Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

Cargando editor
29/02/2016, 23:24
Nicole Nazar

Según empieza a hablar voy asintiendo con la cabeza. Freddie tiene toda la razón, ducharme estos dos días ha sido una putada y he hecho eso de la bolsa, pero es un coñazo apretarla con los dientes y se cuela el agua por los huecos. Aunque lo que me llama más la atención es que haya estado hablando con su amigo de ello. 

Al ver lo que saca de la mochila y comprender su funcionamiento, se me iluminan los ojos.

—Joder. Es genial —declaro, cogiéndolo con la mano buena y probando a ponérmelo a ver cómo de difícil es apretarlo—. Me encanta, ¿pero lo has cosido tú y todo? —pregunto, impresionada para buscar su mirada después y levantar mi brazo enfundado para que lo vea—. Jo, Austin. Muchísimas gracias. 

Entonces caigo en su pregunta y suelto una risita. 

—Les dije que te lo preguntaran a ti, que me habías drogado demasiado y no me acuerdo —bromeo para después encogerme de hombros—. No, qué va. Les dije la verdad y me costó veinte minutos calmarlos después, entre risas y preguntas. No eran capaces de imaginar cómo podía alguien lesionarse con una pizza. 

Cargando editor
29/02/2016, 23:35
Austin Garret-Jolley

Al verla ilusionada levantando el brazo para probárselo, como si fuera un nuevo modelo de prótesis o algo así, río con suavidad. No sé si los chavales nos estarán viendo o escuchando, pero la imagen tiene que ser graciosa. Tardo algunos segundos en dar respuesta a su pregunta, simplemente observándola, y entonces me encojo de hombros.

—Son cuatro puntadas tontas —digo sin darle relevancia—. Lo importante es que te funcione, así que ya me contarás —afirmo encantado.

Después, cuando responde a mi pregunta, en primer lugar mis ojos se abren sorprendidos mientras una pequeña risa se escapa de mi garganta. Estoy a punto de aceptar el reto y protestar bromeando para defenderme, pero ella misma se explica.

—Puedes darles una clase sobre eso —propongo entonces—. Tienes experiencia, y aún te queda una muñeca buena —bromeo antes de poner una mueca mientras asiento—. Yo te contrataría.

Dicho eso me asomo un instante por encima de mi asiento, pretendiendo controlar a los chavales, y no tardo en volver a sentarme.

—Y... ¿Qué? —pregunto entonces con una media sonrisa—. ¿Has leído mucho últimamente?

Cargando editor
29/02/2016, 23:54
Nicole Nazar

Empiezo a quitarme la funda y trato de doblarla con una mano para guardarla en el bolso, aunque termina pareciendo más un gurruño que un trozo de tela. 

—Tú me contratarías sólo para poder reírte de mí al ver cómo me quedo inutilizada de las dos manos —respondo, bromeando. 

Al ver que se levanta para mirar atrás, yo también lo hago, pensando que a lo mejor ha notado algo que yo no. Pero al ver que todo está en calma, vuelvo a sentarme y me brillan los ojos con su pregunta.

—Pues he estado ayudando a Ted en el taller, pero sí que he podido leer algo. No te lo vas a creer —digo entonces, abriendo mucho los ojos—. ¡Un libro de poesía! Y hasta me está gustando y todo —continúo, exagerando como si fuese algo impensable—. El escritor está un poco chalado, por lo que he oído, pero el libro está bastante bien.

Cargando editor
01/03/2016, 00:07
Austin Garret-Jolley

Río dando la razón en broma a Nicole cuando dice sus primeras palabras. Y luego, al explicarme lo que ha estado haciendo, asiento con la cabeza.

—Ted tiene pinta de molar —comento mientras ella sigue hablando. Me hace gracia imaginármela echando una mano en el taller, sobre todo si es la mala. Después vuelvo a reír con sus siguientes palabras, asumiendo que ella no diría que le gusta sólo por compromiso.

—Pues a mí me han dicho que es un tío genial —digo entonces, asintiendo—. Que baila como los ángeles, y que cuenta por tres profesores y medio —aseguro antes de levantar un dedo—. Como mínimo.

Cargando editor
01/03/2016, 00:23
Nicole Nazar

Asiento cuando dice que Ted mola. Y tanto que lo hace, es el mejor. Es capaz de cuidarme sin hacer que me sienta inútil y además me está haciendo de taxista por las mañanas y eso es genial porque si no tendría que madrugar una barbaridad para poder llegar a tiempo al instituto en transporte público.

