Partida Rol por web

Cuando Claudius se recuperó del choque con la otra embarcación, el hombre que había divisado en la proa parecía haber desaparecido; sin que el noble lo supiera, Isolda lo había derribado. Volvió a tomar puntería sobre la embarcación y en ese momento un artefacto incendiario explotó cerca de él, justo a tiempo agachó la cabeza y evitó la llamarada.

Se volvió para buscar al lanzador, que se encontraba en la embarcación a su costado tomó puntería y abrió fuego.

Como respuesta a la detonación de la bomba incendiaria, Arcturus responde con una ráfaga de fuego líquido que cubre la pequeña lancha en toda su longitud. El asaltante más cercano no puede hacer más que cubrirse el rostro con los brazos y gritar al recibir directamente la mortífera descarga, mientras que el segundo pierde totalmente la compostura al verse envuelto en llamas, y se revuelve desesperadamente intentando apagarlas.

La lancha de los asaltantes no es la única que está prendida; pequeños focos de fuego cubren también el lateral del esquife, aunque se están propagando muy lentamente. Sin embargo, la preocupación principal siguen siendo los disparos de los asaltantes.

Hubo un intercambio de disparos, pero menos intenso que hacía unos segundos. Parecía que los marineros de la barcaza de transporte habían aprovechado esos segundos de alivio para reorganizarse y devolver el fuego, con lo que los francotiradores más cercanos habían vuelto a poner su atención sobre ellos para evitar que escapase su presa. Solo un par de los francotiradores continuaban disparando a los acólitos, junto con los marineros de la lancha que les cortaba el paso.

El calor del fuego hacía sisear la madera húmeda de la embarcación, y se le oía crepitar con fuerza en la embarcación de al lado. Arcturus sintió al mismo tiempo elevarse los alaridos de los hombres que se quemaban y la voz de Nero llamándolo. Y también los disparos y un chasquido y un lacerante dolor en la espalda.*

Arcturus se retorció gruñendo y su mirada se encontró con la de Nero. El ruido que salía de las bobinas implantadas en el cuerpo del tecnosacerdote decrecía; en sus ojos, el arbitrador encontró una expresión sombría y ausente, como si hubiera estado absorto en algo muy lejano, o como si estuviera recuperando lentamente unos mínimos trazos de humanidad.

Arrastró su enorme corpachón hacia él, alargando una mano ennegrecida por la ceniza hacia el panel de mandos y la rejilla del motor, el corazón que albergaba al espíritu-máquina de la embarcación. Miró a todos lados con aire febril y expresión dolorida, tocando con las yemas de los dedos aquí y allá, musitando, casi siseando entre dientes, la letanía que le vino a los labios.

-Anima Machina Resurrectit +++ Coepit Spiritus Restoravit +++ Omnissiah passuumm laudatos cognoscivit +++ Crepitus in decrepita sed non volim +++ Anima Machina Resurrectit +++ Coepit Spiritus Restoravit +++...

- ¡Cuidado un artillero! - gritó Claudius al ver que otro marinero ocupaba el lugar frente al arma pesada.

Con las manos temblorosas descartó la batería agotada, colocó en el arma una batería de alta potencia (de mayor capacidad pero menor potencia que la anterior), la aseguró a toda prisa y disparó al marinero sin apenas tiempo para apuntar.

El ardiente chorro de energía láser, dirigido con moderada habilidad e inmensa suerte acertó al aspirante a artillero en toda la cara.

Isolda seguía con su objetivo, acabar con los tripulantes de la lancha ante ella y, con suerte, poder salir de allí. Volvió a apoyarse sobre la cobertura de la cubierta, a la derecha de Nero, y disparó una ráfaga de tres disparos contra su enemigo esperando abatirlo y poder pasar al siguiente.

Los disparos enemigos cada vez se iban haciendo mas intensos, había conseguido dar al francotirador pero por desgracia no había sido suficiente para abatirlo, con un rápido movimiento consigo ponerme a cubierto de sus disparos los cuales oigo que impactan cerca de mi posición, con rapidez vuelvo a disparar contra él, pero con la precipitación de volver a buscar cobertura mi disparo no alcanza al objetivo...

El mechanicus le hizo caso finalmente, ayudando con sus plegarias benditas a que aquella máquina de mierda despertase, pero no había manera. O el motor estaba muerto o muy cerca de ello.

-No hay nada que hacer, habrá que abrirse paso a la antigua usanza, abandonemos el bote- Comentó a sus compañeros.

Le dio una última patada al timón, mostrando su desagrado mientras los tiros silbaban por doquier. Comenzaba la hora de los tiros para el arbites.

Los acólitos no perdieron el tiempo en la batalla. Mientras la mayoría combatían, Arcturus, con sus capacidades de tecnosacerdote y Nero, con su habilidad como piloto, intentaban despertar de nuevo al espíritu máquina de la embarcación; pero aunque el motor rugía y emitía quejidos secos, el ya envejecido esquife permanecía obstinado en negarse a responder sus súplicas.

