Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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08/02/2016, 14:26
Austin Garret-Jolley

Lo cierto es que no me esperaba para nada el certero lanzamiento de esa miga de pan, así que cuando esta me da mi risa se alarga en el tiempo, como si en el mundo no hubiera más preocupación que no dejar nada dentro. Después, cuando rellena mi copa una vez más, la alzo con un gesto de brindis y bebo un pequeño sorbo. Así, a lo tonto, creo que es la tercera.

—Está bien eso —le digo entonces mientras continúo con mi plato—. Ser un patán y tener cosas aprendidas que crees que funcionan suele ir bastante de la mano —comento antes de asentir a lo siguiente.

Después, al ver que me está esperando, aparco la idea de repetir para más tarde. Le tiendo mi plato vacío apartando el otro y observo cómo me sirve de aquel pollo que no es pollo y aquella rata que no es rata.

Su pregunta me arranca entonces una sonrisa. Tomo mi plato y me preparo para empezar, aunque antes me dispongo a contestar.

—Encontré una máquina en una casa de empeños —confieso—. Y pensé que sería divertido probar.

Esa es la explicación corta, que ilumina mi rostro y me trae recuerdos de un pasado que es más lejano de lo que parece. La larga, en cambio, me hace liberar un suspiro y echarme hacia adelante antes de comenzar.

—Yo pinto desde siempre —le digo—. Cuando me fui a vivir solo de repente tenía mucho tiempo para mí mismo y muchas cosas por probar —expongo antes de hacer un gesto natural—. Hasta entonces no había fumado maría, por ejemplo.

—Nunca he sido muy previsor, y por aquel entonces tenía una especie de beca para hacer unos trabajos con material reciclado —enuncio antes de hacer una pausa—. Así que cuando vi la máquina en la tienda de segunda mano pensé que quería intentarlo. Y como no conocía a nadie que tuviera una, me la compré pensando que si tenía que comer arroz un mes tampoco pasaba nada, que no estaba tan malo —digo con una pequeña risa y un brillo en los ojos al recordar aquellos tiempos—. Luego fueron más bien tres meses, pero mereció la pena.

Tras aquel resumen pruebo al mismo tiempo el pato y el plato. Asiento de inmediato y con la boca llena, dando a entender que me gusta. Entonces me echo hacia atrás, cayendo en la cuenta de que quizá sólo sabe de mí lo que hago en el instituto y lo de los tatuajes.

—Oye, Nicole —enuncio, mientras una sonrisa de medio lado se va formando en mi rostro—. Exactamente, ¿a qué crees que me dedico? —pregunto entre expectante y divertido—. Quiero decir, de clase en el instituto doy cuatro horas a la semana, y ya has visto el dineral que me saco por los tatuajes —expongo con comodidad antes de hacer una pausa en la que mi sonrisa se amplía—. Y no me digas ahora que tu primera impresión también era que era millonario de nacimiento.

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08/02/2016, 14:55
Nicole Nazar

Mi mirada se enfoca con curiosidad con aquel pequeño relato de su vida. Vivir sin preocuparse por el día siguiente. Me encanta. Y me hace sentir que llevo mucho tiempo quieta en el mismo sitio, haciendo lo mismo cada día. Cierto que me he permitido pequeñas dosis de adrenalina, como son precisamente los tatuajes, pero me doy cuenta en este preciso momento de que tal vez empiezo a necesitar algo más fuerte. La sensación de dejarlo todo, de cambiar radicalmente de vida. A lo mejor no es tan descabellada la idea de hacer que me despidan para montar un taller. 

En un vistazo veo la cantidad de vino que hemos consumido ya y me doy cuenta de que la calidez suave que acompaña al licor ha empezado a extenderse desde mi estómago hasta llegar a mis mejillas. Probablemente los ojos me empiecen a brillar, aunque todavía falta mucho para que esté ebria. Sencillamente el mundo empieza a perder parte de su intensidad a mi alrededor. 

Pincho en el plato con un aire levemente ausente y tras masticar y acompañar el bocado de un sorbo de mi copa, sonrío de medio lado. 

—No sé. ¿Te prostituyes? —pregunto, abriendo mucho los ojos, como si lo considerase una posibilidad, a pesar de que mi tono revela que bromeo—. No, en serio. Suponía que dabas clase en otros sitios, en alguna academia de arte o en otros institutos. 

