Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

Cargando editor
07/03/2016, 03:59
Austin Garret-Jolley

Poco a poco voy escuchando las opiniones de sus amigos sobre el cuadro, aunque no tardo en fruncir el ceño.

—¿La barrera de las veinte veces? —pregunto sin entender a qué se refiere. Luego sigo escuchando, y una pequeña risa escapa de mi boca no mucho más tarde.

—Nunca he pagado a nadie por posar, la verdad. De hecho hace como treinta años que no le pido a nadie que pose —exagero, hablando como si eso fuera algo que ni me había planteado, y no tardo en volver a reír brevemente—. ¿Pero es necesario que sea desnuda? —pregunto—. ¿No está dispuesta a hacerlo vestida?

Después asiento a lo que dice sobre Ted, y mi ceño se frunce un poco con lo de Ashton, el de historia. Es evidente que no lo entiendo demasiado.

—¿Por qué no le ha gustado? —pregunto con inocencia genuina—. ¿Debería hablar con él, o algo?

Agradezco con un gesto de la cabeza el vaso de agua y casi de inmediato doy un trago largo, mientras aparto un poco el dibujo para que ella no lo vea todavía.

—Ahora te lo enseño —prometo con una media sonrisa. Además sólo hace dos semanas que la conozco, pero ya sé que eso es lo mejor que puedo hacer para intrigarla.

Cargando editor
07/03/2016, 04:08
Nicole Nazar

—La barrera de las veinte veces —empiezo a explicar, con una sonrisa creciente—... Es otra de las cosas de June, como lo de las veinticuatro horas seguidas. Básicamente dice que si te acuestas más de veinte veces con la misma persona ya puedes empezar a considerarla tu pareja. —Entonces tuerzo la nariz. —Pero no tengo claro si son veinte veces o veinte veces en días distintos. Tengo que preguntarle. 

Después me río con su estimación y lo miro de arriba a abajo.

—¿Treinta? ¿Pero cuántos años se supone que tienes? —pregunto, dándome cuenta de que no tengo ni idea. Y la verdad es que parece muy joven, aunque no tanto como para ser ilegal—. Y creo que tiene que ser desnuda, vestida no debe hacerle la misma gracia —añado, volviendo a reír. 

Bebo un poco de mi vaso y niego con la cabeza. 

—No, no tienes que hablar con él ni nada. Eso es cosa mía —aseguro, con un tono que parece indicar que eso ya estaba en mis planes—. Es sólo que creo que a lo mejor se ha puesto celoso o algo. No sé, creo que tengo que hablar con él de algunas cosas. 

Me quedo durante un instante pensando en ello, con el ceño levemente fruncido, pero el misterio que se trae con el dibujo acicatea de inmediato mi curiosidad y cuanto más aparta la libreta, más se me van los ojos detrás de ella. Sólo hace dos semanas que lo conozco pero ya sé que no le gusta enseñar los dibujos a medias. Y aún así, insisto un poco.

—¿No me darás ni siquiera una pista?

Cargando editor
07/03/2016, 04:18
Austin Garret-Jolley

—¿Y no hay un plazo ni nada? —pregunto con curiosidad—. ¿Veinte veces en diez años, por ejemplo, cómo cuentan? ¿Y si son tríos con las mismas personas, tienes dos parejas? —Sin embargo hay otra pregunta que de repente me parece más interesante y hago un gesto hacia ella con una media sonrisa—. ¿Llevas la cuenta? —la interrogo divertido.

—Tengo cincuenta y seis —la informo bromeando antes de hacer un gesto con la mano—. Pero al bañarme en sangre de virgen cada luna llena se me nota menos —explico antes de encogerme de hombros—. Casi, casi, como si tuviera veintiocho.

Luego escucho lo que dice de Ashton y me siento un poco mal por él. Eso suena a la charla.

—Bueno, si resultan ser celos —digo entonces de buen rollo, sin querer meterme donde no me llaman— siempre puedes decirle que no se preocupe, que le pinto a él también —me ofrezco con una pequeña sonrisa, como si los celos fueran por mí.

Finalmente, con su última pregunta, niego con la cabeza.

—Mejor —le digo—. Te doy un dibujo.

