Partida Rol por web

La hermosa luna llena iluminaba las zonas oscuras de aquel paisaje tan desolador. Frías y ligeras gotas de lluvia comenzaban a descender del cielo, un agua refrescante que fortaleció tu alma y espíritu, sin embargo, el estruendo provocado por los relámpagos que se formaban en el cielo poco a poco inquietaban más el ambiente.

Los peldaños, ahora algo resbaladizos por el agua, seguían dictando el camino hasta el gran torreón, sabías que allí era el único lugar lo suficientemente alejado de un extraño para retener a alguien o esconderse.

Apresuraste el paso, con la impaciencia de saber que no tenías ni un momento que perder. A lo lejos, cerca del final de los peldaños, creíste ver algo. Se trataba de dos figuras. Una de ellas estaba al igual que tú sobre las escaleras, pero en cambio, había otra flotando, que era bastante más grande ¿se trataba de Drácula? Era ahora o nunca, ¡había que darse prisa!

Te acercaste sin ningún pudor a ser detectada, ¡Eras aquella que iba a derrotar al mal! el sigilo era para los débiles. Parecía que las dos figuras estaban manteniendo una calurosa discusión, o al menos hasta donde podías escuchar el tono era bastante violento.

Cuando finalmente estuviste lo suficientemente cerca, viste a Alucard blandiendo un estoque y mandando una feroz mirada a la criatura flotante, ¿cómo había podido llegar tu aliado tan rápido? eso demostraba que poseía habilidades dignas de ser parte del linaje del príncipe de las tinieblas. En ese instante recordaste que ese mismo estoque era el que mostró cuando os encontrabais en la puerta del Castillo y empleó para poneros a prueba.

Una malvada carcajada fue la que hizo que prestaras plena atención a la figura flotante, no necesitaste demasiado tiempo para darte cuenta de la envergadura del enemigo que había delante...

Alucard intentaba seguir el camino hacia el torreón, pero aquella criatura se interponía.

- ¡Muerte! No podrás conseguir tu propósito, aún mi padre no ha resucitado, puedo sentirlo, estoy a tiempo para detenerlo, vuelve al infierno desde donde controlas a tus títeres -

Muerte comenzó a reírse

- Tu mitad humana te ha vuelto débil, no mereces llevar la sangre del príncipe de las tinieblas, Adrian - de la nada, Muerte materializó una enorme guadaña hecha de hueso y metal, la cual brillaba con un resplandor oscuro que helaba la sangre.

- El ritual está a punto de completarse, has fracasado de nuevo, ni tú, ni aquellos que se creen capaces de detener a mi señor lograrán cumplir su objetivo, yo me encargaré personalmente de cosechar sus almas -

En tan solo unos instantes, viste como Alucard se abalanzó contra Muerte, ambos emprendieron una ruidosa lucha donde el metal del estoque y el hueso de la guadaña chocaban una y otra vez con gran furia. Parecía que Alucard, tu aliado, estaba luchando contra el sirviente más leal y mortífero de Drácula.

La sonrisa asomó de los labios de Dominique al sentir la presencia de tan poderoso enemigo. Al fin, ya no serían más no-muertos o plantas que la atacaran de las sombras. Era hora de poner a prueba todos aquellos arduos de entrenamiento. La emoción hacía que volviese a sentir aquel cosquilleo mágico en la punta de los dedos.

- ¡Vaya! Adrian, no sabía que en tus venas corriese la sangre del poderoso señor del castillo. Mejor. ¿Qué es mejor que un bonito reencuentro familiar? Permitame mi señor, pues, ofrecerle mi humilde ayuda. - Dijo la joven maga jocosamente mientras comenzaba un arcano cántico que le permitiría lanzar un hechizo de hielo.

Sí... La magia fluía una vez más por el cuerpo de la joven apelmazándose en los brazos y dispuesta a escapar. Cuando Dominique terminó aquel familiar hechizo, una enorme estalactita de hielo salió disparada hacia el cadavérico enemigo.

Alucard no dudó en saltar contra Muerte, apresándole con fuerza mientras te dedicaba una mirada inquisitiva.

- ¡Belnades! ¡Ve hacia la torre, aprovecha esta oportunidad, yo retendré al sirviente de mi padre, aún estamos a tiempo, siento la energía de él fluir! - comprobaste que tu aliado tenía inmovilizado a Muerte, pero la criatura estaba haciendo todo lo posible por zafarse, tendrías unos pocos segundos si deseabas realmente seguir adelante y entrar en el torreón aprovechando esta oportunidad.

La joven maga frunció el ceño.

- No os abandonaré, no sin terminar con este esbirro miserable. Mis antepasadas derrotaron el mal de Drácula y así se hará una vez más.

