Partida Rol por web

Nero sopesó los conductos de ventilación, descubriendo que sólo estaban conectados a este nivel, por lo que deshechó la idea que había empezado a nacer en su mente, centrando de nuevo su atención en vigilar los pasillos y el ascensor. 

Como no vio ninguna reacción por parte del resto, permaneció a la expectativa, aunque relajó un poco el gesto al escuchar como la Hermana Isolda felicitaba a Vipus. No dijo nada cuando preguntaron por si alguno sabía usar una pistola bólter, él no sabía, así que esperó a que regresaran con lo necesario para poder subir a la siguiente planta, donde muy posiblemente tendrían jarana sin dudarlo. 

- Traigan la llave, rápido, no debemos demorarnos más que lo imprescindible. - susurró por el microbead interno. 

Cuando Claudius alzó el brazo y disparó, Arcturus se quedó inmóvil, consternado. En los fugaces instantes que tardó en desplomarse el arbites, por alguna razón se le representó la cara de Hieronymus alzando una ceja ante aquel impulso; no era la primera vez que echaba de menos al viejo, ni sería la última. Pero el tiro de este otro viejo había sido certero y mortífero, y el tecnosacerdote soltó el aliento, aliviado.

Asistió inmóvil al registro del cuerpo de Constantine y solo al retorno de Vipus le dedicó una señal de asentimiento, un mundo reconocimiento. Y examinó el explosivo minuciosamente, para retirarlo estando absolutamente seguro de poder hacerlo con total seguridad.

La habitación no guardaba más sorpresas, y Arcturus fue capaz de retirar los explosivos del cadáver con facilidad. Gracias a la llave que llevaba encima Constantine activar el ascensor fue un juego de niños. El rostro de la gárgola donde se encontraba la ranura para la llave parecía observar con desprecio al numeroso grupo mientras, con el ruido rechinante de los engranajes, el elevador descendía y abría sus doradas rejas metálicas invitando a los acólitos a entrar.

Atrás quedaban los cadáveres de Skarmen*, olvidados en su impío despertar, pero más inofensivos mientras aún no estuvieran activos del todo y permaneciesen en el sótano, lejos de ninguna víctima a la que hacer daño. Sin embargo, la planta superior era, con mucho, menos silenciosa y tranquila que el sótano. La recepción se encontraba totalmente vacía, sin un alma que pudiera ver llegar a los acólitos, y el ruido de las detonaciones al otro lado de la puerta abierta explicaba el porqué. Los arbitradores estaban intercambiando disparos con las fuerzas de Khan en el exterior; fusiles y cañoneras por igual descargaban su munición contra los soldados de ambos bandos, causando sin duda una gran cantidad de bajas entre ellos.

El camino hacia la cima de la torre estaba desprotegido, para pillar por sorpresa a Skarmen era en ese momento o nunca.

Al salir a la planta baja, donde estaba la recepción de los arbitradores, se escucharon con claridad las explosiones y detonaciones del ataque que habían acordado con el General Khan. - Bien, está cumpliendo con su parte del plan, adelante, no perdamos más tiempo. - dijo el arbitrador, saliendo del ascensor semi-agachado y dirigiéndose sin vacilar hacia donde sabía que había una llave para el ascensor de aquella planta. 

Tras recogerla rápidamente, se dirigió hacia el ascensor que les llevaría a los barracones, lo abrió y entró, siendo él quien abriría camino al resto. - Vamos, no cabemos todos, habrá que hacer dos viajes. - 

Señaló a sus compañeros, a sí mismo, y al psíquico que había venido con el otro grupo. - Nosotros abriremos camino, subid el resto detrás. - 

Conforme subió el último, activó el ascensor para ir a la primera planta, preparando el arma para disparar si era necesario. 

Bloquearon la sala en la que estaban los cadáveres de Skarmen algo atropelladamente, como mejor pudieron.* Ya en la planta baja pudieron escuchar el retumbar del combate. Cruzaron la sala, Arcturus volvió a empuñar el rifle.