Dicho eso remato la rápida ilustracion, arranco la hoja y la pongo sobre la mesa, extendiéndola en su dirección. En ella se ve a un Abe Lincoln gracioso, dentro de una moneda sonriendo cómplice y guiñando un ojo a todo aquel que le mire.

Cargando editor
07/03/2016, 04:35
Nicole Nazar

Me encojo de hombros con sus primeras preguntas, para las que no tengo respuesta. Las teorías de June son algo completamente fuera de mi control. Y ante su interrogatorio, sonrío, con cierta tensión en mis mejillas que desvela que quizá haya intentado llevar la cuenta en algún momento, pero sin llegar a responder de forma explícita.

Me tranquiliza escuchar que tiene mi edad pero mis ojos estudian su rostro por un instante, buscando alguna marca de expresión o algo que lo ratifique, porque lo cierto es que pensaba que era algo más joven. 

Con lo de Ashton sonrío, pero no añado nada más. Es un asunto al que tendré que enfrentarme yo. Cojo el vaso y bebo un poco de agua, apartando ese tema de mi mente por el momento.

Cojo el dibujo cuando me lo tiende y me río al verlo, pero entonces detengo mi risa y lo miro con los ojos muy abiertos, haciendo como si de repente hubiera caído en algo sumamente importante.

—Eh, espera... ¿Cuánto vale este dibujo? ¿Es una moneda de miles de dólares? ¿Me llegará para el alquiler de este mes?

Cargando editor
07/03/2016, 04:44
Austin Garret-Jolley

Observo a Nicole mientras ríe al ver mi pequeño y travieso Abraham y río con ella de una forma más breve, que se ve aumentada al ver su expresión posterior, a pesar de no saber todavía con qué va a salir. Y cuando la escucho preguntar esas cosas una carcajada sale de mi garganta. La verdad es que ni sé responder, todo eso es cosa de Chloe, pero aún así me hace bastante gracia.

—Uy, y para comprarte la casa —le digo con el mismo tono con el que tiempo atrás le expliqué el origen de aquel vino francés—. Para comprarte la casa y montar un taller, de hecho. O una cadena de talleres si son pequeños —bromeo antes de sentarme en la mesa.

—Es un penique —señalo a pesar de lo evidente antes de mirarla con complicidad—. Por los pensamientos que me debes, los del martes.

Cargando editor
07/03/2016, 04:53
Nicole Nazar

—Lo guardaré con cuidado entonces —aseguro, fingiendo seriedad tras su respuesta.

Sin embargo, con sus últimas palabras pestañeo varias veces, sorprendida de que se acuerde de eso y aún más, le interese lo suficiente como para preguntarme. 

—Uh... —empiezo, mientras trato de ubicarme—. En realidad ya hemos hablado antes de parte de algunos —explico para después hacer una pequeña pausa y colocarme un mechón de pelo tras la oreja, desviando la mirada hacia la mesa—. Bueno... Principalmente estuve dándole vueltas a todo eso de que de repente seas una especie de genio famoso y multimillonario, ¿sabes? —continúo, mirándolo con cierta indecisión sobre qué contar o qué no.

Aunque no llego a preocuparme mucho por eso, mi lengua decide por mí y yo extiendo mis manos sobre la mesa, la normal y la vendada y mis ojos las buscan.

—Si te soy sincera me sentí un poco como si no supiera quién eras. No engañada, más bien perpleja y abrumada. Eres tan especial que es muy sencillo sentirse insignificante a tu lado, ¿sabes? Y bueno, luego está lo otro... Lo que hablamos en el taxi —aclaro, con un gesto de la mano buena—. Estuve valorando mucho la idea de no volver a verte y durante un rato casi me decidí por eso, pero... —Suspiro, buscando por dónde seguir. —Bueno, no sé. Supongo que tú a mí también me molas un huevo —confieso, parafraseándolo y torciendo la nariz—. Así que decidí no preocuparme más por eso y simplemente tomar lo que quisieras darme. 