Ha conseguido despertar mi curiosidad con aquella pregunta que hace evidente que hay algo más. Así que ladeo la cabeza mirándolo, esperando que explique el misterio de su forma de ganarse la vida y mientras aprovecho para meterme otro trozo de pato en la boca. 

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08/02/2016, 16:36
Austin Garret-Jolley

Al escuchar su propuesta sobre mi medio de vida río de manera suave. Con la boca llena niego con la cabeza, aunque la sonrisa no se borra de mi rostro.

—Alguna vez me lo han pedido, pero no —comento de pasada con respeto a la prostitución, divertido. Entonces doy un pequeño sorbo de la copa, acompañando a otro bocado, y me incorporo un poco en la silla.

—Qué va —digo después—. Me agobiaría con tanto horario. De hecho sólo empecé a dar en el instituto porque Rachel decía que necesitaba algo así, para mantener los pies en la tierra y esas cosas —resumo. Entonces tomo aire y busco su mirada.

—Yo hago poesía —anuncio.

Mi voz suena de manera natural, pero puede notarse que esa palabra tiene para mí cien connotaciones. y la frase entera una mezcla de relevancia y orgullo que no trato de ocultar. Sin embargo no soy tan presuntuoso como para decir Soy poeta, ni recurro a la falsa humildad para decir Intento hacer poesía, o Intento ser poeta. Además, no es lo mismo. Entonces continúo hablando con un gesto etéreo.

—A veces es poesía visual, como tus tatuajes o algunas de las cosas que viste en casa —expongo—. Otras es de movimiento, como cuando bailo. Y la mayoría es por escrito.

Dichas estas palabras la observo durante un instante, con un brillo peculiar e inevitable en las pupilas, y no tardo en apartar la mirada para pinchar un poco de rata y llevármela a la boca.

—Y hasta me pagan por ello —añado de buen humor con la boca llena, pero tapándome los labios y la sonrisa con la mano.

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08/02/2016, 16:54
Nicole Nazar

Sonrío ante sus primeras palabras, que considero tan sólo una broma más. Y cuando por fin decide desvelar el misterio que lo rodea, enarco ambas cejas, genuinamente impresionada. 

—Vaya —digo entonces, dejando por un momento el tenedor apoyado en el plato para gesticular con la mano—. Pues tienes que ser jodidamente bueno. Porque ganarse la vida como escritor es muy difícil. O eso dicen, al menos, yo no lo he probado nunca. 

Extiendo el brazo para alcanzar la copa y beber un trago mientras una idea curiosa se va deslizando en mi mente. Para cuando dejo la copa en la mesa, mis labios ya se están curvando en una sonrisa de expectación.

¿Y me recitarías algo tuyo? —pregunto, en un susurro cómplice.

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08/02/2016, 17:23
Austin Garret-Jolley

Al ver la expresión de Nicole tras mis palabras vuelvo a reír, y por primera vez soy consciente de que parte de esa risa es mía, y parte es el vino expresando su alegría desde mis venas.

Luego, cuando la escucho hablar de lo bueno que debo ser hago un gesto con la mano, quitándole importancia. No es que no crea que soy bueno, sino que cualquiera con un poco de criterio que le dedicase el mismo tiempo que yo debería llegar a una calidad similar. No termina de gustarme la palabra escritor, pero que ella intuya eso es pedir peras al olmo.

—Tú tienes que ser jodidamente buena en lo tuyo, porque arreglar un motor es muy difícil —digo con una media sonrisa, antes de continuar. Evidentemente considero lo suyo el tema del motor por encima de lo de dar clase, pero ese es un tema aparte—. O eso dicen, al menos, yo no lo he probado nunca —aseguro completando la broma.

—En realidad no es nada complicado. No es como si hubiera que tener las cosas planificadas, como en una novela —explico—. Basta con mirar la realidad, deformarla tanto como quieras y sacar lo que te salga del pecho. Igual que al pintar o tatuar —digo, y entonces la miro durante un instante, manteniendo una sonrisa ladeada que augura que algo se avecina—. Como que alguien te cuente su historia, y hablar sobre cómo el error de Hades fue intentar agarrar con fuerza un diente de león —expongo como ejemplo.

Luego, cuando abre la posibilidad de recitar, una expresión de complicidad equivalente a su susurro toma forma en mi rostro. Asiento, pero al hablar lo hago aplazando ese momento. Cuando otras personas hacen peticiones parecidas a veces me hacen sentir como un mono de feria, pero no es el caso.

