Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

Cargando editor
05/03/2016, 23:39
Austin Garret-Jolley

Continúo jugando sobre la palma de Nicole mientras responde, y al escuchar sus palabras dirijo mis ojos hacia ella por un instante. Estoy a punto de decir algo más, pero sus siguientes palabras me arrancan de ese pensamiento como si fueran una ardilla que pasa corriendo delante de un perro. Pongo una expresión de horror antes de hablar.

—¿La pierna? ¿Yo? —pregunto como si me hubieran dicho que iba a perder algo más importante que la vida—. ¿Y mi carrera de gimnasta?

Sin embargo antes de decir nada más el taxi se ha detenido y miro por un instante mi portal, empezando a abrir mi mochila para pagar. El ágil movimiento de Nicole me saca una sonrisa, y sólo por su insistencia decido dejar que se encargue ella. Una vez fuera abro la puerta del portal y comienzo a subir las escaleras.

Al llegar arriba me hago a un lado y le hago un gesto.

—¿Abres? —le pido con los ojos brillantes—. No he cogido las llaves.

Dentro probablemente estarán Clint y Federico esperando, ahora que nos habrán oído. Ambos vendrán a recibirnos, claro, pero seguro que el hurón se queda en un más que discreto tercer o cuarto plano.

Cargando editor
05/03/2016, 23:59
Nicole Nazar

Todavía soltando alguna risita por la expresión de Austin de un momento atrás, espero a que abra el portal con su técnica ninja para empezar a subir las infinitas escaleras, dedicando tan sólo una mirada de soslayo al ascensor. Qué desperdicio de aparato. 

Al llegar al quinto me quedo mirándolo, esperando que abra, hasta que con sus palabras me doy cuenta de que no devolví la llave de su casa al contador y abro los ojos como platos.

—¡Joder! Te robé la llave sin querer —anuncio, empezando a palmear mis bolsillos hasta dar con ella—. Lo siento mucho. Menos mal que hemos venido a tu casa —añado, avanzando para abrir la puerta y en cuanto giro la llave en la cerradura se la pongo a él en la mano—. Podrías haberte quedado en la calle por mi culpa. 

Sin embargo, dejo las disculpas en cuanto veo a los bichitos en la puerta y me agacho para saludar a la gata primero. 

—Ey... Cosita bonita... ¿Cómo lo llevas tú?

Y enseguida se me van los ojos al hurón y me pregunto si seguirá acordándose de que nos habíamos hecho amigos o si ya se habrá olvidado de mí. Desde mi postura agachada, estiro la mano, ofreciéndosela.

¿Y tú qué? ¿Sigues siendo mi amigo, pequeño vaquero?

Cargando editor
06/03/2016, 00:18
Austin Garret-Jolley

Al ver la reacción de Nicole con lo de la llave río por su apuro, haciendo un gesto para quitar importancia al asunto y a su disculpa.

—Es que es increíble ya lo que haces por tener llave propia de mi casa... —bromeo antes de encogerme de hombros—. En la calle no —le digo divertido, riendo sin ningún tipo de molestia por su despiste. De todas formas tampoco es que yo haya traído mis llaves, ni nada—. En casa de Rachel, puede.

Acto seguido sonrío en cuanto veo cómo la gata le devuelve el saludo, frotando primero su cabecita y luego pasando a abrazar su mano con las patas de delante, lamiéndola y todo. Algunas luces se han quedado encendidas desde por la mañana, y revelan que de nuevo ha habido algún cambio en las paredes de mi piso.

—No te asustes, es por el salitre, se pone como loca —le digo pasando por su lado. Me agacho un instante junto a ellas, acariciando desde la cabeza hasta el lomo de la gata y empezando a escuchar sus ronroneos. Miro por un momento a Nicole, encantado, y acto seguido me pongo en pie y dejo a la gata frotándose con más fuerza contra ella. Mientras tanto Clint recibe las preguntas de Nicole y pone como respuesta esa expresión tan característica, sin hacer más que avanzar un par de pasos cortos en su dirección, olfateando con la nariz y alternando sus ojos entre los de Nicole y Federico. Paso entonces por su lado, haciéndole un mimo en el cogote.

