Partida Rol por web

-Podrá ir después, el comandante solo desea hacerle unas preguntas y después podrá ir donde quiera -insistió el guardia

Magnus acabó por encogerse de hombros, no tenía nada que esconder. Tras guardar la bolsa de monedas y el colgante de Sigmar en uno de los muchos bolsillos de su túnica, se dejó guiar por los guardias al cuartel de la guardia para hablar con el capitán.

Sí, hombrecito oscuro y GRUK tener mucha suerte... ¡Vayamos a ver a ese capitán y a su comida!

Y con una sonrisilla en su faz el ogro sigue a los guardias canturrenado una tonadilla halfling sobre un potaje que nunca se acababa.

El destino había querido reuniros de nuevo, el cuartel general de la guardia es un gran edificio de piedra plano cercano a la puerta sur. Una vez dentro, os indican que vayáis a una gran oficina en el piso superior, donde el Comandante de la Guardia os está esperando.

El comandante es un hombre imponente de unos cincuenta años, mide 1,82m y está bien formado, con el pelo muy corto gris oscuro y ojos azules.

-Gracias por venir -dice, observándoos a todos con ojo experto-. Mi nombre es Ulrich Schutzmann. Soy el comandante de la Guardia de la Ciudad, y en ausencia del Graf, estoy al cargo de la seguridad de la ciudad. He oído que habéis encontrado algunos Hombres bestia en vuestro camino. Quisiera saber donde estaban y tener una idea de su número

Aquellos guardias no cedieron ni un ápice, al entrar en aquel rústico edificio de piedra, pasaron por varias mesas con algo de comida y Lambert intentó alargar la mano, hambriento como estaba, para coger un trozo de pan o una de las muchas manzanas que habían en una cesta. El guardia le empujó para que siguiera adelante.

Con el ceño fruncido continuó el camino hasta lo que parecía la sala de mando en el segundo piso, al subir las escaleras sintió una pequeña punzada en la pierna, todavía no estaba al 100x100 pero sin duda, hacía unos días no hubiera pensado que podría subir unas escaleras sin ayuda, la recuperación había sido asombrosa.

Por fin llegaron a la puerta y la abrieron de par en par, el bretoniano entró y vió a sus antiguos compañeros de viaje (Gruk, Magnus y Aracsàm), los guardias casi le colocaron junto a ellos.

- Hola chicos, jejej. Que gusto verles...hombre te has cambiado de ropa Aracsàm, estas como nunca. Y tú Gruk....- otro empujón por detrás de uno de los guardias hizo que se callara y el que parecía el jefe empezó a hablar.

Mi nombre es Ulrich Schutzmann. Soy el comandante de la Guardia de la Ciudad, y en ausencia del Graf, estoy al cargo de la seguridad de la ciudad. He oído que habéis encontrado algunos Hombres bestia en vuestro camino. Quisiera saber donde estaban y tener una idea de su número.

Miró a sus compañeros, parecía que les hubiera comido la lengua el gato, el estomágo del bretoniano resonó con fuerza en ese silencio incómodo.

- Mi nombre es Lambert d´Aquitaine y viajo de aquí para allá, trabajando de escolta o ayudando por un par de monedas. Lo primero, gracias por acogernos, mi pierna es testimonio de ello. Gracias a los servicios de uno de los mejores galenos de Middenheim.-tomó aire y continuó.

- Sufrimos una emboscada en el pueblo de Untergard de unos cinco mutantes, al parecer, eran personas conocidas por la población que habían mutado gracias al influjo del Caos, volviéndose hostiles hacía los vivos. Logró escapar uno de ellos y tras volver al pueblo, recibimos la noticia de que una manada de cerca de 200 hombres bestia venían hacía Untergard desde el Sur.

Conociendo que Grimminhagen había sido saqueada y no había posibilidad de poder ofrecer una defensa adecuada, con solo una treintena de hombres, decidimos abandonar el pueblo siendo cerca de 75 refugiados al mando del capitán Schiller.

Pasamos por Grimminhagen y vimos el fruto de la desolación, al igual que la estúpida-Lambert recordó al aldeano que se negó a viajar con ellos- rivalidad entre los distintos pueblos, ya que no quisieron acompañarnos en nuestro viaje hasta aquí. Desconozco la suerte que habrán tenido.

Viajamos cerca del Drakwald y sentimos que nos vigilaban, no sé quién ni porqué, pero esa era nuestra sensación. Sea lo que fuera, doy gracias a la Dama porque nos dejara continuar nuestro camino.

Me peleé con este- señaló a Magnus- por temas religiosos y mi pierna acabó rebentada. El resto del viaje lo pasé en una carreta mientras intentaba que no me la cortaran. Por suerte, llegamos a Middenheim, el único lugar seguro en este rincón del mundo.

