Partida Rol por web

La Persius Omega es una nave contrabandista Hazred capitaneada por Jacob Moss, un diestro humano que hace tiempo perteneció a los Aurigas.

A bordo de la nave viajan dos pilotos, tres artilleros el capitán y vosotros. La Persius Omega es una nave de contrabando así que no acostumbra a llevar viajeros aunque por un módico precio...

Os encontráis dentro de la nave, por un motivo u otro, y el capitán Moss os habla antes del despegue.

—Bueno, ya sabéis lo que hay, ¿vale? En menos de medio minuto levanto este trasto del suelo así que ya estáis avisados.

Poco después la nave despega de Byzantium Secundus en dirección a Madoc. En mucho menos tiempo al que hubierais imaginado la nave enciende sus motores de salto preparada para atravesar el portal de salto hacia Madoc.

Poco después de realizar el salto comenzáis a notar un ataque sobre la nave. El ajetreo de la nave junto con la agresiva voz del capitán os hace confirmar que estáis siendo víctimas de un ataque.

—Levon, maldito capullo, saca la nave de su puta linea de fuego. ¡Vamos joder, vamos! —grita el capitán a uno de los pilotos.

Poco después notáis un par de impactos sin importancia de la nave y una maniobra pone a tiro la nave pirata y todo vuelve a la calma.

—Capitán, hemos sufrido daños —habla uno de los artilleros—, hemos perdido un condensador Flaston, tenemos que tomar tierra.

A ver que te parece esta idea, si crees que se me va la olla o lo que sea ya buscaré otra idea, no hay problema. Ademas, como no se si será demasiado extrema (en reglas) o inadecuada, tampoco voy a profundizar mucho en este post ... será una especie de resumen, si me das el visto bueno, entonces profundizo mas el personaje.

La idea es la de llevar a un Avestita, uno que durante sus años de iniciación demostró ser un inquisidor temible y muy a menudo inadecuado. Totalmente volcado en su causa inquisitorial, terminó siendo destinado durante unos años para luchar en Estigma contra la invasión simbionte. Después de sus años de servicio en ese maldito planeta volvió con una actitud muy diferente ... mas callado, reservado y mucho menos impetuoso.

Aunque sus superiores estaban contentos con ese cambio de actitud, la verdad ocultaba algo mas siniestro, el Avestita había caído presa de los simbionetes y lo habían convertido en uno de ellos, condición con la que no estaba precisamente contento. Consiguió escapar y de alguna forma milagrosa consiguió ocultar su estado hasta largarse de ese planeta, con la esperanza de encontrar alguna solución a su estado.

Su llegada a Byzantium Secundus no fue muy agradable, sus hermanos Avestitas comenzaron a sospechar de el ... se había vuelto demasiado compasivo, permisivo y poco severo ... su actual condición había causado un cambio de 180º a su visión del mundo, la gente ya no le parecía tan pecaminosa ... al fin y al cabo, su pecado lo había encontrado a el, no al revés. La situación fue empeorando hasta que algunos de sus hermanos empezaron ha hablar a sus espaldas.

Finalmente 2 de sus hermanos Avestitas tuvieron una conversación privada con el ... la cosa no fue bien, no fue nada bien.

Después de asesinar a sus dos hermanos, se convirtió en un fugitivo (aunque aun no lo habían inculpado, creía que no tardarían en hacerlo) y busco algún método rápido para salir del planeta con alguien que no realizara preguntas. Jacob Moss parecía el tipo indicado ... pago su pasaje, subió a bordo de la Persius y observó como el planeta se empequeñecía a medida que un poco de calma volvía a su corazón.

Ya me dirás alguna cosa.

Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Zebulonis, et Palamedis, et Sancta Ecclesiae. Amen.

El cuchillo de punta hueca abandona la blanda garganta del blasfemo Attrius Arcan. Me aparto con un rápido y grácil movimiento para evitar que su sangre arterial manche mis sencillas ropas negras de monje.

Esta ha sido una misión sencilla, demasiado para tantos años de arduo entrenamiento. Velozmente abandono el escenario del crimen en el Cruce de Puentes de las Verónicas, cambiando frecuentemente de calles y usando una sucesión de transportes públicos. Tan sólo un experto hubiera podido seguirme.

Llegado a mi hotel, el viejo Gloriam Adusta Maevina, asciendo los doscientos pisos en un ascensor turbobala que permitiría una bella panorámica de la ciudad, si no fuera por esa turbia niebla. Oscura como la conciencia de la Humanidad. Nuestro es el deber de limpiarla, aunque deba ser con sangre.