-Espere Nero, podemos ir directamente al segundo piso y de allí al despacho de Skarmen, no le parece? 

Una improvisada barricada tras una puerta cerrada fue todo lo que dejaron para bloquear un futuro ataque de los cadáveres. No disponían de mucho tiempo, ni tampoco deseaban hacer ruido. El ascenso por turnos fue un nuevo momento de pánico para Vipus y una vez más, sin motivo. Esperaba que el sudor frío que le baja por las sienes no llamara demasiado la atención de sus compañeros.

Que la primera planta se encontrara vacía era toda una suerte. El ataque de distracción había dado sus frutos. Bendito fuera Khan y su ego desmedido. Sin duda las sobredimensionadas fuerzas de seguridad cumplian ahora su mejor cometido.

La idea de Arcturus era buena. Nada podían sacar de visitar la primera planta, salvo retrasarse. Allí estaban los alojamientos de la tropa y si bien era fácil que allí no hubiera nadie, era posible que acabaran convirtiéndolo en hospital de campaña (era eso lo que enseñaban en la academia de oficiales a aquellos que se dignaban a ir de vez en cuando), si es que aquellos arbites mutados de Skarmen tenían conciencia de auxilio mutuo. Acceder directamente al segundo piso ahorraría tiempo y además, la zona despachos si que sería, en lógica una zona vacía en pleno ataque exterior a la torre ¿quién dejaría tropas entre habitaciones para invitados y despachos?

Asintió a Arcturus, dándole su humilde beneplácito y organizando en su mente a aquel grupo para subir. 6 habían dicho que cabían cada vez... rapidamente organizó a la gente en su cabeza

- Nero, Gianna, Helios, Jonas y 2 soldados.

- Arcturus, Isolda, Arkadia, Lo-Tan y Claudius, junto con el soldado más tranquilo de los tres.

Eso equilibraría los grupos, dejaría a los (teoricamente) más aguerridos en el primer asalto, al tiempo que mantenía a Isolda (que portaba los fragmentos de cristal) y a Lo-Tan (que se había reconocido aterrado de la influencia demoníaca).

¿Sería posible enviar el ascensor sólo con los servocráneos (uno o ambos*) hacía la segunda planta, para recuperarlos de inmediato trayendo el ascensor y contando con información sobre la presencia de enemigos? Quizás pudieran pasar desapercibidos incluso si se escondían en un recoveco**, en el techo o incluso usar una caja, manta o capa (podían dejarla dentro del ascensor con el servidor dentro/debajo para que usara su cámara o su auspex sin ser visto o confundido con un desecho).

Propuso a los demás esta idea, en cuanto se reunieron delante del ascensor. Esperaba que no tardaran en decidirse y que nadie les sorprendiera entrando por la puerta (aunque con las detonaciones que escuchaba, parecía improbable)

Como nadie agregó nada sobre el arma, Isolda amartilló y se aseguró de que la pistola bolter pudiera ser funcional. Se aseguró de que estuviera cargada y se guardó los proyectiles bolter. Al segundo sacó su otra pistola bolter, la que le habían regalado cuando perdió su arma sagrada y también la preparó, dispuesta a liarse a tiros y gastar toda la munición que fuera necesaria con tal de matar a ese bastardo de Skarmen.

-Como sea, pero que sea rápido -fue la única respuesta de la sororita que se estaba impacientando porque creía que podrían perder el factor sorpresa- tenemos que subir ya.

Aunque solo retrasaría algunos minutos a los cadáveres, decidieron cerrar la puerta de la sala donde estaban los cadáveres levantados por la herética obra de Skarmen antes de subir a la primera planta.