Y eso es todo, creo...- recordó el tema de la reliquia, pero decidió obviarlo, lo que le ocurriera a aquella baratija ya no era de su incumbencia.

Ah...¿tiene algo para mojar el gaznate? Estoy sediento y hambriento, creo que más hambriento que sediento, aunque no sabría decir.- le dijo a Ulrich Schutzmann.

Magnus saludó a sus viejos compañeros de viaje con un movimiento de cabeza al verles. Cuando se disponía a responder la pregunta del capitán de la guardia Lambert se adelantó y soltó toda la sopa... por lo que el iniciado sencillamente se encogió de hombros y guardó silencio.

Cuando Lambert está acabando su historia, os veis interrumpido por una llamada a la puerta, un empleado coloca en las manos del Comandante Shutzmann una note, éste la lee con el ceño fruncido, y luego os mira.

-Esta mañana, llevasteis un objeto al tempo de Sigmar y se lo entregasteis al Padre Morren, ¿es cierto? De acuerdo con esta nota- sigue diciendo-. El Padre Morten fue encontrado muerto al poco de salir del templo, con signos que indican un homicidio. El objeto está desaparecido, y parece que ustedes fueron los últimos en verlo con vida. Me temo que tendré que pedirles sus armas y mantenerlos aquí hasta que se concluya la investigación

Levanto una mano tímidamente. GRUK no conocer a padre Morren, GRUK venir aquí para comer y trabajar y GRUK necesitar su pico para trabajar,  no poder darte mi arma, hombrecillo importante pero poder ayudar en lo que "haiga" falta. Tú ordenar y GRUK hacer pero GRUK tener hambre...

A lo cual, siguiendo anteriores experiencias con humanos y elfos, sonrío amistosamente mostrando mis colmillos, gesto que ha parecido agradar siempre a mis interlocutores.

Miro a mi alrededor al escuchar las palabras del comandante - Efectivamente, como bien dice Gruk nosotros no conocemos a ese hombre, no lo he visto en mi vida, y tus guardias pueden decirte que nosotros no estuvimos por ahí, si alguien aquí ha matado a ese hombre habrá sido él - digo señalando a Magnus - Fué el quien llevaba la reliquia y quien estuvo muy terco en poseerla, es más, a mi casi me rompe las costillas y es el responsable de que el bretoniano lleve muletas, asi que no, no voy a darte mis armas y no, tampoco me voy a entregar. - en ese momento me levanto dando un tirón suave a Gruk para que se levante - Por otra parte... estoy dispuesto a llegar al fondo de esto si se me ofrece un pago correspondiente al servicio prestado.

No había acabado la historia cuando fue interrumpido por uno de los lacayos de Ulrich Schutzmann.

Por lo que decía aquel hombre, el Padre Morten (receptor de la famosa reliquia por la que casi pierdo la pierna) había muerto en misteriosas circunstancias, yo no conocía a aquel tipo y mucho menos le había dado tiempo a Lambert de delinquir en aquella ciudad, su visita al médico había durado varios días y claro está, no había tenido nada que ver.

El problema vino cuando el capitán les pidió amablemente que les entregaran las armas y que serían privados de libertad hasta que la investigación se esclareciera.

El primero en hablar fue el que más miedo daba, el bretoniano no conocía mucho a Gruk, pero si que le había visto enfrentarse a varios hombres bestia sin titubear, aquellos esmirriados guardias no serían rival para él. Era obvio que debía escuchar primero al ogro, pues aunque no hablara mucho, sus puños tenían mucho que decir en todo aquello.

Decide no abandonar su pico...cuanto amor por un trozo de metal- pensó Lambert mientras escuchaba la voz de Aracsàm salir a través de aquella máscara de pervertido sexual.

Este se mostró más diplomático, diciendo que del grupo, el único que conocía al sacerdote era Magnus, pues él era quién portaba aquella reliquia y fue quién la entregó en el templo.

Los demás, nada teníamos que ver, es más el mago (por llamarle de alguna manera) dijo que se prestaba a ayudar en la investigación a cambio de una buena suma de monedas.

A Aracsàm le gusta el dinero más que a mí la bebida....- pensó mientras posaba la mano en su espada.

El ambiente se estaba tensando, los guardias se acercaron esperando las órdenes de su capitán, el capitán había escuchado los lamentos y negaciones de los futuros presos, cosa que parecía que no le conmoviera, acostumbrado como estaba a tratar con gente que solía negar su participación en hechos delictivos.

