así a simple vista sí que parecía tener algún año más o esa impresión me había dado. De todas maneras, sin estar segura de que fuera su cumpleaños de verdad, lo felicité como si tal cosa.

- ¿Un regalo?

Aquello ya no me hacía tanta gracia, sobretodo, porque no veía demasiadas cosas en aquel lugar como para poder hacer un regalo bonito y bueno, con la comida que había tampoco estaba como para hacer uno de esos collage de macarrones.

- Bueno, intentaré pensar en algo...

Era probable que buscar un regalo fuera más complicado que escaparnos de allí.

Howard gruñó cuando dijo lo del regalo. A lo que Emmett salió al paso - ¿Tal vez haya alguna botella de algo para celebrarlo? Sería para compartir entre todos desde luego…

Y así se cerró el plan por parte del chico. Total, nadie sabía cuando era su cumpleaños y la ocasión estaba servida. Ahora solo quedaba esperar hasta la noche. Lo del regalo te dejó pensativa un rato, como no fuese alguna manualidad, así como un niño le prepararía a sus padres… De todos modos tampoco debía de ser demasiado importante.

En tu mano estaba si querías hablar con él algo más a lo largo del día o esperar a que fuese la hora de la cena y aquella curiosa celebración.

Al escuchar aquello de la botella me imaginé que realmente no era su cumpleaños y que sólo estaba haciendo lo que ya habíamos quedado que haríamos, que era salir de allí lo antes posible. Sólo esperaba que la cosa realmente no se nos complicara, porque sólo de pensar que a mí me habían metido ahí dentro porque Howard necesitaba compañía femenina me ponía los pelos de punta.

- Tranquila. Vamos a salir de aquí. - Me dije tratando de tranquilizarme.

En uno de esos ratos en los que Howard se fue al baño, cosa que allí no pasaba desapercibida, me acerqué a Emmett.

- Yo creo que se ha creído que es tu cumple de verdad. - Susurré. - Ahora voy a tener que hacerte un regalito, para que no se piense nada rato. - Miré un poco mal a Emmett por el trabajito que me iba a dar.

Así, busqué papel y decidí que le haría una de esas cosas que nunca te salían demasiado bien, pero que habías intentado hacer miles de veces delante de un vídeo de youtube.

El chico rió por lo bajo cuando le dijiste aquello del cumple – Eso parece, pero sigamos así como si nada. Quiero decir, nos lo creemos nosotros así será más fácil que no sospeche de nada, total me queda un mes para mi cumple de verdad.

No había tiempo de charlar mucho más y te pusiste con aquella buena idea que habías tenido para un regalo. Tiempo tenías mucho, aunque por dentro los nervios te comenzaban a carcomer.

Por fin llegó la hora de la cena y Howard, como si fuese el macho alfa, proveedor de todo lo que necesitabais, plantó una botella de vino tinto encima de la mesa – Felicidades

Emmett, usando la estrategia más que la sinceridad – Oh ¡Qué genial! ¡Muchas gracias! Un gran detalle, pero la compartimos entre todos ¿Verdad? No pienso beber yo solo.

Yo no iba a ponerme a beber si luego nos pensábamos escapar, pero vamos, haría que me mojaba los labios si hacía falta, eso no me iba a emborrachar ni a matar, aunque bueno, en la universidad ya me había hecho mis fiestas de beberme hasta el agua de los floreros...

- Claro, hay que celebrar el cumple. - Respondí a eso de beber con él, tratando de que Howard se animara también a beber.

Era el momento de darle mi regalo, así que le dejé delante su nuevo animal de compañía, la grulla de papel.

- Toma. Este es mi regalo. Felicidades.

Puse una cara sonriente al dárselo, pues me había quedado bastante en condiciones, aunque me había llevado la mayoría del día conseguir una grulla decente.

Eras bien consciente de lo que os jugabais y no estabas dispuesta a arriesgarte más que lo necesario. Y lo de beber era una de esas cosas.

- ¡Anda! - Su sorpresa esta vez no te pareció simulada cuando le diste aquella figurita de papiroflexia. Sonrió y se levantó feliz a darte un par de besos – Muchas gracias, ya tengo una mascota je, je

En cuanto a la cena si que no hubo mucha variedad, pero la bebida amenizó la sesión. Emmet puso vino en los tres vasos – Se tiene que acabar hoy ¿Eh? Que mañana ya no es mi cumple – Bromeó

La parte buena es que el vino tinto causa cierta sonmolencia y a Howard parecía que le apetecía beber - ¿Queréis que juguemos a algo después de la cena? - Intervino de nuevo el chico.

A pesar de que todo fuera fingido, de alguna manera me alegró que le gustara mi grulla, pues la verdad era que me había llevado un rato hacerla y que en realidad, esperar que le gustara. A fin de cuentas, cuando tardas tanto en hacer algo, esperas que la persona a la que se la das, la aprecie.

- Sí, aunque no sé si te va a hacer mucha compañía. - Bromeé.

No es que viera a Howard jugando a alguna cosa, la verdad, pero con un poco de suerte, quizás pudiera parecer una persona normal y jugar a algo durante un rato.

- Bien, pero tienes que elegir tú, que para eso es tu cumpleaños.

Me daba mucho miedo el juego que pudiera elegir Howard, así que aquel me pareció un comentario que debía hacer.

- Bueno… - Exclamó mirando la figura aún con brillo en sus ojos. Te dio la sensación de que se cortó para no decir todo lo que pensaba. Acabó mirándote y negando con la cabeza – No importa.

Le propusiste que eligiese un juego - ¿Al dominó? - Propuso. Era un juego fácil, en el que no había que hablar demasiado y os podía entretener un rato. Esta vez Howard si aceptó jugar. No te molaba nada tenerlo cerca, pero la presencia “del cumpleañero ayudó un poco” - Por cierto ¿No me vais a cantar el cumpleaños feliz? - Bromeó

El juego se prolongó por un par de horas. La botella se terminó, tu apenas bebiste. Emmett se vio obligado a beber para dar el pego. Pero lo que os interesaba, Howard fue el que más bebió de los tres. A él no pareció importarle que era el supuesto regalo del chico.

Ya se hizo la hora a la que habitualmente os retirabais a dormir.

Noté que parecía que me hubiera querido decir algo pero que no lo había dicho, aunque no tenía ni idea de qué era exactamente lo que le estaría rondando por la cabeza, apenas lo conocía como para poder imaginarlo.

- Bien, al dominó. Preparaos para perder, entonces. - Seguí bromeando como si aquello fuera de verdad una fiesta.

La botella se la bebió prácticamente Howard solo, aunque cierta parte de mí, rezaba para que sólo le entrara el sueño y no pasara nada más, tal y como le había comentado la noche anterior a Emmett. No me fiaba un pelo...

- Bueno, a mí me vais a tener que disculpar ya. Creo que va siendo hora de irse a dormir.

A ver si colaba y podíamos salir de allí pronto...