Partida Rol por web

Al grito del capitán los marinos se esfuerzan por moverse rápido. Repliegan la vela para que el viento no la arranque cuando llegue. Todos buscan sus armas a recomendación de Randall. A lo lejos, las nubes blancas y espesas comienzan a tomar una coloración gris que se va oscureciendo minuto a minuto.

El Homer va directo hacia aquella extraña tormenta, de alguna manera la tormenta también parece acercarse a la embarcación. Todos pueden ver dos figuras grandes sobre las olas pero no pueden distinguir qué son, aunque pronto será evidente si nadie cambia el curso.

Nilsa aguza la vista, hay mucho movimiento en el horizonte y es difícil distinguir lo que ocurre. El sol está cubierto. Nilsa gana algo de altura subida a una caja de madera y consigue observar dos barcos más grandes que el Homer, están en el medio de aquella tormenta, es imposible decir por qué, pero se mueven acompasados, como si estuvieran atados entre sí.

La llegada a ese foco de caos es inminente, sería un esfuerzo y demostración de habilidad evitar entrar en la tormenta. ¿Lo harán o entrarán directo a ella?

Íbamos directos a la tormenta, teníamos que intentar esquivarla y toda la tripulación estaba tan deseosa de ver dragones que estaban poniendo en peligro su propia seguridad, sería mejor intentar calmarles. -¡Tripulación dejad de poneos a mirar a ver qué véis, no sabemos qué es, por eso, estad preparados pero a cubierto!- estaba cabreándome bastante porque ellos eran mi responsabilidad como capitán y no iba a dejarles morir. A cambio ellos tenían que obedecer mis órdenes, pero no eran marineros y tal vez, no entendían ese concepto. 

Grité a los marineros para darles instrucciones -¡Marineros, desplegar las velas ahora mismo y poned nuevo rumbo, seis nudos a estribor. Tenemos que intentar esquivar lo que sea que viene hacia nosotros y con las velas recogidas somos presa fácil!- me fui rápidamente a comenzar a desatar las cuerdas, la situación apremiaba y un par de manos más se agradecían. Mi vista estaba fijada en eso que se acercaba, no la apartaba ni un segundo del horizonte.

Me debato entre mi idea primera de deshacerme de Ari o la de que quizá nos sea útil por algún motivo que aún desconozco. ¿Qué haría mi padre? No paro de hacerme esa misma pregunta una y otra vez cada vez que miro al Señor de Solberg. La tensión es máxima a bordo del barco, hay algo acercándose a nosotros, una tormenta quizá. Pero seguimos alejándonos del puerto. Miró a Haakon, esperando su ayuda, y me aseguro de que Randall me ve también por si las moscas, aunque ahora está ocupado salvándonos de una muerte segura.

Me acerco a Ari, trato de pillarle desprevenido. Todos están muy al borde de la embarcación, intentando ver a lo lejos, ver qué es lo que se acerca, también él. Me acerco a él por detrás, y en un gesto rápido agarro uno de sus tobillos y lo levanto, lanzándolo al mar embravecido. Tenemos el mismo tamaño aproximadamente, la misma edad, misma complexión. Espero poder con él aprovechando su posición inestable, la sorpresa y la ayuda de Haakon y Randall si es necesario, a quienes les hago la señal que pactamos antes.

Pero Haakon y Randall estaban al corriente y podían ayudarme no?

Mi padre no me preparó para esta tesitura ni este momento. Tirar por la borda al hijo de los Solberg mientras nos persigue un dragón, una tormenta, o ambas cosas a la vez. ¿Dónde está mi lealtad?

De repente veo que Erika se acerca a Ari por detrás, y sin pensarlo dos veces hago lo mismo, y sigilosamente le agarro de la cintura y la ayudo a tirar al chico por la borda. Ha sido un impulso irracional y por un momento me quedo helado mirándola, incrédulo de lo que acabamos de hacer... Pero ella es nuestra princesa y él aún puede llegar nadando al puerto.

Quizá le estemos salvando la vida... Porque lo que se acerca no tiene buena pinta.

Tuve que concentrarme bien y forzar la vista, pero lo distinguí bien...

