Partida Rol por web

...12 años antes, en algún pueblo del norte...

La depravación, el odio, el terror... una pequeña niña que ni tan solo había vivido, había presenciado todo el horror que su mente podia soportar. Vagando entre los escombros, que hasta el día de ayer eran parte de su morada, donde tantos felices momentos había pasado. Ahora nada tenía sentido. Los cadaveres se apilaban aquí y allá. Los padres de la niña eran irreconocibles para entonces. Lo que no había sido pasto del acero y el fuego, lo había sido de los voraces demonios.

Abandonada toda esperanza de encontrar a alguien con vida, la pequeña comienza a caminar con paso lento y tambaleante hacia cualquier lugar. Adentrandose en el bosque rumbo al sur, pues sus pasos erán mas libianos cuesta abajo. Su propio peso hacia que el camino se andara solo, almenos hasta que sus fuerzas aguantaron las tres horas de caminata sin rumbo alguno...

Su mente atormentada por todas y cada una de las atrozidades vividas, lidiaba con un deseo de venganza que poco a poco ganaba terreno... Cuando por propio instinto de supervivencia la pequeña se deja caer de rodillas sobre el agua de un riachuelo. El agua por momentos la alibia , hasta que el frio empieza a recorrer su cuerpo. Sacia su sed y se deja caer para descansar,  cuerpo y mente habían llegado al límite. Los ojos se cierran practicamente sin darse cuenta...

De repente algo la hace despertar dando un sobresalto. Algo se mueve entre los arboles, algo que la acecha en la oscuridad de la noche... 

Calor, llamas, fuego.

Unas voces desgarradas, ayuda… impotencia.

Los sentimientos buscan salida a través de la garganta de la joven niña, obstruido su paso por la desesperación, la congoja, el miedo. Nadie puede orilla, nadie puede ayudarla, solo existe ella, y solo existe el presente.

El cansancio finalmente ayuda a bloquear el incesante golpear de las emociones, paliando su efecto, al menos por unos instantes. Las imágenes vuelven a acosarla en su sueño intranquilo, haciendo que abra los ojos cada siniestro ruido real o atormentado grito recordado.

El último ruido parece demasiado real, demasiado… normal, para pertenecer al sueño. Todas las emociones contenidas afloran en como una ola, agolpándose en la bahía de su garganta, amenazando con engullir todo a su paso.

Rodando, tratando de huir, gateando hasta el río, la joven busca escapar de la pesadilla. Pero en mitad de la desmañada huida recuerda la ira, avivada por los gritos de sus padres al morir, la rabia, nacida de la desaparición de su pueblo, la venganza, impulsada por el final de toda una vida, pasada y futura.

Girándose, apretando las mandíbulas tanto para evitar gritar como para enfocar sus sentimientos, Yrhal se yergue, tambaleante, buscando el origen de los sonidos.

Algo se mueve... no sabes que clase de animal o criatura se esconde pero aún así tienes el valor de enfrentarte a ello. Tus manos tiemblan, la rabia que contienes florece de diferentes maneras. Ya no quieres ser débil. Quieres poder enfrentarte a tu destino y que nunca jamás te sientas indefensa. Si con la muerte ibas a pagar el enfrentamiento, al menos morirías luchando. Tus mandíbulas se aprietan y una lagrima de rabia recorre tu mejilla. Tus puños se aprietan.... cuando de repente algo te coge de la nuca. Una suave mano acaricia el bello que lo recubre. Un susurro tanto o más dulce hace que tus cabellos se ericen

Aquí no me haces ningún servicio... ¡Vamos, corre río abajo!

Alzas tu cabeza hasta donde puedes. Ves desde la barbilla hacía arriba la cara de una joven y alta mujer. Viste de blanco y porta hombreras. La caracteriza su largo cabello, blanquecino con el reflejo del sol. Pero sobretodo unos ojos extraños, unos ojos que jamás habías visto en una persona. Unos ojos que recordabas haber visto antes justamente en los demonios que te lo habían arrebatado todo. Tu ensimismamiento y tu rabia te paralizan por un segundo, por lo que la joven esta vez te empuja en dirección al río mientras te grita...

