Partida Rol por web

Nadie había respondido su pregunta, es más, seguramente nadie la había escuchado, porque seguía con el palel en la mano sin que nadie la mirara, y seguían hablando de la estatua esa, y de que la habían transportado, y que había gente muerta, y seguía sin entender nada de lo que estaba pasando, pero salir de la nave no era una opción viable, por lo menos aquí tenían una posibilidad de sobrevivir, o algo. Así que guardó de nuevo el papel en el petate y se encogió de hombros. Cada vez tenía más ganas de irse a un sitio tranquilo y sacar el objeto. Pero claro, eso significaría quedarse sola en este sitio de locos.

-¿Entonces, a dónde vamos? - Dijo con un hilo de voz.

Cuando Dayne se guardó de nuevo el papel, Ilias se percató de su presencia.

-Perdón, con los nervios no te había oído. - Se disculpó humildemente el monje. - ¿Que es este papel y que tiene escrito?

Nicarius cogió el arma que le tendió el capitán. Cuando la fe no convence es el momento de utilizar métodos más contundentes. Eso solía decirlo el hermano Karrasp, quien no sorprendió a nadie cuando se alistó en la orden de los Hermanos de Batalla. El joven acólito no era tan expeditivo pero en estos momentos agradeció el objeto que le tendía el capitán.

Antes de continuar se aproximó también a Daynee para observar el papel.

Y cuando ya había guardado de nuevo el papel, y escucharon su voz, se fijaron que había dicho algo. Volvió a encojerse de hombros.

-Lo encontré en el bolsillo de un traje de un sargento, ese que estaba en la sala de tripulación, está en un idioma que desconocemos...

Volvió a sacar el papel, ahora un poco más arrugado, y lo extendió un poco con ambas manos, con cuidado de no romperlo.

-Es este...

La mujer mostró un papel arrugado. Tenía escritas unas treinta líneas en un lenguaje desconocido para todos. Era una grafía curvilínea (tipo Script) y muy elaborada.

Ilias miro el papel con ojos dubitativos y luego esperó la opinión del Eskatonico.

Nicarius miró el papel pero, por desgracia, comprendía lo mismo que los demás: nada.

- No tengo ni idea.- confesó - No es una lengua que conozca.

- Entonces, no hay mucho mas por ver. - Dijo Ilias mientras emprendía el camino hacia la estatua.

- Guarda el papel para mas tarde, quien sabe si podremos descifrar su contenido mas adelante. -

-Sugiero que vayamos, con mucho cuidado, a la bodega -dijo el magistrado. Por una vez no comenzó a hacer el gesto de andar, tan decidido como era, como excepción, estaba esperando el consenso. Tal vez fuera que necesitaba algunos guardaespaldas y que cuantos más fueran más difícil sería que le acertaran... Tal vez era que, como cabía esperar, incluso alguien como Ulrich Cestmir, se estaba poniendo nervioso- Por cierto, esta es una pregunta a los acostumbrados a ir en naves espaciales: si esta nave estuviera despegando, ¿notaríais alguna vibración o algo? Lo digo porque empiezo a temerme que eso también era una treta... 

Se encogió de hombros de nuevo, mirando alternativamente a los novicios, ellos tampoco podían leer eso. Guardó el papel en el petate, cuidando que no se rompiera, por si acaso. Miró a su alrededor, preocupada, no le gustaba esta nave, decididamente, no se internaría sola en ella, por si acaso.

-Yo no se de naves, y menos de naves de otras razas... magistrado.- Se la estaba guardando, los insultos de hacia un rato, pero por el momento mejor sería intentar llevarse bien, además, parecía un poco nervioso, quizás no era tan máquina pensante como lo había creído en un principio.

El piloto meneó la cabeza a ambos lados rápidamente.

—Eso se lo puedo asegurar yo, Sr. Cestmir. Con toda seguridad esta nave está en movimiento.

El hombre parecía muy seguro de sus palabras y el capitán asintió con un leve gesto a la afirmación de su compañero.

