Partida Rol por web

Yanet marcha con una de las niñas, a esconder la bandera. Pero antes de llegar a los baños, oye un chillido que apenas dura un segundo y se apaga. Cuando se gira para ver qué es, no ve nada. Bueno, ve árboles y maleza y ¿eso era un paquete de galletas de chocolate escondido en un arbusto? Lo grave es que tampoco vio a la chica que le seguía para esconder la bandera.

Dio un par de vueltas sobre sí misma, algo perdida, sin saber lo que le esperaba en la oscuridad.

-Y esto por meterme la cabeza en el váter cuando solo quería una compresa-

-Y esto por decirme que tenía tobillos de elefante para ser animadora-

-Y esto por llenarme la taquilla de lechugas y me gritabais "más ensalada y menos mcnuggets"-

Y hachazo tras hachazo Yanet encuentra su final a manos de la conserje, la cual parecía tener mucha rabia contenida... y un hacha.

Beth va a esconderse por su cuenta. Porque encontrar a otras chicas para llevarlas a prisión se lo deja a la capitana, que trabaje o algo que para eso se le había designado como líder. Fue a un montón de matorrales, donde no muy lejos veía la caseta de la conserje. 

Desde fuera se veía la luz que cambiaba de color típica de una tele, estaría viendo algún show aburrido de variedades... O reposiciones de Oprah... O alguna peli aburrida. Lo que estaba claro es que sin internet no podía pillar netflix, ni HBO y ahí estaba jodida en temas de entretenimiento, la tele pública era para pobres.

En ese matorral encontró una caja con una pila de lo que parecían cómics japoneses*. En ellos salían como animadoras muy kawais en portada, que al abrirlo solo podía ver dibujos de las chicas siendo torturadas y de tetas abundantes como si los japoneses tuvieran algún tipo de carencia no resuelta de su infancia. Claramente no les daban el pecho lo suficiente o se lo daban demasiado, aquello no era normal.

Gillian consigue atrapar a alguien del equipo contrario. Es una niña pequeña cuya longitud de sus piernas es la mitad que las de la animadora veterana, pero en el mundo de las cheerleaders no había piedad para nadie.

La lleva a prisión y después se esconde, de momento no ve a nadie cerca, lo cual era bueno. Pero tampoco ve a nadie de su equipo, lo que hace que está sola en el bosque, rodeada de animales salvajes, peligros y... hojarasca que se te colaba en el pelo y le quitaba su brillo y su sedosidad. 

Que asco de campo, ahí escondida tras una mata esperando ver una camiseta rosa.

¿Eso era una telaraña?

¿Era muy grande?

¿Dónde estaba el maldito bicho?

¿Qué estarán ahora haciendo los chicos?

¿Jugando a las escondidillas también en el bosque?

¿Tendrían ellos wifi?

¿A qué huelen las nubes?

¿Por qué el líquido de los anuncios de compresas es azul?

¿Es porque es sangre de Realeza?

Eleanor parecía tener habilidades innatas en eso de esconderse y buscar gente, quizás debidas a algún trauma en el que se escondió en los baños del instituto hasta que le salió el pecho y pudo unirse a las chicas populares. A veces faltaba un pequeño empujón y haberse mimetizado previamente con el ambiente antes de ser la reina que era ahora.

Es por ello que se esconde hasta dar con una de las minions de Cheryl, aquella chica morena.

Verónica empieza a hacer pucheros en cuanto se ve atrapada.

-¿Cheryl? ¿Cheryl está bien? Con lo poco que le gustan estos juegos... Y sudar- más pucheritos mientras es llevada a prisión por Eleanor. -¿Crees que se habrá enfadado con nosotras?

Jennifer consigue atrapar a alguien del equipo contrario. Es una niña pequeña cuya longitud de sus piernas es la mitad que las de la animadora veterana, pero en el mundo de las cheerleaders no había piedad para nadie.

La lleva a prisión y después se esconde, de momento no ve a nadie cerca, lo cual era bueno. Pero tampoco ve a nadie de su equipo, lo que hace que está sola en el bosque, rodeada de animales salvajes, peligros y... hojarasca que se te colaba en el pelo y le quitaba su brillo y su sedosidad. 

Que asco de campo, ahí escondida tras una mata esperando ver otra camiseta azul. ¿Eso es una bolsa de patatas fritas escondida? Malditas niñas que no entendían qué era dieta estricta vegana eco friendly. La bolsa estaba sin abrir y las patatas tenían buena pinta... Nadie se enteraría si les daba una probada.