Mientras la criatura estaba luchando por zafarse de los brazos de Alucard, Dominique terminó de entonar los últimos compases del hechizo. En unos segundos un aura helada cruzo rápidamente la distancia que separaban a la joven del engendro del señor del castillo. Muerte dejó de luchar mientras una fina capa de escarcha comenzó a cubrir su ya marchito cuerpo. Pronto, el mero contacto con los brazos de Alucard hizo que la criatura helada comenzara a resquebrajarse. Las grietas se extendieron lentamente y, bruscamente, la criatura dejó de existir difuminada en una explosión de pequeños cristales de hielo.

Tras la caida de Muerte, la joven maga sonríe a Alucard pícaramente. 

- Parece, pues mi señor que hemos de seguir hacia el torreón. ¡Rápido!

Subiste el último tramo de escaleras, aquel que conectaba el lateral del castillo con el torreón donde supuestamente estaba Drácula. A tu lado estaba Alucard y a los pocos segundos te vino a la memoria el recuerdo de los momentos más destacables de tu aventura ¿había merecido la pena?

Finalmente, cruzaste la puerta que daba acceso al interior del torreón, un fuerte olor a incienso llegó hasta ti a la vez que una pobre iluminación decoraba el lugar con un juego de luces bastante misterioso.

Una lujosa alfombra roja marcaba el camino a seguir, era como si allí tuviera que pasar un gran monarca que merecía el máximo de los respetos.

Al final de la estancia se encontraba el lujoso trono del señor de la oscuridad. Bajo sus pies un sarcófago herméticamente cerrado… ¿pero por cuánto tiempo?

- Lo... lo lamento - Escuchar esa voz conocida te puso la piel de gallina, no supiste de donde salió hasta que miraste al techo y comprobaste que la situación acababa de complicarse.

El aldeano que te acompañó a entrar al castillo se encontraba anclado al techo, con los brazos extendidos y las piernas juntas, en forma de cruz, sus heridas en muñecas y tobillos sangraban abundantemente, pero no tanto como aquella que tenía en el pecho, una perforación que hacía brotar la sangre que había cubierto casi por completo el sarcófago.

En el momento que el se disculpó, su cabeza dejó de estar en tensión dejándose caer por el peso, Hewman acababa de morir.

Dominique subía rápidamente las escaleras hacia el torreón. Sabía que la gran batalla final la aguardaba pacientemente y una súbita oleada de calma le recorrió, pues escalón tras escalón se iba acercando a su destino final. El enfrentamiento con el señor del castillo.

Tras cruzar el enorme portón que separaba el torreón del exterior, un intenso olor a incienso golpeó a la joven maga. El ambiente sagrado del lugar se rodeo por completo a Alucard y a Dominique quien empezó a avanzar por una aterciopelada alfombra hasta donde se distinguía un sarcófago cerrado.

"- Lo... lo lamento - Escuchar esa voz conocida te puso la piel de gallina, no supiste de donde salió hasta que miraste al techo y comprobaste que la situación acababa de complicarse.

El aldeano que te acompañó a entrar al castillo se encontraba anclado al techo, con los brazos extendidos y las piernas juntas, en forma de cruz, sus heridas en muñecas y tobillos sangraban abundantemente, pero no tanto como aquella que tenía en el pecho, una perforación que hacía brotar la sangre que había cubierto casi por completo el sarcófago.

En el momento que el se disculpó, su cabeza dejó de estar en tensión dejándose caer por el peso, Hewman acababa de morir."

Dominique miró al cadáver de su compañero de misión por unos momentos y le atenazó un sentimiento de repugnancia "¿por qué había ido acompañado de semejante imbecil?", pero, muy en el fondo, existía un helado miedo que la paralizaba y que ocultó tras esta cínica fachada. Si Hewman había caído, ella también podía hacerlo, y, ¿sería capaz de despedir su vida tan honorablemente como lo hizo aquel humilde hombre?

Del sarcófago comenzó a emanar una neblina oscura que poco después envolvió al artefacto. Notabas como el suelo estaba vibrando, al igual que el sarcófago en sí.

La niebla se disipó en el mismo instante que un haz de luz amarillento brotó del interior de la "prisión" de Drácula, aquella luz era una proyección del poder oscuro que brotaba del señor de las tinieblas, rompiendo la madera y provocando que el propio techo desapareciera dejando la hermosura de la noche a la vista en todo su esplendor.

Tu cuerpo salió despedido varios metros hacia atrás debido a la fuerza de la liberación de Drácula, parece ser que el ritual que completaba su resurrección había sido completado ¿tendría Hewman algo que ver?

Fue entonces cuando viste la figura del que sería el mayor enemigo al que te enfrentarías jamás. El mismísimo conde Drácula permaneció en silencio, con una mirada fría que iba dedicada a ti, mientras flotaba en el aire con artes místicas, hasta que sus elegantes zapatos tocaron de nuevo el suelo.

