Partida Rol por web

No sé quién eres, pero espero que seas amigo.

Me acerco al cuerpo de Raul rápidamente, mientras vigilo a los dos zombies que quedan vivos. 

Voy a coger la pistola que llevaba este. Nos irá bien.

Busco la pistola en las ropas de Raul.

El tipo no se digna en hablar con vosotros, en vez de eso y mientras Javier se reune con Lucía y Manuel recoge la pistola del cuerpo de Raúl, manda un mensaje por radio

 - Supervivientes no infectados... repito... supervivientes no infectados - sghhhhhhhhhhhhhhh -proceda a protocolo 234, repito, protocolo 234 -contestan desde el otro lado del hilo radiofónico.

El tipo amartilla el arma y os apunta antes de disparar....

Ni me lo pienso. En cuanto cojo el arma de Raul, compruebo que el seguro esté quitado y sin levantarme del suelo vacío todo el cargador en el cuerpo del tipo.

Maldito infiltrado exterminador- grito.

Pero qué coj... ¿Primero nos salva y ahora nos quiere disparar? Me quedo tan sorprendida que soy incapaz de reaccionar a pesar de que mi instinto me dice que debo echar a correr, pero... ¿hacia dónde? No hay escapatoria así que, aunque me escondiera entre las mesas tarde o temprano me alcanzaría.

Manuel es el único que parece mostrar la cabeza fría en esos momentos y, cuando me doy cuenta, le veo descargar la pistola de Raúl sobre el tipo aquel...

- Lo... ¿lo has matado?

Aquello si que no lo esperaba, el hombre que acababa de salvarles parecía tener la intención de borrarlos del mapa con la misma facilidad con la que había matado a los otros 3. Dando por hecho que su hora había llegado, Javier se lanzó detrás del escritorio más cercano, alejandose de un posible disparo y escondiendose de los podridos.

Al perder de vista el arma, Javier escucha los primeros disparos, pero la pregunta de Lucia le extraña:

- Lo... ¿lo has matado?

Al parecer había sido Manuel el que había disparado. Aquello era una locura, aunque con esa metralleta igual conseguían salir de allí...

Aprieto el gatillo hasta en 3 ocasiones y dos de las balas impactan directamente en el tipo, antes de que deje de disparar. No debo gastar todas las balas, no sé cuantos peligros nos acechan.

Todo sucede muy rápido, mientras el tipo levanta su arma para dispararos, Manuel es más rápido y da tres tiros al tipo, lanzándole de espaldas y dejándole tendido boca arriba con un agujero en el casco que de poco le ha servido, pues véis pese a la penumbra, un reguerillo de sagre que le resbala por la sien hasta la barbilla.

Escucháis varios pares de botas golpear contra el suelo a no mucha distancia de donde ha caído el hombre, sus compañeros no tardarán mucho en estar con vosotros, tenéis tres puertas al otro lado de la sala, un policía o militar que parece un GEO o un GOES o como se diga  tirado en el suelo a vuestros pies y media docena de podridos abatidos, ¿habrá más en la sala?

Al darse cuenta de que no estaba muerto, Javier volvió a ponerse en pie. Los sonidos que se escuchaban fuera no auguraban nada bueno, tenían que salir de allí cuanto antes...

-Manuel, coge tu el arma, mientras Lucía y yo encontramos una salida. Al parecer esta nueva oportunidad de vivir había activado a Javier, aunque no lo suficiente como para acercarse a la metralleta que había dejado el muerto a sus pies...

Antes de que Manuel pueda acercarse mucho al cuerpo del soldado caído, véis cómo un humillo de un color verde chillón asciende del cuerpo del hombre, como saliendo de la nada, véis literalmente deshacerse la piel del hombre (la que se ve, que es solamente parte de los brazos que van al desnudo y el cuello) tan rápidamente, que en seguida véis algo que hace que os caguéis prácticamente encima:

El cuerpo en apenas unos segundos se deshace, encoge hasta convertirse en la mitad de lo que era, el casco, el pasamontañas y la ropa( pantalones, chaleco, botas)  se quedan casi vacíos mientras el humillo verde asciende y asciende elevándose hasta el techo de la sala.

Precisamente, de una de las esquinas, una mujer obesa de unos cincuenta, se pone en pie lentamente con la mirada perdida hacia vosotros.

- Pero... ¿qué es esto?

Miraba incrédula el cuerpo del muerto cómo se deshacía en humo. Como si no fuera suficiente con las cosas que les estaban atacando ahora aquello...