—Después de cenar —prometo antes de hacer un gesto hacia el plato—. Te lo has currado demasiado como para dejar de comer, y hacerlo con la boca llena como que no —digo, antes de hacer un gesto hacia ella con el tenedor—. Pero te pediré algo a cambio —aseguro antes de entrecerrar los ojos, mirándola fijamente—. Tengo que pensar qué —murmuro, dejándole algunos segundos por si quiere dar algún tipo de idea.

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08/02/2016, 18:12
Nicole Nazar

Hago un gesto con la mano, quitándole importancia a sus primeras palabras referentes a mis motores. 

—Eso es sólo poner o quitar piezas. Sólo hay que saber qué es cada cosa y en qué orden hacer los pasos, pero no hay ninguna creatividad en ello, es todo mecánico —me encojo de hombros—. Pero transmitir emociones es muy distinto. Vamos, yo no tengo mucha idea de nada de eso, pero me parece que debe ser increíble. 

Después me callo, escuchando su explicación con los ojos brillantes y sin decir nada estiro la mano para coger el tenedor y comer parte del ratatouille sin dejar de prestarle atención. Mi gesto es elocuente y habla de lo complicado que me parece precisamente lo que él dice que es sencillo. Termino pestañeando y antes de que añada nada más acepta y pospone al mismo tiempo mi petición.

Asiento, conforme con el aplazamiento.

—Después de cenar —repito, como si mis palabras representasen mi mano al sellar un pacto invisible. Y ante su propuesta de un intercambio, río suavemente—. De acuerdo. Pide lo que quieras, seguro que merece la pena. 

Puedo sentir con claridad ese cosquilleo que se despereza bajo mi piel con la expectación de aceptar algo sin saber qué es y el brillo de mis ojos ya no se debe tan sólo al vino, pues esta sensación lo aviva. 

—Tengo unas piezas debajo de la cama de invitados. Si quieres te puedo enseñar cómo funciona un carburador —ofrezco para después reírme, sin pensar ni por un momento que pueda interesarle algo así.

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08/02/2016, 19:40
Austin Garret-Jolley

No doy respuesta a sus primeras palabras. O, más bien, toda mi respuesta es un encogimiento de hombros. En otro momento, si surge, ya le explicaré que transmitir cualquier cosa sólo es cambiar el estilo de lenguaje, y que sólo es tan complicado como aprender un nuevo idioma. Con la salvedad de que aquí cada uno tiene lengua propia.

Escuchar cómo acepta diciendo que merecerá la pena podría ponerme en un compromiso. Sin embargo lo único que provoca en realidad son ganas de estar a la altura de las expectativas de una manera animada y optimista. Acto seguido, cuando habla de lo del carburador, mis ojos brillan genuinamente inquietos, y aunque acompaño su risa con la mía mi mente se queda dándole vueltas a esa idea.

—Pues tiene que ser interesante —digo tentado de aceptar. Sin embargo me lo pienso mejor y la miro durante un instante, tomando mi copa y dándole un pequeño sorbo—. Pero algo me dice que eso lo harías de todas todas, así que pensaré en otra cosa, y me aprovecharé de ti para que me lo enseñes igual —aseguro sin ocultar mis intenciones.

—Pensaré en ello —vuelvo a incidir, mirándola como si pudiera ver a través de sus ojos y de su alma. Y realmente se me hace divertida la idea de poner a prueba la locura que parece rodear a esa chica —. Hasta después de cenar.

Luego sigo comiendo mientras miro a Nicole, valorando las primeras ideas que pasan por mi mente al respecto de ese reto pendiente. Sin embargo termino por dejar ese hilo suelto cuando tras casi medio minuto no he dicho nada. Soy consciente de que como conclusión me he quedado comiendo en silencio y mientras la miraba con una sonrisa entre divertida y curiosa, y aprovecho ese momento para cambiar mi postura. Muevo las piernas bajo la mesa, recolocándome y rozando el suelo con la planta de los pies.

—Bueno —le digo entonces—, ¿y qué te ha dicho la gente de los tatuajes?

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08/02/2016, 20:19
Nicole Nazar

—Vaya morro —respondo con un tono vivaz pero divertido. Aunque lo acompaño de un encogimiento de hombros porque tiene razón. Se lo explicaría igualmente si le interesase. No sólo por mi vena pedagoga, sino porque me apasiona el tema lo suficiente como para estar dispuesta a explicárselo hasta a la vecina del quinto si me lo pide. Y eso que la señora Sullivan me cae como el culo. Que por cierto, me pregunto si no estarán en casa hoy, porque no he escuchado las carreras de sus críos en toda la tarde. A saber. 

