Partida Rol por web

Por fin el rinoceronte ha caído. Ha faltado muy poco para que este día acabe en tragedia.

- Buen disparo Bill. Si no llega a ser por tus disparos... - digo mientras me acerco al grupo dejando el final de la frase en el aire.

Observo a Lady Cottonwell a medida que me acerco. Espero que esto les sirva de lección y la próxima vez hagan caso a los profesionales. Aunque por lo menos ella sabe disparar no como otros. - pienso mientras miro a Fondec.

Lady Cottonwell estaba abrumada por la escena, seguramente su adrenalina recorría todo su pequeño cuerpo en un rápido y ajetreado camino contrarrestando el miedo, el calor y la falta de experiencia.

Cuando vio como el majestuoso animal cayó, se sintió terriblemente aliviada, pues si hubiera causado algún daño todos habrían echado la culpa a su tiro fallido, o lo que era aún peor, a la decisión de su esposo.

Se acercó para mirarlo más de cerca, comprobando tristemente que seguía vivo, hasta que el guía "machote", como lo mentaba en su cabeza, disparó un tiro mortal. Al parecer tenía compasión, algo que iba a alabarle cuando soltó por esa boquita palabras hostiles, como era de esperar.

Un suspiro salió de la boca de Lady Cottonwell, quien prefirió contener su instinto (ahora edulcorado con la adrenalina) y apelar a su buena educación, Es cierto Señor Harthower. Solo espero que no tenga que agradecerme un buen tiro más adelante.

Se volvió a buscar con la mirada a su esposo, pues ya no había peligro y sin duda tendrían que hablar de lo sucedido, antes de que le convencieran de que no debía siquiera dejarme salir del campamento.

Fondec observó impotente como el rinoceronte cayó sin haber, digamos, participado directamente en su muerte. Como aficionado a la caza aquello casi le ofendía, pero agradeció de que al menos nadie resultara herido.

La caza era algo distinta a la idea que se había hecho. Él creía que consistía en una actividad noble, un león o un oso contra un humano, donde un tiro de gracia o un zarpazo acababa con uno de los dos. Pero la forma en la que masacraron al rinoceronte era demasiado sangriento para su gusto. Aún así, sabía que el cuerno y la cabeza de esos bichos era un bien preciado y se enorgulleció de haber visto como se conseguían.

-¿Estáis todos bien?- era lo único que le quedaba. Si no era bueno en la caza al menos serviría de ayuda con lo que sabía hacer. Cuidar de los demás.

Bill era un presuntuoso prepotente pero en aquel momento Boring le habría dado un abrazo. La mala bestia podía haberlos matado a todos de no ser por su buena puntería y la de Costigan. Se dio cuenta entonces de como había perdido su puntería desde la guerra. Se maldijo por ello. En ese momento escuchó las palabras de Lady Cottonwell y se quedó con ganas de contestar "¿Aun tiene ganas de hablar? Por poco ocurre una desgracia por su culpa. Debería haberse quedado tomando te en el campamento." Seguramente todos pensaban lo mismo pero nadie lo diría explicitamente delante de su marido. Debían quedarse con las palabras del guía a las que no dudo en sumarse: - Si, Lady Cottonwell, no creo que este sea sitio para una señora. - Dijo señalando con las manos a su alrededor. Tras lo cual no dudo en dejar la escopeta en el suelo y acercarse al rinoceronte muerto a sacarle unas cuantas fotos. Tras ello sacaría el bloc y haría unas mediciones y unas anotaciones. Recordó que ese era su trabajo.

Los porteadores se acercan al rinoceronte caido con la gran sierra esperando para hacer su trabajo, y las indicaciones de su jefe.

Tembaqui va hasta donde esta Lord Cottonwell, si desaprueba la actuación o la presencia de la mujer nada en su cara lo muestra

-bwana quiere el cuerno del rinoceronte o toda la cabeza como trofeo?-

William se limitó a sonreirle a la señora Cottonwell. La satisfacción de haber logrado aquel trofeo y la adrenalina del riesgo le impedían entrever las connotaciones de la frase de Dorothy.

- El día que una mujer tenga que salvarme preferiré sin duda estar muerto.- sentenció sin perder esa sonrisa perfecta - Señor Cottonwell... yo le recomendaría la cabeza entera. Por el momento aún no tenemos problema de carga para los porteadores y un trofeo así no se consigue todos los días. Es usted un hombre muy afortunado.- dijo sin dejar de mirar a Lady Cottonwell.

Una gran sensación de alivio me invadió al ver caer al rinoceronte sin que éste hiriera a nadie.

Al escuchar los comentarios de unos y otros sobre mi esposa, me aguante contestarles, ya que la situación básicamente la había provocado yo y era comprensible su enfado, además no quería alargar mas el momento y de tener que poner las cosas en su sitio, prefería hacerlo en frio.