En el borde la nave, Gianna, Isolda y Claudius se defendían con uñas y dientes. Cuando identificaron que otro de los asaltantes pretendía activar el arma pesada de la lancha, Claudius, apoyado por Isolda, le dio muerte de un preciso y cegador disparo en el rostro; el asaltante cayó a un lado de la nave con el cráneo humeante, dejando un charco de sangre allí donde había perecido. Por último, Gianna intentaba abatir a los francotiradores, pero ofrecían un objetivo tan difícil que apenas lograba arrancar pedazos del borde del edificio tras el cual se parapetaban.

Los asaltantes no se habían quedado quietos. Además de la escaramuza con la barcaza de carga, que tenía nuevas víctimas por ambas partes, el asaltante que quedaba en pié en la lancha cercana intentó avanzar hacia el arma pesada mientras disparaba a los acólitos con un arma corta y los francotiradores tampoco dejaban de acosarles con sus rifles, pero en ese momento las llamas de la primera lancha debieron extenderse a la caja de bombas incendiarias, que detonaron con una explosión cegadora que ensordeció el ruido de los manufactorums cercanos. En un ambiente tan oscuro, aquél destello resultaba doloroso para los ojos.

Claudius percibió el fogonazo de la barcaza y entendió que la caja de bombas incendiarias debía de haber explotado como él había pretendido antes de centrarse en el peligro inminente del cañón. Estuvo a punto de asomarse por la borda para comprobar su teoría, pero en cuanto la barcaza dejó de bambolearse vió como otro marinero había ocupado el hueco del difunto artillero. Tomó puntería con el rifle y disparó. Había apuntado a la cabeza del marinero pero la sacudida de la barca envió el disparo contra el brazo del marinero prácticamente cercenándoselo.

Isolda vio como caía el artillero, pero rápidamente otro iba a ocupar su lugar. Se asomó un momento pero entonces escuchó esa explosión que no sabía de donde venía. Por pudo instinto se agachó y abrió la boca para soltar un quejido, pero por suerte solo notaba un pitido de fondo ahora, su visión no parecía estar afectada. 

Se asomó de nuevo y disparó tres veces de nuevo contra el aspirante a artillero, rezando una plegaria silenciosa para poder acabar con esa amenaza y centrarse en los francotiradores.

Nero estaba enfrascado con el motor de aquel esquife, aún a pesar de haber dicho que no lo intentaba más, pero le quedaba esa pequeña comezón de volver a intentarlo. Gracias a eso, se libró del cegador destello de la explosión, y la onda expansiva apenas si hizo mella en él.

Suplicó al Emperador ante ese último intento.

-Por favor, Emperador, déjame resucitar a este bicho, joder- No era la plegaria más ortodoxa de la galaxia, pero fue dicha con profunda convicción. La súplica fue atendida, el motor ronroneó de manera grave al principio, pero finalmente los pistones y válvulas cogieron un ritmo óptimo para continuar.

Agarró el timón con fuerza -¡JA!- Sonrió -¡Nos vamos de aquí!- Dio velocidad suficiente para salir de aquel maldito canal.

El tiroteo arreciba en la encrucijada de canales, pero Arcturus solamente tenía ojos para Nero; ojos gélidos para cómo había pateado el timón, para ser más precisos. De pronto, una explosión cercana lo sacudió como si fuera una marioneta. El sacerdote se desplomó del todo, gruñendo y encogiéndose, intentando hurtar su cuerpo al fuego y las balas. Cuando el motor comenzó a marchar al ritmo de un corazón cansado pero regular y notó moverse la embarcación dirigió una plegaria de agradecimiento al Omnissiah en voz baja.

La poderosa explosión cegó a varios de los asaltantes, los defensores del carguero y los acólitos; la mayoría de los afectados solo pudieron reaccionar tapándose la cara con los brazos en un vano intento de defenderse de la penetrante luz. Quienes quedaron en pie, no obstante, continuaron la refriega. Una nueva combinación de disparos entre Claudius e Isolda impidió al nuevo artillero ocupar la posición del arma pesada, y al fondo se escucharon disparos sueltos de los defensores intentando acertar a los francotiradores que les acosaban. Arcturus estaba afectado y no podía ayudarlo, pero Nero continuó insistiendo en los ritos para despertar al espíritu máquina del esquife, hasta que con un sonoro rugido la nave se sometió y arrancó los motores al tiempo que escupía una densa nube de humo negro por la chimenea.

Los asaltantes habían perdido uno de sus barcos y varios hombres, y debieron de pensar que la batalla no cambiaría a su favor. A la par que el esquife, la lancha armada que tenía enfrente emitió un sonoro borboteo en el agua al activar sus motores y realizó una brusca maniobra para retroceder y dar la vuelta de inmediato dispuesta a huir.