Pudiste escuchar la voz de tu enemigo, que complacido se regocijaba ante su llegada de nuevo al mundo de los mortales.

- Y así, una vez más, mi maldición traerá de nuevo el horror y la muerte al mundo del pecado - comentó mientras se quedaba observando el lugar.

- Parece que mi leal lacayo ha hecho bien su cometido trayendo hasta aquí a aquel hombre cuyo poder iba a preparar mi llegada... ¿y quién eres tú? - 

- Una hechicera… Son muchos los que han intentado comparar sus poderes con los míos pero tan solo una familia ha logrado estar a la altura… puedo verlo en su aura señorita… Belnades - dijo mirándote fijamente.

- Puede que en el pasado haya sido derrotado... pero esta vez será distinto, el pecado y la oscuridad en los corazones de los hombres es más fuerte que hace siglos, ¡mi poder ahora es sobrecogedor! - 

Dracula comenzó a caminar hacia ti. - ¡Acabemos con este juego! –

"- Parece que mi leal lacayo ha hecho bien su cometido trayendo hasta aquí a aquel hombre cuyo poder iba a preparar mi llegada... ¿y quién eres tú? -"

- Soy, mi señor, la hechicera encargada de mandarle de vuelta a su abismo. Dominique Belnades - dijo la joven maga mientras volvía a recorrer el oscuro pasaje hasta aquella hórrida criatura.

"- Una hechicera… Son muchos los que han intentado comparar sus poderes con los míos pero tan solo una familia ha logrado estar a la altura… puedo verlo en su aura señorita… Belnades - dijo mirándote fijamente."

- Así es, mi señor. Mi familia a logrado estar a su altura, yo, mostraré que ese límite puede ser rebasado. Yo alcanzaré vuestro poder. Sed agradecido, pues vuestra sabiduría pasará a ser parte de mi conocimiento - espetó mostrando una delgada sonrisa.

"- Puede que en el pasado haya sido derrotado... pero esta vez será distinto, el pecado y la oscuridad en los corazones de los hombres es más fuerte que hace siglos, ¡mi poder ahora es sobrecogedor! -"

Dominique sintió que su momento de luchar había llegado. La magia fluía a través de ella y, de nuevo, comenzó aquel cántico que lanzaría un ataque de hielo al señor del castillo. Pero, "quizá no deba ser así" pensaba Dominique "¿por qué repetir aquel ciclo de muerte y resurrección?"

Un chasquido retumbó en la sala y de las manos de la joven maga un fino rayo blanquecino apuntó al señor del castillo. Pronto, en el cuerpo de Drácula comenzó a formarse pequeños cristales de hielo que desgarraban la piel. Una breve mueca de dolor indicaba que el ataque mágico había herido a aquella demoníaca criatura. Pero, un ligero movimiento bastó para quebrar aquella poderosa magia.

Un estallido arrojó los pequeños cristales en todas direcciones golpeando en las paredes y en la propia Dominique. Tras unos segundos el cuerpo de Drácula e, incluso sus ropas fueron reparándose lentamente, como si nada hubiese impactado en aquel ser.

"No podía ser..." pensaba la joven maga mientras observaba cómo su enemigo se sacudía elegantemente los restos de su hechizo.

Viste como Drácula se despojó de su capa, la cual estaba totalmente destrozada por los ataques recibidos; sus ojos brillaban con más odio que nunca, era un rojo totalmente sanguinario y místico. Entonces alzó sus brazos y comenzó a gritar.

- Nooo conoceees, el verdadeeero poderrr de la oscuridaaaaad - comprobaste pues, como con aquel grito que desbocó toda su ira, el cuerpo de Drácula comenzó a crecer y a transformarse en algo más monstruoso...

La bestia comenzó a volar con ayuda de las alas agrietadas que se habían generado tras su espalda. El mero batir de ellas provocaba pequeñas ráfagas de viento haciendo que moverse fuera bastante complicado. Ahora los ojos de Drácula brillaban con más fuerza que nunca.

Parecía que había perdido su capacidad de hablar, pero no la de provocar sonidos. Comenzó a gemir como lo haría una bestia descontrolada, la batalla final había comenzado.

Dominique se desplazó unos pasos hacia atrás intentando mantener el equilibrio en las ráfagas que provocaba el aleteo de aquella desgarradora criatura que anteriormente había sido Dracula. 

- ¡Alucard! - gritó para llamar a su compañero y que le ayudase en tan peligrosa tarea antes de comenzar de nuevo el cántico que permitiría formar un nuevo hechizo de hielo.

Apuntando hacia el corazón de aquel ser reunió su fuerza mágica dispuesta a arrojar todo el poder que alguna vez poseyó.