¡¡ No mires atrás !!   

Toda la rabia, el odio, ¿y sólo una mujer? Las emociones parecen descargarse una por una, dejando el cuerpo vacío, inanimado. La fuerza de momento, la tensión, los músculos movidos por pura fuera de voluntad. ¿Una mujer?

Blanco

Tanta sangre, humo, llanto, gritos. Miedo en todo, miedo en el llanto, en los gritos, hasta en el humo y la sangre.

Blanco

¿Cuanta gente habrá desaparecido, vidas sesgadas?

Blanco, ella viste de blanco.

De forma repentina la rabia surge de nuevo, está vez focalizada, ciega pero con rumbo. El vestido de la joven.

¿Cómo se atreve a vestir de blanco en un momento así? ¿A estar calmada? ¿Por qué? ¿Por qué ella puede sonreír?

Yrhal comienza a golpear ciegamente a la desconocida, con una fuerza nacida de la desesperación, pero poco a poco su exiguas fuerzas se agotan, dando paso al llanto, abrazando la pierna golpeada, cerrando los ojos…

Negro

No pienso ser la responsable de tu muerte. Demasiados problemas me has causado ya pequeña mosoca...

La pierna a la que se agarra la niña empieza a tensarse. Los musculos se aprietan de forma sobrenatural. La sangre bombea con fuerza atraes de ella, como si el corazón se encontrara justo debajo de la piel. El murmullo de los arboles precede a la aparición de tres figuras. Tres criaturas horribles. Demonios de las profundidades, del rincon más oscuro del mundo...

Dos de ellos estan frente a vosotras, uno más a las espaldas de la joven guerrera. Los jadeos de las criaturas se hacen cada vez más sonoros. Mientras, alzas la vista. El reflejo del metal te deslumbra por momentos. La espada de la dama se alzaba en alto ya. Sus manos aprietan la empuñadura y todo su cuerpo toma una postura de combate.

Sin previo aviso te lanza hacia uno de los yomas, aprovechando que estabas agarrada su pierna. El impulso es tremendo y el demonio te agarra. Las criaturas se rien, pensando en lo que van a hacer contigo. Pero la joven aprovecha ese momento para separar la cabeza de los hombros del demonio. La criatura queda paralizada durante un segundo, pero pronto sus musculos se relajan y caes al suelo junto a su cadaver. 

Había de aprovechar que tenía las manos ocupadas... una sonrisa porfín se esboza en su rostro.

Parece que la lucha ahora está más igualada...

Los dos demonios que quedaban se enfurecen al ver como ha caido uno de los suyos casi sin darse cuenta. El verdadero combate esta a punto de empezar. Mientras intentas deshacerte de las zarpas del cadaver que hacía unos momentos te agarraban. En ese momento te das cuenta de que estas empapada de una sangre fetida y de color morado. Todo tu cuerpo apuesta a ese horrible edor. La ropa inmaculada de la guerrera ahora también permanece manchada al igual que su acero...

La tensión en ese momento es irrefrenable. Las hojas de los arboles caen ahora a una velocidad asombrosamente lenta. Y por alguna razón sabes que no vas a morir en ese lugar...

La situación hacia tiempo que había desbordado a la joven criatura. Ahora tres de esas horribles bestias que habían aniquilado a su familia reaparecían, y ella acababa entre las garras de una de ellas, arrojada como un fardo.

Instantes después la sangre de la criatura se mezclaba con sus propios fluidos, sudor, sangre y orina.

Negro.

El campo de visión de la joven comienza a tornarse pequeño, dejando en breves instantes tan solo un pequeño punto, blanco, por el cual las emociones entran en el cataléptico cerebro de la niña.

Inconsciencia.

Una luz tenue y anaranjada se filtra entre tus parpados... Un suave calor te rodea. Tienes los ojos entreabiertos, pero estas tan a gusto que vuelves a dormirte enseguida...

Sueño...

~  Todos están muertos... todos muertos... no hay nadie ya contigo... 