En mi sencilla y pequeña habitación, propia de un ejecutivo de rango intermedio del séquito de algún directivo excéntrico, abro mi maletín, el maletín que siempre debe acompañarme. Dentro hay un altar plegable, velas, aceite consagrado, un aparato de auto-tatuaje. Lo necesario para un rito de purificación. Pues incluso por Su Gloria, he pecado.

Dos horas de oración ante el altar y las velas, rezando en posición genuflexa mientras mi alma postrada suplica si no el perdón, al menos la gracia que me permita continuar a Su servicio.

En la cara interna de mi antebrazo izquierdo la máquina tatuadora dibuja un pequeño círculo. La primera víctima, la primera misión cumplida, el primer hereje expurgado en secreto. La necesidad de mi tarea es tan sagrada, que es incuestionable.

Ahora deberé aguardar el mensaje con mi siguiente misión. Un agente como yo es como una vela, una vez encendida debe seguir ardiendo, consumiéndose lenta o rápidamente según el deber lo requiera.

La espera es una dura prueba, quizá de las peores. Casi una semana permanezco encerrado en mi habitación, aguardando mientras esquivo las orgiásticas fiestas de la nobleza decadente que de continuo se celebran en estas plantas del hotel. Por suerte, la carne no me tienta. La impaciencia, y a veces el orgullo, esos son los pútridos pecados que roen mi alma, como gusanos en una manzana demasiado madura.

Finalmente llega. El Agente de la Iglesia es silencioso, y el sobre se desliza bajo la puerta en mitad de la madrugada. Pese a todo lo oigo y aguardo a que sus silenciosos pasos se alejen por el pasillo antes de levantarme del cómodo lecho (debo fingir ser lo que no soy a fin de cuentas).

El sobre contiene diversos documentos: Pasaje en una pequeña nave con destino a Madoc, la Persius Omega. Algo de dinero. Documentación de identidad falsa a nombre de Troy Equitum. Una fotografía de mi próxima víctima, Andro Sforza, supuesto hombre de negocios, otro blasfemo que debe ser expurgado por Su Gloria.

Mi nave parte mañana. Sforza, pronto te reunirás con tu Creador.

Lo sabía. No debería haber pagado mi pasaje para ir en una nave contrabandista, pero no se me ocurrió una mejor manera de abandonar el sistema sin ser detectado. Y mi superior fue tajante en eso: nadie debería conocer mi marcha. El deavaneo de la nave intentando esquivar los disparos hace que esté a punto de caer al suelo. Maldita sea... ¡Contrabandistas! ¿En qué estaba pensando? El caso es que debo tener cuidado. ¿Qué haré con la caja si nos capturan? ¿Debería destruirla? ¿Puedo siquiera destruirla?

Intento alejarme un poco de los demás y reviso mis pertenencias. No son demasiadas: el relicario de mi madre, unos cuantos libros de religión... y la caja. Una pequeña caja de madera sellada de forma que nadie puede abrirla. ¡Ni siquiera yo! No sé que ritual habrá utilizado el Padre Malakias pero es muy poderoso. La miro sin curiosidad pero con preocupación: debe ser entregado a otro hermano de la Orden Eskatónika en Madoc: Limper Semperius. Un Hermano de Batalla. Él debe llevarla a su destino final, donde quiera que sea. No hago preguntas... un joven novicio no suele hacer preguntas cuando le encomiendan una misión tan importante. ¿Y por qué a mí? Recuerdo las palabras del Padre Malakias: nadie sospechará de un novicio de aspecto frágil que casi no alcanza a afeitarse. Pensarán que tu viaje es una locura de la juventud, una búsqueda de tu fe en el Pancreator, una iniciación de mejora en nuestra orden. Escuchar y obedecer: nuestra Orden no es tan estricta como la Ortodoxa, pero no había demasiado que preguntar.

Por un momento recordé lo que mis padres decían cuando abandoné mi planeta natal Delphi y dirigirme a Bizantium Secundus: era el orgullo de la familia. De un simple granjero a un iniciado en la capital del Imperio. ¡No debía fallarles! Y no lo haría, claro que no. Llevaría esta caja ante Semperius y regresaría luego para informar al padre Malakias. ¿Y si nos capturaban? Volví a mirar la caja con preocupación. ¡Algo se me ocurriría!

-Correr se me da bien, demasiado bien, estoy cansada de que me persigan a todas horas. Los soldados imperiales, los guardias de las diferentes zonas, los matones de los que debo pasta… no es culpa mía, en serio. Pero de algo tengo que vivir ¿no?

La mujer sonríe enseñando una dentadura blanca bien cuidada, curioso teniendo en cuenta sus ropajes desastrados y bastante amplios, que disimulan sus formas. El cabello azabache y corto se le pega al cráneo como un casquete. Los ojos verdes miran inquisitivamente y no dejan de observar a su alrededor con un tinte nervioso. No es demasiado alta, pero tampoco baja, sus rasgos son finos, aunque endurecidos por la vida que lleva.