Cargando editor
07/03/2016, 05:07
Austin Garret-Jolley

Sentado sobre la mesa pongo atención a todas sus palabras, desde la primera hasta la última. En mi expresión se ve que hay algunas con las que no estoy de acuerdo, pero aún así les concedo la importancia que tienen. Lo relevante es que son lo que ella piensa, y listo. Para cuando termina he enredado varias de sus frases a algunos de mis hilos de pensamientos: bien para darles algunas vueltas ahora, bien para hacerlo luego. Extiendo una mano en su dirección, cogiendo la suya y tirando de ella con suavidad para que se acerque a que la abrace.

—Si la otra opción era que desaparecieras —le digo con sinceridad— me alegro de que optases por eso —expongo antes de separarme de nuevo de ella y mirarla a los ojos—. Y en mi defensa diré que no sabemos si soy multimillonario, se me ha olvidado preguntárselo a Rachel.

Después de eso hago una pausa de varios segundos en la que acabo por ladear la cabeza.

—Por si te sirve de algo, que sepas que yo te admiro —comento entonces, dejando ahí el asunto, como si eso compensase su sensación de sentirse pequeña.

Cargando editor
07/03/2016, 05:17
Nicole Nazar

Cuando coge mi mano lo miro con curiosidad, sin saber qué pretende hasta que ya tengo sus brazos rodeándome. Ese pequeño gesto me saca una sonrisa que con sus palabras sobre su desconocida cuenta corriente se convierte en una risa que disuelve al vibrar en mi pecho parte de la seriedad que había aparecido de repente y sin avisar. 

Pero con las siguientes, no puedo evitar poner los ojos en blanco. A ver, tampoco es que yo tenga problemas de autoestima, o eso creo, pero de ahí a que alguien como él pueda admirarme va un rato largo. Sin embargo, no lo contradigo porque tengo toda la impresión de que no serviría de nada, ni tampoco llegaríamos a ninguna parte. 

Así que me centro en lo que dijo antes de separarse en ese abrazo inesperado y sonrío de nuevo.

—Creo que yo también me alegro. Aunque es pronto para decirlo, así que ya veremos —añado, tratando de convertirlo todo en una pequeña broma para que no parezca tan grave.

Cargando editor
07/03/2016, 05:26
Austin Garret-Jolley

Al escuchar su respuesta río con suavidad y no tardo en mirarla entrecerrando los ojos, de una forma claramente acusadora.

—¿Creo? —le digo en tono de broma—. ¿Creo? —repito con una sonrisa, bajándome ya de la mesa y acercándome al reproductor de música ahora que su disco ha terminado. Desde allí le dedico una nueva mirada—. La venganza será terrible.

Entonces me pienso durante un instante si volver a poner su cd o cambiar. Y como la verdad es que me apetece bastante escuchar una cosa en concreto, opto por devolver el suyo a su caja y meter otro.

—¿Y del cuadro? —pregunto ya lanzado—. Ahora sé lo que piensan tus amigos, pero no tú —Sin embargo no espero a que responde antes de dibujar una media sonrisa al escuchar la canción que tenía en la cabeza sonar—. ¿Quieres ver ahora algo de lo de danza?

Cargando editor
07/03/2016, 05:45
Nicole Nazar

Todas sus miradas acusadoras y sus amenazas me hacen reír con naturalidad, pero cuando lanza su siguiente pregunta en este extraño interrogatorio que ha improvisado, suspiro despacio antes de responder.

—Todavía no estoy segura —confieso—. Es decir, el cuadro me parece precioso, me encanta. Puede que sea lo más bonito que me ha hecho alguien en toda mi vida, aunque no lo hayas hecho para mí ni nada, claro. Pero saber que soy yo es... —Hago una mueca con la boca. —Raro de cojones. Es muy halagador, pero también abrumador y por mucho que lo mire se me sigue haciendo extraño. Es que nunca nadie me había pintado ni nada. Y bueno, supongo que en cierta forma es normal que los artistas utilicéis vuestras vivencias y todo eso. Pero es que yo nunca habría esperado salir en una obra de arte. Es como si todo fuese un error pero yo todavía no me diese cuenta, o algo así. 

Y tras explicar mis impresiones o, más bien, no explicarme demasiado, asiento con la cabeza.

—Oh, sí, demuéstrame que los tutús no son la cosa más horrible del mundo —respondo a su pregunta, bromeando con cierta diversión—. ¿Dónde me pongo?

