Partida Rol por web

Cuando Gianna le recomienda guardarse, Arcturus intercambia una mirada con Nero (que es quien está más cerca) y se encoge de hombros. De todas formas, el piloto está bastante atareado, así que Arcturus prepara el rifle y usa el simulacro de cabina como parapeto. Ha observado la posición del francotirador de su derecha, ya que todo apunta a que se verán envueltos en la escaramuza. Respira hondo y se prepara para lo que tenga que venir...

Isolda se acuclilló y desenfundó el láser de duelo con la mano derecha mientras que con la izquierda, la biónica, se sujetaba a la borda de ese bote destartalado. Estaba preparada para lo que tuviera que hacerse, ya fuera saltar o pelear, que el Emperador les guardara.

Guiado por el pulso firme de Nero, el esquife avanzó lento pero seguro continuando por el canal y a pesar del angosto camino logró dirigirlo sin chocar contra los límites del canal en aquél difícil cambio de dirección. El tiroteo continuaba a vuestro babor, y resultaba difícil decir si las pequeñas naves de los asaltantes os habían visto.

Pero era demasiado pedir que la tercera nave no se hubiera percartado de vuestra presencia. Directamente en vuestro camino, súbitamente encendió los motores e hizo retroceder la embarcación apartándose lo más posible contra uno de los bordes del canal, al tiempo que un hombre aparecía en cubierta para dirigirse a la proa del barco. A bordo del esquife, los acólitos no le vieron hacer ningún gesto ni distinguieron si intentaba comunicarse con ellos de alguna manera. Simplemente estaba allí mientras su pequeña barca intentaba apartarse desesperadamente para no ser arrollada por el enorme esquife, pero se movía con tanta lentitud, que tal vez no se apartase a tiempo.

Nero vio el intento del pequeño bote intentando retirarse, tiró de los mandos del esquife para cambiar al contrario el giro de las hélices y que con la marcha atrás frenase lo suficiente como para no sufrir un percance.

Aquel chisme era una tartana vieja, o quizás Nero lo hacía todo con demasiada rapidez y brusquedad. Lo que ocurrió fue que un chirrido de engranajes de motor se pudo escuchar a la perfección. No iban a frenar a tiempo. Tan solo le dio tiempo a decir:

-¡Agarraos!-

Siguiendo el grito de Nero, Arcturus se aferró a uno de los hierros que formaban el armazón del puesto de timón. Clavó la mirada en la embarcación y el hombre que tenían ante ellos, buscado armamento en la nave y cualquier actitud agresiva en el tripulante. Echó un rápido vistazo intentando ubicar a otros hombres en la propia embarcación así como en la orilla, y no dejó de buscar una porma sencilla y rápida de desembarcar, si se imponía esa solución. Y todo ello en los pocos segundos en lso que ambos botes se dirigían inexorablemente el uno contra el otro...

Claudius tomó puntería sobre el hombre que se había dirigido a la proa del barco que les impedía el paso. No esperaba que hiciera ninguna imprudencia, como saltar sobre el remolcador de los acólitos, pero si se trataba de alguien desesperado sería impredecible.

Previendo el choque asentó bien los pies y apoyó la espalda sobre uno de los enormes cajones, ojalá no volcaran, ni se partiera la quilla, ni salieran ardiendo... ojalá confiara en el Emperador como para encomendarse a él, pero Claudius que había visto más que la mayoría de los ciudadanos del Imperio sabía que el Emperador estaba lejos y tenía otras preocupaciones que aquella pequeña pandilla de acólitos inquisitoriales

El movimiento de la otra embarcación no gustó nada a Isolda, por lo que optó por acuclillarse tras el murete de la borda, esperando que sirviera un poco como cobertura, y apuntó a ese individuo que, con suerte, no haría nada; pero si disparaban ella devolvería el fuego.

Echaba de menos el tener un enemigo claro, uno ante el que no tuviera que dudar si sería un enemigo, un inocente o un aliado infiltrado.

Ante las palabras de Nero me aferro con fuerza a nuestro barco,aunque no por ello dejó de mantener controlados a los asaltantes que están en los tejados, doy por echo que mis compañeros estan controlando al hombre de la embarcación para yo concentrarme en los de los tejados...

La habilidad de Nero para maniobrar el esquife había sido excelente hasta aquél momento, pero su suerte ya no dependía solo de él y no hubo manera de evitar el desenlace que les esperaba. Con un sonoro estruendo y una brutal sacudida, el esquife chocó frontalmente con la barcaza que intentaba apartarse. Los acólitos se aferraban con fuerza a las barandillas y a cualquier asidero disponible por su seguridad.