-No, no conocí a mi madre, tampoco a mi padre, ¿qué más da? Los orfanatos del Imperio son buenos sitios para vivir si te portas bien, malos si te portas mal. Como en todos los sitios, supongo. Me encontraron un trabajo en una de las fábricas, pero no me gustaba, así que lo dejé. ¿Qué a qué me dedico? A lo que puedo, a lo que puedo. Nunca he tenido que vender mi cuerpo, por lo menos no por dinero, pero si que alguna vez lo he tenido que hacer para no terminar con mis huesos en prisión.

La Persius Omega es una nave contrabandista Hazred capitaneada por Jacob Moss, un diestro humano que hace tiempo perteneció a los Aurigas.

-Tengo que salir de este planeta. No, no voy a dar explicaciones, no es asunto tuyo. Tengo el dinero. ¿Me llevarás? Me da igual dónde sea, mientras sea lejos de aquí. Si, llevo armas, claro, si no fuera por eso me habrían matado más de una vez, y más de dos. Puedo pagarte más por no darte explicaciones.

A bordo de la nave viajan dos pilotos, tres artilleros el capitán y vosotros. La Persius Omega es una nave de contrabando así que no acostumbra a llevar viajeros aunque por un módico precio...

-Gracias, capitán, que los dioses te lo paguen. Quizás algún día te cuente el por qué. ¿Puedo quedarme hasta que salgamos? Lo se, queda un día entero, lo pagaré, aquí tienes, tengo palabra, aunque no valga mucho.

Os encontráis dentro de la nave, por un motivo u otro, y el capitán Moss os habla antes del despegue.

—Bueno, ya sabéis lo que hay, ¿vale? En menos de medio minuto levanto este trasto del suelo así que ya estáis avisados.

“Que si, que si, eres un tío majo, más majo que lo que he podido encontrarme allí fuera, no puedo decirte lo que llevo entre mi ropa, lo que he robado, no quiero morir, y si me pillan, me matarán. Lo siento, soy un peligro para esta nave, pero es un viaje corto y no pasará nada”

Poco después la nave despega de Byzantium Secundus en dirección a Madoc. En mucho menos tiempo al que hubierais imaginado la nave enciende sus motores de salto preparada para atravesar el portal de salto hacia Madoc.

Poco después de realizar el salto comenzáis a notar un ataque sobre la nave. El ajetreo de la nave junto con la agresiva voz del capitán os hace confirmar que estáis siendo víctimas de un ataque.

La mujer mira a su alrededor como asustada, sus manos se mueven frenéticamente por debajo del manto, no se ven, pero se nota. “Me han encontrado y nos están atacando, mierda, no debería haber puesto en peligro a esta gente, no tienen la culpa de nada. Pero no puedo pedir más favores, ya debo demasiados en demasiado poco tiempo, por favor, dioses, haced que salgamos de aquí”.

—Levon, maldito capullo, saca la nave de su puta linea de fuego. ¡Vamos joder, vamos! —grita el capitán a uno de los pilotos.

Poco después notáis un par de impactos sin importancia de la nave y una maniobra pone a tiro la nave pirata y todo vuelve a la calma.

—Capitán, hemos sufrido daños —habla uno de los artilleros—, hemos perdido un condensador Flaston, tenemos que tomar tierra.

“Menos mal, sólo una nave pirata, aunque podría ser de… no, mejor no pensar en ello, ¿dónde vamos a aterrizar?”. La mujer mira al resto de pasajeros. “No puedo fiarme de nadie, no debo, Kfinn murió por mi culpa, pero volveré y me vengaré, lo juro”.

La puerta a la gran Sala de Reuniones del ala este se abrió inesperadamente.

-¡Buenos dias padre! Me han dicho que querias verme.

Sin levantar la vista de los papeles con los que estaba trabajando, pero sin ocultar un gran suspiro de disgusto ante la forma de entrar en la habitación de su hija, coge un pequeño sobre cerrado que descansa sobre la esquina de su gran mesa y se lo lanza al vuelo.

-Te he dicho miles de veces que llames antes de entrar. [B]
-[B]Si, si, ya lo se. –le responde en un tono que pretende ser cansado por escuchar lo mismo decenas de veces - ¿Qué es esto? –le contesta distraídamente mientras que lo mira a contraluz intentando ver que contiene.

El hombre levanta su mirada y la fija sobre la muchacha sentada enfrente de el. Se recuesta lentamente en el sillón de cuero, levanta sus manos y deja descansar en su barbilla sus dos dedos índices, pensativo, evaluando tal vez si lo que esta a punto de hacer será o no, lo correcto.

