Partida Rol por web

Shauna volvió al hotel pensativa. Decidió revisar el diario en busca de un evento al que pudiera deducirse que iría o sería bastante predecible que debería asistir. No necesitaba buscarla, esa cosa quería encontrarla. Solo tenía que dejar que lo hiciera, estaba segura de que cuando aún su vida estaba algo mas tranquila se había dicho de asistir a una expocisión de aves exóticas dentro de una semana o dos.

-Al hotel Cristal Palace por favor... - Le dije al taxista.

Tenía que encontrar rápido a la señora Swain para que me aclarase un poco todo este asunto tan escabroso. Ya que me habia adentrado en este embrollo no podía dejarlo pasar sin más, tenía que esclarecer lo sucedido.

A pesar de esforzarme por ser una persona que pasa de todo, tal vez una parte de mi aún creia que existia una posibilidad de redimirme y hacer ver a la gente que no era un mal tipo.

-Es que mi hermano se dedica a hacer de justiciero por ahí. Nada excesivamente violento -se apresuró a añadir-. Pero le gusta ayudar a la gente y sentirse útil. Por eso nunca puede llevarme, dice que es muy peligroso. Espero que esté bien, no me gustaría que alguien le hiciera daño. Cuando termine la universidad me iré con él y le ayudaré. Aunque a mi padre no le guste... ¿Y tú? ¿Tienes familia? -preguntó con curiosidad.

Después de tu intrigante encuentro, piensas que lo mejor es ir a la biblioteca pública a consultar las hemerotecas. Todos estos lumbreras del MIT tienen que haber conseguido algo. Y si eso es así, estará documentado.

-Sí, sí, lo que tú digas, hombre -dijo el tipo.

Un cuarto de hora después el otro hombre apareció en el salón, con las manos vacías.

-Es mejor que nos larguemos, aquí no hay nada y el jefe se va a cabrear cuando se entere de que Otis se ha pirado.

-¿Y qué hacemos con este? -preguntó su compañero señalándote con la pistola.

-No quiero dejar testigos, ya sabes qué hacer...

Pero antes de que pudiera hacer nada, la ventana del salón que daba a la calle estalló repentinamente hacia adentro salpicándote de cristales. Tu armadura apareció con los propulsores activados y se apresuró a envolver tu cuerpo como una cálida manta protectora. A tus oídos, ahora amplificados por el casco, te llegó el sonido de los gritos asustados de los dos sicarios.

Haciendo un elegante giro, regresas al lugar de la refriega para embestir a los contendientes. Estos te ven llegar demasiado tarde e intentan apuntarte con sus armas automáticas. De una pasada logras tumbar a la mitad, pero aún quedan otros cuatro que te disparan con sus armas automáticas. Notas las balas rebotar en tu armadura sin producirte el menor daño. Por otro lado, Drill ha logrado tomar el control del furgón blindado, eliminados sus conductores, ves que su pesada masa se dirige a la puerta de atrás, que arranca también sin el menor esfuerzo.

Regresas al hotel llevando contigo el valioso dispositivo. Cuando bajas del taxi, te fijas en un joven que se encuentra apoyado de manera distraída junto a una farola. Por un momento te parece notar que sus ojos no se apartaban de ti. Cuando le observas otra vez, se encuentra contemplando despreocupadamente un anuncio de neón.

De regreso a la ciudad, no tardas nada en llegar al Crystal Palace, un lujoso hotel a pocas manzanas de Central Park. Sin embargo, esperar por la señorita Swain no resulta ser tan fácil. Durante varios días, montas guardia en los alrededores del hotel esperando poder encontrarla o al menos verla, pero sin ningún éxito. Al fin, cuando ya estás a punto de darlo todo por perdido, un taxi se detiene frente al edificio y de él baja ella. Lleva un cuervo negro colgado en el hombro y camina apoyándose en un bastón. Sin embargo, es joven y atractiva.

La pregunta de Emely me provocó un pequeño dolor en el corazón que hizo que me llevara la mano al pecho. 
-N... no... no tengo familia, aunque mis padres deben andar en algún lugar de las afueras... me repudiaron cuando empezaron a crecerme las alas...- dije moviéndolas ligeramente. Resoplé descontenta pero sonreí levemente mirándola a los ojos. Si era como su hermano sentiría pena por mi situación y no quería ver esa expresión de pena que le había visto a su hermano. 
-Pero ¡tranquila! fue hace mucho ahora estoy bien... siempre que tenga gente que me agrade...- me acerqué a ella y le tendí la mano para que la estrechara antes de volver a hablar -tu me agradas... eso... creo que te convierte en mi amiga... ¿quieres serlo?- dije con una amplia sonrisa. 
Lo que está por pasar pasará, en el tiempo que estuve con ella me dí cuenta que siempre había huido cuando las cosas se ponían feas. Si tenía que luchar lucharía, debía proteger lo que me importa para ello debía aceptarme a mi primero. <Loren Miller... Sky... somos la misma persona... siempre que crea eso... no me descontrolaré...> pensé mientras la mano me temblaba por los nervios. Nunca había tenido amigas y la idea de tener una me emocionaba pero me preocupaba la idea de que las cosas no fueran así, que por pedir ser su amiga no lo fuera a ser. Esperé ansiosa alguna reacción por su parte con la mano extendida.