Mis ojos se cruzan con los de Austin, que parece haberse quedado pillado mirándome, como pensando en algo, y yo me quedo esperando a que hable de nuevo, suponiendo que lo hará proponiendo algo para ese intercambio. Pero no sucede, sigue callado y me revuelvo en mi asiento con una pizca de impaciencia. Casi me dan ganas de gritarle que lo suelte ya, pero al pensar en ello se me escapa una risa floja, más propia del vino que de mí.

Así que cuando habla cambiando radicalmente de tema, en un primer instante me desconcierta y pestañeo, ubicándome en su pregunta y apartando mis expectativas a un lado.

—Ah... Pues mis alumnos han flipado con el de la muñeca, que es el único que han visto —explico, girando el brazo para mirármelo con una sonrisa.

Ahora está un poco abultado en las líneas, como si tuviera una pequeña costra. Pero he leído en el folleto ese que es normal y me gusta repasarlo con mucho cuidado.

—Y más fliparon cuando les dije que me lo habías hecho tú —añado, levantando la mirada—. ¿No te han dicho nada? Habría jurado que Mary Anne lo haría. Esa cría es un terremoto y la tienes loquita. 

Entonces hago una pausa y me encojo de hombros. 

—Los otros dos sólo se los he enseñado a Ashton, pero cuando los vio estaban todavía tapados y un poco rojos. Le gustaron mucho, sobre todo el de las costillas, pero creo que le gustarían más ahora. —Y llegados a este punto esbozo una sonrisa maliciosa. —En cuanto estén curados del todo iré a hacerle una visita a mis padres. Será de coña.

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08/02/2016, 21:24
Austin Garret-Jolley

Río encogiéndome de hombros a la vez que ella. Y al ver el gesto reflejo no puedo sino sumarlo a mi risa, sin saber si ella lo habrá notado. Sin embargo es evidente que acepta mis palabras, lo cual me hace ganador provisional: un carburador y un reto a cambio de algo que haría sin problemas, con vino o sin él.

Sonrío atento cuando empieza a darme el informe de impresiones. Me gusta oír eso de los alumnos. Sé que son impresionables, pero aún así muchas veces me entiendo mejor con ellos que con muchos adultos. Y un instante más tarde, cuando confiesa haberles dicho que es obra mía, la observo con mirada acusadora.

—Chivata —musito de una forma casi amenazante, aunque es evidente que sólo bromeo.

Después de eso y del comentario sobre Mary Anne hago un gesto despreocupado.

—Con ella aún no he tenido —le digo, sin entrar en lo que la cría pueda pensar de mí—. Los que he visto estaba claro que algo tramaban, pero no llegaron a decirme qué era —enuncio entonces. Lo de tatuar gente era algo tan normal que ni me había planteado que fuera eso. Había imaginado algo mucho más emocionante, la verdad.

Luego, cuando continúa hablando, escucho el veredicto de Ashton, el profesor de historia, tal y como está etiquetado en mi cabeza y asiento. Sin embargo son las siguientes palabras las que me arrancan una nueva sonrisa que se alarga mientras vacío mi copa y procedo a llenar las de ambos.

—Si quieres asustarlos más podemos hacerte uno temporal —le digo—. El símbolo de una secta, o el nombre de un tío latino, o algo así —propongo, sin fingir siquiera que va en serio.

—Cuando yo me hice el mío intenté hacer algo así para quedarme con ellos —continúo—. Pero no le dieron ninguna importancia. Creo que ya esperaban que llegase tatuado cualquier día.

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08/02/2016, 21:44
Nicole Nazar

Me río con su oferta, pero hago un gesto con la mano, descartándola. 

Qué va. No es necesario además, sólo con ver la tinta ya pondrán el grito en el cielo, da igual lo que haya dibujado. —Pongo los ojos en blanco y bebo un buen trago antes de seguir hablando. —Y ni quiero pensar en lo que dirá Cécile, o en lo que diría Hugh si los viese. 

Llegados a este punto, engolo un poco la voz para hacer mi mejor imitación de mi hermana.

¡Has ensuciado tu piel para siempre! ¡Cuando tengas ochenta años te arrepentirás de tener esos dibujos! 

Abro la boca para seguir, pero me da la risa y lo dejo ahí. Aprovecho para comer algo, porque si sólo bebo voy a acabar arrastrándome por el suelo. Y tampoco es plan. 