Solo no pude contener responder al último comentario de Bill, pero no sin antes responder a Tembaqui… -Nos llevaremos la cabeza Tembaqui… aahh y señor Harthower, debería hablar más con su compañero, así a lo mejor se hubiera enterado de que muy probablemente, de no ser por el certero disparo de mi señora, el señor Farewell no estaría entre nosotros, no niegue la ayuda de una mujer, cuando esta sabe manejar bien un arma, todos cometemos fallos haciendo cosas que sabemos… y si no, pregúnteselo al señor Farewell-

Sabía que no era ni el lugar ni el momento para discutir sobre el tema, así que me dirigí junto a mi esposa… -¿estás bien querida?, no te preocupes, cualquiera podía fallar ese disparo- …le dije para tranquilizarla un poco.

Boring terminó de hacer las fotos cuando oyó unas palabras que le inquietaron de Lord Cottonwell o más bien que le faltaron decir. No cabía duda de que había sido un irresponsable con lo de su señora pero Boring no pensaba que le faltase honor ni valentía. Pero no había dicho nada de cederle la cabeza a Bill solo había dicho que se la llevaba. Y tosos sabían que apropiarse de la cabeza de un animal que uno no había cazado era una deshonra propia de cobardes. Boring movió la cabeza y sonrió... se sentía un estúpido. El Lord estaba enfadado por las palabras del guía, no dudaba que se la cedería más adelante. - Por favor, Tembaqui, cuando la tengas cortada déjame sacarle una foto junto a Bill. De todas formas decidió darle un empujoncito al Lord, no le gustaría tener que escribir ese mal detalle en su crónica.

- Estoy bien, Querido, dijo quitándole importancia, pero se acercó para hacer la conversación algo más íntima y evitar que el resto de expedición se enterara. Aunque en un principio iba a insistirle que podía seguir, casi atónita contempló como respondía a regañadientes al guía y marcaba su territorio, dejando claro que ella era importante y no la iban a dejar en el campamento. Aquello la enorgulleció mucho, algo que su sonrisa a su señor esposo mostró en todo su esplendor, sin embargo, tenía que decirle algo lo antes posible. Edmund, no te quedes la cabeza de ese animal, dásela al guía, la ha matado él, no quiero una pieza que no hayamos matado tú o yo. quizás sus palabras salieron sin pensar y parecían más un capricho que un razonamiento, pero no le faltaba razón por ello.

- Jim es muy particular... es de esos que dicen que todos somos iguales, incluso los negros.- dijo sin ningún pudor delante de Tembaqui, que era el único que entendía el idioma inglés - A él pueden salvarlo las mujeres... e incluso los niños si es necesario. Es buen chico pero tiene sus defectos, como todos.

Curiosamente cuando Boring se dispuso a sacarle la foto Jim levantó una mano cubriéndose el rostro.

- No señor Boring. Le agradezco el detalle pero no salgo muy bien en las fotos.

Parecía un tanto azorado. Se apartó rápidamente del animal muerto y se mezcló con los porteadores para revisar los preparativos del transporte del trofeo. Parecía mentira que a un bravucón como aquel no le gustarán las fotos en las que poder contemplarse triunfalmente.

Fondec no veía con buenos ojos el desarrollo de la conversación. Y es que, lejana o no, hablaban mal de un familiar suyo y eso le molestaba. No obstante, Fondec tiende a ser sensato y sabe que nada de lo que diga ayudará a su pobre prima ya que aquellos hombres tenían las ideas grabadas a fuego pasara lo que pasara.

Así que cambió de conversación y se ofreció a acompañar a lady Cottonwell en la foto.

-Si no le importa- dijo con formalismos a pesar de los lazos familiares- me gustaría salir con usted en esa foto. Sería como un recuerdo familiar.

"Aunque ninguno de los dos ayudáramos mucho a cazar ese espléndido espécimen" pensó el médico.

-Tranquila querida, no tengo intención de quedarme la cabeza de ese rinoceronte, no es un momento que quisiera recordar cada vez que la mirara- …respondo a Dorothy con tranquilidad… -si el señor Harthower no la quisiera, cualquiera de los que han contribuido a derribarlo puede quedársela, es lo justo- …dicho esto, me dirijo a Bill.

-Cuando estén preparados los porteadores me gustaría continuar con la expedición e ir en busca de esos elefantes, al fin y al cabo, era a lo que veníamos- …luego me retire levemente del grupo a ojear la extensa sabana africana, necesitaba ausentarme un poco y meditar sobre lo sucedido, claro está, nunca sin olvidar donde estaba y perder la precaución.

