Partida Rol por web

Molly se despertó sobresaltada por las voces.- ¿Habéis oído milady? ¿Qué estará sucediendo?.- Comenzó a vestirse y a ayudar a su señora a lo mismo para salir a averiguar qué sucedía. Una dama y una señorita no debía salir en camisón de dormir sin una buena razón.

Después de curar las heridas de Farewell había pasado un rato con él para ver si se recuperaba adecuadamente. Una vez seguro de que estaba a salvo, se separó de él para descansar. Sin embargo, de noche algo alteró su sueño, unos gritos. Sin duda, para bien o para mal, este viaje no iba a estar falto de imprevistos.

-¿Ocurre algo?- dice levantándose y dirigiéndose al lugar de los gritos. No cree que la cosa sea una de esas que necesitan de su intervención, aunque nunca se sabe. Además, sentía cierta curiosidad por ver qué le había despertado.

Tembaqui pasa un rato hablando con el adolescente  en un dialecto que no conocéis para nada, aunque os dais cuenta de que intercalan palabras en portugués de tanto en tanto. Mientras lo hace la chica y la niña asienten de vez en cuando y se les ve muy asustadas.

En contraste la anciana parece muy tranquila y ni siquiera parece seguir la conversación

Finalmente Tembaqui se dirige a Jim, aunque habla para todos

-esta gente viene de un poblado en la selva, no lejos de aquí, dicen que poblado fue atacado por guerreros fang. Muy raro que lleguen tan lejos de su territorio. Dicen que se dirigían a la misión de jesuitas. Gente peligrosa los fang, caníbales los fang-

El guía intenta girar rápidamente, pero es evidente por la palidez de su cara y lo rígido de sus extremidades que el mero movimiento lo llena de un dolor terrible. Alguien puede buscar al Lord? Creo que aquí hay algo nueva para que tome una decisión... 

Y luego agrega: Y alguien tiene un cigarrillo? Aunque me salga humo por las entrañas, necesito tabaco. 

Herbert escuchó lo que decía tembaqui. En esos momentos tenía la sensación de haber viajado en el pasado y estar viviendo otra época, pues todo le estaba resultando muy raro, desde el día que desembarcó. Pero le estaba gustando, pues había venido a por nuevas experiencias y es lo que estaba consiguiendo.

Se acercó a Jim y le ofreció uno de sus cigarros que ya tenía liado. Casi le colocó en la boca y le encendió una cerilla cerca de él.

- Respire, hermano.. - comentó irónicamente.

- Gracias, le contestó el guía mientras expulsaba el humo por la nariz. Buen tabaco, le comentó apreciativo. 

Caníbales... - musitó Maurice entre dientes. Al llegar a Sudáfrica había oido historias terribles sobre hombres negros que vivían en el interior de la selva y cazaban tanto a animales como a otros hombres para comérselos. Pensó que aquello eran historias pasadas y que ahora simplemente estana intentando asustar al hombre europeo. Desgraciadamente, en una misión que le fue encomendada, tuvo que ver con sus propios ojos el osario que guardaba una tribu caníbal. Algunos huesos incluso estaban raídos. Fue horrbile.

Lo que tenía claro Boring es que al día siguiente pediría prestado un rifle y un puñal. Antes que ser devorado prefería luchar. Llevaría la cámara también, pero se la ataría al cuello con un cuerda.

Salgo de la tienda de campaña un tanto somnoliento, pero alertado por los gritos y voces… ¿Qué es lo que está pasando?, ¿a qué vienen estos gritos y esas discusiones tan molestas? …digo mientras me acerco al corrillo que se había formado.

Alguien me puso un poco al tanto de lo acontecido… -¿guerreros Fang?, no se quienes son, pero supongo, por lo que comentáis, que son muy hostiles- …digo aún un poco aturdido por el despertar mientras cojo una cantimplora y vacío un poco de agua en mi mano para echármela por la cara y despejarme.

-No es una situación que nos afecte directamente y a priori de nuestra incumbencia, pero como buenos cristianos que somos, no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras una humilde misión de Jesuitas corre peligro y tenemos la opción de ayudarles- …explico mientras me acerco a Dean… -¿Qué opina usted señor Costigan?, podríamos ir con algunos de sus hombres y ahuyentar a esos desalmados, no creo que tengan mucho que hacer contra armas de fuego, seguramente se asusten antes de tener que usarlas contra ellos, si realmente viven tan apartados del mundo, se asustaran al no saber qué es lo que ocurre.

