Partida Rol por web

Desgraciadamente para ti, la rejilla se mueve pero no consigues soltarla, pruebas un par de veces pero es inútil...

Por suerte guardo en mi bolso un poco de vaselina para...esto...para ocasiones especiales.
Trato de poner vaselina en el exterior de la rendija, para tratar de que salga mejor, y vuelvo a empujar.

Ahora sí que funciona, la vaselina es útil para orificios y para rejillas, así que con su ayuda logras encajar los dedos entre los barrotes y aplicando bastante fuerza tiras hacia arriba hasta quedarte con la rejilla entre las manos. Una vez tienes la rejilla, te asomas en al agujero para comprobar que estás justo sobre las escaleras que bajaban de la planta baja al sótano en el que estaban las salas de vista, lo cual quiere decir, que estás muy muy cerca de la salida. Aunque no sabes si es aún practicable...

-Baja la voz, monina –musito. -El “pez gordo” dice que se queda a esperar, y la otra chica se ha obstinado en encaramarse al techo. Pero, ¿qué coño ha sido ese golpe? ¿Más locos? ¿Un ariete de los Geos?

Trato de orientarme, siguiendo otras posibles rutas de huida.

Esta vez el estruendo precede a la fractura de la cerradura de pega (seguramente presupuestada para la Administración a precio de oro...) y la puerta se abre de sopetón para dejar a la vista a una chica de unos treinta y muchos, rubia con coleta y una toga negra que le cubre todo el cuerpo, las venas de la cara están marcadas, percibís el olor a podredumbre que desprende, pues está apenas a un metro y medio vuestro.

Bajo al suelo y con cuidado, observo a mi alrededor, buscando cualquier cosa que me pueda servir como arma. Si no recuerdo mal mi pistola está en la entrada, por lo que me dirijo hacia allí, en su búsqueda.

Das un salto y apunto estás de hacerte una torcedura, pero por suerte el tobillo sólo se dobla un <<poquitín>> y puedes caminar escaleras arriba. En el suelo hay media docena de cadáveres, algunos están horriblemente mutilados, sin piernas, brazos, sin trozos de tórax,... pero todos tienen en común una cosa: un tiro limpio en la frente. El equipo de "limpieza" ha pasado por aquí.

Al llegar al final de las escaleras te asomas para echar una rápida ojeada, lo que ves te deja sorprendido: La entrada a los Juzgados está cubierta de cadáveres, trozos y sangre por todas partes. Miras en dirección a los detectores de la entrada y el lugar en el que crees que pueda estar tu pistola, lo sorprendente es que en lugar de estar la calle al otro lado de las puertas de entrada, lo que hay es una lona conectada directamente con el edificio como si hubiese sido cerrado a cal y canto.

Maldición, nos han aislado, y encima tengo el tobillo jodido. Debo salir de aquí pero ¿como?

Me acerco al lugar en el que debe estar mi pistola y la busco. De paso abro otras bolsas, tratando de encontrar más armas. El lugar no debe permitir entrada a armas y muchos de los que entran las llevan así que, al menos eso espero, debe de haber bastantes armas y munición.

Tras eso doy un vistazo a la lona, buscando el sitio por el que ha debido entrar la policía, procurando tener mucho cuidado. Cualquier movimiento en falso puede hacer que algún policía de fuera me dispare al momento. También cojo mi móvil, preparada para llamar a cualquier número de emergencias.

Los nervios me estaban traicionando y con cada ruido que oía mi corazón daba un vuelco. Pero lo que acabó por conmocionarme definitivamente fue el tremendo golpe en la puerta al lado de Manuel. Ya tuvo que llegar este imbécil. La llegada de Raúl consiguió que me sintiera más enfadada que asustada, pero eso duró muy poco.

De pronto la puerta que habían golpeado se abrió con estruendo y una mujer vestida de juez se acercaba lentamente a nosotros, el hedor que desprendía y su cara nos mostraba claramente que era uno de aquellos seres come carne como el que había matado a Gabino.

- Hay que largarse de aquí...

-Ahh!!  Javier no puede evitar un gritito cuando la puerta se abrió de golpe, y de ella salió una chica rubia con muy mala pinta, que se quedó mirándoles fijamente.

Esperando la reacción de sus compañeros, Javier intentó quedarse lo más quieto posible, como si esa chica se tratara de un depredador... intentando no hacer ningún ruido, casi ni respirar...

