Partida Rol por web

Bill cogió al vuelo el rifle y casi en el mismo movimiento apuntó y disparó al rinoceronte que embestía hacia el grupo. Quizás otro tipo se hubiera cagado y optara por salir corriendo pero una de las pocas virtudes que tenía el guía de aquel grupo era que nada le daría más miedo que convertirse en un gallina.

- Bang...- masculló mientras apuntaba. 

Luego apretó el gatillo para que el arma devolviese su propio eco.

Boring veía la situación boquiabierto. Cómo podía haber cometido Lord Cottonwell aquel error fatal. No solo había dejado que disparara su mujer sabiendo lo que un arma de esas dimensiones acarreaba y ni siquiera había escuchado sus advertencias, sino que también había sido poco previsor y no había secundado el disparo de la dama con uno propio. Por una vez estaba de acuerdo con Bill, incluso se alegró de tener aquel guía descarado con ellos cuando vio como disparó al animal con otro gran rifle de manera eficiente. No obstante, no se pensaba quedar parado mientras veía como aquel bicho gigantesco les atacaba por lo que alzó su rifle, apuntó al animal a la cabeza y disparó también.

Estaba al lado de mi esposa preparado con mi rifle tal y como le dije antes de que ella disparase. Por algún motivo, en ningún momento pasó por mi cabeza que ella fallase y tampoco tuve en cuenta la dureza del arma en sí.

En cualquier otro caso no fuera actuado de esa forma, mucho menos teniendo en cuenta mis dotes militares y como cazador, pero algo nublaba ahora mi juicio militar y severo, sin ni si quiera hacerme dudar ante tal acción.

Nunca antes había tenido tal sensación, era una mezcla de embriaguez y locura, que al parecer me hacían volver un tanto excéntrico.

Todo se esfumó rápidamente al ver el estrepitoso fallo de Dorothy, al cual reaccione rápidamente poniéndome delante de ella y apuntando al rinoceronte, sabía que un rifle normal no era lo idóneo para matar a un rinoceronte, pero con suerte podría efectuar otro disparo antes de que nos alcanzara y no podía dejar de intentarlo, además ya escuchaba los rifles de los demás acompañantes y un rifle solo a lo mejor no, pero varios a la vez… había muchas posibilidades.

-¡Quédate detrás de mi hasta nueva orden!- …le dije a Dorothy justo antes de apretar el gatillo, el lado militar del lord volvía a recuperar su sitio….. al menos, de momento.

Aunque está tentado de disparar, se supone que la caza es cosa de Lord Cottonwell y sus acompañantes, de todos modos Costigan prepara el rifle atento al avance del rinoceronte mientras hace un gesto a los otros soldados para que esten listos tambien por si la salva no detiene a la bestia

"dichoso Lord, la mujer hace que actue como un necio, ¿a quien se le ocurre? en cualquier momento invitara a los negros a comer en la mesa"

Con una mueca de disgusto sigue al rinoceronte con la mira del rifle

El disparo de Bill fue certero e impactó de lleno en el rinoceronte... todos contuvieron la respiración con la esperanza de que aquello frenara su carga.

El Lord no estuvo muy fino dejando que la prima lejana del Doctor efectuara el primer disparo. Solo sirvió para asustar al rinoceronte, animal fiero donde los haya. Así que Fondec no tuvo más remedio que agarrar su rifle para aportar un granito de arena. No es que fuera un experto cazando, nada más lejos... pero las balas hacen el mismo daño las dispare quien las dispare.

Por lo que cruzó los dedos, apuntó al animal y apretó el gatillo conteniendo su respiración.

Conforme la bestia se abalanza sobre el grupo de caza a una velocidad cada vez mayor todos responden disparando con mayor o menor éxito.

Lord Cottonwell acierta en el costado del animal que apenas si se inmuta. Con las prisas Boring falla por bien poco su disparo y, tal vez presa del nerviosismo, Fondec en cambio parece estar disparando en una dirección totalmente distinta a la del rinoceronte.

Lo que todos ven sin problemas es como Bill dispara el enorme rifle para elefantes prácticamente sin inmutarse acertando en la cabeza al rinoceronte causándole una herida mortal de necesidad.