Si entregaban las armas, podrían ser utilizados como chivo expiatorio y un bretoniano, un ogro y un mago, eran los perfectos candidatos para encasquetarles la muerte de un sacerdote de Sigmar. Uno era extranjero, el otro no era ni humano y el mago pues un bicho raro, sería fácil a la par que digerible para una multitud enaltecida.

Decidió intercambiar unas palabras con el capitán y agotar todas sus opciones de salvación no violentas.

- Mi señor, hemos venido de buena fé a vuestro llamado y me sorprende, tanto como a vos, la muerte del Padre.....¿ehhh? ¿Morten?¿Martin? ¿Merten?....bueno, como sea. Nosotros no tenemos nada que ver, no tiene sentido alguno, el venir a entregar una reliquia superando todo tipo de obstáculos y eliminar a aquel a quién se la entregamos.

El verdadero asesino no está entre nosotros, si no fuera, en algún lugar de esta ciudad.

Lambert miró a Magnus antes de decidirse a desenvainar las armas...

- Y tú, ¿no vas a decir nada?- le susurró.

— El Padre Morten, si. Le conocí —respondió el iniciado—. Brevemente —añadió—. Efectivamente fue él quien recibio la reliquia de mis manos. Sin embargo, no había avanzado un par de calles cuando los guardias me detuvieron y me trajeron hasta acá, así es bastante... improbable que yo haya participado en el homicido, por no decir ellos tres —dijo, señalando a Aracsám, Gruk y Lambert con la mirada—. En cuanto a armas... bueno —el iniciado sacó una daga oculta de uno de los compartimientos de su túnica y la colocó sobre la mesa—, eso es todo lo que tengo. Lo otro es mi fiel báculo, que es enser del oficio —concluyó. A diferencia de sus compañeros, él no tenía ganas de inmiscuirse más en asuntos de sigmaritas.

La guardia saca sus armas ante la negativa de Aracsam de entregar sus armas, está visto que no van a dejarle salir por las buenas. Un gesto del Comandante hace que los guardias guarden sus armas desconfiados

-Mi instinto me dice que no habéis sido vosotros, pero tengo que establecer el orden en Middenheim, no puedo dejar crimen sin resolver, ni permitir que los principales sospechosos salgan por la puerta sin más. Vuestro amigo el enmascarado me ha dado la solución, investigaréis la muerte del Padre Morten, gratis -enfatiza la palabra gratis mirando a Aracsam-, así demostraréis vuestra inocencia, si decidís negaros pasaréis un tiempo en las mazmorras hasta que se descubra quien es el verdadero asesino. Si descubrís al asesino, aparte de que vuestro nombre quede limpio, si habéis servido bien a la guardia, se os podría recompensar. Ahora bien, ¿limpiaréis vuestro nombre o mis guardias os escoltarán a las mazmorras?

Cierro y abro los puños preparándome, parece que me preparo para algo, aún así en todo momento mantengo las manos alejadas de la espada - Se quejan de los mutantes y de la corrupción del caos, pero la corrupción reside en los corazones de los hombres, y francamente comandante, usted es el mayor ejemplo que podemos conocer, sabe perfectamente que no podemos ser sospechosos, no conocemos al hombre, no estábamos por la zona y ni tan siquiera tenemos motivos, lo que intenta conseguir es esclavos, y eso si que no es legal, quiere que lo investiguemos, perfecto, le daré mis honorarios, cobro la mitad por adelantado, o bien te puedo pedir un objeto que se me entregará al finalizar la tarea, pero no pienso trabajar gratis, así que si quieren atacarnos adelante, si no vaya sacando las monedas. - mientras voy avanzando en mi discurso voy buscando objetos en mi bolsillo preparándome para conjurar.

-¿Habláis de corrupción? Me piden vuestra cabeza, os he dicho que os creo, pero si os dejo ir sin más será la mía la que pidan, no os trato como esclavos, os doy la oportunidad de limpiar vuestro nombre. Muchas personas son testigos de que la reliquia estaba en vuestro poder, muchos afirman que habéis viajado juntos, ¿quién puede probar de que no estáis confabulados? ¿De que no os habéis separados para evitar las sospechas sobre vosotros? No os pagaré, porque no sois guardias, nada me indica que vayáis a ser una ayuda y no un estorbo, os doy la oportunidad de que mientras se resuelve el crimen os podáis defender, le demostréis a la gente de la ciudad de que no sois unos asesinos, de que no habéis venido para traer el terror y aprovecharos del caos que hay. Si no queréis la ayuda que os estoy ofreciendo no tengo más remedio que encerraros hasta que el culpable aparezca, si es que realmente no habéis sido vosotros. No os encierro por placer, os encierro porque es mi deber, el deber de encerrar a un sospechoso, el deber de que los que quieren vuestra cabeza no se tomen la justicia por su mano al veros libres, el deber de defender la ciudad

Y GRUK pensando que le iban a dar comida aquí. El ogro menea la cabeza, visiblemente apenado, mientras sus tripas emiten una sonora queja ante el abandono al que se encuentran sometidas.

