Partida Rol por web

El enemigo estaba cerca. Lo supiste nada más levantarte. Sentías su inquietante cercanía mientras te cepillabas los dientes con un palo de avellano desfibrado, mientras te lavabas la cara con el barro corriente que disponía tu piso ocupado, mientras desayunabas unas maxiwoper que robaste anoche del contenedor del O´Donald del centro comercial. Su apestosa proximidad te provoco escalofríos mientras cerrabas con una cadena de bicicleta la puerta de tu casa, lo cual era absurdo porque la puerta tenía un gran agujero tapado con cartón y cinta aislante. Paseaste por el pueblo preguntándote que te alteraba tanto, y finalmente obtuviste la respuesta. A poco te da un jamacuco cuando ves el cartel.

Felicity Happiness Luckyflower

Aclamada autora de

“Siempre habrá un mañana feliz”

Charla gratuita en el centro cultural Heinrich Himmler

Había sectas enemigas: satanistas, góticos, fans de crepúsculo, baptistas, anglicanos,… pero todos ellos tenían un adecuado, aunque insuficiente, respeto por la idea de que todo podía ser una mierda y/o irse a la mierda (o ya lo era). Pero iba a visitar el pueblo un ser sin corazón, pura crueldad. Esa mujer y su eslogan “siempre abra un mañana feliz” era una trampa para almas incautas. La gente siempre dejaba lo de arrepentirse para última hora, si se creían que tenían todo el tiempo del mundo para seguir pecando, cuando llegara el inminente apocalipsis los cogería a todos en bragas. Tenias que hacer algo sobre ello, por el bien de la comunidad.

-Deberíamos matarla. O al menos tirarle una tarta en la cara. O entrar desnudos y gritar la verdad. También podríamos ignorarla y robar unas cervezas y unos anacardos fritos del Maxi-Ahorro y que ardan todos en el fuego eterno por herejes.

- Pancho, eres un genio. Estaba pensando en lo mismo que tú, qué bien nos compenetramos, chiquitín. Esta maldita hereje no debe alimentar más la mente de esa panda de mortales con falsas expectativas. Tú y yo sabemos que el fin está cerca, que el arrepentimiento del individuo será el arrepentimiento del mundo. Es posible que de hoy no pasemos, que el fin del mundo sea hoy mismo. Debemos hacerle alguna putadilla, boicotear su acto... ¿Orinarle su libro allí mismo mientras borra esa asquerosa sonrisita de su repugnante cara? No. Ya sé. Iremos a la charla y entraremos corriendo a gritarle unas cuantas verdades. La gente nos tendrá que hacer caso sin más remedio. Así debe ser. Así nos escucharán.

John y su fiel compañero Pacho, montado en su hombro y entonando entre ambos una agradable ranchera, pusieron rumbo al centro cultural:

- "Con dinero y sin dinero,

no me ducho hasta enero,

¡y mi chatarra es la leeeeeyyyy!"

El profeta avanzo siendo agasajado con las habituales muestras de respeto: gente que se cambiaba de acera, niños que salían corriendo y miradas altivas o compasivas.

El centro cultural de tranquility era, como cualquier centro cultural decente, un edificio moderno hasta el absurdo: techos altos y salas amplias que no había aparato que lograra calentar en invierno o enfriar en verano. Obras de arte moderno por doquier, paredes blancas, espacios vacios y grandes cristaleras. Era tan moderno que en su biblioteca había estanterías a las que no se podía acceder para coger los libros y en su videoteca todas las películas eran finlandesas en VO.

El alcalde declaro el día de su inauguración: Este centro cultural no es para la cultura, ni para las personas, es para la posteridad.

En la puerta de acceso al salón de actos, dos cincuentonas rellenaban tarjetas de cartón para llevar al pecho con un imperdible. Era un gran smily y el nombre del dueño de la tarjeta.

Nadie escapa de su atenta mirada, todo el mundo dice su nombre y ellas lo escriben en una lista y en una tarjeta que entregan para que el susodicho se ponga al pecho. Todo está envuelto de una repugnante patina de felicidad (muchas gracias, gracias a ustedes, que disfrute la presentación, Ya era hora de que viniera alguien con un mensaje tan bonito a la ciudad,...)

John pensó para sus adentros:

- ¡Qué asco de caras de felicidad! ¡Malditos inconscientes! Debo entrar ahí para iluminar su consciencia, deben saber la verdad, deben arrepentirse por sus pecados antes de que sea demasiado tarde para todos.