Cargando editor
07/03/2016, 05:51
Austin Garret-Jolley

Escucho la respuesta de Nicole, y la verdad es que me siento un poco sorprendido de que tenga la idea de que eso es lo más bonito que alguien ha hecho por ella. En realidad estoy seguro de que no es así, pero no sé lo suficiente de su vida como para señalarle otras cosas, de modo que callo. Sonrío cuando dice que lo de ser ella es raro de cojones, y me encojo de hombros cuando termina, aceptando sus pensamientos.

—Yo creo que el error habría sido no pintarlo —comento sin que sea realmente una respuesta coherente a sus palabras. Luego, cuando acepta de aquella manera, hago un gesto hacia el futón y le pido que lo lleve contra la pared. Mientras tanto arrastro un par de pilas de libros y, con todo el espacio que voy a utilizar despejado, le dedico una mirada.

—Tengo el tutú en la tintorería —confieso como si fuera una disculpa—. Así que tendrás que ver esta cosa rara y moderna con vestuario raro y moderno.

Dicho eso me pongo los calzoncillos y los pantalones por comodidad, cojo el mando del reproductor y me arrodillo en el suelo en el medio del espacio, en un lugar bien conocido por la cantidad de veces que he ensayado aquí de madrugada.

—Bueno, vamos allá —enuncio con una sonrisa. Entonces guardo silencio, hago que la canción vuelva a empezar y lanzo el mando por el suelo, deslizándose en dirección al futón y me encojo sobre mí mismo, adoptando la postura de inicio y dejando que sea mi cuerpo el que hable.

Cargando editor
07/03/2016, 06:06
Nicole Nazar

Tiro del futón con una mano hasta llegar a la pared y me siento allí a contemplar cómo se viste y se prepara. Al principio sólo siento curiosidad, sin tener muy claro qué esperar al respecto, pero sin muchas expectativas de que lo que sea que haga me llegue a gustar.

Sin embargo, en cuanto empieza a moverse, con esos saltos y cosas imposibles y toda esa... toda esa... expresividad, me quedo sobrecogida. Se me abren los ojos como platos y no me muevo, apenas ni respiro, hasta que termina. Mi mirada lo sigue como hipnotizada por todo el espacio y es tan diferente de lo que me esperaba, ya comenzando porque la música no es clásica y además tiene letra, que cuando termina, ni siquiera sé cómo reaccionar. No sé si debo aplaudir, o abrazarlo, pero algo en mi pecho parece haberse desgarrado ante su imagen y sin que haya llegado a darme cuenta de cuándo ha sucedido una lágrima solitaria ha empezado a deslizarse por mi rostro mientras lo contemplaba totalmente fascinada.

—Joder —musito finalmente, usando el dorso de la mano buena para secarme la mejilla y sintiendo finalmente ganas de aplaudir, pero sin poder hacerlo con la mano vendada.

Cargando editor
07/03/2016, 06:16
Austin Garret-Jolley

No llevo mis ojos hacia Nicole en ningún momento desde que empiezo hasta que termino. En lugar de eso dejo que mi pecho la música me lleven en una coreografía conocida, pero no por ello desgastada. Y cuando todo acaba estoy jadeante, con los ojos brillantes y la adrenalina siendo bombeada con fuerza por todo mi organismo.

Levanto los ojos un par de segundos después de que la música termine, viendo ese gesto con el dorso de la mano que me hace pensar en una lágrima y sentirme al mismo tiempo halagado y extraño.

—Joder de bien, supongo —le digo con una sonrisa nerviosa, expectante, mientras voy recuperando el aliento.

Cargando editor
07/03/2016, 06:21
Nicole Nazar

—¿Estás de coña? —pregunto, con los ojos brillantes y todavía sintiéndome algo sobrecogida—. Ha sido jodidamente bonito. Y eso que no llevabas tutú ni nada, pero... —resoplo entre dientes—. Joder.

Ladeo entonces la cabeza, mirándolo con una curiosidad infinita. —¿Pero tú hay algo que hagas mal? ¿Qué coño eres?

Cargando editor
07/03/2016, 06:25
Austin Garret-Jolley

Río en cuanto escucho su reacción, y más aún cuando vuelve a hacer mención al tutú. Voy poniéndome en pie, eso sí, y arrastro mis pasos hacia el futón para dejarme caer tan largo como soy mientras escucho sus preguntas y la miro desde ahí abajo con una sonrisa.

