Partida Rol por web

- Dios mio Elena, a veces tu hermano hace las cosas realmente a lo grande.

Mi voz no oculta la admiración por todo lo que veo, aunque veo que la rubia Elena alza una ceja y me mira con algo de escepticismo.

Me rio mirándola, y entrando en mi habitación.

- Venga, no seas asi. Me muero por meterme en el jacuzzi un buen rato. ¿Nos vemos dentro de una hora abajo a ver por dónde nos movemos?

Una pequeña camarera pelirroja pasa por el pasillo y nos sonrie amablemente. Elena pone cara de gato travieso y me guiña un ojo:

Elena: Cuñada, como dudo mucho que hayas cambiado de idea y me aceptes en tu jacuzzi... alza una mano hacia mi cintura. Mano que retiro con una pequeña risa, negando - Ya, me lo temía. Bueno... me voy a ver si esa camarera necesita ayuda.

Esta mujer es increible. A veces dudo que realmente sean hermanos. Entro riéndome en la habitación, mirándolo todo con curiosidad.

Deshago la maleta, con calma, con cuidado... Venecia en Carnavales, y yo aqui, sin mi eterno guardián.

Marge, ¿estás pensando en hacer algo que no debas?

Con un suspiro comienzo a quitarme la ropa. No puedo responder a esa pregunta, probablemente porque no me atrevo. Me miro en el espejo de cuerpo entero, disfrutando con la vista... Aún no soy tan mayor. No han pasado tantos años desde que este cuerpo me proporcionaba enormes placeres. ¿Cómo he podido aburguesarme de esta manera?

Camino desnuda y preparo el jacuzzi, aún sumida en mis pensamientos.

Me meto en el agua con un ronroneo de gusto, y sumergiéndome hasta el cuello. ¿Qué voy a hacer en Venecia? Pasármelo bien, nada más. Voy a buscarme un disfraz, desaparecer entre la gente y disfrutar del anonimato.

Finalmente salgo de la bañera, mirando a mi alrededor, encantada con todo.

Me acerco al espejo del baño, y me envuelvo el cabello en una de las toallas, buscando mi neceser. Me maquillo despacio, como hacía años que no me dedicaba a mi apariencia.... Luego paso a buscar la ropa... ¿Para qué molestarme demasiado? ¡Total, voy a ir a comprarme un disfraz!

Aún así, saco un bonito vestido de gasa, y una chaqueta para poner encima. Lo dejo todo sobre la cama, y vuelvo al espejo a terminar de arreglarme.

En media hora salgo por la puerta, con el pelo arreglado, el maquillaje impecable y un aire adorable... quizás demasiado dulce.

Bajo al vestíbulo a curiosear entre las boutiques de la entrada los disfraces....

Miro al desconocido con los ojos abiertos de par en par, y por un momento sus palabras no tienen mucho sentido para mi: ¿mi ayudante personal?

Me apoyo contra la puerta, tratando de no evidenciar demasiado mi sorpresa...

- Perdone... ¿Armand ha dicho? Ayudante personal... No sabía que tuviera uno. ¿Le contrata el hotel?

Porque mi marido no te ha puesto a mi disposición...eso fijo.

Asiente mirandote - Esacto, el hotel me pone a su disosicion durante su estancia, en su reserva ponia que todo lo que pudiera ofrecerle el hotel y yo soy una de esas cosas, asi que no dude en usar mis servicios como mas guste, las 24 horas del dia. - Si basicamente te acaban de regalar un esclavo durante tus vacaciones y un esclavo de muy buen ver...

Una gran sonrisa aparece en mi rostro mientras salgo de la habitación mirándole.

- Pues... eres un regalo del cielo. Precisamente iba a bajar a curiosear en busca de algún disfraz... Le miro encantada, pensando qué dirá Elena cuando vea a Armand- Me apetece muchísimo algo que me permita desaparecer entre el tumulto. Um, ser una desconocida.

El chico sonrie ofreciendote su brazo - Si todos tus deseos son asi de sencillo mi trabajo contigo sera de los ams faciles - Comenta llevandote al ascensor. - Podemos mirar en las tiendas del hotel, pero si quieres algo mas... Clasico, siempre te puedo llevar a una de las tiendas de la ciudad. ¿Que te apetece? - Te pregunta con esa gentil sonrisa.

Encantada de sentirle tan cerca, y sin la presencia vigilante de mi guardián inclino la cabeza pensativa:

- Ummm...no. O si. No sé, no lo tengo claro. Tengo ganas de algo descocado, algo provocativo y sexy, sin llegar a vulgar. Tú guias, llévame donde quieras.

Las palabras sonaban casi a invitación, pero no importaba.

- Luego... ¿de los masajes te encargas tú también, o tú los reservas?- pregunto con una chispa de burla en los ojos.