Y me río cuando sigue hablando, no es difícil notar que mi humor es considerablemente bueno esta mañana. Probablemente por haber estado en el taller, o quizá por la perspectiva de la excursión, que se me contagia de los chavales. 

—Pues no sé, no le he visto bailar nunca pero desde luego te puedo decir que f... —Me detengo en seco al darme cuenta de lo que iba a decir y abro mucho los ojos para después soltar una carcajada. Miro discretamente alrededor para asegurarme de que ninguno de los alumnos estuviera escuchándome y después, al volver a mirar a Austin, hago un gesto como si cerrase mis labios con llave. 

Cargando editor
01/03/2016, 00:36
Austin Garret-Jolley

Empiezo a escuchar la respuesta de Nicole, y en cuanto intuyo lo que va a decir mi rostro se tiñe de alarma, de diversión y de sorpresa. No sé si es eso lo que la hace darse cuenta y callar, pero desde luego estallo en carcajadas al mismo tiempo que ella, y estas se alargan varios segundos. Tardo un poco en recomponerme y llego a doblarme al verla candar su propia boca. Me incorporo entonces, apoyando la mano un instante en su pierna con familiaridad, con los ojos brillantes y una sonrisa que se extiende por todo mi rostro.

—... Que forcatea bien, dices, ¿no? —pregunto proponiendo un final alternativo para su frase. Entonces llevo mis ojos hacia el conductor un instante, que debe estar pensando que somos otro par de críos.

—Pórtate bien —le digo entonces en susurro rápido, casi como si fuera una advertencia y ella una cría—. O el señor Willes te va a bajar del autobús.

Cargando editor
01/03/2016, 01:04
Nicole Nazar

Su propuesta alternativa para terminar mi frase me hace soltar una carcajada y muevo la cabeza, aceptando ese verbo inventado.

—Forcatea de puta madre —confirmo, para después reírme de nuevo. 

Y con su susurro dedico una mirada de reojo al pobre conductor sensible y al ver su ceño fruncido no lo puedo evitar y me da la risa otra vez. 

—No puede. Soy la profesora responsable de todo este autobús —respondo en voz baja, alzando las cejas y apretando los labios para contener una nueva carcajada. Porque llegados a este punto sí que empiezo a sentir las miradas de algunos alumnos fijándose en nosotros con curiosidad.

Cargando editor
01/03/2016, 01:22
Austin Garret-Jolley

Río de nuevo con Nicole, tanto cuando completa mis palabras como después, cuando se autoerige como responsable del autobús. Aún así mi expresión cambia un poco cuando dice lo que dice, aunque no lo diga.

—Pues si tú eres la responsable... —enuncio en un nuevo susurro antes de volver a reír, llevando de nuevo mi mirada al conductor—. Creo que Willes nos va a bajar a todos de aquí.

Al ver la cara que pone para contener la risa, además, no puedo evitarlo: llevo mis dos manos a su vientre, haciéndole cosquillas por un momento para que su risa estalle. Y acto seguido me siento en la posición más formal que existe, con la espalda pegada al respaldo y la mirada al frente.

—Eh, Nicole —la llamo conteniendo la risa, como si estuviera echándole algún tipo de reprimenda y yo no tuviera nada que ver—. Pórtate. Que eres la responsable del autobús.

Cargando editor
01/03/2016, 01:37
Nicole Nazar

Calla. Que sólo son quince minutos —es todo lo que llego a decir antes de que sus dedos me alcancen y me obliguen a reírme. Palmoteo apartando sus manos de mí y al ver cómo se sienta le doy un empujón amistoso en el hombro. 

—Ya. Suficiente —pido tomando aire para dejar de reírme y echando miradas furtivas a los alumnos—. Que tenemos que darles ejemplo. 

Cargando editor
01/03/2016, 01:54
Austin Garret-Jolley

Recibo el empujón de Nicole manteniendo algunos segundos más la seriedad, pero no es hasta que ella habla de nuevo que me hago consciente de que empezamos a ser el centro de atención al menos de la parte delantera del vehículo. La miro entonces, divertido.

—Les estamos dando ejemplo —enuncio encantado con el mismo tono susurrante—. ¿Qué mejor ejemplo hay que echarse unas risas? Alarga la vida y todas esas cosas. Si no pregúntale al director. El alma de la fiesta, oye —ironizo. Entonces hago el principio de un gesto hacia el conductor, procurando no ser muy ostentoso.