-Que no nos ataque... que no nos ataque...

Otro bicho de estos. A la cabeza han dicho.

Con mi proverbial sangre fría, levanto la pata de la silla e intento abrirle la cabeza a la juez. En más de una ocasión había tenido sueños parecidos a esto.

Ir a la otra puerta- Grito.

Junto a la cinta por la que entraste ves una cesta en la que está tu pistola, con el arma por un lado y el cargador por otro. Nueve balas tienen que ser suficientes... también coges tu móvil y te das cuenta de que de alguna manera, no tienes cobertura, lo cual es muy extraño, pues Manuel no hace ni una hora, sí tenía.

Te acercas a la lona y ves claramente una abertura en forma de túnel larguísimo cuyo final no ves, el tejilo del túnel parece plástico transparente como el que usan en los invernaderos o como el que usan en las cámaras frigoríficas de algunas empresas en el que hacen puertas de cortinilla a base de ese material. Está claro que han aislado el edificio y que los militares han entrado por ahí, pero no sabes qué puede haber al otro lado.

Trago saliva, estos locos redivivos cada vez dan más miedo. Echo mano del revólver, pero el detective se interpone para golpearla. Lo malo es que vengan más por detrás de esta…

-Por supuesto –musito, y me dirijo a toda prisa a la otra puerta, con el arma por delante.

Golpeo a la rubia estropeada en la cabeza, sin miramientos. A estas alturas me da igual lo que se ponga por delante, los soldaditos no van a dejar títere con cabeza.

Aunque sólo fuera con la pata de una mesa por lo menos Manuel estaba armado así que no me lo pensé dos veces y eché a correr hacia la otra puerta tal y como él nos había mandado. De todas formas no pude evitar mirar cómo golpeaba a lo que hacía bien poco era una mujer en toda la cabeza.

Una vez que estuve ante la puerta me puse a escuchar que ningún sonido raro viniera del otro lado, eso era lo que había visto hacer a Manuel y parecía una buena idea, pero los nervios y la tensión sólo conseguían que oyera los latidos de mi corazón golpeando mis oídos.

Tras coger la pistola y el móvil me acerco a la tela. Se que allí está la salida, el camino para escapar de este lugar. También se que la gente allí fuera estará tan asustada que disparará antes de preguntar. Debo andar con mucho ojo pero se que debo aprovechar esta oportunidad y tratar de salir.

Retiro parcialmente la lona para entrar en el túnel mientras grito -¿Hola? Soy una superviviente, estoy bien, esas cosas no me han atacado. Necesito salir de aquí, mi nombre es Ana Gómez, soy estudiante de medicina. Podría contaros todo lo que ha ocurrido aquí dentro -mi mano aferra fuértemente la pistola mientras salgo del edificio, asustada por lo que me puede esperar allí fuera.

Lo cierto es que Manuel golpea con una fuerza inusitada en la parte occipital del cráneo de la rubia que recibe el golpe aparentemente con estoicismo, se queda inerte un segundo antes de desplomarse al suelo como un fardo.

Mientras tanto, Lucía no oye nada al otro lado de la puerta contigua y Raúl opta por abrirla directamente, afortunadamente, no hay nadie al otro lado. La habitación resulta ser no una Sala de Vistas más, sino una especie de oficina mejor iluminada que el pasillo con dos docenas de escritorios, ordenadores, sillas, carpetas y papeles por todas puertas. Al fondo de la enorme sala se ven tres puertas y lo mejor de todo es que a simple vista no se ve a ningún Zombie.

El corredor no está iluminado, pero la luz natural de la calle es suficiente como para poder ver correctamente. Nadie te contesta, por lo que caminas despacio siguiendo el corredor, al final del mismo hay una carpa verde de camuflaje con la cortinilla echada. Cuando te acercas escuchas varios pitidos y varias voces que vienen del otro lado, pero no entiendes lo que dicen.

-La has... la has matado??? Javier no sabía si reir o llorar. La verdad es que sentía alivio por deshacerse de la amenaza, pero al mismo tiempo... matar a una persona...

-Ahora que hacemos? Pregunta justo después, ¿nos encerramos en esta nueva sala? Quería salir de allí cuento antes, pero no se atrevía a ir solo por aquellos pasillos y habitaciones