Partida Rol por web

La repentina violencia del sacerdote sorprendió a los aldeanos, que enseguida mostraron una actitud de rechazo hacia el clérigo de Ulric

¿La ira del colmillo? Es increíble. Ni siquiera los hombres de fe son capaces de distinguir a las brujas cuando las ven. Apartaos señor sacerdote o ateneos a las consecuencias.

Uno de los hombres se acercó rápidamente a la elfa y la agarró por el brazo.

Dejadla en paz dice el sacerdote apartando el brazo del hombre. ¿¿Acaso os creeis con alguna autoridad simplemente por vuestro parecer?? ¿y si fuera inocente? ¿seriais capaces de tener esta muerte en vuestra conciencia? ¿¡acaso quereis permanecer como alma en pena sin alcanzar los campos de Morr!?

¡No toques a mi hermano!

El puño pasó rápido frente a los ojos de Rainer, quien instintivamente se agachó mientras otro de los aldeanos agarraba a la elfa.

¡Soltadme malnacidos! ¡Vulgares campesinos ignorantes!

¿Interés? Yo sólo quiero pasarlo bien -dijo Clarish, mitad ofendidad mitad divertida- Tus amigos sí que se lo están pasando bien.

El comentario llegón un momento después de la pregunta de Wolfgang sobre si habían bebido suficiente. Mucho habían bebido, pero ¿suficiente? ¿Cuánto es suficiente? ¿Quién sabría decirlo con certeza?

La velada continuaba Eldarendil se deleitaba con la música de la fiesta, si bien no era una exquisitez de las danzas del bosque era de agradable oído y suaves notas. Con pequeños cambios de ritmo que despertaban sentimientos de alegría. Lástima que sólo el supiera preciarlo sus compañeros estabn cerca del escenario produciendo algunos sonidos inhumanos y vociferando sobre las muchas cosas que les gustaban, habían hecho o querían hacer. Sin mencionar al desaparecido Rainer, que hacia un rato que había ido a dormir.

Rainer, ante la imposibilidad de ganar el combate, agarra a la mujer y se lanza a la carrera hacia la posada donde estan sus compañeros.

CORRE...

—Sshé, sherá mejor que no beba másh... por ahora —aun borracho como estaba Johannes le dio la razón a Wolfgang. Con el trabajo no se anda con tonterias—. ¡Bueno, me termino estha!

Apuró la jarra que dejó junto al barril. Cuando tuvo las manos libres se unió de nuevo a la conversación sin aportar mucho más que monosílabos.

—Ajah... Shí... ¡Shierto!

Curiosamente, entre palabra y palabra hacía aspavientos con las manos, moviéndolas de un lado a otro en lo que parece algún tipo de baile regional.

Los gestos que hacía Johannes podían ser reconocidos como el lenguaje de los ladrones, aunque con la "pronuncianción" equivalente de un extranjero gangoso que ha sido pisoteado por un ejército de orcos. Y con la misma sutileza de estos últimos.

La... torera... no, no... la.. mujer... barita... canta... dice que el... mayordomo... no, el don... no... el rico deja el agujero abierto. Tu. Yo. Robar. ¡Dinero!

Dio unas palmas de excitación y observó a Wolfgang con una sonrisa bobalicona de oreja a oreja y los ojos vidriosos por la cerveza.

Los sentidos de Hugo estaban tan mermados que apenas se percataba de lo que sucedía cerca de él.

El halfling miraba con sonrisa bobalícona a sus compañeros y a la mujer, intentando prestar atención a sus palabras, pero estas se le escapaban por mucho que se concentrara en la tarea, y llegado un momento, cesó en su empeño. Al fín y al cabo no era algo de su incumbencia y pronto estaría retomando su viaje para entregar el mensaje que portaba lo que le recordó que si quería hacerlo, debería marchar a dormir cuanto antes.

Hugo miró la bebida y meditó sobre eso.