El ataque de distracción estaba siendo un completo éxito y la recepción estaba vacía. Gianna estaba de acuerdo con ir directamente a por el hereje ignorando el resto de plantas, pues cuanto antes cortaran la cabeza de la serpiente menos daños causarían. Claudius sugirió que Gianna subiera en el primer grupo.- Eso está hecho.- La soldado subió justo antes que el antiguo arbitrador quedándose cerca de las puertas con su lanzallamas en mano dispuesta a usarlo en cuanto las puertas se abrieran.

El plan de Claudius de enviar primero al servocraneo y al servidor arácnido de Arcturus como reconocimiento parecía una buena forma de obtener información antes de adentrarse en el segundo piso, aunque tenía la desventaja de que tendrían que esperar hasta que el ascensor volviera con ellos dentro. La espera, aunque breve, se hizo eternamente larga mientras aguardaban a que el ascensor superase ambos pisos hasta que finalmente el repicar de cadenas metálicas que arrastraban el ascensor se detuvo...

En pocos segundos del piso superior comenzaron a escucharse detonaciones y disparos. Presa del pánico, el grupo hizo descender la plataforma inmediatamente. La escena no fue muy agradable a la vista, los autómatas habían sido detectados y disparados; el servocráneo de Claudius yacía apagado en el suelo, con una profunda grita y múltiples marcas de bala en su estructura ósea, pero el extraordinario servidor de arcturus, aunque dañado, aún permanecía en funcionamiento. Tras una breve  "conversación" (más bien un intercambio de chirridos y ruidos metálicos en el extraño lenguaje máquina) entre el servidor araña y Arcturus, el tecnosacerdote interpretó la información que habían recuperado para ellos.

El segundo piso no estaba vacío. Media docena de arbitradores custodiaban la escalera de caracol que llevaba hacia la bóveda de Skarmen, todos tenían las mismas marcas en el rostro que el que se habían encontrado en el sótano, y estos estaban armados y blindados hasta los dientes (armaduras pesadas completas y escopetas de combate). Por desgracia, aquello significaba que el enemigo al fin había descubierto su presencia allí. No escucharon ninguna alarma, pero a través de los portones abiertos de la torre pudieron fijarse en cómo un puñado de soldados en el exterior dejaban sus puestos y volvían hacia el recinto a toda velocidad...

A Isolda no le gustaba tener que esperar, y menos aún tras ver lo que le había pasado a la araña y al servocráneo. En cuanto empezó a escuchar los pasos maldijo para sus adentros el que no la hubieran hecho caso. Ahora mismo estaría un grupo arriba y el otro subiendo cuando entraban los refuerzos. Ahora les tocaba quedarse ahí abajo hasta que llegaran.

Sacó su segunda pistola bolter y se parapetó, preparándose para abrir fuego en cuanto un arbitrador estuviera a la vista y dentro de su alcance.

-¡HACED FUEGO DE SUPRESIÓN EN LA ENTRADA! ¡QUE NO ENTREN! -ordenó quienes quedaban con ellos mientras que ella intentaba eliminar a alguno de los soldados.

Encogió los hombros al escuchar los tiros, y al abrir el ascensor recogió a los servidores con cariño y dirigió una mirada reprobadora a Claudius. No hubo tiempo de reproches: el tiroteo se extendió a la planta baja y se montó un tremendo pandemónium. El tecnosacerdote buscó una mínima cobertura* y advirtió a sus compañeros:

-Tápense los oídos, señores...

Empezó a brotar del fondo de su garganta un grave gruñido, pero se detuvo. Estaban lejos. Pero no para el rifle... Tiró, pero sin puntería.

Los servidores habían regresado destrozados. El enemigo los había detectado a pesar de su burdo camuflaje¹ y parecían severamente dañados. Claudius no era un tipo sentimental y no lloró por el servocráneo (a pesar de que procedía de una vida (mejor) anterior), aunque más tarde haría lo que fuera por devolverlo a la "vida", quizás Arcturus pudiera hacerlo (aunque parecía francamente dolido por haber visto su servoaraña dañada por la sugerencia que habia hecho).