—Cuando acaben de darte amor —enuncio después mientras voy dejando mi mochila en la mesa— tienes que probar a darles un par de aceitunas, te va a encantar lo que hacen.

Cargando editor
06/03/2016, 01:00
Nicole Nazar

Se me escapan pequeñas risas al ver lo que hace la gata y termino por sentarme en el suelo dejando que se frote todo lo que quiera. Tampoco retiro la mano extendida, esperando que con un poco de paciencia el hurón termine por ceder. 

Sin embargo, al escuchar a Austin, levanto la cabeza de inmediato, movida por la curiosidad que ha despertado en mí con sus palabras.

¿Qué hacen? ¿Me lo enseñas? —pido desde el suelo, sin querer apartar a la gata ahora que tiene un ataque de amor tan genial.

Cargando editor
06/03/2016, 01:12
Austin Garret-Jolley

Desde mi posición cerca de la cocina recibo la pregunta de Nicole y su curiosidad, y asiento con una sonrisa expectante. Me dirijo hacia la alacena, cojo una lata de aceitunas y la abro.

—Mira —le digo a Nicole con una enorme sonrisa. Después cojo una aceituna y la pongo en el suelo, con mis dedos sobre ella. Sólo con ese gesto es suficiente para captar la atención de los dos animales, que ya saben lo que viene.

Cuando un instante más tarde la hago rodar hacia el punto medio entre ellos ambos se lanzan a por ella. Clint es el primero que llega, y eso es raro, y sigue corriendo mientras le da golpes con las patas delanteras, queriendo llevársela. Cinco o seis pasos más tarde ya está revolcándose por el suelo, jugando con ella y dándole mordiscos minúsculos, mientras Federico trata de quitársela usando extremidades y cabeza para apartarle.

Durante el minuto siguiente se sucede una especie de partido de baloncesto entre ellos mientras se arrebatan la aceituna una y otra vez y se la van comiendo entre ambos. Sin embargo, cuando esta ya casi ha desaparecido acaban juntos, tirados en el suelo y compartiéndola, lo que siempre me ha parecido genial.

La mayor parte de las veces que jugamos a eso me sumo yo también al juego, pero ahora me quedo con las ganas. Sin embargo puede ver se en mis ojos que lo vivo de sobra.

—Nickynic —la llamo, poniendo el bote en el suelo y llevando la mano en su dirección para que se deslice hacia ella, invitándola a acetunear si quiere.

Cargando editor
06/03/2016, 01:24
Nicole Nazar

Contemplo a los bichos con los ojos abiertos y una sonrisa que se convierte en pequeñas risas con algunos de sus movimientos. No entiendo en absoluto por qué se ponen así por una aceituna, pero es de lo más gracioso. 

Cuando terminan, levanto la mirada buscando a Austin, pidiéndole en silencio que lo repita. Y al ver que me tiende el bote llamándome por ese extraño apodo que se ha inventado hoy no me lo pienso dos veces y cojo una para lanzársela a los bichos y volver a reírme al ver que salen disparados a por ella.

—¿Por qué hacen eso? —pregunto, sin dejar de seguirlos con la mirada—. ¿Y es bueno que coman aceitunas? 

Cargando editor
06/03/2016, 02:17
Austin Garret-Jolley

Escucho las preguntas de Nicole, pero mis ojos siguen la aceituna y a los animales que van detrás de ella. Usando los pies me descalzo rápidamente mientras respondo.

—Rueda, y les gusta el sabor —digo encogiéndome de hombros—. Para qué más.

Y en cuanto estoy descalzo la otra pregunta se ve aplazada de inmediato. Echo a correr apoyado en las manos y en los pies y me uno a la batalla, tratando de quitarles la aceituna con los dientes. Juego con ellos, los aparto con las manos y los arrastro por el suelo, o incluso me revuelco. Las escasas veces que consigo atraparla la mantengo entre los dientes mientras me alejo, y alguna vez incluso me llegan a dar un manotazo en la boca o a intentar morderla de ahí. Río con ellos con la naturalidad que otros tendrían si no fueran observados, disfrutando del juego.

Y para cuando todo acaba estoy tirado en el suelo, desmadejado, con ellos cerca. Busco entonces la mirada de Nicole, riendo, y con voz sedosa y casi cansada doy respuesta a la pregunta pendiente.