- Eres muy bonita, no nos constara encontrar algo asi para una mujer con tu cuerpo, ¿Talla 36? ¿38? - Te pregunta con una sonrisa mientras se acerca a recepcion pidiendo un trasnporte para ir a la ciudad.

- ¿Los masajes? - Sonrie divertido - Pues eso depende de lo que tu desees, como te he dicho lo que tu pidas se cumplira, sea una masajista vietnamieta o a mi - Subiis a una gondola con una hombre vestido con ropas tipicas, el entra primero y te ayuda a subir despues dado que se movia un poco por el agua.

- Talla 38.

Le miro cada vez más asombrada. Le tomo de la mano mientras para ayudarme a subir a la góndola, y una risa traviesa se me escapa cuando dice que puedo elegir para los masajes....

Jugando le tomo una de las manos, grandes, cuidadas, suaves...

-Um, me parece que estas van a ser perfectas para el masaje. ¿De dónde has salido Armand? Eres un auténtico regalo. Me acomodo junto a él en la góndola, respirando su perfume.... Como me gusta Venecia.

Mira como juegas con sus manos con una sonrisa - Pues cuando regresemos al hotel te relajare con el masaje que mas te guste... - Te dice riendose despues ante tu pregunta - Pues mi padre es italiano y mi madre griega pero yo sali de España - Te dice riendose aun mientras el gondolero os mira de reojo como si fuerais una pareja de luna de miel.

Os meteis por unas calles finalmente bajais parando justo delante de una tienda tipica y bastante antigua de disfraces y mascaras venecianas - Elija el que mas le guste bella dama... - Te dice abriendo la puesta par auqe pases.

Si. Es más que obvio que estoy coqueteando con él. Y también que él me lo está consintiendo... Pero de todas formas es su trabajo...

Enlazo juguetonamente las manos con él, mientras me cuenta de dónde es, y que si que me dará un masaje luego. El gondolero nos mira, pero todo es igual. Nadie me conoce, nadie va a ir con el cuento, nadie me va a a juzgar.

Me rio divertida, al llegar a la tienda.

- Ummm...

Lo primero que atrae mi atención son las máscaras, que me voy probando, mirando a Armand, y preguntándole su opinión, hasta que una me seduce.

- Armand, sé que tengo el programa de carnavales en la habitación, pero no me ha dado tiempo de echarle un vistazo. ¿En qué momento comienza la gente a salir disfrazada?.

Dejo la máscara sobre el mostrador mientras reviso los trajes, maravillada por las telas, y el misterio que ofrecen.

Saco de entre las perchas uno rojo...

- ¿Puedo probármelo?

La dependienta asiente y Armand lo coje con un brazo guiandote al provador, sujetandolo para ti mientras te desnudas, por el espejo puedes ver como le es imposible no levantar un par de veces la vista par amisrar tu cuerpo, aun asi notas como se siente culpable y niega con la cabeza.

Miro a mi alrededor, calculando riesgos durante unos segundos....Hace años que tomo la píldora... Pero, ¿aquí? ¿Y si nos pillan? ¿Y si no quiere?

Mi cara empieza a arder, y noto que me tiemblan las manos. ¿Y a mi qué me importa si nos pillan? Nadie me conoce....

Abro la puerta descuidadamente, mostrando más de lo que se hace normalmente, riéndome, mientras le digo:

- Armand.... probablemente las mujeres italianas sean más hábiles con estas ropas que yo, o yo soy algo torpe. Sé que es algo embarazoso pero... ¿podrías entrar en el probador para ayudarme?

El chico aparta la mirada de tu cuerpo mientras escucha tus palabras y asiente - Claro Margarett, no hay problema - Te dice entrando y ahora pudiendo ver que lo unico que tenias puesto era el corset de la parte de arriba del vestido. - Em... Primero va la falsa con las ornamente y de ultimo el corset... - te explica de forma cordial mientras te gira para comenzar a desabrochar el corset.

Sus manos son cálidas al rozarme, pero de repente sus palabras me desconciertan y miro las prendas desorientada mientras él se atarea con el corset...

- ¿Y por qué no les poneis instrucciones a todo esto? Pero entonces soy consciente de lo que está haciendo... aunque sea de forma cortés y sin otras intenciones, me está desnudando.

En lugar de ayudar o dificultar me quedo quieta como una niña, mirándole la cara con una pequeña sonrisa, y disfrutando del roce de sus manos en su tarea.

- Vaya...se te dá muy bien.

Sus manos calidas y grandes terminan por desabrochar el corset, el cual sujeta con sus manos para uqe no caiga al suelo. En ese momento eleva la mirada a tus ojos algo tenso. - Mi madre siempre venia a los carnavale sy me obligaba a disfrazarme y ayudarla con su disfraz...- te comenta de forma inocente dejando caer la prenda al suelo y teniendo los ojos solo en los tuyos, usando una fuerza de voluntad unica.