Pensó que la visión de Pancho sería demasiado impactante para esas personas, cuya inconsciencia parecía provocada por el hecho de que les hubieran cambiado el cerebro por heces de babuino. John agarró con sus mugrientas manos a su fiel compañero, y se lo guardó sigilosamente en un bolsillo de su roída gabardina, mientras le decía en voz baja:

- Shhhh, pequeño. No hagas ruido, estos pecadores gritarían si te vieran. No tienen problema en ver concursos infames por televisión donde todo son sonrisas Profidén y aplausos artificiales, pero un simple ratón portador de la verdad divina les pondría los pelos de punta. ¡Ya veremos la cara que ponen cuando escuchen lo que les voy a decir! Vamos a entrar poniendo buena cara a esas cerdas de las tarjetas para que no sospechen, eso sí no debo decir mi nombre. Diré que me llamo Troll Fakeman. Además, creo que están usando alfileres. Puede que necesitemos luego ese arma tan mortífera si la cosa se pone fea... Vamos allá.

Un placer conocerle señor Troll, ¿es usted de los Fakeman de la granja de pollos o de los fakeman del la heladería? -Te dice a ti

Buena gente los Fakeman– Le dice a la otra.

Pero antes de que esta le responda se vuelve a dirigir a ti. –Yo fuy a clase con þurs Fakeman, el de la granja.

Te acuerdas de þurs, ¿querida? Menuda melenaza tenía en aquella época.

Pero no espera a que le responda sino que vuelve a acosarte. -El local de la heladería Fakeman, antes era una joyería de un abuelo mío.

Mira a su compañera -¿Te acuerdas de la joyería de mi abuelo, querida?-

Una vez más se dirige a ti antes de que la otra responda –Yo fui la primera clienta en la inauguración, me acuerdo que me tome un helado de fresa. Siempre han tenido buen género en esa heladería… Bueno ya verá como disfruta la charla, es una autora excepcional que cambiara su vida. Dele recuerdos a Anónima Fakeman de mi parte si la ve, hasta luego...

Dirigiéndose a su compañera -Que hombre más simpático, se nota que los Fakeman son buena gente, ¿verdad?-

Pero antes de que la otra (o tú) le respondáis a algo, ella ya está atendiendo a otro visitante y tú te has colado en salón de actos con tu tarjeta falsa.

John se encontraba ligeramente nervioso, posiblemente dentro de muy poco fuera su gran momento, su minuto de gloria por toda la eternidad. ¿Cómo acabaría? ¿Gritos? ¿Aplausos? ¿Molido a palos?

"Seguramente me acaben siguiendo como guía espiritual en cuanto les desvele la verdad"

Así que se sentó en primera fila con su sonrisa de bobo, aflojó el alfiler de su tarjeta para poder tenerlo libre en la mano cuando saltase sobre la petarda que iba a hablar y acarició con su mano a Pancho, que seguía metido en su bolsillo, para tratar de transmitirle la tranquilidad que él no tenía.

El centro cultural de Tranquility era, como cualquier centro cultural decente, un edificio moderno hasta el absurdo: techos altos y salas amplias que no había aparato que lograra calentar en invierno o enfriar en verano. Obras de arte moderno por doquier, paredes blancas, espacios vacíos y grandes cristaleras. Era tan moderno que en su biblioteca había estanterías a las que no se podía acceder para coger los libros y en su videoteca todas las películas eran finlandesas en VO.

El alcalde declaro el día de su inauguración: Este centro cultural no es para la cultura, ni para las personas, es para la posteridad.

Era también uno de los pocos lugares "culture-friendely" en una pequeña ciudad que opinaba que los libros no servían más que para calzar mesas y que aquel que empleara palabras cultas debía ser apaleado. Lo más parecido a defender las mentes que hacia el instituto local era obligar a los jugadores del equipo de fútbol a llevar el casco en los partidos. 

En este refugio de tranquilidad se encontraba Stephany King-Lee Cooper con su portátil escribiendo, cuando comenzó el infierno. El hall blanco minimalista fue asaltado por una horda de paletos ruidosos. Pronto se enteró de que una escritora iba a presentar su libro de auto ayuda “Siempre habrá un mañana feliz”. 

Con una mezcla de fascinación por ver a una escritora que, aunque no había ganado ningún premio literario, había vendido quinientos cincuenta mil billones de ejemplares de su libro y de falta de nada mejor que hacer, Stephany se metió en el salón de actos. 

En la puerta, dos marujonas mentalmente muertas, se erigían como gallinas reinas del cotarro. En su mesita junto a la puerta iban dando la bienvenida a todo aquel que entraba en la sala y le preguntaban su nombre para apuntarlo en una tarjeta de cartón donde se veía un gran smily que colocaban en el pecho con un imperdible. Una uniformación encaminada a que todo el mundo supiera el nombre del que tenia delante. 