—Mientras no tengan hueso no tendremos ningún problema —aseguro, ahora incluyéndome.

Cargando editor
06/03/2016, 02:28
Nicole Nazar

En un primer momento contemplo desconcertada cómo Austin se descalza y se lanza también a por la aceituna. Pero no tardo en reír a carcajadas viendo cómo juega con los animales como si fuese uno más. No sé si me parece más desequilibrado o adorable, pero como sea, la imagen es francamente hilarante. 

Cuando ya no queda aceituna lo contemplo, con expresión divertida y planteándome lo poco normal que es que alguien se deje ver en esa situación tan espontánea.

—Ha sido genial —manifiesto, todavía con una sonrisa en los labios y me quedo todavía unos segundos sólo mirándolos antes de empezar a levantarme y liberarme de la mochila y la chupa.

Oye, ¿antes de tatuarme podría darme una ducha? —pido entonces, tocándome el pelo, que está duro y lleno todavía de salitre.

Cargando editor
06/03/2016, 02:41
Austin Garret-Jolley

Asiento al veredicto de Nicole sin soltarme de su mirada. La sonrisa que se ha instalado en mis labios durante el juego tampoco parece querer irse, y emito un largo suspiro mientras estiro una pierna hacia arriba tras el ejercicio.

Vuelvo a asentir después a su siguiente pregunta.

—Claro —le digo con naturalidad—. Ahora te doy ropa, el resto ya sabes dónde está —ofrezco antes de mirarla por un instante—. ¿La quieres sola o acompañada?

Cargando editor
06/03/2016, 02:47
Nicole Nazar

En  cuanto asiente empiezo a sacar de mi mochila la ropa interior que traje de recambio y la funda para la muñeca, que ya considero el invento del año. Empiezo a caminar con todo en la mano, pero con su última pregunta me giro y mis labios se curvan en una sonrisa tentadora. 

—Te espero dentro —digo, como toda respuesta antes de volver a caminar hacia el cuarto de baño. 

Y una vez allí me desvisto con una mano y mientras se calienta el agua me voy poniendo la funda en la muñeca ya con bastante facilidad. Después voy entrando en la ducha con una leve expectación empezando a moverse por debajo de mi piel, sin saber en qué momento exacto aparecerá, si lo hace.

Cargando editor
06/03/2016, 03:03
Austin Garret-Jolley

La sonrisa de Nicole es, en realidad, toda la respuesta que necesito. Y aún así la confirmación de sus palabras resulta sugerente y placentera.

A pesar de saberla esperándome tardo un minuto en levantarme del suelo. Ese tiempo me quedo con los dos bichillos, acariciándolos con las manos y con el rostro, y cuando me pongo en pie lo hago para ir a la habitación y coger algo de ropa. Con dos calzoncillos, pantalones y camisetas me dirijo al cuarto de baño, y al intuirla tras las cortinas no tardo más que un instante en decidirme. Tomo la ropa interior que ella ha dejado y la vuelvo a llevar a su mochila sin decir nada.

Luego, de vuelta, me desnudo con el sonido del agua en la cerámica y en su cuerpo y entro sin hacer ruido. Desde el mismo momento en que pongo un pie en la ducha me quedo mirándola, con los ojos bien abiertos y las pupilas dilatadas. Una vez más no sé cuándo volverá a estar presente en una situación como esta, pero sólo por si acaso estoy más que decidido a aprendérmela de memoria.

Cargando editor
06/03/2016, 03:27
Nicole Nazar

El agua caliente llevándose los restos de sal de mi piel y mis cabellos es una delicia. En un momento determinado me parece escuchar a Austin entrar en el baño y me quedo quieta, prestando atención, pero debe haber sido imaginación mía, porque unos segundos más tarde escucho cómo se abre la puerta esta vez de verdad. 

Lo espero con una sonrisa en los labios y el pelo ya enjabonado y aclarado. En cuanto mete un pie en la ducha se me van los ojos solos y recorro su piel antes de buscar los suyos, listos para quedarse atrapados en sus redes. 