—Como Willes —le digo—. Cada viernes noche se van los dos de rave, yo lo he visto—aseguro—. No veas cómo parten la noche, son la sensación de las salas techno —afirmo antes de añadir sólo unas sílabas más, pronunciadas de forma exageradamente inocente, pero esperando que ella se imagine la situación —Chunda, chunda, chunda. Son la caña. De verdad.

Cargando editor
01/03/2016, 02:08
Nicole Nazar

Tengo que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no echarme a reír de nuevo a carcajadas con esa imagen. Tenso mis mejillas, conteniéndome y me obligo a respirar lentamente para recuperar la compostura. 

Monsieur Garret-Jolley —digo, cuando creo que ya puedo controlar mi voz sin estallar,  con un marcado acento francés con el que alargo las erres a propósito y mirándolo con una fingida altivez. Como siga usted así se va a ganar un buen castigo.

Cargando editor
01/03/2016, 02:15
Austin Garret-Jolley

Una vez más veo cómo Nicole se contiene, y a punto estoy de volver a provocarle otro estallido de risa cuando escucho sus primeras palabras. Río de nuevo, escuchándola llamarme así, pero con las siguientes mi mirada se detiene en ella de una forma directa y vibrante.

—Si no quieres que lo haga no me des alicientes —digo con voz grave antes de que mi lengua lance un reto que mi cerebro no llega a detener—. Eso no me lo dices a solas en mi casa —enuncio, y menos mal que lo hago en voz baja por seguir el tono que llevamos, porque la verdad es que lo hago sin preocuparme de quién nos esté escuchando.

Cargando editor
01/03/2016, 02:24
Nicole Nazar

Parpadeo, confusa en un primer instante por el cambio en su expresión, pero en cuanto habla y comprendo su actitud puedo sentir cómo mi corazón se detiene un instante y mis ojos se abren como platos por la sorpresa. Tardo un par de segundos en reaccionar, mientras ese desafío acicatea con una sensación morbosa una parte de mi mente y otra, la más racional, se escandaliza por completo. Por suerte es esta última la que gana esta vez y miro a nuestro alrededor antes de susurrar. 

—Austin... —pronuncio despacio. Su nombre suena como una petición y mis ojos hacen un gesto hacia el respaldo del asiento, en un intento de que se haga consciente de dónde estamos. Sin embargo, una de las comisuras de mis labios se curva en una leve sonrisa ladeada que delata que no me importaría seguirle el rollo si no tuviera la responsabilidad de dar ejemplo a mis alumnos. 

Carraspeo y no me cabe duda de que mis mejillas se han encendido antes de que hable de nuevo, intentando cambiar de tema con bastante torpeza. 

—Pues como te iba diciendo, he estado en el taller de Ted y deberías ver la Harley que le trajeron ayer para tunearle el tubo de escape. Era una pasada de burra. 

Cargando editor
01/03/2016, 03:33
Austin Garret-Jolley

Ver el rostro de Nicole así, en esa especie de dualidad entre el mundo de fuera y el de dentro, es delicioso. Mis ojos reciben su imagen y mi cerebro la separa en dos sin que ninguna sea la que llego a ver del todo. Sin embargo al escuchar mi nombre de sus labios asiento lentamente. Lo que realmente me gustaría ahora es llevar un dedo a sus labios y, con sólo ese contacto, evitar que pronunciara esa petición que parece a punto de hacer. Pero yo me guardo mi movimiento y ella esa súplica, y estamos en una especie de paz compartida, cómplice y, sobre todo, responsable y ejemplar.

Recibo su cambio de tema con una sonrisa que se ladea, convirtiéndose casi en vertiginosa al ver sus mejillas enrojecidas.

—Ajá —digo asintiendo, demostrando que acepto el cambio. Sin embargo mis pupilas no pierden ni un ápice de intensidad, y soy consciente de que mientras mis palabras dicen una cosa mis ojos dicen otra—. Ya me imagino —miento descaradamente y de manera cómplice antes de recurrir a lo único que sé sobre motos, como si la conversación no fuera más que una forma de disimulo—. Seguro que pesaba por lo menos cuatrocientos o quinientos kilos y tenía otros tantos caballos.

Cargando editor
01/03/2016, 03:49
Nicole Nazar

—Un montón de caballos y toneladas y de todo, sí —respondo, con una sonrisa que amenaza con convertirse de nuevo en una risa. 