Stephany King-Lee Cooper -pronuncio y apuntó simultáneamente con el rotulador gordo en su tarjeta- que bien que gente joven también venga a la presentación. Ya veras como tu también tienes un mañana feliz, podrías ser una gran cheft o incluso una escritura. -Se vuelve a su compañera- ¿Te imaginas que una vecina de esta ciudad publicara algo, querida? -Pero antes de que que le responda o tu le grites que ya eres una autora reconocida, está parloteando con el siguiente y la gente te empuja dentro de la sala. 

La sala era un continuo murmuro de gente charloteando sobre como este libro había mejorado su vida:
-Creo que este libro ha hecho más por mi cáncer que la quimio.
-Ahora veo lo feliz que soy, aunque tenga que trabajar 23 horas al día.
-Si solo pudiese llevarme una caja a una isla desierta me llevaría 300 ejemplares de este libro.
-Creo que perder las piernas en Vietnam y los brazos en el trastero es un regalo del destino para que pueda fortalecer mi optimismo superior.

Las dos marujonas pusieron la tarjeta al ultimo de la fila y entraron en la sala tras él cerrando la puerta. Comenzaron los tssshhh de unos a otros y las conversaciones desaparecieron. Cinco horas después, el publico asumió que hacerle tssshhhh a alguien para recriminarle que hubiera hecho tsssshhhh no era buena idea y por fin se hizo el silencio.

Y pim pam y pim pam encima de la lavadora ¡Tres horas! y luego otros dos en la ducha, es que es insaciable. Así no hay quien escriba ya. -Le comenta a su manager antes de apagar su habano, apurar su whisky de 30 años en barril de roble, eructar, tirarse un pedo y girarse para salir al escenario como un ser grácil, puro, etéreo y elegante.

Salió de entre las cortinas, llendo directa al grano que tenia que volver a Seattel, que habia una orgía que no quería perderse. -Depresión, desgracia y miseria,... son la nueva peste se dice. Y yo digo ¡¡eso es mentira y mierda!! Hay quien dice que todo va mal y sabéis que le digo: ¡¡Que le follen!! ¡¡Que un rinoceronte le reviente el orto!! La vida es maravillosa para los optimistas,y una mierda para los pesimistas ¿Es la culpa de la realidad o de sus mentes negativas y enfermas? Yo creo que todos sabemos la respuesta. Son los pesimistas los que hacen que todo sea gris y triste. Si los matáramos a todos, todo seria fantástico. Os vendrán con escusas: que si no tienen dinero ni para comer, que si un alemán caníbal cocinó a su familia y le obligo a ver como los devoraba, que si tienen enfermedades incurables... Pesimistas, -escupe en una escupidera- son la plaga de este país. ¿Que creéis que eran los padres fundadores de los Estados Juntitos, pesimistas u optimistas? Solo el optimismo puede hacernos felices.
 

John, nervioso como un adolescente delante de una prostituta, decidió que era un buen momento para hacer callar a esa cerda embaucadora. Se preparó con toda la sangre fría de la que fue capaz, agarró con la mano el alfiler desabrochado, mientras se guardó en un bolsillo la tarjeta de nombre falso y, sin un plan muy definido que digamos, saltó al escenario de un brinco, agarrando a Pancho para que no saltara de su bolsillo, a la par que pegó un empujón a Felicity para desequilibrarla. Rápidamente, se giró hacia el público, empezando a gritar para tratar de convencerles de que desistieran de ese modo de pensar:

-¡NO LA HAGÁIS CASO! ¡DESDICHADOS, ABANDONAD ESAS CREENCIAS! ¡EL FIN ESTÁ MUY CERCA DE NOSOTROS! ¡TODO SE ACABA! ¡ARREPENTÍOS DE VUESTROS PECADOS ANTES DE QUE SEA TARDE! ¡BORRAD ESAS SONRISAS Y RENDÍOS AL FIN DE TODO! ¡UNÍOS A MI SECTA! ¡YO SOY VUESTRA LUZ!