La reacción de todos fue inmediata, el primer grupo, de asalto se lanzó al ascensor de inmediato, mientras que el segundo grupo fue atacado por fuerzas arbites que habían retrocedido desde el exterior. Los agentes se encontraban lejos.

- ¡Granadas! - gritó - ¡usad granadas de humo o incendiarias. ¡Bloqueen el acceso! - las granadas no alcanzarían a los agentes, que se encontraban en el exterior, pero las llamas y el humo les impedirían ver más allá de la puerta de la torre y disparando a bulto era imposible que les hicieran gran daño estando tras cobertura. El muro de fuego tampoco tendría que durar, bastaría con el tiempo que tardarían en recibir la plataforma elevadora y entrar en ella.

- Avisen por radio a Khan, que intensifique su ataque ahora que la defensa exterior flaquea.

Desoyendo su primer consejo elevó el rifle a sus ojos, tomó puntería y disparó contra el más cercano de los guardias, derribándolo. Esperó por su conciencia que aquel estuviera tan corrupto como el del sótano. Pobres víctimas.

Se agachó tras la cobertura tras el disparo y trató de contactar con Khan

- General Khan, aqui el grupo de infiltración. Nuestra tapadera ha desaparecido y las tropas que protegen el recinto regresan a la torre contra nosotros. Es el momento de intensificar el ataque, los cogerá a muchos de ellos por la espalda y fuera de cobertura. Ahora es el momento repito - imaginó un asalto con los vehículos blindados y aereos o bien un ataque con proyectiles de fragmentación, que harían picadillo a todo aquel que no estuviera a cubierto, entre el recinto y la torre misma.

La escaramuza entre el servocraneo y los defensores nos había delatado, pero enviar esos espías por delante les había proporcionado una valiosa información.

Según esta, los enemigos iban fuertemente armados, equipados con armaduras pesadas, así que la soldado decidió emplear el lanzallamas con ellos.

Apoyados contra un lateral del ascensor, los dos esperaban el momento de la apertuda de las puertas con cierto nerviosismo, el típico antes de entrar en combate. Ambos eran luchadores ya experimentados, así que sabían lo que tenían que hacer. 

Nero, con la rodilla apoyada en el suelo, se asomó ladeándose ligeramente para disparar una ráfaga dirigida al primer objetivo que vio, rociando la zona con varias balas, para inmediatamente después apoyarse de nuevo buscando la poca cobertura que tenían. 

- ¡Fríelos Gi-Gi! - exclamó el arbitrador, pensando en lanzar una granada inmediatamente después de la intervención del lanzallamas de su compañera. 

Los arbitradores debían haber estado preparados contra lo que subía por el ascensor, pero la advertencia de los destrozados servidores les permitió adelantarse a su juego, y el lanzallamas de Gianna alcanzó a los arbites antes de que estos llegasen a disparar. Aunque sus armaduras los protegieron en parte, la mayoría salieron de la nube de llamas con quemaduras de diferente consideración, pero a un par de ellos se les pegó el combustible ardiendo a la ropa y terminaron ellos mismos cubiertos en llamas.

Nero descargó una lluvia de balas sobre uno de los arbitradores (nº6), pero a pesar de haberle herido gravemente, su gruesa armadura le había protegido de lo peor, y aún vivía.

Ambos soldados de las FDP dispararon sus rifles automáticos contra el mismo objetivo (nº2). De nuevo, la armadura protegía al arbitrador de las peores consecuencias, pero finalmente no pudo soportar la potencia de fuego combinada de dos tiradores y terminó sucumbiendo.

Tanto Helios como Jonas dispararon un solo tiro de sus armas bólter contra diferentes enemigos (nº1 y nº4 respectivamente). La potencia de las armas atravesó más fácilmente el blindaje de los arbitradores, pero un único disparo no fue suficiente para acabar con ellos

Los arbitradores habían sufrido muchos daños y varias bajas o incapacitaciones, pero aún eran capaces de responder al fuego cruzado. Los que aún eran capaces de moverse tomaron rápidamente posiciones defensivas y devolvieron los disparos con sus escopetas de combate, que pronto abrieron agujeros en las paredes e hicieron volar algún pequeño adorno del ascensor, pero sus disparos no fueron certeros, y nadie salió herido a causa de ellos.