Por suerte en ese momento el autocar se detiene y cuando miro hacia el exterior veo que estamos delante de la galería. El señor Willes nos dedica una mirada torcida a los dos y luego empieza a refunfuñar algo sobre envoltorios de caramelos. 

Yo casi que suspiro aliviada antes de levantarme y colgar el bolso de mi hombro. Y entonces la expectación por la excursión se despereza de nuevo en mi estómago, haciendo a un lado la tensión de los últimos segundos. 

—Uno de los dos tiene que bajar el primero y reunir a los chavales en la acera y el otro quedarse arriba hasta que bajen todos y revisar que no hayan hecho nada raro. ¿Qué prefieres hacer tú?

Cargando editor
01/03/2016, 04:02
Austin Garret-Jolley

Mantengo por un instante la mirada de Nicole cuando el autobús se para, aunque no tardo en comprobar que ya hemos llegado a nuestro destino. Con una actitud totalmente diferente me desperezo, como si hubiéramos hecho un viaje de horas y dedico a Nicole una amplia y natural sonrisa.

—Baja tú, yo reviso el fuerte —prometo antes de ponerme en pie. Me acerco entonces al conductor y le hablo con tono solícito.

—No se preocupe, señor Willes —le digo—. Si alguno deja algo que no deba, yo mismo lo recogeré —aseguro sin acritud. Luego me dirijo a los críos con una enorme sonrisa.

—A ver, chavales —enuncio alzando la voz—. Ya hemos llegado. Todos sabéis lo que debéis hacer, y yo sé que sabéis hacerlo. Nicole se ha portado organizándoos esta excursión aunque no estaba programada, así que dadle el gusto de ser tan buena gente como cuenta —pido antes de dedicar una mirada cómplice y una sonrisa a uno bastante gamberro que conocí en la clase de Nicole, uno al que se le daba bastante mal todo lo que era la parte de montaje—. Tú también, Bruce.

—La exposición a la que vamos es bastante guay, así que no creo que a ninguno os parezca un coñazo. Si eso pasa, decídnoslo y vemos qué hacer, preferimos eso a que se acabe liando —digo, y entonces dedico una mirada rápida a la tutora para comprobar que esté al menos de acuerdo en un alto porcentaje con las cosas que he ido diciendo—. En la galería tienen un guía para ir explicando las cosas: no os cortéis en preguntarle lo que os dé la gana: os gustará más y probablemente le alegréis el día. —Después hago una pausa—. ¿Preguntas?

Al ver que se hace el silencio durante algunos segundos me encojo de hombros sin perder la sonrisa.

—Bueno, Nicole os recogerá en la acera mientras yo reviso que todo esté bien por aquí. No os dejéis nada: no querría tener que hacer tragar pintura a nadie como castigo.

Dicho eso y con un gesto me hago a un lado para dejarles pasar uno a uno, quedándome arriba. Por supuesto y como no puede ser de otra forma Mary Anne finge rebuscar algo en su bolso para esperar a que todos se hayan marchado y quedarse ayudando, pero no tardo en hacerla bajar con los demás mientras lo reviso todo. Y una vez estoy convencido de que estamos listos cruzo unas palabras con el conductor, agradeciéndole la paciencia.

Cargando editor
01/03/2016, 04:30
Nicole Nazar

Asiento y camino hasta las escaleras, pero al ver que Austin se dirige a los chavales, me espero allí por pura curiosidad de ver qué les dice. Y me gusta cómo los maneja, con naturalidad y sin tratarlos como niños, pero al mismo tiempo dejando clara su posición. Lo apruebo en silencio y alguna de las cosas que les dice me saca una sonrisa que contengo porque lo último que quiero es quitarle autoridad. 

Con sus últimas palabras ya estoy bajando del autocar y saco la lista de mi bolso, dispuesta a hacer otra marca por cada uno que entre a la galería. 

Cuando Austin baja del vehículo, una mujer de la galería ya está recogiéndonos con una sonrisa amable y empezando a dirigirse a los chicos para explicarles las normas básicas del lugar. Están de lo más suave, parece que la charla les ha sentado bien. O a lo mejor es por saber que estamos haciendo una excursión sólo porque ellos lo han pedido y eso les hace sentirse más responsables. Como sea, su buena actitud me hace sentir orgullosa de ellos y cuando les dan paso a la galería espero a que entren todos antes de hacerlo yo, dedicándole una sonrisa y un gesto con las cejas enarcadas a Austin. 