El grupo se encaminó hacia las plantas bajas. La franja que indicaba el área en la que se encontraban cambió del azul al naranja unos niveles más abajo. Ulrich y Daynee recordaron la representación esquemática de la nave que habían visto en el anterior nivel y concluyeron que al final de este nivel estarían las bodegas de carga.

Nivel 5, rezaba la una placa colgada junto al ascensor. Habían descendido 21 niveles para llegar aquí y había, por lo menos otros tantos por encima del que procedían. La magnificencia de la nave cada vez era más evidente.

El capitán Moss abrió la marcha a través del nivel. Algunas puertas semiabiertas indicaban que el nivel naranja correspondía a los pasajes de clase más baja. Continuaron el camino hasta la válvula que daba acceso a las bodegas de carga. El código de color cambiaba a rojo en esta zona.

La válvula se encontraba abierta y desconectada. Daba acceso a un gigantesco espacio que ocupaba el tamaño de cinco plantas hacia abajo. Una escalera junto a la pared bajaba de forma circular a la vez que daba acceso a ciertas cámaras de seguridad distribuidas por la pared. En la parte de abajo de dejaba ver la estatua y el resto de pertenencias que venían en la Persius Omega.

Un vistazo más atento revelo la presencia de un monje sentado en el suelo con la espalda junto a una pared. Parecía estar manipulando algo pero la distancia era demasiada para poder ver qué era.

Ilias agarró fuerte el lanzallamas para si, mientras hizo un gesto en silencio al resto del grupo señalando al monje.

Luego con precaución, se acercó hacia el, listo para defenderse en caso de que fuera necesario ... pero dejandole la oportunidad al otro, pues esperaba que almenos les pudiera explicar algo de lo que pasaba.

Nicarius se sentía fuera de lugar: él no era un hombre de acción... Al menos no de acciones violentas. Sin embargo aferró su arma e intentó imitar el aplomo del avestita mientras se aproximaban a aquel extraño individuo.

Se apoyó en la barandilla, y miró hacia abajo, ¿qué hacía un monje aquí? La verdad, no entendía nada, nada de nada. Pero a lo mejor podía averiguar si esrahostil o no, sólo a lo mejor. Otras veces le había ayudado, esta no tendría por qué ser diferente. Y quizás, sólo quizás, podía hacer que el monje avestita usara su lanzallamas.

Había aprendido demasiado joven que la violencia sólo engendraba más violencia.

Acechar no era lo suyo, así que el Cara Gris prefirió dejar paso a los hombres de acción, más acostumbrados a tales temas. Una escalera de caracol siempre tendía a hacer mucho más ruido del deseado y tal vez fuera ese momento el único en el pudieran sorprender al monje y aclarar algunas cosas. Además, sabe el Pacreator lo que estaría manejando ese tipo allí abajo, tal vez fuera algo peligroso. Un gesto claro de silencio, su largo dedo llevado a los labios, sería todo lo que haría para conseguir que las cosas funcionaran. Al menos de momento.

El Avestita avanzó escalera abajo, lentamente, un piso y luego otro más. Cuando estaba a punto de llegar al último piso el hombre si giró hacia el grupo sobresaltado.

—¡Uf! Me habían asustado —dijo terminándose de girar.

Ahora todo el grupo podía verle. Estaba herido en una pierna y estaba manipulando un pequeño teclado que colgaba de una pequeña máquina pensante que reposaba en el suelo. 

Se trataba de un monje, a todas luces un Hermano de Batalla. Levantó los brazos ante el amenazante lanzallamas de Ilias. Escrutó a todo el grupo y detuvo la mirada sobre el monje Eskatónico.

—El Pancreator me avisó de tu presencia, novicio —dijo dirigiéndose a Nicarius.

Ilias permaneció en silencio, acariciando el gatillo del arma y conteniendo años de adoctrinamiento para darle tiempo a ese supuesto monje. Esperaba la respuesta de Nicarius ... pues seguramente estaba mas dotado para las palabras que el.