Al recuperar el equilibrio los acólitos notaron que el esquife ni siquiera traqueteaba al ritmo del motor, su espíritu máquina se había apagado a consecuencia del choque. Además, la colisión había sido brutal y tremendamente escandalosa que los disparos de fondo se habían reducido un tanto, aunque los defensores de la nave de carga seguían cayendo. Sin duda, ya todos se habían dado cuenta de que estaban allí.

Al acercaros tuvisteis la oportunidad de ver lo que el hombre a bordo de la barcaza estaba haciendo. No estaba haciéndoos gestos ni nada por el estilo, estaba maniobrando un aparato en la proa de la barcaza. Aún no le había quitado por completo la tela que lo cubría, pero estaba afianzada en la proa, tenía dos grandes cañones de metal y largas cintas de munición... sin duda se trataba de un arma de gran calibre y apuntaba directamente a vuestro esquife.

El choque contra la otra embarcación fue lo suficientemente fuerte como para hacer que el arbites perdiese pie. Zarandeado por la brusca detención, Nero cayó al suelo, lanzando un reniego.

-¡Mierda!- Exclamó agriamente, aunque no con mucho volumen.

Se habían detenido en un mal momento, aunque no en el peor, con un poco de suerte podrían salir de allí sin más que aquel zarandeo, aunque tenía la certeza de que aquellos que estaban peleando entre sí conocerían que otra embarcación se encontraba allí en medio. Tan solo esperaba que se sintieran confundidos el tiempo suficiente como para darles tiempo a emprender la marcha y dejar todo atrás. 

En el peor de los casos, tenían sus armas.

El topetazo contra la embarcación hizo que Claudius se tambaleara, arrojado contra una de las cajas que le servían de parapeto, al zozobrar la embarcación a punto estuvo de caer al agua, de lo que se salvó por una de las barnadillas a la que se aferró con todas sus fuerzas. Con un exagerado suspiro de alivio recuperó la posición y volvió a buscar con la mira al hombre de la barcaza, que quizás había caido al agua.

Isolda dio gracias al Emperador al haber previsto el posible impacto y cuando ambas barcas chocaron, la mano del brazo biónico se aferro con gran potencia a la nave haciendo que la sororita no se zarandease ni perdiera su objetivo, el cual no estaba haciendo signos de ningún tipo.

-Cañón automático en la proa enemiga -avisó la hermana de batalla mientras que disparaba tres veces con su láser de duelo. El silenciador que había adquirido para esas situaciones parecía que se iba a comenzar a amortizar más pronto que tarde y, lo bueno, es que con suerte no sabrían quién había disparado primero.

Disparó una ráfaga de tres disparos que esperaba acabaran con el operario de arma pesada antes de que pudieran hacer nada.

La mirada de Arcturus saltó de la proa del bote que tenían enfrente a la Hermana Isolda. Vio un destello de advertencia en sus ojos al mismo tiempo que se producía el violento choque, que los zarandeó a todos, y antes de que pudiera recobrarse, otros tres destellos más; esta vez salían escupidos de la mano de la mujer.

De forma automática, el tecnosacerdote miró alrededor, posó los ojos en uno de los francotiradores*, alzó el rifle y, entonces, suspiró. De nuevo, envueltos en un tiroteo. Apretó el gatillo y una ráfaga partió de su rifle.

Ante el inminente choque me aferro con fuerza para amortiguar el golpe, la sacudida es fuerte pero por suerte consigo mantenerme firme en mi posición, lo primero que hago es evaluar el estado de mis compañeros, por suerte todos siguen en cubierta, veo los destellos de los disparos de Isolda y como impactan sobre su objetivo, al igual que los de Arcturus, en cambio de la parte delantera de la embarcación veo a Nero que se levanta con rapidez del suelo tras haber caído a causa del choque, mientras que Vipus rueda por la cubierta estando a punto de caer al agua, con rapidez abandono mi posición hasta la posición de Vipus donde agazapada me aseguro que se encuentra bien a la vez que mantengo apuntado al hombre de la otra embarcación...
-Nero, arranca este trasto y sácanos de aquí cagando leches...