-Hemos tenido noticias de un nuevo planeta. Según parece dispone de unos recursos naturales que pueden llevarnos a adquirir un papel importante en su comercialización...más que importante, se podría calificar de único. Esto nos daría un peso en la Corte mas grande que el que podríamos imaginar hace tan solo un par de semanas. Si establecemos un asentamiento de nuestra Casa en ese planeta, lo haremos nuestro y ya todo será cuestión de tiempo.

El hombre hace una pausa, intentando ver el efecto que causan sus palabras. La muchacha mira el sobre, moviéndolo de un lado a otro. Ninguna marca, nada escrito en el. Un perfecto sobre anónimo.

-¿Y este sobre que tiene que ver con ese planeta? –pregunta sin el mas leve asomo de curiosidad.

-Para poder establecer ese asentamiento tenemos preparada una nave de exploración. Irá delante de la oficial, y se encargara de comprobar que los datos de los que disponemos, son ciertos. Conforme nos los confirmen, yo mismo partiré hacia allí y reclamaré ese planeta como de nuestra familia, estableciendo la primera colonia.

-En ese sobre van las coordenadas de ese planeta. La forma más segura hacérselas llegar a la nave exploradora es en mano, nada de métodos artificiales propensos al espionaje, ni nada de intermediarios. Nadie debe conocer lo que planeamos, asi evitaremos que nadie se adelante.

La muchacha deja de mover el sobre y ahora si, ese ultimo comentario ha producido un poco mas de interés en la conversación.

-Déjame que adivine –dice poniendo cara de circunstancias - ¡tengo que llevarlo yo a esa nave!

El hombre asiente sin hacer más comentarios. La muchacha ríe incrédula ante la proposición.

-Papa, nunca me has considerado digna de...¿nada? Soy tu niña, tu pequeña, nada mas. ¿Por qué no se lo das a Julius, estará contento de hacer feliz de nuevo a papá con una más de sus gestas y proezas en post de una Casa Familiar mas poderosa. Y a mi sígueme buscando un maridito, ¿o es que ese apuesto tipejo de la Casa Decados ya no es suficiente para tu hija? –Con coraje tira la carta sobre la mesa y se levanta, dando media vuelta y dirigiendo sus pasos hacia la puerta – No soy una vulgar recadera.

-Sabes que tu hermano esta ocupado. Es imposible que el vaya a llevar las coordenadas. Tienes que llevarlas tu. –contesta secamente el hombre.

Una vez alcanzada la puerta, una idea cruza la mente de la muchacha y, sin volverse, plantea sus condiciones – Si llevo esas coordenadas a esa dichosa nave, ¿dejaras de intentar que ese repelente Decados se interese por mi?

El hombre sonríe ante la proposición.

–En tu dormitorio han dejado todo lo necesario para el viaje. No debes parecer una noble, nadie puede reconocerte y, ni mucho menos, saber cual es tu misión. Partes esta misma tarde.

El hombre da por terminada la conversación y se levanta, dirigiéndose hacia la misma puerta en la que la muchacha esta esperando tomar una decisión. Al llegar junto a ella abre la puerta y la vuelve a mirar.

-[B]¿A que Ducados te refieres? –y, con una sonrisa irónica, abandona la habitación.

Con dos grandes zancadas, la muchacha se acerca a la mesa y recoge el sobre –Me arrepentiré de esto, no se porque, pero sé que me arrepentiré...

Al llegar a su dormitorio encuentra encima de la cama un paquete. Abriéndolo descubre ropas de viaje sin ningún tipo de lujos y de una tela mas o menos normal, nada llamativa. Un sobre con dinero y un afilado cuchillo, envueltos en un papel de seda, y un pase de embarque en una nave, la Persius Omega. Una pequeña nota acompaña todo el paquete “Puerto espacial de Madoc, hangar cuatro-alfa, nave espacial Clase C Austral Uno. Marc Stantoc te estara esperando.”

Cinco minutos mas tarde, la muchacha se mira en el espejo y un gesto de contrariedad aparece en su rostro –Menuda pinta...parezco una vulgar hembra de Vuldrok...El espero refleja a una muchacha de un metro sesenta mas o menos, rubia y con los ojos verdes, con perfectas formas, quizás un poco mas estilizadas de lo normal a causa de las horas de entrenamiento recibidas.

Recoge una pequeña mochila que llevará en su pequeño viaje y guarda el sobre a buen recaudo entre sus ropas, en un bolsillo oculto que descubrió dentro de la chaqueta de viaje. El cuchillo en su bota derecha, donde fácilmente podrá sacarlo si es necesario.