La situación parecía haberse vuelto en contra de los acólitos. Isolda, acostumbrada a armas cortas, no alcanzó a ningún enemigo, el tembloroso Arcturus también erró el disparo, y el psíquico Lo-Tan, ni tan siquiera portaba armas más allá de su espada, inútil en aquellos momentos. Solo Claudius, Arkadia, y el envalentonado soldado de las FDP que les acompañaba lograron acertar y abatir a 3 de los arbitradores que se acercaban hacia ellos, aunque aún más aparecían de entre la batalla que se libraba fuera, dispuestos a entrar en la torre para impedirles su objetivo.

A medida que se acercaban los arbitradores, comenzaron a abrir fuego, y una ráfaga de disparos laser impactaron por las paredes y la cobertura que protegía a los acólitos. La mayoría fallaron, pero un par de ellos impactaron sobre Isolda, que se libró de los daños gracias a su armadura.

Sin cambiar el gesto, Arcturus tiró dos veces más sobre uno de los arbites más alejados. Esta vez acertó, en la pierna izquierda y en el torso. Y se encomendó murmurando al Omnissiah, porque eran más de los que podrían contener...

Los disparos de respuesta no tardaron en llegar, pero la información que habían recibido de los servidores había sido vital para llevar la iniciativa en aquella escaramuza. 

- Salid y buscad cobertura, os cubro. - dijo Nero, lanzando otra ráfaga con su arma, esta destinada a que los que quedaban allí no levantaran la cabeza y sus compañeros pudieran salir del ascensor. 

El grupo había detenido con bastante éxito a la primera oleada de enemigos, los disparos habían hecho caer a la mayoría, pero si Skarmen (o quien estuviera detrás de la defensa de la torre) seguía retirando hombres del exterior y enviándoselos no tardarían en verse superados (también es cierto que Khan y los suyos podrán tomar el parapeto exterior si no quedaban allí defensores y luego tomar la propia torre, aunque para entonces quizás no quedaran ya apenas acólitos inquisitoriales).

Arkadia, como era de esperar no decepcionaba y su carabina bólter hacia estragos, Lo-Tan sin embargo, quizás fruto del miedo, quizás de la necesidad de autocontrol para evitar la influencia demoníaca, apenas habia resultado de ayuda.

- ¿No me ha oido? Lo-Tan, inunde de fuego la entrada de la torre. Hay granadas en mi bolsa - dijo Claudius en un tono más perentorio del que acostumbraba (por un lado esperaba ser obedecido y por otro temía (un poco) la reacción de Lo-Tan (a quien no tenía potestad para ordenar nada (pero que tampoco es que estuviera haciendo nada útil (o nada en absoluto) - ¡tómelas y utilícelas!

Sin detenerse más volvió a asomar la cabezas por encima del parapeto, tomó puntería y disparó contra uno de los guardias alejados, el alcance y la mira de su arma le permitirían tomar puntería donde pistolas y armas cortas no podrían. El disparo abrasó el pecho del arbites con un fogonazo. Antes de que llegara a caer, Claudius volvía a agacharse tras el parapeto. Les quedaba un rato así antes de que volviera la plataforma elevadora...

Isolda apretó los dientes mientras se agazapaba lo posible sin ocultarse del todo tras su cobertura, notando como iban impactos bien dirigidos hacia ella y pudo notar los impactos en la armadura, lo que la hizo gruñir ligeramente. 

-El de cerca es mío -dijo sin más, alzando la pistola sacristana y disparando dos tiros que parecía que iban bien dirigidos. 

Seguían entrando enemigos y parecía que ese ascensor no volvía a bajar nunca.