~ Sola en la oscuridad... algo te acecha... huyes pero corre más que tu...

~ Sangre y muerte... 

De nuevo una luz te despierta, pero esta vez fuerte y clara. El día se alza. Abres los ojos y miras al cielo. Las ramas de los arboles se mecen suavemente con la brisa. La luz hace trasparentar las hojas que toman un tono amarillento. Un pequeño soplo de aire hace que te estremezcas de frió. Todavía no es invierno pero ya queda poco para su llegada...

La joven de ayer permanece sentada, apoyada en el tronco de un árbol y su espada clavada en el suelo junto a ella. Su rostro muestra calma y tranquilidad... no parece perturbarle nada en absoluto.

La sensación parece nueva, tras las emociones vividas los últimos días.

Calma. Tranquilidad.

Imágenes de horror recorren de nuevo la mente de la joven, despertándola de su ensoñación.

No hay calma, solo dolor. No hay tranquilidad, solo dolor.

La desconocida yace sentada, observando casi sonriente. Que aires de superioridad desprende, o indiferencia. La niña parece a punto de echarse a dormir de nuevo, al ver la sangre extraña que orla su vestido, ya de por sí destrozado.

Las palabras parecen no querer salir de sus labios, garganta reseca y falta de comunicación unidos para evitar decir lo más simple.

-…¿Quién eres? ¿Por qué has matado a mi familia?...

Los sollozos vuelven a llenar el claro con su sonido agudo.

Ves como su rostro de repente cambia. Se esboza una sonrisa que poco a poco empieza a ser incluso desagradable. Sus ojos se clavan directamente en los tuyos. Por un segundo crees estar bajo su control. Un embelesamiento terrorífico... Cuando de pronto empieza a hablar.

¿Si los mate a todos por que iba a dejar a una niña enclenque como tu con vida?

De nuevo esa sonrisa altiva como creyéndose superior a cualquier ser vivo de la tierra. La rabia te invade, sabes que ella esta relacionada con todo lo que te ha pasado. Es la única en vida aparte de ti, y si tu no los mataste debía haber sido ella... Entonces...

Pues siento decepcionarte pequeña. No podrás vengarte de sus muertes ahora. Tres de ellos te siguieron desde que saliste del pueblo. Solo esperaban a que dejaras de andar para devorarte lentamente. Por otra parte... que más da... 

Solo eran tres yomas más...

La comprensión brilla en los ojos de al pequeña, los monstruos que la atacaron era los que habían destruido su villa, y la joven había matado uno. Pero sus ojos… Sus ojos eran parecidos a los de los monstruos que había combatido, al menos por unos instantes ¿Podría fiarse de ella?

La brisa azota los revueltos cabellos, formando una maraña, aunque no es capaz de hacerlos ondear debido a la gran cantidad de sangre y sudor que los apelmaza.

Si ha podido matar a esos animales, debería poder enseñarme como hacerlo, ella ha sido fuerte, ha sobrevivido… Pero se la ve triste, vacía…

Con un pequeño grito, Yrhal se lanza sobre la desconocida, hundiendo su cabeza entre los largos cabellos, y abrazándola con las pocas energías restantes.

Durante unos segundos la chiquilla se abrazo a la joven. Esta no se movió ni un momento, como si no le importara lo más mínimo. Entonces se levanto dejando a la niña tendida en el suelo, llorando desconsolada. Una brisa fría mueve suavemente el cabello de la guerrera. El olor a la sangre reseca es todavía más horrible. Las manchas purpuras, que son ahora casi negras, os envuelven los ropajes.

Vamos, deja ya de lloriquear y levanta. Lo primero que vamos a hacer es quitarnos este olor del cuerpo...

Algo parecía diferente. ¿Un signo de preocupación hacia la pequeña, quizás? Nada en ese momento se hacía más agradable para la niña que las palabras de aquella mujer. Cualquier signo de calor y cariño se había perdido ya, por lo que Yrihal intentaba encontrarlo en cualquier lugar. 