Media hora mas tarde, en el puerto estelar de Byzantium Secundos, mira curiosa la nave llamada Persius Omega e incrédula, revisa el nombre que aparece en el pase de embarque. Es la misma nave. Y tiene toda la pinta de ser una vulgar nave de transporte de mercancías

- Genial, mi padre se lo ha currado bien para que nadie me reconozca ni sospeche de mi...espero que esta nave sea capaz de llegar a Madoc...

Un hombre sale en ese momento de la nave y se dirige hacia la muchacha con andares rudos.

-[B]Si tienes pase para montar en esta nave, enséñamelo y, si no lo tienes, largo de aquí, no nos gustan los mirones.

Con su mano, la muchacha pone el pase de embarque delante de las narices del hombre.

-Lo siento, pero creo que voy con vosotros.

Espera un par de segundos para que el hombre lea bien el pase y comienza a andar directamente hacia la rampa de entrada de la nave.

Al entrar, ve a gente trabajando para el despegue y un hombre, que posteriormente sabria que es el capitán, se acerca a ella y le quita el pase de la mano. Leyendolo la mira de arriba abajo y asiente, dándose la vuelta y mirando a otras personas que ya estaban dentro de la nave.

—Bueno, ya sabéis lo que hay, ¿vale? En menos de medio minuto levanto este trasto del suelo así que ya estáis avisados.

Poco después la nave despega de Byzantium Secundus en dirección a Madoc. En mucho menos tiempo al que hubierais imaginado la nave enciende sus motores de salto preparada para atravesar el portal de salto hacia Madoc.

Poco después de realizar el salto comenzáis a notar un ataque sobre la nave. El ajetreo de la nave junto con la agresiva voz del capitán os hace confirmar que estáis siendo víctimas de un ataque.

—Levon, maldito capullo, saca la nave de su puta linea de fuego. ¡Vamos joder, vamos! —grita el capitán a uno de los pilotos.

La muchacha se agarra fuertemente a su asiento, los nudillos blancos como la nieve, un grito luchando por salir de su garganta. El miedo pintado en su rostro.

Poco después notáis un par de impactos sin importancia de la nave y una maniobra pone a tiro la nave pirata y todo vuelve a la calma.

—Capitán, hemos sufrido daños —habla uno de los artilleros—, hemos perdido un condensador Flaston, tenemos que tomar tierra.

Después de ese comentario, el silencio se hace en la nave. La muchacha intenta controlar su respiración y, poco a poco, va recuperando la normalidad, aunque al hablar su voz muestra aun parte del miedo que la ha envuelto durante estos ultimos minutos.

- ¿No sabeis arreglar esa cosa aquí? ¿Supongo que gente como ustedes deberian saber arreglar ese Flanoseque sin tener que perder tiempo en tomar tierra. ¿No?

No debí jamás aceptar esa misión- pensaba Sean mientras la nave se zarandeaba al entrar en el espacio normal despues del salto.
Se pusó una vez más de pie en medio del camarote, auqnue parecía más una caja de cartón que un habitaculo, nada fuera de lo que estaba acostumbrado.
Esta pesadilla había empezado semanas atrás cuando había sido introducido en una reunión con Hideki, vaya un nombre más absurdo, seguramente no era el suyo. esta reunión que no era otra cosa que una negociación el tal Hideki queria contratarlo para matar a un hombre, aunque no pedi el motivo, el noble o eso parecía, estaba muy orgulloso de poder vengarse y pagaba bien a la Asamblea por ese encargo, el gremio no lo había seleccionado a él, pero debia algunos favores y no estaba de más saldar algunas cuentas, y ese trabajo no parecía dificil, hasta ahora...
De vuelta a la realidad, se dirigio con paso cansino hacia la sala de mando, queria saber que ocurria...

Camina por el embarcadero, ilegal seguramente, puesto que la nave en la que viajará es de contrabando. Según le han dicho, ya han pagado al capitán para que pueda embarcar en la nave y llegar a Madoc, de forma segura, según ellos también. 

-Desde cuándo viajar en una nave contrabandista es seguro? - se pregunta nada más verla, a lo lejos.

Si eso es una nave segura, llena de contrabandistas y con agentes del Imperio, de las Casas, de la Liga y de la Iglesia, por no hablar de los piratas espaciales, dispuestos a pararles los pies y encarcelarlos, entonces que la parta un rayo en ese mismo momento.

Casi antes de poner un pie sobre el interior de la nave, un hombre, quizá un miembro de la tripulación, la detiene, quizá preguntándose que hace una chica como yo viajando en una nave como esa, pero eso es solo asunto mío y de los que me han mandado a hacer este trabajito.