Entonces algunas de sus palabras me reverberan en la cabeza y detengo las risas para mirarlo con curiosidad, enlazando con algo que dijo el otro día y que pasé por alto.

—¿Y tú qué tienes? Siempre había pensado que los tatuadores llevaban todos los brazos llenos de dibujos, me parecías raro por ello. 

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08/02/2016, 23:06
Austin Garret-Jolley

Con la atención en lo que Nicole va diciendo termino mi plato, y valoro la decisión de repetir. Sin embargo sus palabras arrastran mi mente hacia esta Cécile, o Hugh, que por ahora sólo son fantasmas a los que poner rostro, y sin embargo son graciosos.

Justo después, cuando ella cambia su voz para imitar a alguien, ni me planteo cuál de ellos será. En cualquier caso es lo suficientemente gracioso para que sus palabras y el alcohol de mi sangre me hagan reír con ganas.

—Adoro a esa gente —le digo con naturalidad. Probablemente mis pómulos hayan empezado a enrojecerse, pero lo cierto es que siempre me han parecido súper monos —. No sólo porque crean que van a ser escuchados, sino por cómo ponen toda esa energía a algo tan inútil —explico antes de reír de nuevo—. Son como ratoncillos correteando en una rueda.

Luego, cuando empiezo a dejar de reír y en mi cara se mantiene sólo el atisbo de una sonrisa que este rato parece casi perenne, escucho su pregunta y hago un gesto casual.

—¿Y te fiaste de mí? —pregunto con fingido escándalo—. Nunca te fíes de un tatuador sin tatuajes. Es como un dietista obeso, o un arquitecto sin casa —expongo de coña, cosa que no tardo en aclarar.

—Es broma, pero mucha gente me lo decía —continúo—. Que tenía que tatuarme porque si no no parecía serio. Al final no les hice caso, —explico más tarde—pero tuve un sueño recurrente que me dejó tan flipado que acabé por tatuarme un ala a la espalda. Luego te la enseño.

—Y por cierto —añado al final, tanteando un tema que no había pensado sacar, pero con la lengua suelta por el vino—. Ya sé cuál será tu siguiente tatuaje. Luego te lo enseño también —aseguro, y en mi tono de voz no parece haber duda en el hecho de que habrá un siguiente.

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08/02/2016, 23:35
Nicole Nazar

Oh, joder. La imagen de mi hermana y mi ex corriendo en una rueda con cuerpo de ratones, delante Hugh y Cécile persiguiéndolo hace que una risa tonta me invada y durante varios segundos no puedo dejar de pensarlo y reír una y otra vez. Hasta se me saltan las lágrimas y empiezan a tirarme las mejillas.

Tardo en recomponerme y aún entonces pequeñas risitas se escapan de mis labios. Cuando empieza a hablar intento centrarme y para ello cojo la copa y le doy un buen trago, tras el que al menos creo que podré hablar sin descojonarme viva. 

—La gente dice muchas tonterías, pero no tiene sentido —señalo—. Tener tatuajes no te hace mejor tatuador, porque no te los haces tú. Sólo indica que te gustan lo suficiente como para llevarlos, pero no habla de tu habilidad, que es cojonuda. 

Me meto en la boca el último trozo de pato y tras tragarlo apuro el contenido de la copa. Tal vez esté ya alegre de más, todo me hace mucha gracia y una sonrisa fácil parece haberse instalado en mis labios para quedarse. Pero todavía queda vino. Y tengo más en la cocina, no es tan bueno como este, pero se sube que da gusto. Entonces miro hacia la mesa y compruebo que ha sobrado un montón de comida, que señalo con el tenedor.

—Yo no puedo más, pero tú come lo que quieras. Y si sobra te puedes llevar algo en un tupper.

Pero las últimas palabras de Austin atraen de inmediato mi atención y pestañeo interesada, abandonando por completo el tema de la comida. 

—¿Me vas a hacer otro? —pregunto, como si no fuera una decisión mía en realidad—. ¿Y de qué será?

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09/02/2016, 00:02
Austin Garret-Jolley

Verla reír de aquella manera me contagia de manera inevitable, y lo cierto es que no me esfuerzo en recuperar la compostura. Sin embargo la necesidad de respirar acaba haciendo lo que no hace mi cabeza, y al final acabo por volver a respirar con normalidad. En mi cabeza el tímido hormigueo del licor anuncia que él también se alegra de todo lo que está pasando, y que lo haría fuese de lo que fuese.