Stephany tenía el día, oh sí, vaya si lo tenía. Las palabras llegaban con la misma facilidad que las animadoras se bajaban las bragas... sí, "Terror tentacular Dos: mortaldad viscosa avismal" sería una realidad en apenas unos meses. Sus finos dedos tecleaban con frenética celeridad allá bajo, en algún lugar a la sombra de sus tetas. Sus ojos negros fijaban la pantalla donde las líneas crecían como un tubo de donaciones llenándose de sangre negra. Lo tenía, lo tenía, esta a cinco palabras de que se le ocurriera el nombre del nuevo villano. Cuatrotredosu¡¡¡PLANK!!!
Una legión de Tranquipaletos toman al asalto el centro cultural y al pasar se llevan con ellos el nombre de su villano y la inspiración...
Porca miseria
Desde que su anterior libro ganara el premio Tchulhu se había convertido en la escritora preferida de la practica totalidad de los Estados Unidos -salvo de su pueblo de paletos- y, literalmente, los EEUU la andaban buscando para hacerle más entrevistas, fotos y zalamerías. Stephany (Steph para los amigos que no tiene) había huído rápidamente de Nueva York y había vuelto a su pueblo, con mama Cooper y tio Cooper básicamente por una cosa: la tranquilidad.
Algo que aquellos zurullos acababan de cargarse. Con algo de fastidio cerró el portatil y, en el momento que iba a largarse, una de las amigas solteroamargadas de su tia la ve, la reconoce y la pone rápidamente al día.
Así que una timoescritora Steph se frota las manos y con una sonrisa se adentra en la sala. El concierto de flatuléncias ya ha empezado, niños llorando, gente gritando de una parte a otra...
Luego aquella escritorucha empieza a soltar psicología barata adobada de kilos de hipocresía por su bocaza y, cuando Steph está segura de que morirá de aburrimiento, salta un loco al escenario y comienza a gritar y increpar a la gente Al final esto aún se pondrá interesante Piensa divertida y de un salto se sube sobre la silla, señala al loco con el dedo y la mana alrgada, tal como los de la invasión de los ladrones de cuerpos (ojos semi-desorvitados inclusive) y grita: Escuchadle!! escuchadle!! La luz es fuerte en él!! y luego se lanza sobre la multitud como un cantante de rockandrol y empieza a temblar como si entrara en trance.

Había que ser sincero. Por mucho que John gritase cual verdulera en celo, solo parecía haber una persona en la sala que le hiciera verdadero caso. Y, sinceramente, era una oportunidad de oro para sentirse por primera vez (¿o segunda vez? ¿o tercera? Demasiado vino caducado para la memoria...) comprendido y escuchado realmente.

Así que, con certera convicción se dirigió hacia esa mujer que parecía poseída por el espíritu de El Último Guerrero y, cuando estuvo a su lado, le dijo:

- ¿En serio? ¿Tú también lo sabes? ¿Te has dado cuenta también que esta chusma está demasiado ciega para comprender que el fin está cerca? ¿No tienes problema en pensar en tus pecados y arrepentirte de ellos? Si los tienes, claro está, porque yo no.

Tras caer al suelo empujada por el barbudo se levanta, con sangre saliendo de su boca, escupe un diente y le señala. -¡Es un pesimista!

¡Son pesimistas!- concreta señalando a ambos. -Son unos farsantes que pretenden hacernos creer que mañana no habrá un día feliz. ¿Que ganáis contando vuestras sucias mentiras? ¿dinero? ¿fama? ¿poder? ¿sexo? 

¿Por que sembráis la desesperanza en los corazones de esta comunidad pacifica y tranquila?- pregunta con tono de unicornio que hubiera visto un gatito morir. Aunque luego saca un revolver con el que apunta a la cabeza del profeta y en un tono de voz totalmente distinto repregunta -Dime por qué, pendejo, y no se te ocurra venirme con una respuesta chingona wey o te juro por la virgensita de Guadalupe que te corto las pelotas, nomás. 

El publico reacciona como ha sido programado: al oír la palabra pesimista, comienzan a aparecer navajas, cadenas pistolas, provenientes de bolsos, bolsillos y mochilas. Hasta se escucha algún sable láser activándose. 

La vecina respetable mira a su compañera de mesa, que está llamando a la policía, alertandoles de que alguien está boicoteando la presentación del libro. Con un par de pasos se acerca a ella mientras, discretamente, saca del bolso su acordeón. Con un suspiro de lastima se despide de su amiga.
-No podías permanecer callada y quietecita, ¿verdad? 
Le da un buen,y sonoro, golpetazo.

[Accordion sound effect]

-Tenias que meter a la policía en esto, a esa gentuza que sigue un protocolo científico en vez de uno optimista. Durante cincuenta años no has dicho nada ni hecho nada que yo no te dejase. Y justo cuando Felicity ¡Felicity! viene al pueblo tienes que traicionarme... ¡No me repliques! Esto me duele más a mi que a ti. -Procede a arrearle otro golpe que la derrumba.

[Accordion sound effect]

-Mira lo que me obligas a hacer! Mira! Mira y escucha.- Comienza a golpearla sin parar con el instrumento, propinándole una paliza que no termina hasta su muerte.   

[Street artist playing Vivaldi on accordion]
 

Mientras todos están lagrimógenamente abducidos mentalmente por una ultraactuación digna de uno o dos Razzies Steph baja, le roba el arma a la zorra, y se sube otra vez a la silla desde donde acaba el post apuntandola.