Una vez dentro me incorporo al círculo que se está formando alrededor de otra mujer, que parece ser la guía que han preparado para las visitas escolares. Reparte algunos folletos entre los chicos y espero hasta que uno me cae a mí también para echarle un vistazo. Después, me dispongo a disfrutar de la visita con los ojos tan abiertos como los de mis alumnos.

Cargando editor
01/03/2016, 14:41
Austin Garret-Jolley

En cuanto bajo del vehículo hago un último gesto de despedida al conductor, que ahora parece un poco más amable que antes, y me dirijo al grupo de gente que son nuestros chavales. Escucho las normas junto a ellos y atravieso las puertas con tranquilidad, como si esa fuera mi casa.

La galería es amplia, y se divide en varias estancias y pasillos. Proyectados con luz sobre el suelo y las paredes hay mensajes sobre cómo avanza para llegar hasta el siguiente autor sin dejarse nada del actual, lo cual mola. Trato de hacerme con uno de esos folletos, aunque tras echarle un vistazo no lo quiero más y se lo paso a Nicole. En él hablan un poco de lo que vamos a ver y de los tres autores centrales, y puedo escuchar algunas risas y miradas esquivas de los chavales. Al ver que la guía no me ha dicho nada doy por hecho que no me ha reconocido. Lo cual es normal, porque ni siquiera vine a la inauguración. El título de mi parte, «Sombras de la Mente», es bastante acertado.

En cuanto la visita comienza me dejo llevar como un crío más, observando y escuchando todo lo que nos cuentan sobre los otros dos autores ya que tengo la extraña suerte de ser el último mostrado. Durante ese tiempo una parte de mí está pendiente de lo presente, admirando las obras de otros y sumándose a las preguntas dirigidas a la guía, mientras en la otra la expectación crece más y más.

Para cuando llegamos a la zona donde empiezan mis obras es inevitable poner sobre la guía una atención curiosa. Escucho cómo habla de mí antes de empezar, tratándome como si fuera un esquivo artista multidisciplinar, y evito su mirada de manera inconsciente, como si encaso de encontrarla pudiera descubrirme.

Hay obras expuestas de todo tipo. Sobre todo pintura, pero también escultura. No tengo que fijarme dos veces para ver la mano de Chloe en todo lo que nos rodea, organizado de una forma armónica y perfecta. Entre cuadro y cuadro hay siempre un poema, y ahora empiezo a entender por qué soy el último en ser enseñado. Independientemente de la calidad pictórica, ellos no tienen a alguien como Chloe.

En cuanto a estilos la verdad es que hay de todo, desde acuarela hasta collage discreto. Me sorprende ver aquí algunos cuadros que creía perdidos, aunque supongo que tiene sentido que cuelguen de estas paredes. Un breve vistazo a otro folleto —este no ofrecido— me muestra los precios de cada una de las obras que hemos visto. En mi caso, por ejemplo, ninguna baja  de dos mil quinientos dólares, y la más alta roza lo quince mil.

Probablemente lo que más llame la atención a Nicole sea un cuadro concreto. No por su estilo, que es común a otros de la serie, o porque en él aparezca una mujer, sino por sus trazos. Sobre el lienzo, de más de metro y medio de alto por algo más de uno de ancho, está una mujer retratada desde un tres cuartos por detrás. Su rostro mira en la misma dirección en que se encuentra la cámara, permitiendo verla. Todo el dibujo es onírico y difuso, con los trazos de acuarela y óleo mezclánose entre sí. Sin embargo seguro que para mi amiga es fácil reconocer el tatuaje que se ve en el hombro de la chica. A pesar de que los rasgos están más que definidos esta no resulta inmediatamente reconocible, pues los cambios de color y todas las cosas que no son estrictamente realistas lo impiden. El pelo está formado de palabras, su frente de nubes y en su sien hay un par de engranajes dibujados. Los ojos, además, resaltan por encima de todo, azules y al mismo tiempo oscuros. También algunas partes de su cuerpo parecen mecánicas, mientras que otras están hechas de dientes de león. Todo el retrato está hecho usando como base los colores de la bandera francesa, y por si fuera poco el título, «L'imprévisible France», es suficientemente explícito como para que Nicole lo entienda.

Cuando llegamos a ese punto la observo con curiosidad, queriendo analizar y grabar en mi memoria el momento en que se dé cuenta de lo que está viendo.