Al ver cómo ella da un nuevo trago a su copa mi mente se va a valorar quién de los dos aguantará más, y aunque realmente espero no comprobarlo lo cierto es que me hace gracia incluso la idea de emborracharnos hasta el punto de acabar tirados en el suelo.

—Es como el acertijo de los barberos —respondo a sus palabras sobre los tatuajes, dándole la razón con mi intención aún si no sabe de lo que hablo.

Luego, cuando ella termina también su plato observo los dos vacíos durante unos segundos, decidiendo si debo seguir comiendo.

—Creo que mejor me espero al postre —le digo. La verdad es que este segundo plato, siendo los dos mezclados, llenaba más de lo que esperaba. Menos mal que no repetí del puré—. Y si te parece dejar un ratito para que se baje esto —pido llevando una mano a mi estómago—, mejor que mejor.

Finalmente, al ver cómo el asunto del tatuaje capta su atención, sonrío con un brillo achispado en la mirada.

—Yo te hago los que quieras —le digo antes de hacer una pausa, imaginándomela llena de tinta, para acto seguido corregirme—. Aunque con el estilo con el que vamos creo que queda mejor que sean pocos y bien elegidos a que acabes como Areli —comento después, sin tener en cuenta que ella no la debe conocer.

—Y va a ser... —empiezo luego, valorando cómo pronunciar las palabras hasta que otra idea se me cruza por delante—. De algo que he visto en tu casa —digo sonriente y expectante como única pista, antes de ladear un poco la cabeza y señalar con ambas manos las fuentes—. ¿Hemos acabado ya, no? ¿Tienes un rotulador fino?

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09/02/2016, 00:19
Nicole Nazar

Hay muchas cosas de sus palabras que se me escapan. Como eso del acertijo del barbero, que a saber de qué va. O quién será Areli y cómo debe tener el cuerpo para que alguien que regala tatuajes a la gente como si fueran chuches considere que lo suyo es excesivo.

Eso me hace pensar en la chica que conocí hace poco en la carretera, a la que se le había roto la moto. Joder, esa sí que tenía tatuajes por todas partes. Tenía hasta en la cara y todo. Y era maja. Aunque con toda la movida no llegó a decirme cómo se llama, pero sí me dio su número. Tengo que llamarla alguna vez para tomar unas cervezas o algo y preguntarle si ha vuelto a tener problemas con el piñón. 

—No quiero acabar como Areli, sólo tener unos dibujitos —afirmo con seriedad, volviendo a la realidad y asintiendo después—. Sí, en la mesa de mi dormitorio hay rotuladores de colores y en el cajón de debajo hay algunos rotrings y rotuladores finos. 

Entonces me levanto y el vino decide ascender de golpe hacia mi cabeza, haciendo que me tome un instante antes de empezar a moverme. 

—Joder. Sí que pega —comento empezando a reír otra vez y cogiendo una fuente con cada mano para llevarlas de vuelta a la cocina—. Si quieres podemos pasarnos al sofá ahora. Me quedé este piso por ese sofá tan cojonudo, a veces me duermo en él y parece que me atrapa y me envuelve para que no me escape.

Mientras hablo voy llevando cosas hasta que en el salón sólo quedan las dos copas y la botella de vino, que ya está en las últimas. La vacío, repartiéndola en ambas copas y me llevo también la botella. En la cocina saco otra y la dejo a mano por si hace falta. Y cuando termino me acerco a la puerta de la habitación y me asomo al interior, buscando con la mirada a Austin.

¿Los encontraste?

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09/02/2016, 01:31
Austin Garret-Jolley

Asiento cuando dice que no quiere acabar como Areli. Normal, supongo. Aunque ella esté más que satisfecha, es algo que a Nicole no le pega ni un poco. Me hace más gracia que otra cosa que hable de ella como si la conociera: bien podría haber sido una amiga invisible, y aquí estaría Nicole, hablando como si fuera real.

Después, cuando dice dónde están los rotuladores me dispongo a levantarme, aunque acto seguido parece que irá ella. O no.

—Cuidado —le digo, llevando una mano a su brazo por si empieza a tambalearse. Luego me quedo mirándola coger una fuente y temo por lo que pueda pasar. Por su fuente, por su suelo, y por la comida de mi tupper. Aunque esos temores se disipan en cuanto habla del sofá.

—Conozco esa sensación —le digo poniéndome en pie, manteniendo una mano en la mesa después de ver lo que le ha pasado a ella—. Si pasa eso ahora espero que tu sofá me libere antes de las doce de mañana —continúo, caminando ya hacia la habitación—. He quedado para tirar una pared.