Danni consigue atrapar a alguien del equipo contrario. Es una niña pequeña cuya longitud de sus piernas es la mitad que las de la animadora veterana, pero en el mundo de las cheerleaders no había piedad para nadie.

La lleva a prisión y después se esconde, de momento no ve a nadie cerca, lo cual era bueno. Pero tampoco ve a nadie de su equipo, lo que hace que está sola en el bosque, rodeada de animales salvajes, peligros y... hojarasca que se te colaba en el pelo y le quitaba su brillo y su sedosidad. 

Que asco de campo, ahí escondida tras una mata esperando ver otra camiseta azul. Era el momento de preguntarse cuestiones profundas de la vida...

¿Habría wifi en algún lugar del bosque? 

¿Sabrían sus daniellers que no los había olvidado sino que estaba en apagón tecnológico?

¿Habría wifi en el campamento de los chicos?

¿Cuántos se habrán desuscrito?

¿Habría wifi en la cabaña de Kim?

¿Se acordarían de ella tras el campamento o la cambiarían por otro modelo más joven y más pechugón?

¿Cómo afectaría la falta de wifi a sus números del mes?

En verdad era una don nadie y con el tiempo pudo hacerse notar como si fuera una débil estrella en el cielo. El ambiente dentro del instituto era muy cruel, más aún cuando da la apariencia de ser rubia con cierto grado de inteligencia que no está buena. Pero con el tiempo, la meditación y el yoga, le ayudó a ser una pequeña diosa que ahora es medianamente respetada por las animadoras. 

Y sabía esconderse, lo hacía demasiado bien y ni hablar de registrar, era otro de sus bonitos hobbies cuando quería hurgar las cosas de los demás sin que se enterasen. Por ello es que no le costó nada encontrar a la minion y mientras se la llevaba hacia la prisión, la escuchó sollozar. 

—Uy uy, si cariño. Está enfadada si, muy enfadada y no parará hasta descargar el enojo con ustedes—dijo divertida, le encantaba verla sufrir—. Yo que tú en cuanto pille internet, me aseguro de que no tenga nada escandoloso Cheryl de ti porque serás expuesta. La escuché decir eso, aunque... Podrías adelantarte y exponerla tú. 

Tras sembrar aquello en la corta mente de la morena, se perdió nuevamente entre los árboles como si fuera una experta ninja. Necesitaba más presas. 

Beth era una ninja. Ni siquiera quería jugar a aquel juego. Puta estupidez, en la oscuridad para que la gente se abriera la cabeza. Fisgoneó un poco para ver si encontraba alguien pero tan bien escondida como estaba era difícil que encontrara algo más que la cabaña de la conserje, que veía la televisión.

—Puta mierda todo. Ojalá una copa, un macizo y un masaje de pies y no esta pila de comics de animadoras torturadas. ¿Quién tiene esos ojos? ¿Y esas tetas? ¿Y por qué enseñan las bragas todo el tiempo? 

Claramente aquello era para que se pajearan japoneses con sus palillos. Con eso igual se la podían agarrar. Beth siguió sigilosa por todas partes, era una ninja... pero no se le daba bien encontrar a nadie más. 

Podría ser peor pero al menos había encontrado a alguien. Aunque fuera una mocosa asquerosa que no levantaba ni medio palmo del suelo. No me gustaba estar a la intemperie sola y rodeada de basura. Después de pisar con odio la bolsa de patatas hasta reducirla a gravilla amarilla, salgo en marcha a la búsqueda de más presas. Pero no solo no encuentro a nadie, sino que además me quedo expuesta a que me atrapen a mí.

No tenía pensado sacar los escrúpulos con nadie del otro equipo que se cruzada en mi camino. Tenerlos sería una muestra de debilidad y no pensaba decepcionar al Señor Oscuro. En el camino hacía la victoria, el sufrimiento de los inocentes solo era un daño colateral. Cosas inevitables. 

- No llores, niña. Recuerda, las líneas de expresión están a la vuelta de la esquina - le digo al enemigo, tras dejarla en nuestra prisión.  No todo el mundo nacía con una cuenta bancaría debajo del brazo y esa niña aun no era consciente de lo caro que salía el Botox. Si no tenía suerte, acabaría en un clínica barata y podría ser confundida con Donatella Versace. 