La pequeña la siguió rió abajo, hasta llegar a la parte más ancha y profunda del río. La joven se desnudo sin ningún pudor para lavarse la sangre reseca que había quedado en su cuerpo. El agua empezó a teñirse. No había cicatriz alguna en su dorso... pero al girarse una horrible marca se presentaba en la parte frontal de su cuerpo. La niña se tapó la boca al ver tal cosa...

Métete en el agua. No pienso llevarte a ningún lado apestando así. 

La niña no sabía que era lo que le inspiraba esa mujer, pero se sentía segura, de nuevo...

 Parecia que las cosas iban tomando un rumbo normal, de nuevo. No haba monstruos, y a pesar de la horrible cicatriz de la mujer esta parecía haber desarrollado alguna clase de vinculo con la niña. Ya no la repudiaba, y se daba cuenta que tal vez gracias a ella su vida aun se tejía en el telar del Destino.

Asintiendo vigorosamente, como tomando una decisión trascendental, la niña se despojo de sus desgarradas ropas y entro en el agua, sintiendo un frío purificador al hacerlo. Con sus manos aun raspadas comenzó a lavar el vestido, tratando de eliminar los rastros de lo sucedido hace tan poco tiempo.

Ambas se encontraban sumergidas en el agua. Un vinculo parecía unirlas en este momento. Las dos trataban de frotar con fuerza para sacar las manchas de sus ropas. El cuerpo de ambas también estaba manchado de la sangre purpura de los demonios. La pequeña Yrihal lo hacía con todo su empeño, como si quitando esas marcas pudiese volver todo a la normalidad.

Por un instante se sintió a salvo...

La joven guerrera animo a la niña a traer leña para encender una fogata. El calor del fuego secaría sus prendas, alejaría a las bestias y las resguardaría del frío.  

En ese momento, cuando la niña se disponía a buscar ramas secas la joven le sorprendió con una sonrisa...

Por cierto, me llamo Eurídice...

La niña quedo momentaneamente paralizada...

Por cierto, me llamo Eurídice…

La voz sorprendió a la niña, era dulce y rica en tonos bajos, una voz que debería ser más adecuada para una joven casadera, no para una guerrera con una espada mayor que ella misma.

La parálisis se evaporó de forma rápida. Su casa aún seguía destruida, sus padres y amigos muertos. Esta joven nada podía hacer para ayudarla, pues tal vez la muerte fuera la mejor salida…

No.

La rabia que habitaba en ella volvió a luchar por salir, dándole las fuerzas necesarias para afrontar los hechos.

Yo me llamo Yrhal, como mi madre…

Una sombra cruzó los ojos de la niña. El destino era cruel, pero inevitable.

El momento había llegado. Las dos chicas, sin ropa alguna que cubra sus cuerpos, como si de un señal de acercamiento y de verdad se tratase hizo que la guerrera hablara...

Se que no tienes a nadie... que estas sola en este mundo. Pero yo puedo darte una familia.

Las palabras de Eurídice helaron la sangre a la pequeña Yrihal... 

Una familia hecha de pedazos de otras familias. En la que la vida de una hermana es tan valiosa como la propia. Una vida que no es vida. Una espera interminable y una muerte segura. 

Se acercó a la pequeña y flexionó las piernas para quedarse a su altura...

Tu destino no es otro que la muerte... ¿Que puedes pedirle más de una vida condenada como la tuya, que usarla para dar muerte a de esos demonios?

El silencio se hizo eterno...

Para Yrhal la joven hablaba con palabras incomprensibles, palabras importantes, muerte, espera, grandeza, familia, familia…

Primero poco a poco el significado de las mismas fue filtrándose, y luego con mayor rapidez el entendimiento amenazo con hacerla caer, presa del vértigo.

¿Otra familia? ¿Otra oportunidad?

Luego su mirada se poso en Eurídice, desnuda delante de ella, con una horrible cicatriz, las uniones como gruesos tendones ennegrecidos, pareciendo un parásito. Yrhal alargó una tambaleante mano hacia aquella zona, y la posó con suavidad.

Como si el conocimiento fluyese, se dio cuenta de lo que implicaba ese pacto.

La niña asintió con la cabeza.