Mommsen empieza a estar harto de todas estas situaciones tan tensas. Le parece cuanto menos curioso que sus atacantes se empeñen en atacarles al aire libre. Eso sólo puede significar que han sabido esconderse hasta ahora.
Con su cuerpo fofo y blandengue, corre y resopla mientras saca su pistola y corre hacia la cobertura de metal más cercana.
Yo estoy distraída pensando en como pagar el boleto de tren sin dejar ningún rastro muy evidente cuando de repente oigo los gritos de Erik y empiezan a aparecer armas a mi alrededor. Miro a mi alrededor medio desorientada y veo a un tipo rubio que mete su mano debajo de su abrigo con todo el ademán de sacar un arma.
¡MIERDA! Grito mientras me zambullo detrás del objeto metálico más cercano y más alto que una latita de pepsi.
La mirada del hombre se queda suspendida en algún punto situado por encima de vuestras cabezas, allí donde cuelga un panel digital en el que se reflejan los horarios de salidas y llegadas de diversos trenes.
El hombre alto saca la mano de su gabardina y extrae una cartera, de la que saca unas cuantas monedas y un billete de tren. Tras mirar al panel, al billete de tren y otra vez al panel, deja el dinero sobre la mesa, y se levanta, volviendo a meter la mano en el interior de su gabardina para guardar la cartera.
Todos los que visteis en su día al "hombre alto", os dais cuenta de que podría ser su hermano gemelo, si no fuera porque es una cabeza más bajo.
Listillos.
Vaya, hay otro mensaje con bug para ti, en el que te digo el resultado de tu tirada de percepcción. Lo borro ¿vale?
Vale, bufff qué susto. Pensé que iban a aparecer hombres rubios y raros continuamente. ¡Es una pesadilla!
Nos hemos lucido ...
Único comentario de Mommsen, que prefiere incorporarse recuperando algo de su perdida dignidad y volver con Lebrun para comprar los billetes, sin volver a repetir ni palabra sobre lo que acaba de suceder (para el resto de sus vidas).
William simula que se agacho para atrse los cordones. Se los desata, se los ata, y vuelve a levantarse tratando de pasar desapercibido.
Esperemos que el susodicho no llevase tacones y plataformas de medio metro en su anterior aparición.
:-)
"- Joder, estamos paranoicos."
Lebrun carraspea, retira la mano de la pistolera, y se seca el sudor. Luego, como queriendo correr un tupido velo sobre el asunto, dice:
- Ehm... bueno, si no tenemos talones, pago con tarjeta ¿no?
¿Seguro que no es él? Es igualito.
Erik comienza a respirar con más normalidad.
Las piernas aún le tiemblan por el susto...
Kaguya eres mala, mala, mala.
Id pagando, id pagando. Yo vigilaré que el hombre no siga por aquí.
Dice Mommsen sin parar de mirar a su alrededor. Como siempre, cuando se habla de dinero o esfuerzo físico, Mommsen prefiere recurrir al mutismo o a hacer mutis por el escenario.
Esto roza lo increíble.
Pero ¿Están locos o qué? digo agitada asomandome por detrás de una columna. Menudo susto me han dado sacando las armas a plena luz del día en King's Cross... espero que no venga la policía...
- La verdad es que se le parece - dice Lebrun, mientras paga los billetes -, pero de ahí a decir que es la misma persona... Lo cierto es que no tuve la oportunidad de verle demasiado bien la cara. Para mi que estamos paranoicos.
Lebrun coge los billetes y os los reparte. Aun quedan dos horas para que salga el tren.
¿Aprovecháis estas dos horas para algo?
Sigues con la mirada al hombre, que camina hasta uno de los andenes, no muy lejanos al lugar en el que os encontráis.
Al cabo de dos minutos, llega un tren a ese mismo andén.
Erik parece meditar sobre lo sucedido...
Ya es coincidencia, ¿o no?
Continúa con sus pensamientos mientras se acerca a la cafetería a por un café.
Ese cabrón de Katsulas ha matado a mi familia... Hijo de puta, me las pagará. - Se crece el holandés.
Recorre con la mirad miedosa todos los puntos de la estación hasta que se detiene en un kiosco de prensa.
¡Prensa amarilla! Katsulas es alguien famoso, tal vez venga algo sobre él y donde está
Entoda estación que se precie hay algún lugar de venta de prensa, por eso lo he puesto, pero si hay que tirar algo dímelo.
Mommsen ve a Erik muy nervioso. Se acerca a él y le palmea el hombro. Por un momento se le ocurre que podría decirle alguna palabra de ánimo, pero ... no lo hace. Asiente con la cabeza y con gesto serio y sigue vigilando a su alrededor.
Cerca del lugar en el que os encontrais, hay un kiosko en el que se vende prensa nacional e internacional (la internacional, con un día de retraso, naturalmente), y también prensa amarilla.
En la estación hay unas cuantas cafeterías y restaurantes de comida rápida. empezáis a tener bastante hambre otra vez...
Si queréis hacer algo especial, decidlo, y si no, cogéis el tren directamente.
A William le rugen las tripas.
- ¿Compramos unos bocadillos para el viaje?
- Bocadillos o lo que sea. No es que vaya a haber demasiada diferencia entre comer un bocadillo o ir a un restaurante de los de aquí. La gastronomía inglesa no es demasiado buena.
Va a ser un trayecto largo. Así que adelante.
Mommsen no tiene esa barriga por generación espontánea.
Eso dicen Digo cuando Lebrun menciona lo de la gastronomía inglesa. Aunque me da pena habe venido hasta aqui, aunque sea huyendo, y no haber podido disfrutar de un te.
Vayamos a un restaurant a comer jabalí hervido en salsa de menta XD