Partida Rol por web

En esta ocasión fue el Padre Odo quien respondió:

-Una pesada cadena de hierro negro con la forma de un cráneo de bronce con cuernos.

- No es imprudencia - responde aracsam a las palabras de Magnus - Lo que sea que buscamos está ahí dentro, o abrimos el sarcófago o hemos venido hasta aquí para nada - añade mirando a todos los presentes - El estanque quema, debe proteger algo, si prefieres proceder de alguna otra forma estoy dispuesto a escuchar.

No tenía yo tan claro que lo que buscásemos estuviera ahí dentro, pero algo tenía que haber, eso seguro. No me hacía gracia abrir el ataúd, pero parecía que, el mago especialmente, no se iba a dar por vencido, así que lo mejor era echar una mano, y evitar que acabara uniéndose al estanque para siempre.

—Pequeños humanos apartar —dije dejando a un lado mi posición defensiva y moviéndome hacia el sarcófago—. GRUK mover tapa sin pisar sangre de fuego.

Guardé el pico y a ello me puse. Fácil como pegar un puñetazo a un enano borracho.

-Ulric! Protegenos y danos fuerza! *Magnus se prepara para lo peor*

Gruk comienza a empujar la tapa del ataúd, parece fácil, pero cuando ve que no se mueve ve que no es tan fácil ya que ni siquiera él con su gran fuerza consigue moverlo.

El Padre Odo comienza a lanzar una plegaria para bendecir a Gruk y que de éste modo mejorar su resistencia y que aguante el esfuerzo de mover el ataúd.

—Maldita... sea —masculló el patrullero mientras se llevaba las manos a las heridas.

Su voz denotaba cansancio. Tenía que coger aire en cada palabra para no desfallecer, pues se ahogaba ligeramente caad vez que exhalaba. 

El combate anterior lo había dejado exhausto, cansado, dolorido y ahora la sangre que manaba de los cortes, le preocupaba. Había formas más dignas de morir. 

—¿Y si hay alguna abertura? Algo que nos permita abrir la tapa del ataúd... sin... sin usar la...fuerza. 

Así que aprovechó para mirar con calma desde su posición, el habitáculo en el que se encontraban. 

Aquella tapa pesaba como mil demonios, y la posición no era la mejor para empujar con fuerza. En seguida dejó de deslizarse, incapaz yo de moverla más.

—GRRR —gruñí del esfuerzo, con mis brazos completamente tensos. Aquello parecía imposible, pero no por ello me iba a dar por vencido, aunque me tirara allí el día entero.

Gruk mueve la tapa con dificultad, al ver el tamaño del ogro y mirarse a si mismo se da cuenta de lo agradecido que está de no tener que hacerlo el, porque no hubiera podido ni por casualidad - ¿Y si lo partes con tu pico? - dice sencillamente al pasar un rato sin que Gruk pueda moverlo.

Gruk con dificultad consigue finalmente mover la tapa del sarcófago. Al abrirlo puede ver en su interior el cuerpo del fallecido Campeón del Caos. Está completamente vestido, con una armadura completa roja y negra, con un espadón enorme a su lado y un gran escudo que porta la marca de Khorne. Alrededor de su cuello, hay una pesada cadena de hierro negro, es el cráneo de bronce de la visión del Padre Odo

El enmascarado miró el entorno analizando la situación, y sin perder un instante se asomo en aquella tumba - Esto... - susurro levemente mientras acercaba sus manos hacía el cráneo - Preparaos...

Y al fin, cedió.

—HO, HO, HO, Gruk valer con sus fuertes brazos —reí mostrando mis músculos—. No necesitar pico para mover pequeña piedra —fardé un poco más.

Vale, había sido algo más que una pequeña piedra, pero lo había logrado y eso era lo importante. Fuerte y listo, y el más grande literalmente, lo tenía todo, por lo que no me extrañaba que me hubieran erigido —con sus acciones, no hacían falta palabras— el líder del grupo. Gracias a mi habían sobrevivido a más de una batalla, y solventado más de un problema. Por ejemplo, ahí estaba el cráneo que buscábamos, y un magnífico equipo de combate de regalo.

—¿A Gruk quedar bien? —preguntó señalando la armadura. Podía ser de Khorne, pero esas eran tonterías de los humanos. Un buen ogro no desaprovechaba las cosas. Lo único que parecía que me iba a ir algo justa. Mmm.

Bueno, lo primero era lo primero, es decir, el medallón, así que a la par que Arácsam intentaba asomarse sin pisar el charco de sangre, yo estiré el brazo y agarré la cadena, dando un tirón para coger el colgante entero.

No podía dejar de sorprenderme de la enorme fuerza y resistencia del ogro, si no hubiera estado aquí todos habríamos acabado formando parte del montón de huesos. Un escalofrío recorre mi espina dorsal al recordar lo cerca que he estado de morir y como ese miedo ha inundado mi alma y mi razón haciéndome abandonar el combate. El dolor de mis heridas es mucho pero el dolor de mi orgullo herido es peor. Apretando los dientes y los puños me juro a mí mismo que no volveré a comportarme como un cobarde, aunque me cueste la vida. 