-Me dejas pasar? Mi Casa ya le ha pagado a tu capitán para que yo pueda viajar en esta nave... si no quieres que mi Casa os entregue a las autoridades... es mejor que me dejes pasar... - la chica alza una ceja, manteniendo su postura de superioridad... todo el mundo sabe que a un Decados, por mucho que pertenezca al escalafón de la casa, no se le hace enfadar.

Kira entra dentro de la nave aunque no sabe muy bien si es por que ha intimidado a ese tipo o, simplemente, por que ya había pagado el precio del viaje... aunque eso no importa ahora... Se sienta en uno de los sitios libres que hay, por que parece que hay mas pasajeros en ese lugar, y espera impaciente a que comience el viaje... cuanto antes acabara, antes volvería a su vida normal...

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Parece que todo está en orden. La nave hace rato que ha despegado y ahora solo queda pasar por el portal de salto... cuando lo crucen, estará más cerca de volver a casa. Pero antes hay que llegar a Madoc...

De pronto, toda la nave se tambalea. La voz del capitán les alerta que están siendo atacados.

-¿Cómo?¿Un ataque? No se suponía que la ruta era segura!?

Por suerte está sentada en su sitio y con los cinturones de seguridad abrochados... sí, nunca le han gustado mucho los viajes espaciales.

Aguanta como puede los tambaleos de la nave hasta que por fin cesan... aunque la nave ha hecho un ruidito bastante raro al recibir los impactos en el casco... y encima, dicen que van a tener que tomar tierra en algún sitio... 

Ya está... su misión a la mierda... con las ganas que tenía de volver a casa y estar tranquila...

Camina por el suelo asfaltado de la calle, dirigiéndose sin demora hacia la nave que la llevará a través de un portal de salto hacia Madoc, su destino. La verdad es que se siente un poco fastidiada por tener que hacer ese viaje y más si se lo ordenan desde las altas esferas de su Casa, los Decados. 

-"Ve a Madoc y ve al Bar "Media Noche"... allí un tipo se te acercará y...". Bah! Eso es lo que me dijeron... pero me da pereza hacer esto... no tenían a otra persona? Bueno... es lógico... si soy el último eslabón de la cadena... A quien van a enviar para un trabajo así? Si me cogen siempre pueden decir que no me conocen... 

Se ajusta bien la chaqueta de cuero, larga hasta las rodillas, mientras se acerca al lugar de embarque. Lleva poco menos que una bolsa de viaje con las pocas cosas que se ha llevado de su casa. Alguna muda de ropa y poco más. No es de las que son coquetas... A lo lejos puede ver ya la nave en la que hará su viaje. 

-A quién se le ocurre enviarme en esta nave para una misión que, según ellos, es importantísima? Por dios... si a los contrabandistas los busca todo dios... Las Casas, la Liga, la Iglesia... si no nos atrapan habrá que comenzar a creer que si existe un dios...

Se acerca a la nave, pero como es lógico, hay alguien allí para detenerla. No se pueden permitir que entre en la nave alguien que no debe. El jefe de su Casa le había dicho, la última vez que habló con ella, que dijese que va en nombre de la casa Decados y que ya ha pagado el precio por el transporte.

Kira, mira al hombre alzando una ceja, pensándose si decírselo a ese hombre o no... 

-Mi Casa ha hablado con el capitán y ha pagado por mi pasaje en esta nave... creo que sería bueno para ti, no hacerme enfadar y dejarme pasar... yo no poseo el encanto natural de los de mi Casa... quizá te suene... es Decados...

El hombre la deja pasar, aunque no se sabe bien si por haber dicho la casa a la que pertenece o por decir que ya ha pagado el pasaje hacia Madoc en esa nave... que seguramente será lo segundo. Ya en el interior de la nave, se sienta en uno de los asientos que quedan libres. Se ve que los contrabandistas hacen también bastante negocio llevando a gente de forma ilegal en sus naves, por que allí hay unos cuantos mas que parecen viajeros... En cierta forma es una forma de hacer contrabando...

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Parece que todo va bien. Han despegado sin problemas y se han internado en el portal de salto también sin problemas, pero, nada más salir de ese agujero de gusano que son los portales, un banda de piratas espaciales los ataca... Esos piratas si que son listos... esperar a que una nave salga de un salto y atacarla con las defensas bajas... eso si son buenos estrategas...

-Un ataque!? Pero esta ruta no era segura!?

Exactamente... esa ruta ERA segura antes, pero AHORA es algo diferente... los piratas tienen que ganarse la vida también... Por suerte para todos, la nave consigue salir de su linea de tiro con lo que parecen unos leves impactos en el casco de la nave... que por mucho parecer no significa que sea verdad...

—Capitán, hemos sufrido daños —habla uno de los hombres, quizá un artilleros—, hemos perdido un condensador Flaston, tenemos que tomar tierra.