Me muevo un poco, haciéndole sitio debajo del chorro y cuando se acerca estiro la mano para deslizar los dedos por su pecho hasta llegar al hombro y continuar después por su brazo en una caricia descendente que termina en sus propios dedos. 

—Hola de nuevo —saludan entonces mis labios en un susurro, sólo cuando mis dedos ya lo han hecho. 

Cargando editor
06/03/2016, 03:43
Austin Garret-Jolley

Al entrar en la ducha y ver el repaso que Nicole me pega sonrío, encantado con cómo han evolucionado algunas cosas. Luego, cuando nuestros ojos se encuentran le sostengo la mirada durante algunos segundos, dejando que cada cosa encaje en su lugar. Ha sido un día extraño en algunos sentidos y las vivencias de las inmersiones aún son como miel en mis venas. Además se han puesto de forma explícita algunas cosas y aunque ella parece tener intención de negarme otras, está bien. Así es como somos nosotros con nosotros mismos.

Al ver su sonrisa la mía se estira un poco y camino en su dirección, compartiendo con ella ese chorro que ahora nos une desde su origen. Siento su caricia y me mantengo suspendido en el tiempo, observando enganchado a sus pupilas. Y cuando sus dedos llegan a los míos estos les responden. Al principio como un juego, enredándose unos con otros, y finalmente como algo un poco más firme.

—Buenos días —susurro con una sonrisa dulce en la única respuesta que, por algún motivo, encuentro posible.

Esto de tener una mano útil más que ella es algo interesante. Así, agarrado a sus dedos, puedo colocarle un mechón de pelo, cosa que sl tacto me hace evidente que ya está limpio. O también puedo acariciar su rostro con el dorso de los dedos, despacio, amparado por el sonido del agua.

En ese momento, con los dedos en su piel y mis ojos en los suyos, lo veo claro, aunque no sé muy bien ni por qué. Esa misma mano acude a acariciar su boca, a rodearla, a dibujar ese camino dorado que hemos recorrido ya varias veces pero que siendo conscientes de que el otro sabía dónde estaba sólo hemos empezado una vez. Esa en la que todo el universo tuvo que quedarse esperando hasta ahora por la presencia etérea del fantasma de unos alumnos. Porque a veces hay gente, incluso espectros, que no entienden de poesía.

Cargando editor
06/03/2016, 14:01
Nicole Nazar

Ladeo un poco el rostro cuando me acaricia la mejilla, alargando el contacto unas milésimas de segundo más, pero en cuanto sus dedos llegan a mis labios y su mirada se vuelve más intensa, no necesito que hable para que mi mente vuele de vuelta a la galería y a ese texto que he estado releyendo estos días desde el móvil.

Un escalofrío eriza mis hombros hasta perderse por mi nuca y la sensación de que ya lo está haciendo otra vez curva mi boca en una sonrisa por debajo de su mano. 

Me quedo un instante así, atrapada de ojos, labios y mano, mientras una densa expectación empieza a extenderse desde mi estómago hasta llegar a la punta de todos mis dedos y también a los suyos a través de mi rostro. Entonces empiezo a liberar mi mano hasta soltar la suya, con la intención de hacer de vuelta el camino ascendente hasta llegar a su cuello para poder terminar acariciando sus labios en un gesto reflejo del suyo.

Cargando editor
06/03/2016, 16:41
Austin Garret-Jolley

En cuanto siento erizarse la piel de Nicole una vez más vuelvo a seguirla con los dedos, pues ese es el lujo de tener dos manos. Y aún en silencio siento la convicción de que no necesito mirar su piel para saber dónde estará en cada momento, pues aunque mis dedos fallasen no sería un error lo que cometieran. La otra mano, la de sus labios, vuelve a dibujarlos una vez más al mismo tiempo que ella hace con los míos. Y nuestros caminos dorados son sólo un camino, y nuestras miradas son la misma devuelta por el espejo de nuestros ojos. Sé que el brillo de mis pupilas tiembla casi emocionado. Como una luna en el agua, diría el autor de este beso, y yo sólo puedo quitarme un sombrero que ni siquiera existe ante tal comparación.