Shauna cruzó una mirada férrea con aquel individuo, solo un instante. Antes de que pudiera corroborar que le veía con interés al 100%, esa imágen se había esfumado. No volvió a mirarlo, quizá simplemente fueran impresiones suyas, y no había motivo por el que tuviese cuentas con alguien así. O quizá simplemete era la curiosidad de alguien normal observando a una joven teniendo que valerse de un bastón y llevando un cuervo al hombro. En el peor de los casos se trataba de algún ladronzuelo de poca monta, y mientras estuviese lejos de ella estaría bien.

No se detuvo para ingresar al hotel de todas formas.

Aquellos dos tipos iban a morir, no tenia pensado hacerlo, ni siquiera después de que le encañonarán, solo quería interrogarlos y después los pensaba dejar vivitos igual que hizo con el joyero.

Pero después de saber que pensaban liquidarlo decidió que aquellos dos tipos no vivirían para ver un nuevo día. Sin mediar palabra disparó sobre el que había estado sentado frente a él con su fusil de plama.

Aún necesitaba al otro para hacerle hablar, por lo que se lanzó a por él con la intención de atraparlo.

Bien, esto ha funcionado. menos sutil, pero más efectivo. Quedan unos cuantos, pero son como mosquitos. El problema es Drill. Ha arrancado la maldita puerta. Hijo de puta.

No puedo dejar que la zorra salga. Me complicaría mucho la existencia. Tengo que llevarme el furgón y tengo que hacerlo ya.

Aprieto los dientes y me lanzo contra el furgón con mis propulsores a máxima potencia, para empujarlo antes de que salga, arrastrarlo todo lo lejos posible, y elevarlo en cuanto pueda, esperando que la hacedora de dentro no pueda salir con todo el ajetreo y demás.

-Claro que seré tu amiga -dijo la joven agarrando tu mano. Te llevó hasta la cornisa de la azotea donde contemplaron el horizonte nocturno de Manhattan-. Mi padre también repudió a mi hermano cuando le pasó a él. Pero yo siempre estuve de su lado, me gané bastantes broncas -dijo riendo-. Nunca he logrado que vuelvan a hablarse. Son demasiado orgullosos los dos -explicó con un suspiro- ¿Te quedarás a esperar a mi hermano?

Entras en el hotel rumbo a tu habitación. Cuando llegas hasta los ascensores ves de nuevo al joven pasar por delante de la puerta principal y echar un vistazo al interior antes de seguir su camino de manera despreocupada. Puede que fuera una coincidencia o puede que no. Suspirando, pulsas el botón de tu piso. El ascensor llega veloz y pronto te encuentras de nuevo en tu habitación preparada para el siguiente paso.

El disparo impacta de lleno en el rufián que se desintegra en una nube de cenizas junto con el sillón donde estaba sentado. Te quedas un momento estupefacto porque aún no sabías de lo que eran capaces tus armas cuando se usaban sobre alguien tan... vulnerable. En teoría las habías diseñado para combatir a otros seres con poderes. Usarla contra un humano normal era algo realmente devastador y sientes unas ligeras náuseas. Pero tragando saliva te sobrepones. Esto ya no era ningún juego.

Con tu puño metálico, agarras el cuello del otro hombre que suelta el arma y se agarra a tus dedos intentando soltarse. 

Shauna se sentó en la cama, y por un instante se cubrió la cara, sintiendose desolada. Despues de todo, había perdido su casa y a casi toda la poca gente en la que confiaba. No soltó lágrima alguna ni estuvo tentada a hacerlo.

Entre el camino tranquilo que he tenido por este tiempo desde que llegó Nergal hasta ahora, al menos me he hecho con muchos recuerdos distantes. Son la prueba de que hubo gente que estuvo conmigo. Todavía le quedaban dos seres por los cuales preocuparse, y uno estaba saliendo del país probablemente, a salvo y rumbo a unas vacaciones soñadas.

Giró la cabeza y miró a Nergal.

A veces me pregunto si algún día te irás tu también.

Sonreí ámpliamente cuando Emely me estrechó la mano y me dijo que sería mi amiga. Avanzamos hacia la cornisa de la azotea y empezó a contarme algunas cosas que hicieron que me identificara con ángel. Desee haber tenido una hermana tan buena como ella que me hubiera apoyado cuando mis padres me abandonaron. 
-Ángel tuvo mucha suerte al tenerte...- dije por lo bajo con añoranza mientras me apoyaba en la cornisa. 
Cuando me preguntó si me iba a quedar a esperar a su hermano me quedé pensativa. Le miré a los ojos durante unos minutos y luego volví a mirar al horizonte. Suspiré y volví a mirarle.
-Supongo que no tengo otra opción... si quiero pasar más tiempo contigo- sonreí levemente mientras pensaba en la vergüenza que iba a pasar al ver a Ángel después del numerito que le había montado. <mi ángel...>recordé aquella frase mientras me sonrojaba en exceso <¿cómo pude decirle eso?>

¿Qué he hecho?,¿Me he convertido en uno de ellos?, ¿Soy igual que aquello que juré destruir? - estas palabras resonaban en mi cabeza.- No, si no fuera por mi armadura ahora estaría muerto, con un tiro en la cabeza y mi misión se quedaría incompleta. Esta gente no merece vivir si dedica sus esfuerzos a matar humanos mientras los mutantes campan a sus anchas.- intento convencerme a mi mismo.

Salgo por la ventana con el sicario cogido por el cuello, enciendo mis propulsores y me dirijo a sobrevolar la bahía lejos de las rutas de aviones comerciales y de los helicopteros de los turistas.

¿Quieres vivir?. Sí, supongo que sí, todo el mundo quiere vivir.- le digo al sicario- ¿Para quien trabajas? ¿Que querías de Otis? Contesta, no tengo todo el día.