-Lo que faltaba... - murmura Kira...

Ella que tenía ganas de volver pronto a casa y recuperar su vida normal... ahora se tiene que quedar estancada en un planeta, seguramente, falto de vida civilizada y/o inteligente... 

Su nombre es Ulrich, Ulrich Cestmir, magistrado del grupo Marxant. Su historia resulta anómala para la pertenencia a este gremio, pues sus padres eran nobles y no magistrados. La suya era una casa menor asimilada (algunos dirían aniquilada) por los al-Malik, la casi desaparecida casa Cestmir de Istakhr, y habían logrado conservar tras siglos de enfrentamientos y catástrofes un feudo empobrecido, pero no supieron abandonar sus hábitos nobiliarios opulentos y desmesuradamente caros para el nivel de vida que realmente podían mantener. De esta manera los embargos financieros acabaron con lo que siglos de guerras y enfrentamientos no habían logrado. Pese a todo lo señores Cestmir lograrían que su primogénito, Erik, fuera adoptado en la casa al-Malik como escudero (sin demasiadas esperanzas de pasar de ahí) y Alger, el mediano, comenzaría sus pasos en la Iglesia. Sin embargo, al tercero, el más joven e inteligente de los tres, le tocó la diatriba de elegir su futuro a los 13 años de edad. No lo dudó, sería miembro del gremio que había logrado arrebatarle el feudo a su propia familia sin levantar una sola arma. 

Pero Ulrich abordó la Persius Omega de incógnito, su misión precisando total discreción. Bajo su custodia hay un cargamento de gran valor, más valioso de lo que la mayoría de los ciudadanos pudiera siquiera soñar con ganar a lo largo de toda su vida: un extraño artefacto alienígena cuyo exterior sólo parece una estatua, aunque se cree que se trata más bien de un sarcófago. No se sabe qué contiene, hasta el momento se ha resistido a todos los intentos de escrutinio. Desde luego no es de simple roca... Un par de semanas después de su misteriosa aparición en Byzantium Secundus el gremio de carroñeros había logrado subastarla, resultando ganador un poderoso y adinerado noble al-Malik. Éste solicitó el traslado de la mercancía a Madoc, presumiblemente para seguir su estudio lejos de la mirada poco transigente de la Iglesia.

A partir del momento de la compra la estatua pasó a manos de los caras grises: contrato de compra-venta (con algunas cláusulas especiales), seguros, contrato de transporte, custodia... incluso el dinero que se empleó en la transacción provenía de los avales de uno de las numerosas entidades de crédito de los magistrados. El artefacto era legalmente del marqués Abbas Labîb al-Malik, pero en la práctica estaba bajo el control absoluto del grupo Marxant.

Dicen que los caras grises no luchan contra su fama de tacaños, sino por que no les quiten su dinero. También dicen que hasta las mejores casas tienen trapos sucios. No se dan cuenta de lo muy acertadas que son estas afirmaciones: los Marxant, sabiendo los peligros de robo a los que se enfrentaban y los enormes gastos necesarios para asegurar la mercancía, decidieron hacer un envío fantasma paralelo al embarque discreto del artefacto en una nave contrabandista fiable y que ofrecería sus servicios por un precio mucho más módico. Una comitiva más adecuada estaría esperando en el espacio-puerto de destino. Y todo ello sin aparecer registrado en libro contable alguno...

Pero para asegurarse de que el trabajo se hacia correctamente, necesitaban a alguien de confianza, fiel... y preparado. Ulrich era la mejor opción disponible: intachable miembro del gremio de Magistrados, probadamente fiel al grupo Marxant, con amplios conocimientos sobre artefactos alienígenas, entrenado en las artes de la defensa personal y, sobre todo, con una ambición que llevaba a pensar que haría cualquier cosa por que la empresa llegara a buen puerto. Apenas pesaba ya en su contra su atípica ascendencia nobiliaria.

Bueno, como te puse en el primer topico el Personaje se llamaria Erik Lemos, al ser entusiasta de sistemas informaticos me parecio que la mejor clase es la de Ingeniero, dentro de la historia el seria uno de los tripulantes y ha cogido el vuelo para ir a ver a su familia (a quien no ve hace 15 años). Ha elegido un vuelo en una nave de contrabando ya que recientemente fue involucrado en un problema legal (se ha metido en los pantalones de la esposa de un senador), y si bien piensa que no corre peligro le parecio lo mas oportuno, mas rapido y mas seguro. en la anterior descripción olvide poner que tenia 35 años.

INFORME DE INTELIGENCIA IMPERIAL

-NºRef.: N.H.13.550/4.996

-Informador/a: Hermenegilda León.