—Muchas cosas, ya te lo dije —le recuerdo antes de encogerme de hombros, quitándole importancia a su última pregunta—. Alguien con mucho tiempo libre —respondo con una sonrisa—. Bueno, y un alien. Un alien con mucho tiempo libre —especifico al final, aparentemente satisfecho con mi respuesta, mientras extiendo una mano en su dirección, dejándola caer a medio camino de puro cansancio.

Cargando editor
07/03/2016, 06:31
Austin Garret-Jolley

Lo poco que queda de tarde y el resto de la noche pasa de forma agradable. La conversación es fluida y se sucede entre risas y momentos más serios, aunque siempre de buen rollo. Cuando la hora de la cena que suele tener la gente ha pasado sólo por un par de horas no tardo en proponer hacer algo rápido y yo mismo me pongo manos a la obra. Y aún sin ser premeditado —o quizá justamente por eso— el sexo vuelve a sucederse en tres ocasiones más. Cuatro, si contamos la que surge cuando nos vamos a dormir sólo por tener que madrugar al día siguiente, tras varios minutos de compartir cama y caricias a solas, a oscuras y en silencio.

Me despierto a las siete de la mañana, listo para un día de actividad y contento con la idea de ir a clase. Al abrir los ojos no tardo en dar los buenos días a Nicole, despertándola con suavidad por lo que ella había dicho de tener que trabajar y dejándola dormir si dice poder quedarse un rato más en la cama.

Dejo que se dedique a lo suyo sin interrumpirla demasiado mientras hago el desayuno y las galletas, y para cuando lo primero está listo se lo pongo delante. Sin pensarlo demasiado se me escapa algún mordisco o algún beso más de lo habitual, como si empezase a ser una costumbre, pero tampoco es algo a lo que le dé más importancia que la del disfrute en sí.

Después de la noche que hemos tenido, evidentemente, toca una nueva ducha, y aunque no se lo ofrezco de forma explícita es evidente que está invitada a tenerla conmigo.

Finalmente acabo por proponerle salir con tiempo e ir andando. Sin embargo cuando estamos a punto de salir por la puerta le pido un instante para, ya que en cuanto salgamos de aquí las cosas serán como si nada sucediera, saborear bien su cuello. Lo cual por supuesto acaba traduciéndose en otra sesión de sexo y cambiar el plan de ir andando por coger el metro.

Mi participación en su clase se parece bastante a la de la semana pasada, con la diferencia de que esta vez ya conozco a todos los críos. Evito hablar del martes, pues no es momento, y dedico la hora a aprender de ellos con los ojos bien abiertos y expresión brillante.

Para cuando ese rato ha terminado los voy despidiendo uno a uno, asegurándome de que cojan galletas si es lo que quieren, y tomo nota de cómo Maia cada vez parece más integrada con el grupo de Elliot. Mary Anne, como no podía ser de otra manera, da la razón a Nicole al preguntarme sin tapujos si ella y yo estamos liados. Tras una mirada a la profesora, haciéndola partícipe en cierta forma, no tardo en responder a la chica que por supuesto, que en dos semanas le he hecho seis tatuajes y ya hemos hablado de casarnos, cosa que evidentemente es tomada a broma.

De nuevo a solas no tardo en recoger con una mirada cómplice, recordando la despedida de la semana pasada, pero no repito esos pasos. Comento con ella la clase, diciendo más con mis ojos que con mis palabras y quedándome enganchado durante algunos segundos a sus pupilas una vez más. Sin embargo acabo por encogerme de hombros y dar por finalizado aquel secuestro, diciéndole que lo he pasado realmente bien y deseándole que ella haga lo mismo el fin de semana.

Durante el fin de semana no doy noticias, aunque en alguna ocasión mi pensamiento se va hacia ella. Sin embargo estoy tan ocupado con todo lo del laboratorio y escribiendo algunas de las cosas que bullen en mi cabeza que ni siquiera lo echo de menos realmente. Además, ella estará ocupada.