Una vez en su cuarto no tardo en buscar los rotuladores, poniendo sobre la mesa todos los que ha dicho. En cuanto ella llega a buscarme me encuentra con ellos ahí, y a mí de rodillas en la cama, atento al libro que tengo en las manos: Rayuela.

—Sí, ya están, perdona —le digo con una sonrisa, devolviendo el libro a su sitio.

Por un momento mis ojos se detienen en ella, casi evaluándola, mientras otro de mis hilos de pensamiento se desenreda hacia un lugar que podría ser inapropiado. No deja de ser sugerente el hecho de estar los dos en su cuarto, descalzos y con alcohol en las venas.

Tras un instante de observarla pongo ambas plantas de los pies sobre el suelo y me dispongo a volver a salón con ella. Al llegar espero a que tome asiento, o se tumbe, o lo que sea, y me siento sobre la mesa baja que hay al lado con cuidado de que las copas no peligren. No se me escapa que las copas están más llenas, y que hay una nueva botella de vino abierta, lo que hace que se me escape una pequeña risa.

—La verdad es que ahora dudo entre dos cosas —confieso entonces, destapando uno de los rotuladores finos de color negro. Entonces la miro con los ojos brillantes y una sonrisa cómplice—. Así que dime, ¿dónde te los hacemos para verlos?

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09/02/2016, 01:57
Nicole Nazar

Nada que perdonar —respondo con una sonrisa, apoyándome de lado en el marco de la puerta—. Te lo presto si quieres —añado, mientras él coloca el libro—. O te lo regalo por tus dibujos. Es uno de mis preferidos de los que no son de viajes. 

Me lo quedo mirando desde esa posición cuando me mira, con una languidez apacible que parece a punto de romperse en cualquier momento con una risa provocada por quién sabe qué. Pero cuando él se levanta, me incorporo yo también para regresar al salón. Y una vez allí, me subo al sofá y me siento a lo indio. Me extraña que él prefiera la mesa con lo genial que es el sofá, pero oye, allá cada cual. 

Ante su pregunta pestañeo y me miro a mí misma. Si quiero verlos sin tener que levantarme para ir al baño, tendrá que ser en algún sitio a la vista, nada de la espalda. Me miro los brazos y desciendo hasta llegar a mis pies descalzos.

—Hmmm.... ¿Cómo serán de grandes? ¿Cabe uno en el empeine? —pregunto finalmente, volviendo a levantar la mirada para buscar la suya con cierto aire divertido. Por algún motivo me hace gracia en estos momentos imaginarme con un tatuaje en el pie.

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09/02/2016, 03:23
Austin Garret-Jolley

—No te preocupes —digo con respecto a lo del libro—. En realidad ya lo he leído, estaba mirando las traducciones de los nombres de los personajes —explico con tranquilidad.

Luego, sentado sobre la mesa, escucho sus preguntas y, dejando la primera de lado, asiento a la segunda con una actitud divertida. Mejor aquí, sin duda.

—Cabe en el empeine —asiento. Acto seguido me dejo caer con un brillo divertido en los ojos, quedando de rodillas frente a ella, y palmeo el sofá para que coloque la planta contra la superficie, dejándome espacio para "trabajar".

—Espera, no mires —le pido, y a punto está de entrarme la risa. Entonces alzo el rotulador amenazante—. De verdad, ¿eh? O te tatúo con este rotulador la cara para siempre —advierto sin mantener la seriedad acorde a tal amenaza.

Después de eso tomo su pie entre las manos y lo miro un instante, pensando en qué dirección hacer el dibujo. Hay demasiadas ideas que parecen buenas con el alcohol en vena.

—Estos dos tatuajes molan —le digo entonces—. Porque son detectores de idiotas. Según la cara que alguien ponga al verlo podrás decidir muchas cosas de él —aseguro divertido.

Desde ese momento, con cuidado, como si realmente estuviera trazando un dibujo permanente, dibujo la silueta de lo que quiero representar. Y en esta ocasión no hace falta nada más.

—Listo —asiento con una sonrisa y alzo la mirada, esperando ver sus ojos cuando lo mire. Mi expresión rebosa expectación, y lo cierto es que me cuesta bastante contener la risa.

Notas de juego

Dibujo.