-Fecha: 4.996, tercer año del
Reinado de Alexius Hawkwood.

-Sujeto de la investigación:
Íñigo-Andrés Brigante Gurov de Buendía.

-Descripción física: en torno a
los 190cm de altura, unos 90kg de peso, constitución atlética, tez pálida,
mejillas con tendencia a sonrojarse, nariz prominente, ceño adusto, semblante
severo. Sus ojos grisáceos destacan tal vez como uno de los pocos rasgos
atractivos de su rostro, aunque suelen dar la impresión de ser fríos y
calculadores. Aunque en la “civilización” viste ropas nobles y elegantes,
incluyendo guantes, capa y espada, sus colores suelen ser oscuros y a menudo
hay cuero entre ellas. Raramente se adorna con algo más que un collar de plata,
pero no deja nunca de acompañarle el anillo del sol amaneciendo sobre una
montaña símbolo de Buendía, ni tampoco una elegante (y más que probablemente
efectiva) pistola de mango de hueso y plata.

-Rasgos de personalidad
destacables: inteligente y buen estratega, adiestrado para dirigir unidades,
pero incapaz de darles cohesión dada su falta de carisma personal. Funciona
mejor solo, como comando. Poderosa fuerza de voluntad. Poco dado a frecuentar
la corte, prefiere la jungla o la montaña. Idealista escarmentado por las
situaciones vividas, hasta los sucesos en Byzantium Secundus creía fielmente en
los valores Hazat de Gloria en las armas, Orgullo y Lealtad; ahora debe creer
menos en la Lealtad de otros y ser más individualista todavía.

-Historial: el joven señor de
Buendía es un Hazat nativo de Sutek, perteneciente a la rama Brigante del
planeta, dueños de unos pocos señoríos. Su familia, los Brigante, tiene
fuertes lazos con los Decados del planeta y son los señores de las escarpadas
montañas de Buendía. Su feudo se refugia en su posición bien protegida y un
tanto apartada que le permite dominar los pasos comerciales entre las montañas
y a la vez mantenerse al margen de casi todos los enfrentamientos, lo que
permitía que Buendía medrase mientras los demás se debilitasen entre ellos. Una
política de alianzas matrimoniales acertadas les llevó a un rápido medrar
político. La última de estas alianzas hizo que su madre fuera una Decados de la
familia Gurov. Tal estrategia hizo que cuando las contiendas se extendieron más
allá del planeta durante la guerra contra el emperador Alexius, su padre,
Víctor-Andrés, se viera forzado a abandonar el planeta seguido de numerosas
tropas. Jamás regresaría (más datos sobre Víctor-Andrés Brigante aquí). Siendo
el único hijo varón vivo de la pareja (Sutek es un planeta duro, el
entrenamiento Hazat más duro todavía y los enemigos no tienen remordimientos en
acabar con quien pueden) y contando tan sólo con 16 años de edad, su madre
prohibió que le acompañara a la campaña. Adiestrado desde la más tierna
infancia para ser un explorador de montañas y junglas, Íñigo-Andrés pronto había
sobresalido como francotirador e incursor, y sus conocimientos de tácticas y liderazgo
lo convertían ya en un comandante capaz, de manera que el no poder participar
en la guerra lo frustró sobremanera. De esta manera, acabada la guerra y ya con
mayoría de edad y como señor de Buendía, reunió los restos del ejército de su
padre y la nueva generación con la que él mismo había compartido entrenamiento
y se dirigió a Byzantium Secundus para ofrecer sus servicios al emperador y
poder obtener la gloria en batalla que le había sido negada. Una mezcla entre
resentimiento de los veteranos Hazat y de la inexperiencia y bravuconería de
los nuevos reclutas hizo que estallara una reyerta en la propia capital que
Íñigo no fue capaz de controlar. Responsable indirecto de varios homicidios de
sus hombres así como de la formación de una nueva bandería nobiliaria en el
marco de las trifulcas e intrigas imperiales (cuyo papel como formador es más
que discutible y ciertamente no encaja con la personalidad del sujeto
investigado), además de varios homicidios cometidos por él mismo, Íñigo huyó de
toda responsabilidad y no afrontó honrosamente su merecido castigo. Fue visto
por última vez en el astro-puerto de Byzantium Secundus embarcando en la nave
contrabandista “Persius Omega” con destino en Madoc. Se sospecha que su salida
hacia Madoc podría estar relacionada con un contrato mercenario por parte de
miembros de la Liga. Pese a todo es probable que una oferta de perdón adjunta a
una oportunidad de obtener gloria militar atrajera al joven Hazat de nuevo
hacia el emperador, dejando los malos recuerdos de la bandería en Byzantium
Secundus como un episodio trágico.