Cargando editor
01/03/2016, 15:04
Nicole Nazar

Mi curiosidad lleva mis ojos de una pieza a otra durante las dos primeras exposiciones, pero incluso ella es finita si se la estira lo suficiente y llegado determinado punto, mi mente se desconecta en ocasiones del discurso de la guía y me entretengo mirando una pieza mientras los demás ya han avanzado, o releo el folleto que ya he ojeado varias veces. Estoy demasiado expectante por llegar a la parte de Austin como para prestar la atención debida a los otros dos chicos que se me antojan una especie de teloneros antes de que el grupo principal salga al escenario.

En determinado momento pillo de un pedestal otro folleto, que no es realmente tal, sino tan sólo un folio con los títulos de las obras, sus autores y sus precios. Le echo un vistazo por encima y mis labios se abren al ver las cifras. Doy gracias por estar en medio de una exposición, porque es lo único que me contiene para exclamar alguna expresión de asombro. Rastreo rápidamente las piezas de Austin y por pura deformación profesional mi mente criba precios hasta llegar al más caro. Me cago en la puta. ¿Quince mil dólares? Pestañeo y me pregunto si habrá algún error y las comas no estarán puestas en su sitio, pero no parece probable, de ser así ya habrían retirado esos folletos. Miro entonces a Austin de reojo, sintiéndome de repente completamente abrumada y muy pequeña a su lado. Supongo que eso explica por qué le da igual que sus libros se vendan o no, o cobrarme los tatuajes. 

Pero para entonces, llegamos a la parte que he venido realmente a ver y toda mi atención se dirige hacia la guía. Me pregunto cómo tiene que sentar ser tan importante como para escuchar a esa mujer contar tu vida a un grupo de estudiantes, pero pronto mis ojos dejan de contemplar a la guía para fijarse en las piezas. No entiendo una mierda y las explicaciones de la mujer me suenan a chino mandarín, pero reconozco que muchas de las obras me hacen sentir cosas. Esquivo inconscientemente la mirada de Austin, porque ni siquiera tengo claro cómo mirarlo a partir de ahora y no me cuesta darme cuenta de que los alumnos también están impresionados. 

Cuando nos detenemos delante de ese cuadro, en un primer momento tan sólo me parecen un montón de manchas de colores mezcladas en unas tonalidades que me hacen sentir en casa sin que al principio sepa porqué. Sin embargo, tardo un poco en comenzar a apreciar los detalles. Es mi tatuaje lo primero que percibo y frunzo el ceño, sorprendida y curiosa por verlo en un cuadro. Y desde él mi mente termina de hilar las líneas invisibles que forman una figura que... Contengo la respiración cuando mi mente termina de encajar lo que estoy viendo. ¿Soy yo? ¿O se me está yendo la olla cosa mala después de ver tantas movidas surrealistas raras? Parpadeo, confusa, con los ojos muy abiertos y en un primer instante mis mejillas pierden todo el color, pero en el siguiente, cuando vuelvo a respirar, se tiñen de rojo a toda velocidad y por un instante tengo la sensación de que me voy a marear. 

Trago saliva despacio y es entonces cuando me doy cuenta de que tengo la mirada de Austin sobre mí. Mis labios se mueven, porque en realidad querría decir algo, pero no tengo palabras que vaciar, tan sólo una sensación de shock que no estoy acostumbrada a sentir. Carraspeo y me obligo a respirar hondo antes de acercarme algunos pasos a Austin y mirarlo con cierta incredulidad.

—¿Soy yo? —pregunto con un hilo de voz, mientras la guía y los alumnos avanzan hacia la pieza siguiente sin dedicarnos más que un breve vistazo. Me llevo la mano a las mejillas, intentando enfriarlas con ella, ya que la tengo helada.

Cargando editor
01/03/2016, 15:17
Austin Garret-Jolley

Al ver a Nicole así, pálida, confusa y rara me siento un poco nervioso. Aunque no tiene por qué ser malo después de todo.

La veo acercarse a mí y la observo por un instante, dubitativo, y espero a que alumnos y guía se alejen para que no nos puedan oír.

—Un poco —confieso con una media sonrisa traviesa y expectante, como si al decirlo sólo a medias fuera menos malo, en caso de ser malo, e igual de bueno en caso de ser bueno. Entonces desvío un instante mis ojos hacia el cuadro.

—Es mi visión de la cena, o de ti, al día siguiente —enuncio después, volviendo a cruzar con ella mi mirada—. ¿Te gusta?