—No es ningún dragón —dije, ligeramente decepcionada—. Son dos barcos, más grandes que el Homer. Hay algo raro en ellos... parece que están enganchados entre sí. ¡Tal vez sea un abordaje!

Si no, ¿cómo se habían enganchado entre ellos?. Debía ser eso. Sin embargo, cesé de hablar en cuanto vi a Erika y a Haakon tirar por la borda a Ari.

—Pero... ¡¿estáis locos?! ¡Se va a ahogar!

¿Qué diablos pasaba alli?. ¿Un ajuste de cuentas?. No me digas que estaba embarcada con unos locos psicópatas...

No había visto nada de aquello que se acercaba, y por ello bajé del palo al que había subido, algo decepcionada conmigo misma, viendo que el resto si veían algo. Y entonces cuando el capitán llamó a las armas, yo fui a por ellas, mientras Nilsa gritaba que eran dos barcos, como unidos, y entonces ya armada, me giré para volver. Estaba entonces lejos de la borda donde estaba el resto. No veía los barcos. Pero eso si lo vi. ¿De verdad? ¿Habían tirado al señor Ari? 

-¡¿Qué hacéis?! ¿Estáis locos? - Desenvainé la espada, mi querida espada, y me acerqué amenazadora hacia Haakon y Erika, e ignorando lo que había dicho Nilsa, grité: - ¡Rengo, Erl, Sam! ¡Rápido! ¡Un cabo! ¡Y frenad el barco! ¡Randall, vamos, vamos, hay que salvarlo! ¿Qué habéis hecho? No se qué pensáis conseguir con eso, pero no es la forma de tratar a un Solberg, aunque no penséis que tenga edad para ir de caza de dragones. Y, además, ¡es ponerse en contra mía! Quizás no valga tanto, pero somos hermanos y hemos hecho los mismos ritos, estamos todos juntos en esto, ¡no contra nosotros mismos!

Estaba como fuera de mi, con una incredulidad extrema. Con la cara desencajada, y moviendo la espada señalando al agua, hacia Ari, y después hacia los que lo habían tirado. No me lo podía creer. ¿Qué era aquello?

Me encontraba en una vorágine tanto a nivel fisico, porque seguía sin tener muy claro qué era lo que estaba acercándose y en otra mental, porque no entendía qué era lo que acababa de ver. ¿Mi señora y Haakon acababan de tirar a Ari por la borda? por un momento dudé de lo que mis ojos vieron, pero al instante caí en que tal vez, sería de eso de lo que Erika trataba de hablarnos a Haakon y a mí justo antes de que sintiéramos la amenaza.

Hiciera lo que hiciese mi señora, yo le seguiría y protegería. Erika había tomado una decisión y yo iba a estar a muerte con las consecuencias.

Entre tanto, las dos chicas que nos acompañaban también se dieron cuenta de lo que acababa de suceder. No estaba siendo muy fácil el estreno como capitán - Ahora mismo no podemos ni pararnos ni dar la vuelta, no voy a poner en peligro a toda la tripulación por uno solo- y con una mirada de complicidad a Erika traté de mantener en curso su plan.

- Marineros, izad bien las velas- debía mantener mi idea de cambiar de rumbo lo antes posible.

- ¿Pero estás loco Randall? ¡Él es un Solberg! ¡Y no ha caído, lo han tirado! - Usando la espada, me acerqué un poco más hacia los que lo habían tirado, y reincidí en que le tirasen un cabo: - Y, por Odín, ¡Tiradle un cabo ya!

-¡Precisamente por lo que se nos avecina hemos intentado salvarle la vida a Ari! Aún puede llegar al puerto a nado, aún está a la vista el puerto, y él es demasiado valioso como para morir en este barco. No recaerá sobre él la vergüenza de perecer el mismo día que nos embarcamos en esta aventura.

Intento tranquilizar y convencer a Sigrid, esperando que mi señora Erika entienda el "engaño". Más tarde se lo explicaré si es que no me sigue el juego. No conozco profundamente sus motivaciones para haber hecho lo que hemos hecho, pero le debo mi lealtad e intentaré defenderla con lo mejor que tengo: mi labia.