¡Bah!, Ya me he retrasado bastante, por un poco más no pasará nada... Pensó.

-Pueesh... ysho creo que voy a ir a servirme otro chipitoshooo deshos... Balbuceó antes de alejarse hacia el barril haciendo eses a cada paso que daba.

La fiesta estaba siendo alegre y animada, con muchas buenas sensaciones. Todo el mundo parecía estar disfrutando y algunos vecinos acercaban bebida a los músicos entre pieza y pieza. Todo iba muy bien hasta que apareció Rainer. ¿Qué había hecho esta vez el clérigo?

Corría agarrado del brazo a una mujer mientras otros tres hombres les perseguían vocferando, gritando y amenazando de muerte a la "bruja" y al sacerdote.

El halfling arqueó una ceja al ver el espectáculo que se desató en tan solo una fracción de segundo, sorprendido por lo que estaba viendo dijo mientras comenzaba a aflroar una sonrisa en sus labios.

-Vaayaaaa... jejejejeee... shi al final va a reshultar que el amishgo cura esh como todosh looosh demaash... ¡Jajajajajaaa!

Hugo rompió a carcajadas al ver lo que para él era una escena de lo más cómica.

-¡Coooorre Raineeeer! ¡Que te quitan la shavalaaa! Gritó a su compañero, divertido por la escena.

¡¡Idiotas!! grita a sus compañeros ¡Acusan a esta elfa de bruja sin ninguna clase de pruebas! ¡no podia dejarla morir tal que asi! dice indignado mientras la coloca detras de sus compañeros y se prepara para los vecinos que llegan gritando.

¿¿Es que vuestra cabeza solo da para esto?? dice señalando acusadoramente la bebida.

Entre cante, baile, comida y bebida una extraña situación rompe con el equilibrio de la noche, Rainer venia corriendo con una mujer agarrada del brazo y le seguian tres individuos que los amenazaban. Cuando llega donde el resto del grupo nos encontramos, pone a la chica detras del grupo y empieza a echarnos la reja - A ver Rainer podrías explicarte mejor, que esta sucediendo, y para tu información yo no he bebido nada para que mi estado de embriaguez sea escesivo. Y estos quienes son, porque te persiguen? - dice el elfo mientras con la mano derecha toca la empuñadura de su espada.

¿Que qué pasa por nuestras cabezas?. Como si la suya diese alguna vez para pensar algo que no sea golpear cosas.

Eh eh eh... ¡Para el carro, clérigo! -grito dejando de lado la conversación tan apasionante e intelectual que estoy teniendo con Johannes y Hugo- ¡Esto es una fiesta! ¿Qué esperabas?. Además, yo no voy borracho. Luego se me traba la lengua, y no puedo pronunciar bien, por lo que no me gusta beber más de la cuenta.

Ahora, dime... ¿Qué estás diciendo de una bruja? ¿Las brujas no son malvadas? ¡No entiendo nada!. Tal vez si nos explicas un poco más de lo que sucede, como porque estás corriendo, que ha pasado y porque no estás durmiendo y en vez de dormir estás acompañado por una bella elfa; pueda mediar entre tú y esos tres tipos que parece que no tienen unas intenciones muy amistosas.

Así que relájate, y cuéntanos que ha pasado. No hace falta estropear una fiesta por un casi seguro malentendido... ¡Haya paz, señores, señoras, señoritas, damas, caballeros, niños, niñas, ancianos y ancianas! ¡Aquí no pasa nada! -Mientras grito esto, intento interponerme entre el clérigo y sus perseguidores, para intentar mediar con ellos. No me apetece salir corriendo de aquí mientras nos persiguen con horcas y antorchas.

Una pena, mis planes tendrán que esperar. Si es que los puedo llegar a llevar a cabo...

Hugo se quedó mirando a Rainer con cara de no entender nada, y luego las argumentaciones de Wolfganga terminaron por confundirlo del todo.