A pesar de todo parecía que la horrible cadena que veníamos a buscar ya iba a caer en nuestras manos y podríamos abandonar este terrible lugar pero algo me decía que todavía esto no se había acabado.

Con la zurda agarrándome el costado contrario voy renqueando, flanqueando la posición de GRUK y Aracsam y la pistola cargada y lista en mi diestra preparado para abrir fuego con cualquier amenaza que pueda aparecer.

Arácsam intentó alargar la mano para asomarse al ataud sin llegar a pisar la sangre que se encontraba en el suelo, Gruk fue más rápido y atrapó el colgante del cráneo. Para sorpresa de Arácsam, el esqueleto no se movió, su dueño seguía en el mundo de los muertos en el que llevaba muchísimo tiempo. Gruk se dio cuenta que el colgante pesaba más de lo que parecía a simple vista.

Gruk miró la armadura, comenzó a sacarla, le estaba bastante estrecha, pero era mejor que la que el mismo tenía puesta, pero también pesaba mucho más, tendría que dejar muchas cosas atrás si quería llevársela puesta.

Los aventureros habían conseguido lo que habían ido a buscar, podían volver sobre sus pasos y salir de allí, aunque aún había una habitación que no habían explorado.

A pesar de que el esqueleto no se movió Aracsam se mantuvo pseudoinmovil, esperando que algo sucediera, aunque nada parecía afectar al grupo, así que se relajó un poco y miró hacía su "Lider" Gruk - La máscara... deberiamos averiguar que es... - el tono casi podía parecer una pregunta, aunque realmente no lo era en absoluto, aún así sin darle muchas vueltas al asunto el enmascarado se giró - Mejor salir - Dijo con un leve susurro a la vez que se encaminaba hacia la salida.

Cuando llegó a la entrada de la estancia, la cual estaba a escasos metros se giró otra vez hacía el ogro - Necesitas que llevemos algo?

Parecía que todo estaba tranquilo. Es más GRUK ya había sacado el cadáver del campeón del Caos y comenzado a despojarlo de la armadura para probársela. Si ya daba miedo sin armadura, cubierto de una coraza tendría que ser algo aterrador, menos mal que estaba de nuestro lado. Mmmmm quizás un herrero pueda adaptártela y de paso borrar cualquier emblema caótico que pueda portar. Lo cual me recuerda que los esqueletos llevaban una suerte de armaduras de cuero, igual podemos recuperar algunas piezas para poder usarlas nosotros mismos, total, a ellos ya no les van a servir.

Me acerco al ogro para examinar más de cerca la armadura y los enseres del guerrero del Caos.

¿Y la habitación que queda, miramos a ver qué hay dentro?

La cosa había ido bien, sobre todo teniendo en cuenta que esperaba que aquél paladín del Caos resucitara de repente y nos intentara matar. En su lugar, teníamos la cadena que buscábamos, y de premio, una magnífica armadura que no dude en saquear sin pudor ninguno. Con la misma naturalidad me quité las piezas de cuero que me habían servido hasta ahora como defensa, y las fui tirando al suelo a mis pies, para después vestirme con el nuevo e imponente blindaje. Todo quedaba algo apretado, sobre todo en ciertas partes, pero era algo que cualquier herrero podría arreglar; y si algo acababa doliendo, haría una visita a esas sacerdotisas tan guapas que habíamos conocido en la ciudad. En realidad, era de agradecer que me cupiera siquiera, pero parecía que los campeones de Khorne eran especialmente grandes. Aquél dios de la guerra sabía elegir bien.

También me veía bien con aquél escudo y ese espadón, pero el primero iba a servirme de poco y el segundo era un arma a la que no estaba acostumbrada. Al final, decidí tirar ambos al suelo, junto a mis antiguas protecciones, y me deshice también de un par de espadas que llevaba guardadas. Mi fiel pico y ese bonito botín era todo lo que necesitaba.

—¡HO, HO, HO! —reí dentro del casco, lo que provocó que las carcajadas surgieran con un eco metálico—. ¿Cómo quedar a Gruk?

Dejé que me vieran bien, hasta posé un poco para ellos, y luego me puse algo más serio, mirando de manera intermitente el montón de trastos que había tirado y a Aracsám.

—Gruk no creer que pequeños amigos poder con todo, pero ser libres de recoger cualquier cosa.

No pensaba soltar mi barril ni ninguna otra de mis pertenencias. Seguramente me pasaría factura e iría más lento, pero por ahora me valía con eso. 

Parecía una mula, excepto por lo guapo. Tanto peso me iba a acabar doliendo la espada, pero por suerte era fuerte y podía soportarlo. Eso si, nada más llegar a la ciudad, pretendía encontrar una bestia de carga y comprarla, para evitar aquellas situaciones de nuevo. Al menos, me quedaba que iba ciertamente imponente, así que seguramente nadie se atrevería a atacarnos por el camino.

—Gruk marchar ya —resoplé mientras se encaminaba despacio hacia la salida, informando así a Lambert de que no tenía mucha intención de seguir explorando.

- No me gusta este lugar *dice Magnus mirando al tumba con repulsión*. Estoy con Gruk, hariamos mejor en irnos.