Unos repentinos gritos de victoria al otro lado del canal por parte de los defensores de la barcaza de carga indicaron que la tercera lancha también se batía en retirada. Los francotiradores se habían ocultado en los tejados, y seguramente escapasen por alguna ruta que os era desconocida. Todos los enemigos se batían en retirada, el intento de evitar el combate había terminado con los acólitos involucrados, y con un papel relevante para el bando vencedor.

Cuando se acabó el tumulto y con el motor de la barcaza traqueteando regularmente como si de un felino ronroneando se tratara, Claudius asomó la cabeza del improvisado parapeto, escurrió el gorro de agua y se lo volvió a colocar sobre la cabeza medio calva

- Imagino que esta gente de la barcaza estará agradecida por nuestra ayuda y puede que nos ofrezcan una jugosa recompensa, diría que transportaban algo valioso, probablemente algo tan mundano como una enorme pila de créditos...

- Eso o debernos un favor... - como noble Claudius sabía del valor del intercambio de favores, aunque la experiencia le decía que éstos era mejor cobrarlos pronto o la memoría del deudor acababa por disiparse como el vino espumoso de Cintra.

- Supongo que deberíamos presentarnos en son de paz - añadió esbozando una sonrisa.

-Puede que sí, o puede que no- Respondió Nero a Claudius. -Pero nosotros tenemos ahora mismo un barco que vuelve a funcionar y ellos tienen que contar sus bajas y reorganizarse-

Metió la marcha para que avanzase el esquife. -Y créeme que es mejor mantener un perfil bajo, mejor que se sepa que alguien intervino, a que conozcan que fueron miembros de la inquisición recién llegados a Sinophia-

No tenía nada más que decir, así que centró en pilotar.

- ....mejor que se sepa que alguien intervino, a que conozcan que fueron miembros de la inquisición recién llegados a Sinophia - dijo el arbitrador

- Pero nosotros no somos miembros de la inquisición ¿no? tan sólo unos inesperados y bienintencionados viajeros, cuyos motivos para aparecer por aqui sean... sí, cierto quizás un tanto difíciles de justificar (aunque por otro lado nuestra llegada al decrépito espaciopuerto no será secreta sin duda y aquellos amables operarios sin duda ya han avisado a sus superiores).

- Si vamos a pedir un favor por nuestra, sin duda heroica hazaña, es ahora...

- Por otro lado...

- Sin duda conoceís a quien pertenece esa barcaza, esos uniformes y esos recursos no deben resultaros desconocidos ¿no es asi? ¿podríais ilustrarnos?

-Puede que conozca a donde pertenecen...Si me acercase lo suficiente, con esta lluvia la cosa es más difícil- No miraba a Claudius mientras navegaba, estaba pendiente de sus cosas.

-Sí, los más bienintencionados del mundo, armados hasta los dientes para ayudar como buenos samaritanos a aquellos que lo necesiten- Dijo de manera cínica e irónica. -Claro que sí, señor Vipus, claro que sí-

-Lo que urge ahora mismo es salir de aquí cuanto antes, y a ser posible desaparecer del mapa durante unas horas, para reorganizarnos y trazar un plan de acción-

Cuando Arcturus levantó la cabeza, la lancha que tenían enfrente renqueaba, dándoles ahora la popa. Pensó en un primer momento en probar puntería sobre el hombre que la pilotaba, pero enseguida desechó la idea. También porque Claudius y Nero se habían enzarzado en una discusión sobre si convenía hacer contacto con los tripulante de la barcaza asaltada o no. El tecnosacerdote frunció el ceño escuchándolos, quizás reflexionando sobre el mejor curso de acción. Finalmente posó una mano sobre el hombro de Nero. Su tono fue tan monocorde como de costumbre, pero podía detectarse un fondo casi amigable en sus palabras.

-Señor Karajcik, lo que sería sin duda llamativo es que alguien se meta en medio de una pelea y luego se vaya silbando como si nada. Debemos al menos interesarnos por lo ocurrido y el estado de esos hombres. Así que le pido que se acerque a esa barcaza. Cierto es que no tenemos coartada; señor Vipus, usted se encarga de eso, ya que tantas ganas tiene de que presentemos nuestros respetos a nuestros inesperados aliados -las palabras sonaban ahora algo más severas-; pero no se pase de imaginativo y, como bien dice nuestro arbitrador, mantenga un perfil bajo.

Las mujeres del equipo se mantenían a la expectativa, con ese aire distante y ensimismado que ambas (y también el mismo) habían venido teniendo las última semanas.

-Ustedes no quiten ojo a los francotiradores ni a cualquier movimiento extraño sobre la barcaza. Sean discretas, pero si hay una amenaza... Actúen como saben.