Pero pese a estas heridas el rinoceronte sigue su carga enloquecida dispuesto a vender cara su vida, aunque mas parece que no se ha enterado que esta herido de muerte

Lady Cottonwell aguantó bien el retroceso del arma, algo que le sorpendió incluso a ella misma, pero su disparo falló, haciendo reaccionar al animal que ve como su tranquilidad así como su vida están siendo amenazadas. Tras el disparo la reacción de todo el grupo que la acompañan es casi tan fiera como la del animal, seguramente tachando de atrocidad o irresponsabilidad el gesto de amor que había tenido su esposo, ya ella misma había dudado, pero aún así, el gesto la había conmovido en lo más profundo... sin embargo, pudo ser un desastre de no ser por el guía que fue el único que había herido al rinoceronte de gravedad. Sin ser consciente de su propia herida, la bestia continuaba en su obstinación por embestirles.

El rinoceronte se acercaba a ellos. Sin duda su herida era fea y le podía suponer la muerte, pero parecía que el animal no se había enterado. Así que el médico apuntó su rifle, intentando acabar por fin con la vida del monstruoso animal.

-Espero tener mejor puntería esta vez- dijo en voz baja.

La resistencia y fuerza del rinoceronte blanco era bien conocida entre los cazadores, pero verlo en vivo sobrecogía hasta al más veterano soldado… -si no lo veo con mis propios ojos, nunca me creería lo que estoy viendo si me lo contaran- …pensé mientras me preparaba para efectuar otro disparo con la intención de frenar al desbocado animal de casi 3 toneladas, el disparo del guía con el rifle de gran calibre debía haberlo matado, así que no debía aguantar mucho mas o al menos tenía esa esperanza.

Apunté rápidamente y disparé al rinoceronte.

El disparo de Fondec falla una vez mas impactando en el suelo justo después de que el rinoceronte pase por allí. El que si acierta una vez mas es Lord Cottonwell, añadiendo una nueva herida al estado del animal, el cual se ve ya bastante herido, pero insistiendo obtúsamente en su avance

Observo como el rinoceronte avanza imparable sin percatarse de las mortales heridas que le han causado.

Maldita sea. Esto va a acabar muy mal. - pienso mientras apunto al Rinoceronte presto para dispararlo.

- ¡¡Apartense de su camino!! - grito al Lord y a sus acompañantes.

No tengo ganas de que alguno acabe muerto o simplemente herido y aunque la Cacería es cosa de Lord Cottonwell prefiero intervenir antes de tener que lamentar una desgracia.

- Soldados. - digo a los hombres que tenía a mi espalda. Apuntad bien al Rinoceronte y no falleis el disparo.

Dicho esto aprieto el gatillo y noto el ligero retroceso de mi Rifle apoyado en el hombro. Me encanta esta sensación.

Bill ignoró a Costigan. Siguió allí plantado apuntando al rinoceronte con el rifle como si estuviera en una barraca de feria en lugar de encontrarse en el camino de la embestida del formidable unicornio. En su fuero interno rezaba para que el rifle normal bastase para causar la herida definitiva al ya maltrecho monstruo.

El disparo de Costigan hace una nueva herida en el cuerpo del rinoceronte, aunque su paso es tambaleante nada parece detenerle hasta que Bill le dispara por el costado. El animal da dos pasos mas, se tambalea como si dudara y cae de costado, aun consciente. Intenta levantarse unas veces mas pero en cada ocasión las patas le fallan y vuelve a caer. En el suelo pero aun consciente el animal va muriendo lentamente

En cuanto el rinoceronte cae los porteadores empiezan a sacar de sus fardos una gran sierra

Bill sonríe mientras se acerca al enorme monstruo. Por un momento parece dispuesto a poner una pierna encima de la cabeza del titán malherido pero en lugar de ello apunta con cuidado una vez más y remata el dolor de la bestia.

- Sin rencores... tú también intentaste matarme.- le dice al rinoceronte mientras contempla como los nativos se acercan prestos con la sierra para cercenar el cuerno - Ha sido realmente emocionante Lady Cottonwell. Veo que es una mujer de armas tomar... aunque a veces es mejor mirar que arriesgar la vida de los demás por un vano deseo de parecerse a un hombre. Si Dios hubiera querido que las mujeres lideraran expediciones de caza sería Eva quien habría puesto la costilla.