Partida Rol por web

Otro de los serws tre al maeherido Omigo con él, y lo tumba de manera despreocupada al lado de Stephen.

Linda ve como los seres untroducen a Ewan, y a la pequeña Rebecca en el interior de la máquina voladora. La joven está consciente, pero Ewan está bastante malherido y desmallado.

Los seres gruñen algo y pronto se empiezan a elevar del suelo.

Los dos psyclo llegan a la lanzadera. Schyferr llega algo más tarde, tras haber estado en la enfermería, para mirarle el ojo. No parece haberlo perdido, pero estará sin visión en él una buena temporada.

Ambos pilotan la nave y llegan a la hora acordada a la cúpula de la gran isla del este.

Al aterrizar, otra lanzadera está lista.

Uno de los operarios de la cúpula les dice:

Cambiáis de lanzadera. Esta se queda para revisión y os lleváis esa. - Os muestra un modelo da guerra, con cañones. - En ella van las ratas esas. La próxima vez no nos tomaremos tantas molestias, los mataremos y fuera. Son peligrosos para la seguridad y transmiten muchísimas enfermedades.

La lanzadera contiene a cinco ratas, una de ellas tremendamente pequeña. Ella y otra están conscientes en unas redes de caza.

Hay tres inconscientes.

La nave se posa sobre el suelo abruptamente. El golpe hace doler la espalda de Linda y Rebecca dentro de sus redes.

La noche pasa despacio. Están a la intemperie, pues unos agujeros que hay en la parte superior del moinsyttruo de metal deja entrar el frío de la noche.

Al llegar el alba la puerta se abre y dos seres uno muy grande y otro del tamaño de un hombre alto se asoman al interior de la nave.

Las dos, mujer y niña, les miran aterradas. Están muy cerca de ellas los demonios. Los tres hombres siguen inconscientes y sin atar.

Rebecca se encuentra consciente, tiene los ojos abiertos y puede ver lo que está pasando. Pero no entiende nada. Su mente se encuentra bloqueada, no puede pensar en nada. Ha pasado tantas cosas en cuestión de nada, que su cerebro aún no es capaz de procesar bien los hechos que han pasado delante de las narices de Rebecca. Y todo su cuerpo se mantiene en tensión.

Aterrada se limita a esperar qué es lo que va a pasar. Sus ojos están llenos de miedo. Cualquiera podría oler el miedo encontrándose cerca de la niña.

Kerr se acerca con sus grandes zancadas. Da la impresión de que el suelo tiembla cada vez que da un paso. Es un ser enorme a los ojos de las pequeñas ratas.

Bufa. Pone cara de hastío y da al botón de apertura de las jaulas. Luego mete su brazo dentro y saca a una rata. Tras esto vuelve a cerrar la jaula y se dispone a ponerle los grilletes al medio-ser.

En todo momento permanece callada y sus huesos faciales dan la impresión de que que está enfadado.

Kerr ata a las dos humanas de las redes y las deja sentadas atrás, agarradas a la estructura de la lanzadera.

Schyferr sigue mirando con desconfianza a uno de las ratas que están inconscientes.

Al terminar ambos se montan en la lanzadera para llevar a las ratas a la Cúpula y a las jaulas de Terl.

Hay algo en ese calvo que me recuerda al que me destrozó el ojo.

Dice mientras ata a los que están inconscientes para subir de nuevo a la lanzadera.

Ercarboe sezakojo, kaxope romallo

Dice mientras ata a los que están inconscientes para subir de nuevo a la lanzadera.

-¿Anatai sumi carota mei?- hablo despacio y tratando que mi voz llegue o menos posible a los monstruos mientras me mantengo queite donde me han dejado

-¿Estas bien, pequeña?- hablo despacio y tratando que mi voz llegue o menos posible a los monstruos mientras me mantengo queite donde me han dejado, pero comienzo a mover las muñecas para comprobar si puedo zafarme de las cuerdas en cuanto se vayan.

La nave despega, el viaje es de 4 horas hasta legar a la cúpula principal, la lanzadera de guerra es mucho más rápida.

Pronto aterrizan en la plataforma de hangares.

Los psyclo de allí miran con muy mala cara a Schyferr, el que hubiera matado a su compañero no les ha sentada nada bien.

El vientre de la bestia se eleva de repente, durante varias horas esta sobrevuela, hasta que los tres hombres inconscientes despeiertan uno a uno. Están doloridos y aturdidos.

Despertáis, estáis en el interior de una de eas máquina voladoras, mareados, por la altura. Estáis en el aire, enciama de un ancho mar. No se ve más que agua. En la parte delantera de la bestia de metal se ven a dos de los seres demoniácos que la conducen.

Notáis que las ratas se han despertado. Están atadas y conscientes, pero no oís nada de lo que dicen...

Rebecca asiente sin fuerzas. Siente unas ganas enormes de echarse a llorar, pero ni le quedan fuerzas ni le quedan lágrimas.