Poco a poco continúo con nuestra trayectoria, dibujando una y otra vez esa boca en el agua, como si tuviera que protegerla de que los chorros de la ducha la difuminasen. Mis ojos siguen en los suyos, y en algún momento mi otra mano ha dejado de buscar sus escalofríos para detenerse en su cadera sobre el elefante y sobre la serpiente.

Mi boca sonríe bajo su mano, tal y como hace la suya. Y si nos besamos con los ojos el beso es dulce, natural y compartido, y si nos besamos con los dedos es tibio y denso, sincronizado y perfecto. No somos actores, sino personajes que conocen y disfrutan su papel al dedillo a pesar de estar viviéndolo por vez primera.

No es necesario decir nada en voz alta. No lo es para que lleguen los cíclopes, o para respirar juntos, o para que nuestras bocas se encuentren al mismo tiempo en el verso de un poema que empezamos a escribir hace semanas, cuando sus dedos encontraron el camino dorado de mis labios por primera vez.

Llega un punto en que no sé lo que siento, pero me doy cuenta de que estoy conociendo lo que son las flores y los peces.

Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.

Cargando editor
06/03/2016, 18:35
Nicole Nazar

Es sencillo perder la noción del tiempo cuando éste se ralentiza hasta desaparecer, como si hubiera decidido apartarse y discurrir en otro lugar, lejos de esa ducha donde el agua se lleva la sal y los besos. 

Nuestras pieles se buscan sin llegar a encontrarse, tan sólo porque no parece el momento adecuado para ello. No todavía. Y es extraño porque normalmente ni siquiera me plantearía esta estaticidad sin avanzar en la dirección que por fuerza de costumbre se me antoja lógica. Es extraño porque funciona. Porque de algún modo extraño todo se vuelve dulce y espeso hasta que las risas vuelven a llenar los huecos que dejan las gotas al caer y llegamos a salir de la ducha sin que nuestros cuerpos hayan avanzado el camino que comenzaron nuestros dedos. 

Me siento confusa al ver que mi ropa interior no está encima del lavabo e incluso hago un pequeño comentario al respecto, pero termino vistiéndome con lo que Austin me ha traído y el olor de su suavizante me trae a la mente más risas y sabores. 

No pasa mucho rato hasta que estamos preparados para que termine en mi hombro de convertirme en una obra de arte. Su camiseta descansa junto a mi pierna, la piel de mi espalda se eriza esperando su contacto y el ronroneo de la máquina va despertando algo en mi estómago, como si de un experimento de Pávlov se tratase. 

Cargando editor
06/03/2016, 21:21
Austin Garret-Jolley

Una de las cosas que siempre me han disgustado más de la gente es la propensión a convertirlo todo en carnal, la idea de creer que cualquier cosa no consumada es una cosa a medias, sin pararse a pensar que a veces todo está completo sin llegar a la cama. Soy consciente de que eso ha afectado negativamente a muchas de mis relaciones, pero a veces uno encuentra a alguien que entiende de momentos compartidos. De poesía. Y por más que Nicole lo niegue hoy, aquí y ahora, ha demostrado que ella es de esas personas.

Para cuando salimos de la ducha me siento liviano, como si ese rato —ya hayan sido treinta minutos o dos horas— hubiera servido para quitarme suciedad y peso. Tengo ganas de cantar, de tocar y de bailar. Y de pintar, y de escribir. Y de tatuar.

No oculto mi media sonrisa ni mi expresión de ser totalmente responsable de la ausencia de la ropa interior de Nicole, como el niño que observa mientras otro cae en su travesura. Y ante el comentario de Nicole sólo bromeo encogiéndome de hombros, terminando de dejar claro que quizá yo tenga algo que ver y quizá, sólo quizá, su ropa esté en su mochila.

Después de eso, ya fuera, no tardo en ofrecer a Nicole compartir un batido de vainilla. Mis ojos están aún más brillantes desde nuestro rato en la ducha, como si ese tiempo lo hubiera vuelto todo un poco más fantástico, convirtiéndola a ella casi en un animal mitológico.