Reaccionando rápidamente Isolda disparó al hombre de la barcaza con la que habían chocado mientras estaba quitando la lona que cubría un aparato. Como la sororitas había advertido, se trataba de un arma automática de gran calibre afianzada al frente de la la lancha. El pobre desgraciado fue herido de gravedad y cayó de la lancha, desapareciendo bajo las oscuras aguas del canal. Casi inmediatamente, Arcturus descargó una ráfaga de disparos contra uno de los francotiradores, hiriéndolo y obligándole a cubrirse, dándole algo de alivio a los guardianes de la barcaza que sufrían su ataque

El resto de asaltantes no perdieron el tiempo, al verse sorprendidos por unos nuevos enemigos varios de ellos se dieron la vuelta para encararse a los acólitos. Los francotiradores tomaron posiciones y liberaron un par de disparos bien dirigidos que agujerearon los cristales y paredes de la cabina, al tiempo que uno de los asaltantes (nº 3) de la lancha que tenían a babor cogió una nueva bomba incendiaria de una caja que tenía a su lado y la arrojó una directamente contra la cabina del esquife de los acólitos, provocando una gran deflagración que atravesó parcialmente la dañada pared.

La llamarada causada por la deflagración de la bomba fue terrible e impactó de lleno a Arcturus, que no tuvo tiempo de cubrirse. Una nube de humo negro voló de inmediato hacia el cielo plomizo. El abrigo y la túnica escarlata revolotearon, con jirones ardiendo por todas partes, y su máscara y las pocas partes de su cara que estaban al aire libre (había merecido la pena empapase con la lluvia)* se ennegrecieron de inmediato.

-Hijo de puta...

Pero aguanto a pie firme. En un abrir y cerrar de ojos movió una pequeña pestaña del rifle para accionar el lanzallamas, se giró hacia la barcaza que tenían a babor y apretó el gatillo. Un ronroneo brusco brotó de la boca del rifle, que se convirtió en un chorro de fuego. La brillante lengua se propulsó hacia delante, cubriendo toda la cubierta que tenía enfrente.

-¡Tapaos los oídos!

El tecnosacerdote prácticamente se dejó caer y reptó buscando ponerse a salvo del fuego y los disparos. Los que estaban cerca pudieron oír un zumbido salir de las bobinas instaladas en su cuerpo, y cómo comenzaba a notarse un un gorjeo metálico, agudo y chirriante, a la altura de su garganta.

Isolda había conseguido abatir al artillero antes de que hundieran su embarcación, tras lo que la sororita se agachó un momento al escuchar los disparos romper los cristales. No tenía un arma de largo alcance, ya no, así que tenía que ocuparse de los que estaban más cerca. Al ver como Arcturus iba a usar su lanzallamas, optó por cubrir la otra embarcación y que el nuevo solo tuviera que dedicarse a pilotar la embarcación.

-Gianna, si puedes, ocúpate de los tiradores -dijo mientras se movía para situarse junto a Nero. Se asomó un momento y disparó, fallando estrepitosamente y dudando de si lanzar una granada a la embarcación o no.

-Nero, ¿qué posibilidades de sacarnos de aquí tienes? -ella no sabía pilotar esas naves, así que quería saber si podían escabullirse o tendrían que acabar con todos esos asaltantes.

Tras el choque con la embarcación de los asaltantes todo ocurre muy deprisa, apenas hemos empezado a movernos cuando de repente se produce una explosión en la cubierta de nuestro barco, por suerte los años de entrenamiento me hacen resguardarme de la deflagración, tras la cual veo como Isolda corre hacia Nero mientras que a la vez que dispara su arma me insta a disparar a los francotiradores que se giran hacia nosotros, desde mi posición a cubierto apuntó al francotirador que tengo a mi derecha intentando eliminarlo lo antes posible ya que si Nero pone en marcha el esquife esa será nuestra ruta de escape.

Nero se levantó como pudo, justo cuando los primeros disparos silbaron a su alrededor, abriendo enormes agujeros en la pared del esquife. Continuó intentando hacer que aquel chisme encendiese de nuevo, pero el motor tan solo emitía roncos sonidos. De milagro escuchó el cebador de una granada, y rápidamente la indentificó como una incendiaria.

No le dio tiempo a avisar ni a decir nada, tan solo se agachó y sintió el calor por encima de su cabeza. Tuvo suerte, pero seguían allí varados, como un pescado en una red.

-Un último intento- Comentó a la sororita después de la pregunta de esta.

-Si no, abandonamos el barco- Miró a Arcturus -Échame un cable y quizás podamos hacerlo revivir, Mechanicum-