No es hasta el lunes que me paso por su despacho con una nueva remesa de tuppers. Allí le explico rápidamente que me han hablado de un workshop con alguien interesante en Salem, y que me voy esa misma tarde. Ni yo mismo tengo claro cuánto tiempo es, pero me he quedado con que son como un par de semanas. Por las clases del instituto no es ningún problema, porque Wendy me sustituye y listo: a ella le va bien por la pasta, y el director la prefiere cien veces antes que a mí. Finalmente, antes de despedirme, le digo que Federico y Clint me han preguntado por ella, y que si en algún momento esos días quiere pasarse a verlos para que estén menos tiempo solos tiene total libertad de hacerlo. Que es cosa de ellos tres, vaya, que no tiene ni que avisarme.

La verdad es que, con el uso que suelo darle al teléfono, ni siquiera me planteo la posibilidad de dar más noticias que esas. Sin embargo si ella me llama o me escribe sí respondo con cercanía y complicidad, probablemente incluso contándole las cosas más emocionantes que hayamos hecho en el día, lo entienda ella o no.

Ese viernes, sin embargo, le escribo un mensaje. Son cerca de las cuatro de la tarde, y a pesar de que yo seguiría bailando el fin de semana parece ser que descansaremos.

Esta tarde voy a hacer lasaña de espinacas con piñones. Si sales ahora llegas para la cena.

Cargando editor
07/03/2016, 07:15
Nicole Nazar

Casi me siento como una maldita adolescente el resto de ese día, como si mi única preocupación en la vida fuese divertirme y hacer el cafre en el piso de Austin. Aunque lo pago a la mañana siguiente, cuando me tengo que arrastrar fuera de la cama por la fuerza, con los ojos todavía cerrados para empezar a trabajar después de un día entero de vacaciones. Y es mientras me tomo un café muy cargado que de repente abro los ojos como platos y le digo a Austin que ya está, que la hemos jodido porque ninguno de los dos salió al descansillo para evitar que pasaran veinticuatro horas.

Y de nuevo siento toda mi madurez perdida en algún lugar de esa casa cuando estamos a punto de salir y no lo hacemos. La clase va sobre ruedas y cuando ya todos se han ido, incluso Austin, y me quedo sola, me siento extraña. Feliz y preocupada al mismo tiempo y más insegura de lo que me he sentido en mucho tiempo. 

El fin de semana con Ashton no está mal, la cabaña es genial y él es genial. La primera noche aprovecho para tener la charla con él y responde bien, asegurando que no se hace ilusiones más allá de ver qué pasa, lo cual me parece bien. Y tras eso puedo relajarme y disfrutar de él, de sus fotos y de los paisajes compartidos. Aunque mentiría si dijese que no pienso en Austin en ningún momento. Lo achaco principalmente al hecho de haber pasado el jueves así, pero como no es mi estilo mentirme a mí misma, acabo reconociéndome que quizá no sea sólo eso.

Cuando el lunes aparece en mi despacho con otro arsenal de tuppers y una despedida le agradezco tanto los primeros como la segunda. Le deseo que se divierta mucho y ya de paso le recomiendo que mire a ver si consigue algún tutú que pueda ponerse. Sobre lo de los animales, al enterarme de que estarán solos me ofrezco a llevármelos a casa, aunque con poca fuerza, porque supongo que si quisiera dejarlos con alguien tendrá como mil opciones de personas que tengan más confianza con los bichos que yo. Aunque sí que dejo claro que eso aparca la sorpresa que le debo hasta su regreso.

Y por lo demás, el mundo parece amoldarse de nuevo a su rutina habitual con su ausencia. Nadie viene a ver mis clases, ni me secuestra, tampoco yo tengo a quien secuestrar. En algún momento me paso por casa de Austin para dejar sobre la encimera su ropa y los tuppers, todo limpio, y para finales de semana ya incluso puedo librarme de la venda. La muñeca está bien, aunque un poco débil y el viernes ya vuelvo a coger mi moto y abandonar la casa de Ted para volver a la mía. 

No intento ningún tipo de comunicación, suponiendo que estará ocupado bailando sin parar. Y lo cierto es que me tomo esos días como una especie de prueba, comprobando cómo es volver a la normalidad y si lo echo algo de menos. Y las respuestas son: aburrido y sí. Después de dos semanas liberando adrenalina por un tubo, todo parece como más apagado. Por suerte tengo la moto para salir a volar sobre el asfalto como si no hubiese mañana. 