Me aparté todo lo que pude del cuerpo intentando no respirar aque extraño humo verde mientras seguía sujetando con tanta fuerza el extintor que mis nudillos estaban blancos y mis manos empezaban a agarrotarse.

- Mierda... aún hay más. -Miré a la gorda que sin lugar a dudas vendría directa hacia nosotros.

En aquellos momentos fui consciente de las pocas posibilidades que teníamos de salir con vida de allí y una rabia ciega me invadió. No iba a permitir que me mataran sin llevarme a cuantos pudiera por delante, así que asenté los pies todo lo firmemente que mis nervios me permitían y esperé la llegada de la gorda o de quien fuera sujetando mi improvisada arma.

Las palabras de Lucía llegaron hasta Javier, pero ya no quería mirar atrás, y con paso decidido se acercó a la puerta de la izquierda (de las tres que había la de la izquierda), escuchó un momento con la oreja pegada a la madera, y la abrió.

Evitando aspirar el humo de la descomposición de esa cosa, cojo el arma del muerto y me incorporo.

Lucía, si sabes usar una pistola, toma la de Raul. Y vámonos.

Me acerco a la puerta donde está Javier, si la gorda se acerca le pego un tiro en la cabeza.

Joder... en mi vida he usado una pistola. Fue lo que pensé mientras Manuel me tendía el arma que había pertenecido al chulo de Raúl que, por muy mal que me cayera, no se merecía un final como aquel. Cogí la pistola con cierto reparo mientras por el rabillo del ojo veía a la gorda que seguía avanzando hacia nosotros. De todas formas fui incapaz de deshacerme del extintor que de tanta ayuda me había servido.

Me acerqué a los dos hombres para saber si tendríamos alguna posibilidad de escapar por esa puerta sin darle, en ningún momento, la espalda al engendro que todavía seguía con vida.

Javier comprobó que no se escuchaba nada y abrió la puerta, al otro lado más de lo mismo, un despacho con un sólo escritorio, un ordenador y un archivador. Ningún podrido a la vista ,mientras, Manuel y Lucía - ya armada- llegaban a la puerta y mientras Manuel comprobaba por sí mismo que era un despacho sin importancia, Lucía cubría la retaguardia del trío y veía acercarse a la gorda sin prisa pero sin pausa, diez metros, cinco metros, tres metros... escuchásteis ruidos y al giraros vísteis media docena de policías que entraron en tromba en las oficinas con las armas prestas para disparar. Teníais cada uno una oportunidad antes de ser acribillados a tiros.

Te dio tiempo a ver que al menos dos de aquellos tipos no llevaban fusiles de asalto como el que habíais visto antes, sino que llevaban unas extrañas armas parecidas a arpones.

- Vamos chicos ¿podemos salir por ahí? La gorda se está acercando peligrosamente.

Mis manos temblaban visiblemente mientras intentaba apuntar a la mujer que se acercaba cada vez más. Me preocupaba fallar el disparo en caso de tener que hacerlo, no sólo porque la mujer nos pudiera morder, que ese era un buen motivo para disparar, sino porque no podía desperdiciar las pocas balas que tenían.

Pero los ruidos que escuché a mi espalda hicieron que pasara de preocuparme por la gorda que avanzaba directa... ahora teníamos un problema mucho más gordo... policías armados hasta los dientes nos apuntaban con muy malas intenciones y seguramente cualquier intento de pedirles ayuda sería contestado con una buena dosis de plomo sobre nuestros cuerpos.

- Chicos... tenemos compañía.

Di media vuelta y entré en tromba en el despacho que Javier acababa de abrir. Seguramente que me estaba metiendo en una trampa de la cual no podría escapar pero necesitaba ganar algo de tiempo para buscar alguna alternativa que me permitiera salvar el pellejo.

Javier vió a Lucía pasar a su lado justo antes de darse cuenta de que había policiás al otro lado de la estancia, dispuestos a dispararles. -Manuel, pasa ya y cierra la puerta, antes de que nos maten! Javier echó una rápida mirada a la nueva habitación por si había alguna manera de salir (ya fuera otra puerta, una ventana o un conducto) antes de apartarse de la puerta y esconderse de los posibles disparos detrás de la pared.

Mierda, mierda. Hemos perdido demasiado tiempo.

Antes de entrar en la habitación, disparo una ráfaga corta por encima de la posición de los policías, para intentar ganar algo de tiempo. 

Hay un par de esos que llevan algo parecido a lanza-arpones. Ni idea de para qué. digo una vez que he entrado.