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09/02/2016, 03:38
Nicole Nazar

Descruzo las piernas y doblo una rodilla, dejando el pie a su disposición. Su amenaza me hace reír y enarcar las cejas con fingida indignación y después me tapo los ojos con las manos para no mirar.

—Ya está. No veo nada —aseguro, aunque sería tan fácil como entreabrir los dedos y atisbar por las rendijas. Y vaya si me dan ganas de hacerlo. Hasta se me escapa una risita al pensarlo. 

En cuanto coge el pie doy un pequeño respingo por las cosquillas y después de eso tengo que concentrarme por completo en no moverlo, casi como si me lo estuviera dibujando de verdad. Al menos eso me ayuda a controlar las ganas de mirar porque estoy demasiado entretenida riéndome cada vez que toca la planta y tratando de controlar el impulso de apartar la pierna para huir de él. 

Pero cuando anuncia que ha terminado, aparto las manos de inmediato y mis ojos buscan la silueta, brillando cuando la encuentran. 

—Ohhhhh.... —digo, encantada con el dibujo. Me cojo el pie para acercarlo un poco y verlo más de cerca—. Me encanta. Es cojonudamente genial. 

Suelto el pie y estiro la pierna esquivando a Austin, para ver el tatuaje falso ahora de lejos. Muevo el pie, comprobando cómo se mueve el dibujo y finalmente vuelvo a mirarlo a él. Bajo la pierna y la dejo colgar por el borde del sofá. 

De verdad, es perfecto. Es una pena que eso sea sólo un rotulador. —Hago una pausa y lo miro con una irrefrenable curiosidad. —¿Y el otro?

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09/02/2016, 04:35
Austin Garret-Jolley

Se ha hecho difícil acabar esos trazos teniéndola así, con los ojos tapados como una cría sin echarme a reír, empujarla o algo, y más siendo consciente de cómo está a punto de apartar la pierna una y otra vez en cuando rozo su planta. Alguna vez, de hecho, lo hago a propósito, sólo el hecho de resultar divertido.

Luego, al ver su reacción, sonrío ampliamente, y comienzo a reír en cuanto oigo su veredicto.

—Eso lo dices de cada cosa que te he hecho —le digo divertido—. Voy a empezar a pensar que lo dirías de cualquiera —advierto mientras ella aparta la pierna. Entonces estiro los brazos hacia arriba, desperezándome, y la miro antes de bromear —. Al final voy a tener que dibujarte esa patata para comprobar tu criterio.

Después de eso, cuando pregunta por el otro, no tardo en encogerme de hombros.

—El otro es fácil de adivinar —le digo—. Pero no por eso voy a negártelo —comento antes de extender una mano, pidiendo el otro pie. Luego la miro con una expresión de advertencia, esperando que vuelva a taparse los ojos.

Los ritos son necesarios cito como justificación.

Después de eso no tardo en ponerme a ello de nuevo. Este es casi tan sencillo como el anterior, y paso más tiempo jugando con su pie y con sus cosquillas mientras me hago el inocente que dibujando realmente.

—Y... ¿Qué? —pregunto mientras tanto—. ¿Lo de tatuarte fue como te lo imaginabas?

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09/02/2016, 04:57
Nicole Nazar

Al escuchar su amenaza, levanto un dedo como el otro día y lo miro poniéndome lo más seria que puedo.

—Nada de patatas —digo, tratando de sonar amenazante, pero sin conseguirlo del todo—. Y no lo diría de cualquiera, hay muchos tatuajes horribles en el mundo. Pero es que todo lo que dibujas es una obra de arte —explico con sinceridad para después asegurar algo más—. Tienes unas manos mágicas.

Al ver sus gestos, estiro el brazo para coger la copa y dar un buen trago. Después me recoloco y me tapo de nuevo la cara con las manos, aunque esta vez sí que atisbo por las rendijas, al menos hasta que coge el pie, ahí cierro los ojos y respiro profundo, concentrándome en no mover la pierna. 

Me cuesta más que con el otro, tal vez porque este es más largo, y no dejo de soltar risitas una y otra vez cada vez que llegan las cosquillas. 

—Más o menos sí. Es como una inyección de adrenalina y eso me lo esperaba. Aunque no sabía que sería tan sexy y eso —añado con esa natural honestidad que mi hermana odia en mí. Claro que como para no odiarla, me convertía en la chivata perfecta para mis padres—. Y duele mucho menos de lo que pensaba. 

Dejo de hablar para reírme, porque joder, parece que lo haga a propósito, pero todo el rato toca en los sitios donde más cosquillas tengo.