Cuando el viernes llega ese mensaje, casi me parece ver flotar sobre la pantalla del teléfono cuatro palabras que son un desafío.

Cap.

Ni siquiera estoy segura de que mi muñeca esté preparada para aguantar un viaje tan largo, pero me da igual. Me enfundo el casco, me pongo los guantes y me planto en Salem para cenar. 

Cargando editor
07/03/2016, 07:43
Austin Garret-Jolley

Es inevitable reírme de la historia esa de las veinticuatro horas cuando Nicole dice que la hemos cagado. Le admito entonces que sí, que es cierto, que lo hemos hecho, y aprovecho para declararle bromeando mi amor incondicional, eterno y a prueba de balas.

En cuanto a Federico y Clint, cuando se ofrece a quedarse con ellos, la respuesta es sencilla: que lo hable con ellos. Yo me voy dos semanitas, el resto y es cosa de ellos. Agradezco los buenos deseos, le explico que Salem es famosa precisamente por la calidad de sus tutús, y acepto el aplazamiento de la sorpresa, sea lo que sea que vaya a ser.

Cuando ese viernes ella responde a mi mensaje incluso antes de que guarde el móvil una media sonrisa aparece en mi rostro. Le respondo con la dirección del apartamento que Chloe me ha conseguido para estos días y un «Trae algo rico de postre» y me paso la tarde entra la cocina y la libreta, preparando la lasaña prometida y escribiendo nuevas ideas surgidas en el taller.

Para el momento en que llega la lasaña lleva ya un rato lista. Sigue en el horno, y allí permanece durante un par de horas mientras nos encontramos y reencontramos. El tiempo pasa en un suspiro. No doy por hecho que vaya a quedarse a dormir, pero si quiere hacerlo por mí puede quedarse hasta el domingo, o todo lo que quiera. En ese caso propongo aprovechar para ver un poco de la ciudad, buscar algún sitio emblemático, o algo parecido, y quizá colocarnos un poco en algún sitio o en casa. Mi humor esos días es realmente bueno, y aprovecho los espacios amplios que la ciudad ofrece para mostrarle algo de lo que hemos hecho en el workshop, ya que en el apartamento está más difícil.

Cuando se marcha y me quedo a solas lo cierto es que noto su ausencia, y eso se me hace un poco extraño. Sin embargo no le doy demasiada importancia y aprovecho esas sensaciones para escribir y bailar con más fuerza, decidido a sacar lo mejor de ellas.

Cargando editor
07/03/2016, 08:07
Nicole Nazar

Mi idea inicial es quedarme hasta el sábado, ya que volver la misma noche no es muy viable; principalmente porque noto la muñeca algo resentida después de haberla forzado en el viaje. 

Así que hacemos turismo y nos colocamos y finalmente me quedo hasta el domingo por la mañana. Salgo de allí con tiempo para llegar a Nueva York para la hora de comer y me paso el resto del día preparando cosas para las clases y haciendo una breve visita a sus bichos, para asegurarme de que alguien les esté dando de comer y no se mueren de inanición ni de sed. 

Ese escaso día y medio de parón parece el lunes casi un espejismo en medio de la rutina que vuelve otra vez. Y si no fuese porque adoro mi trabajo y a mis niños, me plantearía buscarme alguna cosa más emocionante que hacer. Y la semana empieza a desgranarse de nuevo sin que haya comunicación ninguna por mi parte. Llega el fin de semana y tampoco la hay por la suya, así que para no reconocerme a mí misma que me decepciona que así sea, termino pasándolo con Ashton después de que le ofrezca un viaje improvisado con la moto adonde él quiera. 

Y así es como una nueva semana comienza, con un frío invernal que se ha adelantado hasta Octubre, los telediarios llenos de noticias sobre las futuras elecciones y mi mente buscando la calma en casa de Ashton mientras que mi cuerpo extraña ser una obra de arte completa y no una sin terminar.

Cargando editor
07/03/2016, 18:01
Director

Notas de juego

Voy a cerrar maravillosos dos. Lo que quede, que en partida se vea :*