No aguardo mucho tras un matorral. Ni siquiera espero a ver qué es eso que repta entre las hojas... ¿quién decía que los ruídos del campo son relajantes? ¿por qué hay tantos mosquitos? Había visto demasiadas películas de terror que empezaban con una picadura de insecto... y no iba a quedarme ahí para ser carne de cañón.

Acabo buscando nuevas presas. Mi Señor no me abandonaría.

Eleanor había encontrado a una de las minions de Cheryl y la había dejado en la cárcel, sollozando. La próxima víctima que pilló desprevenida fue a su capitana, que parecía estar escondida tras una mata y no la suya. Imposible que LA capitana fuera mal depilada, eso lo sabía todo el mundo. Que luego venían las fotos a escondidas en el vestuarios y los motes, las fotos que pululaban por el instituto a escondidas, las citas que iban con su propia podadora a la colina de los besos... Esas cosas.

Jennifer estaba pisando una bolsa de patatas como si esos carbohidratos fueran el demonio que llevaba dentro, tratando de exorcizarlos o al menos devolverlos al mismo infierno a pisotones. Aquellos ruidos se oían en todo el bosque, por lo que no le fue muy complicado asomarse de detrás de un árbol y verla sin ser vista aún. Eleanor ganaba, tenía a la capitana.

Ahí estaba Beth escondida, rodeada del sueño erótico de cualquier nerd sudado del instituto: hentai de animadoras. La verdad es que no veía a nadie pasar y por su cabeza solo una idea estaba en mente: 

¿Qué estarán haciendo los chicos?

Porque podían ser un poco idiotas, pero a ese campamento al otro lado del lago iban a veces verdaderos portentos. Quien sabe, lo mismo alguno de esos capullos se volvía un profesional y podría estar ya pretendiendo al futuro Tom Brady.

Estaba a punto de ir hacia el lago, pensando en cruzar a nado aquellos metros que la separaban del otro campamento, a oscuras, cuando oyó un ruido a su espalda. Sí, el típico ruido de ramitas partidas.

-Vaya, así que te escondes cerca de la cabaña de la conserje... Ven aquí cerdita, que te voy a freír como te mereces- la voz no era otra que la de Kim.

Cerró su puño en dirección a Beth y de sus nudillos salieron como unos rayos láser, que tocaron la piel de Beth e hizo que esta chisporroteara al contacto. ¡Aquello quemaba! ¡Hija de puta!

El olorcillo a barbacoa se hizo enseguida presente, así como el dolor consecuente para la animadora.

Gillian esperaba que su señor la apoyara en todo, en unas escondidas de animadoras en un campamento también. Porque el señor Satán debía tener sus momentos de esparcimiento como todo el mundo, en los que veía correr a chicas en el bosque y que era mucho mejor que procurar el mal y la condenación eterna.

Tras dejar a su chica en prisión, empezó a escuchar un ruido como de arrastrar algo, así como una voz en el bosque.

El silbido de un hacha pasó cortante al lado de la oreja de la animadora, llevándose un par de pelos por el camino. Así de afilada estaba el arma. Se clavó de forma pesada en el suelo.

-Mierda- dijo Betsy. -Ya casi te tenía cara bonita. Ven aquí- dio un tirón al hacha para sacarla y volvió a elevarla para cargar de nuevo.

Que un campamento vaya mal es posible, pensó Beth. Que encontrara unas cuantas revistas guarras japonesas de animadoras también tenía sentido. 

¿Que Kim sea más máquina que persona y que aparezca como un robot? También. Uno de silicona y plástico. 

¿Que tire rayos por la mano mecánica? WHAT THE FUCKING FUCK?

Beth no se lo pensó dos veces, vio aquel robot asesino y salió corriendo como si huyera de una terapia consistente en reconocer que le gustaba dañar a la gente y que sufriera. 

—¡Maldita furcia robótica!

Ya como si fuera una sombra, Eleanor advirtió la presencia de su jefa y no pudo evitar salir de su escondite con la intención de dar un pequeño salto diciendo: 

—¡Acá taaaa! 

Entre risas se acercó a Jenni y la cogió del brazo, la rubia estaba feliz de haberla pillado y ya tendría la llorona de Cheryl una compañera. Al menos para ahogar sus penas, que esa era la idea. 

—Sabes, estoy siendo buena en esto. Creo que debería dedicarme al espionaje, algo estilo Misión imposible. Se me da demasiado bien camuflarme entre las sombras y atrapar personas. 

Sin más, llevaría a su amiga a prisión esperando que no ofrezca resistencia.