En cuanto los porteadores inician su sangrienta labor (de forma muy eficaz, eso si) Tembaqui vuelve donde esta Lord Cottonwell, si ha escuchado el comentario de Bill sobre los negros no da la menor muestra de ello

-estará listo en cinco minutos. El rastro de los elefantes es claro. Los jefes blancos deberían beber ahora, sol estará alto en poco tiempo-

Boring miró extrañado a Fontec. Pese a sentirse decepcionado e intrigado por la negativa de Bill a salir en la foto, no contemplaba hacer otra foto junto al trofeo con nadie. Más que con obligación que como deseo, accedió: - De acuerdo doctor, pónganse usted y lady Cottonwell allí. Les señaló el lugar donde el sol no influyera en la iluminación de la fotografía. Mientras se disponía pensó que no la publicaría pues podría llevar a confusión sobre la autoría de la caza, aunque quizás se la quedase para contar aquel curioso día como anécdota a sus amigos. Seguro que se sorprenderían mucho. También pensó en porque Bill había salido casi huyendo de la foto. Pensó que quizás no le interesase que en Inglaterra supiesen donde se encontraba. Estaría bien investigar sobre ello.

Miraba a mi esposo alejarse mientras me casi arrastraban junto al pobre animal para hacerme una fotografía junto a mi primo. Simplemente sonreí, no a la cámara sino al pensar que mi marido hacía lo correcto entregando el trofeo, además de ver que mi primo comenzaba a acercarse más a mí. Apenas presté atención al guía y su inesperada timidez ante las cámaras.

- Gracias, dije a ambos tras la toma de la instantánea, Señor Boring, por favor, no publique esta foto, me gustaría comprársela para tenerla de recuerdo. Aunque no era un momento para recordar, el tener una foto con mi primo la hacía importante.

Escuché a Tembaqui después insistir en que debíamos parar para descansar y beber algo, así que aproveché el descanso para hablar con mi primo: Fondy, no es necesario que seas tan cortés, sonrió, me siento vieja cuando me tratas con tanta educación. rió divertida. Tratando de olvidar todo lo que había pasado con el rinoceronte.

Tras llegar hasta donde está el grupo simplemente me apoyo en un árbol y espero a que toda esa parafernalia acabe.

Esto va a ser más duro de lo que pensaba. Menuda perdida de tiempo tener que hacer de canguro de estos ... - pienso mientras miro y escucho al grupo hablar, y decir una gran cantidad de sandeces.

Espero que cuando encontremos a los Elefantes tengan más puntería. No me gustaría encontrarme enmedio de una estampida de ellos.

- ¿Van a tardar mucho en hacer las fotos? - digo mientas doy un trago de agua.

Sonrió para posar en la foto y respondió a la petición de su prima de ser menos formal.

-Como deseéis- dijo parándose al final de la frase al darse cuenta que seguía haciendo lo mismo- quiero decir, vale, eso haré.

Pero en realidad no estaba aquí solo para conocer a su prima, la caza también le atraía bastante, por lo que se preparó para seguir.

-Bien, vayamos a por esos elefantes.

Boring frunció el ceño cuando Lady Cottonwell pidió comprarle la foto. Le hubiera gustado quedársela pero estaba claro que no se podía negar a los deseos de la dama...al fin y al cabo, estaba allí porque había sido invitado por el Lord. - No, Lady Cottonwell, ¿cómo voy a cobrarle por ella? En cuanto esté revelada hará que se la manden. Estaba seguro de qu eel periódico no pondría muchas trabas para ello pese al alto coste de cada fotografía. Comenzó a guardar las piezas cuando oyó a Costigan apresunrándoles a seguir...- Yo estoy listo ya. - Dijo escuetamente.

Una vez todo esta preparado para continuar emprendéis la marcha tras el rastro de los elefantes. Aun teneis que caminar casi una hora hasta que los guias os indican que os detengáis y guardéis silencio

Tembaqui indica a Lord Cottonwell y Bill que le sigan y se asoma casi a rastras por sobre una pequeña colina. Al otro lado hay un grupo de elefantes, cinco adultos y dos crias. Tembaqui señala al mas grande

-ese ser macho, los otros hembras. Muy agresivos si se ataca crias. Hay que separar al macho. Porteadores hacen ruido y grupo se marcha-

Lo dice mas como una propuesta que como el plan a seguir, esperando instrucciones

Boring se quedó mirando a Tembaqui pensativo. No sabía si el hombre había dicho de hacer ruido para asustarlos o no hacer ruido. - En mi opinión Lord Cottonwell deberíamos hacer ruido de alguna manera - titubeó un momento - o mejor aun, deberíamos disparar al macho desde lejos con uno de esos rifles potentes sin que sepan desde donde les viene. Si cae, las hembras no se van a quedar a esperarlo y si huyen la manada irá por un lado y él por otro. No tendremos más que seguir a un animal herido. De hecho me resulta extraño que lo mantengan junto a ellas...lo normal sería que no le dejaran acercarse a sus crías. - Desde luego, Boring pensaba que aquella situación era muy rara. Si el macho, como decía Tembaqui, era adulto, no debería estar allí. Tendría que haberlo expulsado. - Sonrió al grupo y dijo: - Otra opción es que tengan ustedes unos cuantos ratones escondidos...sería una buena opción para montar un revuelo entre ellos.