Querer al asesino, pues GRUK traer asesino para que le den comida de una vez... Y si no, ¡GRUK se comerá al asesino!

El ogro, que a todo esto, está algo incómodo pues el despacho del capitán de la guardia no fue diseñado para alojar a alguien de su corpulencia, manteniéndose en cuclillas, alarga una de sus manos y tira hacia sí del humano peleón que se tapa la cara con esa capucha y que, metiéndose las manos en los bolsillos seguro que no tramaba nada bueno.

Tú, amigo, tú ayudar a GRUK a encontrar a ese asesino. GRUK bueno hablando y machacando... Y rompiendo piedras... Y comiendo... Y... El ogro sacude la cabeza confundido, perdido de repente en una letanía de todo lo que sabe hacer. Recomponiéndose... GRUK no saber encontrar asesinos, tú ayudar a GRUK, ¿sí? Y vosotros también, no preocupar, GRUK buen líder, GRUK llevaros por buen camino.

Remata con su ya, clásica sonrisa, y mira a esos humanos tan majos. ¿Vamos? Cuanto antes ir, antes volver y antes comer.

Magnus rió secamente ante la actitud del ogro y cómo impidió que el aprendiz hiciera algo estúpido... otra vez. Luego tomó la daga de la mesa, y ésta pronto se perdió entre los pliegues y bolsillos internos de la túnica del iniciado.

— Supongo que no tenemos opción, entonces —dijo, suspirando—. No quería inmiscuirme más con los sigmaritas pero... bueno, no hay opción, como ya dije. ¿Tiene entonces alguna forma de identificarnos como personas bajo sus órdenes? No me gustaría que alguno de esos que "quiere nuestra cabeza" acabe por intentar algo estúpido contra nosotros.

Lambert escuchó a todos y aguardó quieto a la resolución del conflicto.

- Sea como sea capitán, no quiero pudrirme en una celda. Aunque como bien dicen mis compañeros, ya que vamos a hacer su trabajo; lo primero, que la gente de Middenheim sepa que somos de los buenos y no se tomen la venganza por su parte.

Y como veo que el oro no les sobra, mi amigo Gruk y yo tenemos hambre, si es posible nos gustaría probar bocado. Soy un buen rastreador, pero pierdo buena parte de mi lucidez si a cada minuto escucho mi estómago quejarse.

Teniendo en cuenta todas estas demandas, puede contar conmigo para encontrar al responsable del asesinato del padre Morren.

Y le prometo que, una vez terminado el asunto, no volverá a verme por su estimada ciudad-dijo Lambert mientras se limpiaba una de las mangas de polvo.

- Y decidles a vuestros testigos e informantes, que observen con más detenimiento, no sea el caso, que algún día...un inocente acabe muerto por culpa de sus informes.

Hizo una leve reverencia al capitán, la cual no escondía la animadversión que sentía hacía él y terminó diciendo.

Estamos a sus órdenes, ¿por donde empezamos?

-Mis hombres os llevaran al comedor, comed y bebed lo que necesitéis -dijo el comandante Ulrich- Sería bueno que echarais un vistazo a la escena del crimen a ver si os da alguna pista que os libre de la acusación y os lleve hacia el asesino.

Comenzó a redactar una nota y lo selló con el sello de la guardia de la ciudad

-Enseñad este documento a todos los que os den problemas, este documento indica que estáis trabajando para la guardia de la ciudad

Magnus suspiró y tomó la nota, doblándola pulcramente y guardándola luego en uno de los bolsillos de su túnica. Claramente un miembro del clero ulricano sería mejor recibido con esta nota que un bretoniano, un aprendiz de mago o un... ogro, por diplomático que fuese. Luego esperó a que los guardias los llevasen al comedor, pues una comida caliente y una bebida no la rechazaría por nada del mundo.

Las cosas ya pintaban mejor, pensaba el ogro, mientras con gesto de deleite introducía un pollo asado entero en su enorme boca para, a continuación, masticarlo vigorosa y ruidosamente, trasegando un buen cubo lleno de cerveza para ayudar a bajarlo y sin olvidar una buena hogaza de pan con la que rebañaba la salsa que se había caído de la bandeja.

Mientras miraba ávidamente la mesa buscando la próxima vianda que desaparecería dentro de su cuerpo, comentó: Magnus, tú ser último en ver al fiambre, ¿recordar algo importante?, ¿tú saber si tener comida?