Me acerco al oído de Costigan brevemente y le susurro… -si algo se con seguridad, es que nunca hay que menospreciar al enemigo, pero no hay necesidad de asustar mas al resto de la expedición, en especial a mi esposa-

- No lo sé, Molly, pero salgamos a ver qué ocurre. tras adecentarse un poco y cambiarse de ropa las dos mujeres salieron a ver qué ocurría...

En ese momento Lord Cottonwell daba instrucciones al Señor Costigan: ¿Qué ocurre Edmund? ¿Qué ha pasado?

Dorothy estaba algo alterada y somnolienta, pero era consciente de la gravedad de la situación. Por un momento quiso acercarse a las mujeres que habían llegado de fuera, pero esperó a que su marido le indicara que podía hacerlo.

 Los recién llegados hablan nerviosamente entre ellos en su idioma, parecen discutir por algo y están muy nerviosos. La mujer mayor sigue sin decir nada

 Compruebas con cierta sorpresa que entiendes un poco el idioma de los recién llegados. Es una variante del Ekoi que aprendiste junto a tu hermano

La chica dice que han de seguir alejándose de allí mientras el muchacho opina que estarán mas seguros junto a los hombres blancos. La niña dice poco, pero parece muy asustada y quiere irse a casa

Jim buscó algún asiento o bulto para sentarse. Como usted diga, Lord Cottonwell. Si quiere llevarse a sus soldados para asistir a la misión, podemos esperarlo aquí a reanudar su cacería. Los guías y los porteadores, claro. Eso sí, cuando nuestras provisiones solo alcancen para el viaje de vuelta, nos iremos, como sabrá entender. La mirada en sus ojos no dejaba lugar a dudas: le habían pagado para incluso arriesgar su vida en la sabana, no ser un héroe. 

- Con las provisiones actuales, diría que podemos esperarlos hasta una semana, antes de iniciar el regreso a la misión, completó Jim. 

El doctor no tenía muchos conocimientos de la cultura y las hostilidades locales, ni tenía una razón contundente para ir. Pero ya se quedó sin salir en la caza del día anterior, y tenía ganas de aventura. Porque no había ido allí para quedarse en una cabaña.

-Si fueron atacados podría haber algún herido. Me sentiría mal si no les ayudo pudiéndolo haber hecho. Si ustedes van, yo también- dijo justificando su presencia. Pero el caso es que tenía ganas de estirar las piernas, y si podía ayudar a alguien en el proceso, mejor.

Hablar de caníbales era de hablar cosas demasiados serias. Sus vidas corrían peligro de acabar entre terribles sufrimientos si caían en manos de esos salvajes. Estuvo tentado a fingir ciertas molestias y quedarse en el campamento pero su orgullo como exmilitar e inglés no podía permitirlo. Haría su trabajo como periodista y sacaría las fotos pertinentes pero se mantendría alerta en todo momento. - A mi me gustaría ir también, señor Cottonwell. Pero pediría que se me fueran asignados un rifle y un cuchillo. Tengo nocions de utilizarlos y en una misión así podrían ser necesarias.

Ahora encima tener cuidar de un grupo de misioneros demasiado estúpidos para quedarse en la parte civilizada de africa. Al menos el Lord le pregunta su opinión, menos mal

-Dividirnos es una mala opción, tenemos pocos soldados para defender dos grupos. Pero ir todos a esa misión es una opción incluso peor. Formamos un grupo demasiado numeroso y llamativo, sabrían que nos acercamos con tiempo de sobra para prepararnos una emboscada. En general ir a ayudar a esa misión es una mala idea, y es imposible llegar allí antes que los fang-

Hace una mueca de disgusto sincera, le encantaría abatir a algunos de esos salvajes, desde que empezó este viaje ha tenido que soportar demasiados negros, y encima el lord no le había dejado castigar al que le ataco, semejante locura solo podía ser obra de una mujer, y es que traer mujeres a algo así era un error total

-además, no creo que esos fang ataquen la misión, esto es una guerra entre tribus, puede que quieran esclavos, comida o mear en su parte del rio, no deberíamos meternos en esto-

Acaba su exposición con una sonrisa y un asentimiento de suficiencia, como quien explica algo evidente a un niño

La mujer escarificada, hasta ahora callada, habla.

-Ya kuwinda wanaume na vita, hakuna wa kwamba masuala linapokuja uwindaji chango. Wachunguzi Msitu na wawindaji kuwa mawindo-

Su voz es seca y profunda, y aunque no entendéis lo que dice un escalofrío recorre vuestras columnas. Veis que Tembaqui se queda con la boca abierta por sus palabras, con algo mas que miedo en su cara

Los muchachos jóvenes se abrazan asustados y la niña pequeña echa a llorar