Lo único que tenía claro era que el clerigo se había metido en algún lío por el que lo querían linchar, y la sonrisa no se le iba de los labios a causa de ello.

Si, si... inocente elfa... pensó para si mismo. Lo único que tenía claro era que aquella personas lo habían salvado de morir convertido en comida de ratas, y aunque fuera por ese único motivo, no iba a dejar a sus compañeros de lado en esa situación.

El halfling se plantó con los brazos en jarra, el ceño fruncio y las piernas abiertas, y  miró a los hombres con lo que a él le parecía la más amenazadora de sus miradas mientras esperaba a una respuesta por parte de aquella gente a las palabras de sus compañeros.

Luego eructó.

—Y pareshía tonto cuando lo compramosh... —dijo Johannes a Wolfgang cuando apareció el clérigo— Cuando penshábamos que eshtaba hashiendo cosash de sasherdote, va y reshulta que eshtaba desoxidando la maza —se rió— ¿Lo pillash? Maza... deshoxidar... elfa. ¿Eh?

Johannes no daba para mucho en esos momentos y la reprimenda de Rainer le importó bien poco.

—Puesh anda que tú... a noshotros al menosh no nosh quieren pegar.

Viendo el tipo de atención que estaban atrayendo, Johannes juzgó más sensato cerrar su boca de borrachuzo y dejar a los demás hablar.

Tal vez fuera la cerveza pero los aventureros no parecían tener muy claro quién era el enemigo, adversario más bien, pues mientras discutían entre ellos uno de los aldeanos se abalanzó sobre Rainer. O al menos lo intenó, porque un rápido movimiento del clérigo hizo que su cuerpo se apartara de donde estaba; y mientras el aldeano se estrellaba contra el suelo la elfa le sacudió un ammporrazo en al cocorota. Rematando lo humillante de la situación para el pobre vecino.

Rainer levanta los brazos y grita a todos sus perseguidores.

¡¡ALTO!! ¡nosotros somos los que salvamos a vuestros conciudadanos de las Malditas Ratas! ¡¿y asi es como nos lo pagais!? ¡¡¿y nosotros pensabamos libraros para siempre de la amenaza?!! ¡JA! Espero que aquello en lo que creais, pues esta claro que no en los autenticos dioses, os proteja de la crueldad de esos engendros dice Rainer tratando de infundir miedo en los corazones de los aldeanos.

-No tesfuershes... que por musho que lo he disho ya, aquí todo el mundo she piensha que lo deee... las mostrorratash son paparrushas... Comentó Hugo. Ya verash que risas cuando aparezcan otra ves a llevarshe a la gente como hicieron conmigo y con Hilda... Pero decidnosh... ¡HIC!... que esh lo que ha hesho está shic... ¡HIC!

El estómago de Hugo no pudo reprimir más el contenido de su interior, y el halfling vació las entrañas allí mismo, vomitando frente a él todo el alcohol ingerido, junto a tropezones de la cena de esa noche.

-¡BLOUAAAAAARGH!

El potaje de bilis y restos a medio digerir de la cena junto al alcohol bebido, formó un humeante charco frente a él, cuando el orgánico fluido salió de las tripas de Hugo de forma masiva y espectacular.

—Esho, esho. Eran ashín de grandes —Johannes hacía gestos acompañando a la explicación del halfling— y con la cara ashí.

Compuso la mueca más ratonil que pudo mientras se llevaba a la boca dos dedos engarfiados haciendo de colmillos. En ese momento Hugo vació el estómago.

—¡Yep! ¡Eiva! —exclamó esquivando los salpicones— No, no, Hugo, esho no lo hashían. Pero habría shido terrible, shin duda. ¡En cambio shí que hashían llover alcachofash del shielo! —dijo quedándose tan pancho con una sonrisa de oreja a oreja.

A continuación se sentó —más bien se dejó caer— en el suelo con el vómito moviéndose peligrosamente cerca de él.