Finalmente acabo por poner el cd de Nicole en el reproductor y me preparo para tatuarla. Mi sangre reacciona sólo con la idea, recordando sus palabras la última vez que lo hicimos y cómo terminó todo, pero sólo el leve oscurecimiento de mis ojos lo hace evidente. Una vez más me lavo las manos a pesar de que están recién limpias, preparo los guantes y el botiquín y enciendo la máquina. De nuevo coloco una silla para ella y otra para mí detrás, aunque por la localización del tatuaje es probable que tenga que moverme más adelante. Y finalmente tomo aire y cierro los ojos un instante, concentrándome para empezar.

—¿Lista? —pregunto con voz grave antes de dar ese primer y tímido pinchazo. Yo mismo estoy expectante, encantado con la idea de completar su cuerpo como sólo dos días atrás completé ese cuadro.

Paso entonces, una vez más, a hacer un contorno que sé que no respetaré, porque las letras no serán sólo letras, pero que servirá como base para todo lo que venga después.

Cargando editor
06/03/2016, 21:53
Nicole Nazar

Un asentimiento tan leve que es casi imperceptible es mi única respuesta a su pregunta. Aunque justo después estiro la mano por detrás de mi cabeza para asegurarme de que no haya pelo que pueda molestarle. Y después suspiro y apoyo mi barbilla en mi mano buena, que ya se aferra a la madera de la silla con la expectación de quien sabe lo que está a punto de suceder y lo ansía.

El primer pinchazo es casi familiar, sobre todo por lo esperado, y un suspiro se escapa de mis labios cuando vacío mis pulmones. La adrenalina empieza su recorrido y toda la piel de mi espalda hipersensible parece concentrarse en el lugar donde la aguja hiere sin llegar a hacer daño. 

Emociones creadas en el rato en la ducha, que consideraba ya apagadas, vuelven en oleadas cálidas y densas. Mis mejillas se sonrojan y mi respiración se vuelve un poco irregular a medida que la contengo y libero con cada avance del tatuaje, hasta que termino por esconder mis pupilas brillantes detrás de mis párpados.

Cargando editor
06/03/2016, 22:13
Austin Garret-Jolley

Me tomo mi tiempo en hacer cada línea del nuevo tatuaje. No es que me entretenga sólo por comodidad, o porque me guste, sino que dejo que los minutos no sean un problema. Con una mano voy perforando su piel, deteniéndome de vez en cuando para limpiar alguna gota de sangre ocasional o la tinta sobrante, mientras uso la otra para mantener su piel tersa y quieta.

Soy consciente de los cambios de su respiración, y aunque en un pasado los habría achacado al dolor y la sorpresa en determinadas zonas ahora estoy cada vez más convencido de que no es precisamente por eso. Sus palabras del sábado aún resuenan en mi cabeza y en mi pecho, y lo cierto es que de alguna forma calientan mi estómago. La miro desde mi posición detrás de ella, sonrojada y con los ojos cerrados, y no puedo evitar suspirar. Siempre he sido un profesional, pero a estas alturas está claro que dar un paso en falso con ella no sería una irresponsaiblidad, sino algo más compartido.

Ni siquiera he terminado con el contorno de las letras cuando mi mente se ha vuelto un poco más espesa. Mis ojos se van de vez en cuando a su espalda, a su costado y a su cuello. Sé lo que tengo que hacer, las visualizo con claridad en mi mente y en su piel, y sólo es ir repasando una línea de puntos que sólo yo veo. Pero aún así hay una parte de mi cerebro que está en otra cosa. Y antes de que pueda valorar si está bien o mal soltar mi lengua esta ya está hablando por mí.

—Ayer estuve tatuando a alguien y ni me acordé —le digo con voz grave antes de tragar saliva, sin continuar—. Pero ahora no paro de pensar en lo que me dijiste el otro día —confieso antes de decir unas palabras más—. Me has atrapado la cabeza.

Cargando editor
06/03/2016, 22:32
Nicole Nazar

Su susurro llega y a pesar de que le presto la atención debida, no comprendo sus palabras, tal vez porque mi mente está perdida ya en una densidad apartada de la realidad. Cuando respondo, mi voz suena más ronca y mis palabras se desprenden más lentamente de lo normal de mis labios.

—¿Qué te dije? —pregunto, tras rastrear mi mente sin resultado pero sintiendo una extraña satisfacción en eso de «haber atrapado su cabeza», aunque no llegue a saber qué significa eso.